Mar Abr 16, 2024
16 abril, 2024

La clase obrera y su dirección en el momento actual

El problema de la movilización o desmovilización de los trabajadores tiene que ver con su dirección política, principalmente de la CGTP.

Un hecho que todos podemos constatar es que la clase obrera organizada se encuentra casi ausente de la lucha que hoy se libra en el Perú contra el gobierno de Dina Boluarte, pese a que en ella se juega su propio destino. Que algunos sectores participen en las convocatorias dosificadas la CGTP –que va a remolque de los acontecimientos con su política de acompañar el proceso y no de liderarlo–, o que vaya a hacerlo un poco más en los días que vienen, no cambian esta situación.

Y no estamos hablando de una cosa menor: el papel de la clase obrera es decisivo en estos momentos; su poca participación dilata esta lucha, ya larga y dura, mientras su inclusión a ella con toda su fuerza contribuirá a su pronta victoria.

La presencia de la clase obrera es decisiva no solo por su ubicación en el corazón de la economía que mueve los grandes negocios (las minas, fábricas, la agroexportación), y de la que se nutren los dueños del país, sino también por su inmenso potencial, la que se expresa en sus numerosas organizaciones forjadas en grandes peleas: la lucha de miles de textiles contra el régimen de exportaciones (2009-2014), la gran lucha contra la ley pulpín (2015), la huelga de la poderosa Federación Minera por su pliego único (2017), la infinidad de huelgas heroicas y largas por la solución de sus pliegos, como las acaecidas el último año.

El solo hecho que importantes segmentos de la clase trabajadora, aunque luchen por lo suyo, es una importante muestra de que ella existe como clase. Sin embargo, que no se involucre en la lucha actual con todas sus fuerzas y no abracen su causa y sus banderas, se deben a una razón: su dirección política, la CGTP, conciliadora y reformista.

En la lucha cotidiana los trabajadores más avanzados pueden llegar a comprender sus limitaciones: por ejemplo, que la pelea por sus pliegos es muy difícil y que mejor es un pliego sectorial o único, que no solo enfrentan a un patrón sino a una clase y a un sistema, con leyes y fuerzas represivas incluidas;  pueden llegar a comprender también la necesidad de su unidad de clase para luchar por conquistas generales y de su alianza con los sectores más explotados para lograr derechos sociales y democráticos.

Pero, los trabajadores no avanzan en esta comprensión y no escalan al plano político porque sus direcciones los mantienen enfocados en sus pliegos y aislados a sus espacios sindicales. Este es el rol cotidiano que cumplen las direcciones, en especial desde la CGTP. Por esta misma política ellas ahora intentan mantenerlos distanciados de la gran rebelión que los sectores populares protagonizan estos días.

Reformas si, revolución no

Esto tiene una explicación. Si en el actual momento la clase obrera se colocara al frente de la rebelión en curso, en algún momento plantearía su propia salida: tomar el poder y establecer un gobierno de los trabajadores. Esto es así porque no hay ni existe otra forma de realizar el programa de cambios que se demanda (nacionalizaciones de las grandes minas, por ejemplo) sin la clase trabajadora movilizada en lucha frontal contra la burguesía, lucha que en su dinámica solo puede concluir y llevarse hasta el fin estableciendo el poder de los trabajadores.

Y, por supuesto, dichas direcciones no quieren nada de esto. Ellas solo sueñan con “reformar” el sistema actual y hacerlo más “humano”. Pero como el sistema (capitalista) no acepta ni esto (como se ve en su fiera oposición a que se convoque a una Asamblea Constituyente), terminan capitulando, tal como hicieron durante la presidencia de Castillo donde teniendo el poder en sus manos no realizaron ninguna de sus promesas.

Por eso estas direcciones, en la misma línea que han seguido todos estos años cuando han mantenido a la clase obrera encerrada en sus luchas aisladas y por reclamos sectoriales, ahora no hacen nada para sumarla a la lucha actual, a fin de evitar que se vuelva un actor político revolucionario.

Los sectores en lucha

Ahora bien. Los sectores que luchan estos días tienen otra dinámica y escapan al control de esas direcciones. Están conformados por campesinos pobres y pequeños comerciantes, y que conforman la otra cara del modelo neoliberal (polos de riqueza en actividades oligopólicas y extractivas donde se genera empleo y se ubica la clase trabajadora, en un mar de pobreza repartido en todo el país). Estos sectores se apropiaron de la candidatura de Pedro Castillo y sus propuestas de nacionalizaciones y Constituyente, como esperanza para cambiar sus vidas, luego de la tragedia que significó la pandemia; mientras la clase obrera solo se sumó a ellos de la mano de sus direcciones agrupadas tras la candidatura light de Verónica Mendoza.

¿Y que obtuvieron? Enorme frustración. Desde esos sectores solo se vio un ataque permanente de la burguesía y sus agentes en el Congreso, y el mismo Castillo justificaría su renuncia a los cambios que había ofrecido por esos ataques. Así, desde estos sectores populares se vio la vacancia como la consumación del golpe tantas veces anunciado por esa burguesía, y cuando se lanzaron a la calle en defensa de sus esperanzas de cambio, recibieron por toda respuesta balas y muerte, con lo que encendieron la rebelión que protagonizan hoy.

La burguesía no se cansa de señalar como responsables de la actual ola de luchas a esa misma “izquierda” reformista y conciliadora. Pero es falso. Esa izquierda está completamente desecha precisamente por su papelón durante el gobierno de Castillo, porque votó por la vacancia, y porque ahora mismo en el debate por el adelanto de elecciones muestra que se aferra a sus curules. Por encima de estas “direcciones” fallidas lo cierto es que la actual lucha ha salido de la base, y es ella la que la sostiene y da impulso presionando a sus direcciones.

Las bases que luchan aprendieron la lección del gobierno de Castillo: los cambios no se logran con el voto sino luchando, no se conquistan en el Congreso sino en la calle, no se logran conciliando con la burguesía sino peleando contra ella hasta derrotarla. Y lo hacen de la única forma que pueden hacerlo: con sus organizaciones territoriales y con sus propios métodos de lucha como son los bloqueos de carreteras, tomas locales y enfrentándose a la policía.

Este es un gran avance que muestra la lucha actual y que ha dejado atrás a las direcciones y a la clase trabajadora.

Esta particularidad es usada por la burguesía para confundir a los trabajadores y mantenerla alejada de esta lucha. Por ejemplo, con una intensa propaganda etiquetan a esta rebelión como violenta, de vándalos y subversivos; y por oposición ellos se pretenden defensores de la paz y tranquilidad. Esta patraña sería fácilmente desenmascarada si desde las direcciones se la denunciara de manera firme y se tomara partido sin condiciones por la lucha actual; pero su tibia postura es la que permite que esa campaña haga mella sobre la conciencia de amplios sectores de trabajadores.

Conclusión

Todo esto lleva a una conclusión: la actitud de los trabajadores ante el conflicto actual está atravesada por el comportamiento de su dirección mayoritaria, de tiempo atrás y en el actual momento.

Esto hace necesario poner en pie una nueva dirección clasista y revolucionaria, que haga suya las demandas de cambio del campo, la lucha por la Constituyente, la nacionalización de las minas y por la conquista de un gobierno de los trabajadores y los pobres que haga realidad estas aspiraciones.

Esta es la dirección a la que el PST invita a construir a los luchadores en el momento actual. Su necesidad es urgente.

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