Guerra Rusia-Ucrania | Después del motín de la “Wagner”
Como dice la declaración de la LIT-CI, “el 24 de junio quedará marcado en la historia como el día en que Putin sintió, por primera vez en 24 años, que su poder se tambaleaba y podía caer.”
Por LIT-CI
Eso fue así, no porque el objetivo expreso de los amotinados fuera destituirlo, sino porque ese motín encabezado por el dueño de la Compañía Militar Privada (CMP) “Wagner”, Evgueñy Prigozhin, ese lumpen devenido en oligarca multimillonario puso al descubierto la fragilidad de su régimen dictatorial. Mostró también a un sector minoritario y marginalizado pero significativo de la sociedad expresando su simpatía con la marcha de los amotinados y sus denuncias, sacándose selfies sobre los tanques de la “Wagner” o acercándose a saludar a Prigozhin junto a su camioneta blindada. En particular, se pudieron constatar algunos motines en varias cárceles y algunos cuarteles.
Como plantea el artículo de Diego Ruso, “no solo el descontento por abajo de la sociedad rusa, sino también en su cúpula. Reveló la profunda división existente dentro del régimen de Putin”. Y en especial se evidenció esa división en la cúpula de las fuerzas armadas y de su servicio de inteligencia, GRU. Prigozhin no actuó solo.
Después del 24 de junio, circulan versiones sobre la detención o “desaparición” del comandante de las fuerzas aeroespaciales, general Surovikin, apodado “general Armagedón”, que cultivó una cercana asociación con Prigozhin desde su rol en Siria en 2017. Sin embargo, sancionar a Surovikin es probable que genere más divisiones en la élite militar de Rusia. Pues es uno de los oficiales superiores más respetados dentro del ejército ruso.
Por otro lado, también “están en la mira” de posibles purgas el viceministro de Defensa, coronel general Yunus-bek Yevkurov y el jefe del GRU, general Alekseev, ausentes en las recientes reuniones de altos mandos, después que “se grabó en video a Yevkurov y Alekseev en una conversación con el propietario de Wagner, durante la toma de control de Rostov por parte del grupo insurrecto”.
Es decir, las sospechas que han recaído sobre los oficiales militares de alto rango desnuda cómo el motín abortado de Prigozhin ha agudizado las grietas existentes dentro de las fuerzas de seguridad de Rusia.
Cuenta lo que hizo y también lo que dijo Prigozhin
Pero, la “Marcha a Moscú por la Justicia” del ex cocinero preferido de Putin, también desveló varias de las mentiras de la “narrativa” (para usar la palabra de moda), de los diferentes sectores del estalinismo, del castrochavismo y otros grupos de “izquierda” sobre la guerra y sobre la resistencia ucraniana.
La mentira de la guerra antiimperialista, defensiva, de Putin
Uno de los argumentos del estalinismo, es que Putin está respondiendo a un ataque de la OTAN, contra Rusia. Es decir que estaría defendiendo la “patria rusa” del ataque del imperialismo.
El justo odio al imperialismo, que explota, oprime y mata a trabajadores y pueblos del mundo, hace que muchos activistas, caigan en esa mentira.
Pero las declaraciones de Prigozhin, desmienten todo eso. Él denunció que la guerra contra Ucrania se inició sobre la base de una mentira, ya que Ucrania y la OTAN nunca habían amenazado con un ataque contra Rusia, y que toda la guerra fue un negocio sucio del Ministro de Defensa Shoygú y el Jefe del Estado Mayor Gerasimov, que tenían intereses particulares en la guerra, a la que usan como una forma de enriquecerse. En su proclama Prigozhin comenzó insistiendo que “todos fueron engañados, que incluso el Presidente fue engañado” … El propio motín de Prigozhin y la respuesta de su jefe Putin demuestran que este era consciente de que la guerra si inició sobre la base de una mentira, tanto es así que Shoygú sigue en su puesto.
A esto algunos militantes de los partidos “comunistas” han respondido que “no se puede creer en lo que dice una persona como Prigozhin”. Pero resulta que, hasta hace muy poco, él era un hombre del círculo íntimo de Putin, el que conseguía los triunfos en el frente, el que era condecorado y presentado como el “héroe de Bajmut”, y nunca vimos que ese papel fuese cuestionado por la militancia de los PCs. Incluso hasta hoy mismo después del motín, a Prigozhin le fueron devueltos la suma de 100 millones de dólares en efectivo y barras de oro que habían sido confiscados por el FSB en las sedes de la Wagner y regresó a San Petersburgo a recibir personalmente la pistola de condecoración que en el pasado había recibido de Shoygú.
Es común que los bandidos se peleen por el reparto del botín, y cuando pasa eso, se acaban las lealtades y muchas verdades salen a la luz. Eso pasó en Rusia, Prigozhin vio afectados sus intereses económicos con la política de sus competidores que encabezan el Ministerio de Defensa y el Estado Mayor que a partir del 1° de julio controlan los contratos de los ejércitos mercenarios y salió ferozmente a la pelea y en ese proceso sacó a la luz una serie de trapos sucios.
La fragilidad y divisiones existentes, se evidenciaron en las diferentes reacciones frente al motín de Prigozhin. Las reacciones histéricas y contradictorias de Putin de amenazar con fuertes castigos a los “traidores a la patria” y en el mismo día terminar negociando en secreto y perdonando. Y con el resultado de aceptar la salida negociada del “traidor” mayor a Bielarús, mostraron que es consciente que su poder está en peligro.
Los militantes defensores de Putin no tienen argumentos válidos para ignorar las declaraciones del responsable de los “principales triunfos militares de la invasión”, según reconoció antes el propio Putin. Lo que es difícil de creer para todos aquellos que tengan un poco de objetividad es “que Putin haya sido engañado”. Es el dictador, el autócrata y jefe de todo. Un jefe cuyo poder está ahora en profunda crisis, que jugó un papel ridículo en este proceso, pero jefe al fin.
La mentira de la lucha contra el nazismo
El otro argumento utilizado por los defensores de Putin, es que se trataba de una lucha para liberar a Ucrania del nazismo, o sea una “guerra democrática”.
Pero, los hechos del 24 de junio provocaron que toda la prensa internacional, oficial y alternativa, se volcara a investigar sobre la vida Prigozhin. Así, hoy es de público conocimiento que este personaje es un exconvicto por robo, que en los años ‘90, recuperada su libertad, vendía hotdogs y luego, apareció, estableciendo restaurantes en San Petersburgo, muy visitados por Putin y sus notables huéspedes internacionales. De ahí pasó a ser el proveedor oficial de comida para el Kremlin y para las fuerzas armadas de la Federación Rusa, transformándose en un multimillonario, que controla un gran imperio financiero. La CMP Wagner es una de las empresas de su imperio, que lleva ese nombre, según sus propias declaraciones, en homenaje a Richard Wagner el compositor alemán más admirado por Hitler[1].
Se calcula que su ejército mercenario llegó a tener 50 mil hombres, de los cuales una gran parte eran presos comunes a los que reclutaban a cambio de un contrato con alto salario y el ofrecimiento de la amnistía si es que retornaban con vida, después de 6 meses, con opción a seguir. Este ejército privado, durante años perpetró masacres en Siria sosteniendo al dictador Bashar al-Ássad.
Y viene actuando en diferentes países de África, como Sudán, Mali, República Centroafricana… a cambio del saqueo minero y rapiña de recursos naturales, al servicio del estado ruso y con el pleno apoyo logístico del régimen de Putin.
Pero “Wagner” pasó a ser mundialmente conocido a partir de su papel de fuerza militar genocida en la invasión rusa contra Ucrania. Principalmente a partir del momento en que la resistencia ucraniana empantanó los planes de guerra rápida de Putin, por lo que tuvo que recurrir en mayor medida a su cocinero amigo Prigozhin y su ejército de mercenarios.
En Ucrania no hay un régimen nazi. Zelensky es el presidente de un régimen semi parlamentario, y un gobierno burgués semicolonial. Un régimen que sirve a los intereses de una oligarquía (que incluía a varios capitalistas rusos, aún no expropiados) asociada a corporaciones imperialistas. Hoy, amparado en la “situación de guerra” aplica planes antiobreros. Por supuesto, no se puede tener ninguna confianza en ese gobierno. Y la clase obrera ucraniana, hace su experiencia y confía cada vez menos. Pero no es nazista. De cualquier manera, en Ucrania, sí, hay grupos nazistas, aunque su incidencia es insignificante en comparación con Rusia, si es que el grupo Wagner, refleja algo de la realidad de ese país.
¿Quienes defienden el carácter “democrático” de la invasión de Putin a Ucrania, creen realmente que esas son las características de quienes dicen combatir contra el nazismo?
Una guerra de liberación nacional ucraniana en medio a una disputa entre potencias.
Esta es otra de las discusiones que se dan entre el activismo en relación a la guerra de Ucrania. Hay quienes opinan que se trata únicamente de una disputa entre potencias, estos grupos tienen diferentes características, entre ellos hay corrientes pacifistas, demócratas, incluso organizaciones que se definen trotskistas, como el PTS-Fracción Trotskista. De ellos surgen diferentes planteos: “Paremos la guerra, paz”, “Ningún tanque para Ucrania” … Hacen campaña junto a los Partidos Comunistas que integran la Plataforma Anti imperialista (PAI) financiada por China y Rusia, no reconociendo la guerra justa que la resistencia ucraniana traba en contra el agresor Putin. Plantean la “paz” de los cementerios. ¡Y cuando, obligados por la realidad llegan a plantear “fuera las tropas rusas”, no dicen quién sería el sujeto militar que echaría a los invasores y, tampoco con qué medios militares!
Independientemente de cuáles sean las intenciones de todos esos grupos, todas sus propuestas le sirven al agresor Putin, es decir a un lado de esa guerra que dicen combatir. Porque la cuestión es que no estamos frente a una amenaza de guerra que se pueda parar. Estamos ante la ocupación de Ucrania por parte de un ejército cualitativamente más poderoso, ante el bombardeo sistemático con misiles balísticos de todas las ciudades de Ucrania con centenas de muertos todos los días y noches y ante un pueblo que resiste a esa ocupación y está entregando la vida en esa resistencia. Y todas las propuestas de esos grupos se concretan en un llamado al pueblo ucraniano a que deje de resistir o a que acepte ser masacrado por falta de armas con las que enfrentar al ejército invasor.
Por supuesto que hay intereses, económicos y geopolíticos, de todas las grandes potencias. Pero esa no es la cuestión central para definir el carácter de la guerra. Como ya dijimos, lo central es que hay una invasión rusa con objetivos de rapiña y colonización y que hay una resistencia a esa invasión por parte del pueblo ucraniano. Ese elemento es el que define que lo que existe hoy es una guerra de liberación nacional.
Esa realidad también se refleja cuando el enemigo Prigozhin reconoce la moral superior que existe en el ejército ucraniano en relación al ruso. Eso tiene relación con que la moral del que defiende su país, su casa, su familia, ante el ataque invasor es muy superior que la moral de los soldados del ejército invasor, tanto los que están por la movilización compulsiva, como los que están contratados. Y justamente ahora, todos los 165 mil nuevos reclutados rusos son contratados, según anunció el jefe del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa y ex presidente, Medvedev
La clase obrera juega un rol fundamental en la resistencia
Otro argumento que hemos escuchado es que, si bien hubo una invasión, hoy en día quien dirige todo es la OTAN. Que ya todo está decidido, que todos están por la partición de Ucrania, que la disputa es por el tamaño de los pedazos. Y que, por lo tanto, apoyar a la resistencia y exigir armas para Ucrania, es hacerle el juego a la OTAN.
Decir que todo está dirigido por la OTAN –lo que implicaría que la resistencia ucraniana sería su tropa de choque– y que todos quieren lo mismo, se contradice con lo que sucede en la realidad.
Un hecho contundente es que ante el motín de Prigozhin las declaraciones de los imperialistas europeos y yanquis, jefes de la OTAN, lejos de mostrar satisfacción por las peleas entre los enemigos, evidenciaron su preocupación ante lo que estaba pasando en Rusia, su temor ante una desestabilización del régimen de Putin que, combinado con la guerra, repercutiera en Europa de conjunto, ya convulsionada por las luchas obreras. Los únicos festejos se dieron en la resistencia, en el frente y en la retaguardia, como todo aquel que quiere ganar la guerra, celebraban que el enemigo se dividiera y se pelearan entre ellos.
La política de los imperialismos europeo y yanqui y también de China es la partición de Ucrania. Esa no era la política de Putin, él planeaba llegar rápidamente a Kiev, destituir al presidente y reemplazarlo por alguien que responda fielmente a la rapiña del capital ruso. Pero esa política ya fue derrotada y no tiene más remedio que aceptar y pelear por una mejor partición. Zelensky, posiblemente podría aceptar la política del imperialismo. Pero, el problema que tienen todos ellos, es que la resistencia obrera y la mayoría absoluta del pueblo están en contra. No quieren entregar una parte de su país. Y a más sacrificios del pueblo, mayor es su convicción para resistir. Y las clases dominantes saben que muchas centenas de miles de obreros en este año y medio han aprendido a usar armas de guerra contra Moscú y pueden volverlas contra Kiev, en caso que los traicionen.
Fue esa resistencia la que provocó la derrota de la política de Putin. Es esa resistencia la que ha contribuido en mucho a la crisis del régimen ruso.
Sin embargo, aunque hasta ahora la moral continúa alta, toda la política de los distintas instituciones y medios de prensa imperialistas apuntan a derrotar esa resistencia, con mayores sufrimientos que causen desmoralización. Pero, por otro lado, un factor muy importante es la experiencia de las masas ucranianas con la hipocresía de la OTAN, la UE y también de EEUU.
Ante la recién iniciada contraofensiva militar ucraniana, esa política se evidencia en los análisis de la CNN, que se “lamentan por los lentos avances y sus magros logros”, cuando la política del imperialismo es el envío a cuenta gotas de armamento y su negativa explícita al envío de aviones F-16. Y ese cinismo causa indignación en las masas ucranianas y se expresa en la TV y las redes sociales.
Por eso quienes dicen que la OTAN es quien dirige, deberían reconocer que la OTAN quiere impedir una derrota categórica de Putin. No descartamos que la OTAN logre sus propósitos. ¡Pero aún no lo ha conseguido! Hasta ahora el actor principal sigue siendo esa heroica resistencia, donde la clase obrera tiene un peso muy grande.
¡Todo el apoyo a la resistencia ucraniana hasta la derrota de los invasores!
La moral de la resistencia los hace levantar después de cada golpe, a pesar de los sufrimientos, no sólo en el frente, sino también el que pasan sus familias, ante los bombardeos en las ciudades, los largos días sin agua, sin electricidad, sin vidrios en las ventanas. Con las dificultades para garantizar las cosas más elementales del día a día. Moral y tremenda disposición a la lucha, que hace que incluso los mutilados quieran volver al frente ni bien salen de los hospitales. Todo eso tiene mucho que ver con el papel que juega la clase obrera.
Aunque la correlación de fuerzas favorable entre las clases se expresa dentro de las fuerzas armadas y en especial en las brigadas de Defensa Territorial, TO (por sus siglas en ucraniano), no existe en Ucrania una organización política independiente de los trabajadores con influencia decisiva ni dentro ni fuera de las fuerzas armadas, porque no existe una dirección revolucionaria capaz de desarrollar una organización de ese tipo.
La guerra no comenzó con la invasión en febrero de 2022. Tuvo su inicio como guerra localizada en el Donbass en abril del 2014. En ese momento la invasión tenía la apariencia de levantamientos de grupos separatistas, apoyados por numerosos comandos paramilitares rusos, que proclamaron las “repúblicas populares” de Donetz y Lugansk. En ese momento el ejército ucraniano tenía menos de 200 mil efectivos mal entrenados y peor armados. La política de los imperialismos, tanto UE como EEUU fue cómplice. En los hechos dejaron pasar la anexión de Crimea y empantanaron el conflicto del Donbass con las “negociaciones y acuerdos de Minsk”, con el objetivo de entregar la integridad territorial de Ucrania.
Al iniciarse la invasión rusa a gran escala el 24 de febrero 2022 y el rápido avance hasta las afueras de Kiev, los obreros, para enfrentar al invasor, se fueron alistando masiva y voluntariamente en el ejército o fueron convocados por el alto mando hasta engrosar un ejército de un millón de efectivos, lo que ha generado que, hoy, los soldados ucranianos son en su mayoría trabajadores que hace un año no estaban en el ejército. Por esto afirmamos que la clase obrera ucraniana está jugando un papel de primer orden en la lucha por la liberación de su país, y eso le ha dado una gran solidez a la resistencia.
Impulsemos la amplia campaña de Ayuda Obrera a Ucrania
En base al frente único de organizaciones sindicales a nivel internacional que representa la Red Sindical Internacional de Solidaridad y Luchas, RSISL https://laboursolidarity.org/ se han organizado ya Tres Convoyes de Ayuda Obrera a la resistencia obrera y popular de Ucrania desde el 1° de mayo de 2022 al 20 de junio de 2023. Y la campaña seguirá con más convoyes y la decisión es ampliar los participantes y los destinatarios: las organizaciones sindicales independientes que están comprometidas con la resistencia y el esfuerzo en el frente de batalla.
Esa resistencia se ha fortalecido política y moralmente con la crisis del régimen ruso. Pero las acciones de la guerra siguen siendo muy duras. Es muy difícil el avance por tierra en campos minados durante meses. Incluso, los mandos rusos dejan minados los cadáveres de sus soldados abandonados en las trincheras. Se avanza muy pocos kilómetros y las pérdidas humanas son muy grandes. Y pasar a la ofensiva, sin apoyo de la aviación, aumenta el número de muertos y mutilados. Todo eso hace necesario que se redoblen los esfuerzos en la campaña de ayuda material a la resistencia ucraniana. Llamamos a intensificar las acciones políticas de solidaridad y apelar al apoyo solidario de los trabajadores y la juventud.
También llamamos a multiplicar la agitación para exigir lo que ya fue planteado en la declaración de la LIT-CI:
¡Armas para la resistencia ucraniana!
¡Apoyo a las acciones contra la guerra en Rusia! ¡Libertad a los presos políticos detenidos en las cárceles de Putin y Lukashenko!
¡Por la expulsión de las tropas rusas de todo el territorio ucraniano, incluidos el Donbass y Crimea! ¡Paz sin anexiones!
¡Por una reconstrucción obrera de Ucrania al servicio del pueblo y no de los oligarcas ni del saqueo de las corporaciones!
¡Por la anulación de toda la deuda externa de Ucrania!
¡Por la socialización del agua y de todos los bienes y servicios básicos!
¡Por una Ucrania independiente! ¡Por un gobierno de los trabajadores y las trabajadoras!
[1] Richard Wagner (1813-1883) fue un gran músico, que evidentemente no pudo haber tenido ninguna relación con el nazismo. Pero se transformó en un símbolo nazi por la manifiesta admiración de Hitler, que veía a su música como expresión de la superioridad del pueblo alemán.