Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Genocidio y Reparación: la revuelta de los Maji-Maji contra el imperialismo alemán en Tanzania

“Hongo[1] o el europeo,
quién es más fuerte?”
“Hongo”

Seña utilizada por los guerreros Maji-Maji

Por: Cesar Neto

En la división de África por los países imperialistas europeos, en 1885 le cupieron a Alemania varios territorios, los cuales comprendían la región de la actual Tanzania, Ruanda, Burundi, y parte de Mozambique, lo que se llamó África Oriental Alemana. La región donde hoy es Namibia fue denominada Sudoeste Africano Alemán. Además de esas regiones, los alemanes ocuparon también Camerún y la Togolandia (región formada por los actuales Ghana y Togo). Esos territorios fueron ocupados literalmente a balas.

La práctica de ocupación por las balas, que hoy caracterizamos como genocidio, comenzó en Namibia (lea aquí) y después siguió su curso adentrándose en el África Oriental Alemana, actual Tanzania.

En 1898, Alemania, a través de la Sociedad Colonizadora Alemana, dirigida por Karl Peters, ocupó la región de Tanganica. El objetivo era la producción en gran escala de algodón para la industria textil inglesa. Para garantizar el proyecto exportador fue necesario construir rutas, puentes, puertos, entre otros.

Karl Peters.

Peters impuso una odiosa división de trabajo diferente de aquella que existía. Cabía a los hombres el trabajo esclavo en la construcción y a las mujeres y niños la plantación y la cosecha de algodón. Había resistencia por parte de la población que fue sometida a tales condiciones. No obstante, eran resistencias puntuales, que terminaban en sufrimientos físicos, mutilaciones y hasta muertes.

Para enfrentar las puntuales resistencias, Karl Peters reaccionó con extrema violencia. Por este motivo fue apodado “Milokono Wa Damu” (hombre con la mano llena de sangre). Karl Peters se transformó en ídolo en Alemania, en la época del nazismo. Su vida fue tema de un filme dirigido por Herbert Selpin, y Adolf Hitler fue el mayor propagandista del este filme.

La imposición del trabajo esclavo fue posible pues Alemania contaba con un desarrollo tecnológico muy superior. Las locomotoras a vapor, por ejemplo, acortaban tiempo de viaje y favorecían el transporte de grandes volúmenes. Las vías férreas y los navíos a vapor hacían más rápida la circulación de mercaderías.

Además de esos importantes medios de transporte, Alemania contaba con las ametralladoras Maxim, creadas en 1884 por Hiram Maxim. Esa ametralladora equivalía a treinta carabinas.

Maji-Maji presos, encadenados.

Simultáneamente, para mantener a la tropa cohesionada, se prohibieron los casamientos interraciales, como justificación para mantener la “pureza racial”. Esta moral racista se vio estremecida por una doble moral ejercida por el propio gobernador Albrecht von Rechenberg (setiembre de 1906 a octubre de 1912), quien al mismo tiempo que imponía la pureza racial, mantenía relaciones homoafectivas con africanos. En la época, esto fue un escándalo. Albrecht fue denunciado a la Justicia alemana y los jueces consiguieron sofocar las denuncias y salvar la imagen de la pureza racial.

Al imponer la división social del trabajo, los hombres estaban destinados a trabajar en la construcción de la infraestructura, y las mujeres a cuidar de la familia, de la casa, y todavía tenían una segunda jornada de trabajo en los algodonales. De esta manera, la producción de alimentos de subsistencia –como era la práctica anterior– fue destruida y, consecuentemente, comenzó la escasez de productos alimenticios. Esta situación se vio agravada en 1905 por una enorme sequía que afectó la región. Los niveles de escasez de alimentos llegaron a su límite y la población se rebeló, pero ya no eran más revueltas individuales sino que pasaron a ser colectivas.

Esos pueblos desconocían formas organizativas de tipo sindical o político. La resistencia fue organizada por un líder religioso, Kinjikitile Ngwale, el cual había sido poseído por un “dios” que lo había mantenido dos días sumergido en un río. Al salvarse, contó la historia y dijo que, en contacto con el “dios”, este le había dicho: “unirse y expulsar a los alemanes”, y también le había dado la fórmula para expulsarlos.

De esta manera, para guerrear ellos deberían usar el agua sagrada (Maji, en la lengua Kiswahili), la misma en la cual Kinjikitile Ngwale había estado sumergido, mezclarla con óleo de ricino y maíz. Esa poción daría poderes especiales contra las armas del invasor. La noticia corrió como un rayo y en poco tiempo más de 20 tribus que se extendían por 10.000 km2 se rebelaron.

Las tropas alemanas eran relativamente pequeñas comparadas con los pueblos en revuelta. Las fuerzas alemanas estaban compuestas por 458 soldados europeos y 558 nativos. Los rebeldes pasaban de cinco mil, armados con su poción, arcos y flechas. Los invasores, para defenderse y derrotar a los rebelados, contaron con la fuerza de las ametralladoras Maxim.

Inicialmente, los rebelados atacaron las fortificaciones y edificaciones alemanas. Derrotados, optaron por la táctica de guerrilla basada en emboscadas. El imperialismo alemán comenzó a tener sucesivas bajas y la reacción fue violenta; Kinjikitile fue capturado en julio de 1905 y ahorcado el 4 de agosto de ese mismo año. Fue condenado por traición al Imperio Alemán. Luego del asesinato de Kinjikintile surgieron otros líderes que también fueron ahorcados.

Sir Hiram Stevens Maxim (1840-1916) con su ametralladora. Image by © Bettmann/CORBIS

Además del ahorcamiento público de los líderes, Alemania adoptó la táctica de tierra quemada, es decir, de prender fuego las aldeas, plantaciones, destruir las fuentes de agua y los alimentos. El capitán Wangenheim escribió: “Solo el hambre puede traer una solución final. Las acciones militares serán más o menos una gota en el océano”.

La política de tierra quemada y la escasez de alimentos fue potenciada por los fusilamientos. Se cree que aproximadamente 250.000 a 300.000 personas, entra ellas hombres, mujeres, viejos y niños murieron de sed, hambre, o fueron asesinados.

Por lo tanto, los alemanes cometieron dos grandes genocidios en el África. El primer genocidio fue en la región que hoy conocemos como Namibia. El segundo genocidio, casi en el mismo período, fue practicado en Tanzania. En término de número de vidas, el segundo fue el mayor de ellos.

Actualmente, muchos historiadores afirman y comprueban cómo esos dos genocidios dieron la base para la formulación de nazismo e influenciaron profundamente a Adolf Hitler.

Continuar la lucha anticolonial y exigir reparaciones

La lucha por reparación en Namibia asumió proporciones de masas. En Tanzania, el gobierno tomó la delantera y comenzó a exigir indemnización por parte del Estado alemán. En el inicio de 2017, el ministro de Defensa en Tanzania, Hussein Mwinyi, afirmó: “Queremos una compensación. Tanzania sigue el ejemplo de otros países africanos como Kenia y Namibia, que solicitaron compensación a sus antiguas potencias coloniales”. E incluso: “esperamos conseguir negociar con el gobierno alemán”, agregó el ministro. El diputado Cosato Chumi, de la Comisión de Política Exterior, también se expresó en el mismo sentido: “Si otros países reciben indemnizaciones por crímenes de guerra, ¿por qué nosotros no recibimos?”

La lucha anticolonial debe seguir e ir más allá, ahora, con la lucha por la reparación a los daños causados por la violencia aplicada contra esos pueblos; por la devolución de las obras de arte expuestas en los museos europeos, que fueron llevadas para las metrópolis en aquel período; expropiación de las tierras ocupadas por las empresas capitalistas y, más que todo, indemnización por las materias primas usurpadas a esos países.

[1[ Hongo es el nombre del médium espiritual a través del cual Kinjikitile dijo haberse comunicado con el “dios” Bokera, y del cual obtuvo el secreto para guerrear contra los alemanes. Este hecho animó a los seguidores a dejar de lado sus diferencias tribales y unirse para luchar contra los alemanes, ndt.

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 22/1/2019.

Traducción: Natalia Estrada.

 

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