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Italia | Hoy como ayer, ¡siempre Resistencia!

abril 27, 2023

Abril para el movimiento obrero italiano es el mes en el que se celebra el fin de la ocupación nazifascista. Un día, el del 25, ya institucionalizado y adoptado incluso por aquellas organizaciones, hoy en el gobierno, que miran con ojos nostálgicos los veinte años que precedieron a la Liberación. Pero esa fecha no es sólo una etapa de lo que se denominó el «nuevo Risorgimento» italiano. Esa fecha representa el esfuerzo, el sacrificio y la lucha de una clase, el proletariado, que no sólo quería liberarse de la pesadilla fascista, sino que quería acabar definitivamente con todo el sistema que el fascismo representaba y del que sacaba su propio sustento: el capitalismo.

Por: Massimiliano Dancelli

25 de abril: un día de lucha

El 25 de abril es un día de celebración, porque la memoria de la liberación del nazifascismo merece los debidos festejos, pero es al mismo tiempo un día de lucha y de enseñanza para todo el movimiento obrero italiano, y no podemos permitir que nadie abuse o distorsione su real significado.
El camino que condujo al final de la dictadura fascista comenzó con las huelgas de marzo de 1943, cuyo ochenta aniversario es recordado este año, en la Fiat de Mirafiori, que también era la mayor empresa italiana en la época. Aquellas huelgas, que rápidamente se extendieron a todas las fábricas del norte aún ocupadas, dieron paso a un verdadero y propio movimiento revolucionario que, si no tuvo la consecuencia lógica, la toma del poder por el proletariado, fue sólo por las traiciones llevadas adelante por el PCI de Togliatti, totalmente proclive a las órdenes que venían de Stalin, que ya había repartido el mundo con el imperialismo occidental en Yalta, dejando a Italia en la esfera estadounidense.
Así, nosotros reivindicamos hoy todo lo que representa el 25 de abril: una revolución proletaria. Es nuestro deber de revolucionarios mantener viva la memoria y sacar de esa extraordinaria experiencia las principales lecciones para las luchas de hoy.
Por eso luchamos contra cualquier intento de deformar o descontextualizar esos hechos y no aceptamos que este día se convierta en el día de todos, de aquellas instituciones que nunca están del lado de quienes fueron los principales protagonistas de la Liberación. Las palabras del presidente del Senado, o mejor dicho, de la segunda oficina institucional del Estado, La Russa, sobre el ataque partisano de Vía Rasella (el que desembocó en la masacre de las fosas ardeatinas por la represalia nazi): «los partisanos atacaron una banda de músicos jubilados. La Russa ofende y trata de desacreditar a los partisanos, que habrían sido simples bandidos torpes, legitimando así la terrible represalia que siguió. El presidente del Senado se hizo eco de las recientes declaraciones de la ministro de Agricultura, Lollobrigida, quien habla de «sustitución étnica inaceptable», refiriéndose a los inmigrantes desesperados que huyen de la guerra y el hambre de sus países explotados por el imperialismo occidental (del que Italia es uno de los principales representantes).
Nos oponemos al gobierno ultrarreaccionario de derecha, pero al mismo tiempo no aceptamos la hipocresía de quienes, llamándose de izquierda, intentan apropiarse de esos hechos para convertirlos en su legado histórico, pero luego, cuando es su turno de gobernar, defienden los intereses de los patrones que los partisanos combatieron. Una gran hipocresía que comienza con la exaltación a «la más bella del mundo» de aquella Constitución, hija de una traición de clase (1), que, además de no ver nunca aplicadas sus partes más «progresivas», contiene en sus principios fundamentales la defensa de la propiedad privada de los medios de producción, es decir, la defensa de la burguesía y del capitalismo.
Finalmente, condenamos firmemente que, entre estos señores de la «izquierda», en nombre de la confrontación y de la democracia, invitan a su congreso a la máxima representante de esa banda de nostálgicos de la reacción (cualquier referencia a la «pareja» Landini-Meloni no es puramente casual).
Nosotros, no nos dejamos llevar por estos juegos de sabor altamente ultrajante hacia millones de trabajadores y trabajadoras: estamos listos para dar batalla a cualquiera que intente desviar a la clase del camino de la revolución, denunciaremos cualquier intento de colaboración con los patrones. 

La justa dirección de la marcha

Sabemos muy bien en qué dirección debemos ir. La lucha de clases ha vuelto a latir con fuerza incluso en el corazón de Europa, como lo demuestran las grandes movilizaciones que continúan en Francia contra la reforma de las pensiones, así como las huelgas y manifestaciones en Inglaterra, España y Alemania.
Además, la resistencia de las masas proletarias ucranianas no cede. Como los obreros italianos de 1943, que entonces dieron vida y nervio a las formaciones partisanas que encabezaron la lucha armada, siguen dando su batalla contra el invasor ruso, pero también contra la oligarquía nacional representada por Zelensky, que de una parte se erige como líder supremo de la resistencia y de otra golpea a los trabajadores con leyes liberticidas y en pleno beneficio de la patronal (incluida la rusa que nunca fue expulsada del territorio ucraniano). Como en Italia en el período ’43-’45, también la resistencia ucraniana necesita apoyo activo. Se necesitan armas modernas y suministros diarios para garantizar que los combatientes ucranianos no sucumban ante el ejército ruso, pero también se necesita la solidaridad y el apoyo militante de los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo. La victoria de las masas populares ucranianas sería importantísima para el futuro de la lucha de clases en Europa y no solo aquí.
Por lo tanto, la clase obrera de todos los países debe movilizarse contra la guerra, lo que no significa pedir una paz abstracta, sino imponerse contra sus propios gobiernos exigiendo el envío de armas eficientes (y no de hierro viejo, como las que están llegando) a los ucranianos; detener la carrera armamentista de sus propios países y desenmascarar las verdaderas intenciones del imperialismo, que quiere el fin de la guerra solo para poder comenzar el reparto de los recursos naturales de Ucrania.
Tenemos un gran patrimonio histórico como movimiento obrero italiano y la Revolución que comenzó en 1943 es parte de eso. Desde aquí debemos empezar de nuevo: hacemos un llamado a todos los trabajadores y trabajadoras, a todos los sujetos oprimidos y explotados, a retomar el bagaje ideológico y las lecciones que nos han dejado aquellos hechos. Debemos ser los nuevos partisanos para derrotar a ese enemigo que está conduciendo a toda la humanidad al desastre. Construyamos juntos el Partido Internacional de la Revolución Proletaria.

Hoy como ayer… siempre ¡Resistencia!

(1)Para una mirada histórica seria de los orígenes de la Constitución, más allá del empalagoso teatrito de La Russa y del Partido Demócrata, remitimos a la lectura de este artículo: www.partitodialternativacomunista.org/politica/nazionale/una-rivoluzione -tradita-1943-1948-la-resistenza-operaia-in-italia

Artículo publicado en www.partitodialternativacomunista.org, 22/4/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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