Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

El costo de ser parte de la UE y la zona euro

Señalamos en otras ocasiones que a partir de su ingreso en la zona euro, Grecia recorrió el camino que lleva de ser socio menor de la cadena imperialista a transformarse en una semicolonia de las potencias imperialistas europeas, especialmente de Alemania. Algunas elaboraciones dentro de la LIT-CI consideran que ese carácter semicolonial ya comenzó a ser construido a partir de la segunda posguerra y que ahora se ha profundizado al extremo.

Por: Alejandro Iturbe

a definición de semicolonia parte del hecho de que el país ha firmado pactos políticos y económicos que lo subordinan al imperialismo, como aquellos que lo integran a la UE  (1993) y a la zona euro (2001). También existen pactos militares de subordinación, como la pertenencia de Grecia a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), la alianza militar imperialista encabezada por el imperialismo estadounidense como una pieza clave de su estrategia militar y política mundial. La OTAN posee cuatro bases en Grecia (Tesalónica, Larissa, Preveza y Souda Bay) de alto valor geográfico para el control del Mediterráneo oriental. En esta subordinación al imperialismo, la situación de Grecia es similar a la de los países latinoamericanos.

Al adoptar el euro como moneda, Grecia renunció al derecho de emitir su propia moneda, por lo que su política monetaria y financiera (conforme el Tratado de Maastricht) pasó a estar supervisada por el BCE (Banco Central Europeo) y controlada por las potencias imperialistas del continente. Es decir, perdió su soberanía monetaria y financiera.

Esta situación de base dio un salto al comenzar los acuerdos para los “planes de rescate” de la deuda externa griega. Estos acuerdos tuvieron dos consecuencias. Por un lado, la Troika (BCE, UE y FMI) pasó a dirigir directamente toda la política económica griega, con la capacidad de definir qué había que hacer y qué no se podía. Por el otro, se expresó en planes de ajuste (cuyo eje era garantizar el pago de la deuda externa) que reducían cada vez la economía del país y atacaban duramente el nivel de vida de los trabajadores y el pueblo. Algunos puntos del reciente acuerdo, como la “privatización” de la recaudación impositiva, son ya directamente elementos coloniales.

Al mismo tiempo, ese carácter semicolonial lleva a un vaciamiento de todo contenido de voluntad popular de las instituciones de la democracia burguesa. Quien realmente gobierna (la Troika) no es elegido por el voto popular. E incluso cuando sus propuestas son claramente rechazadas por el voto popular (como en la elección de Syriza, en enero pasado y en el reciente plebiscito del 5 de julio), acaban imponiéndose planes dictados por voluntad de la Troika, a través de gobiernos que pasan a actuar como verdaderos “administradores coloniales” del país.

Un país que se achica

Este carácter semicolonial y el saqueo de riquezas que significa se expresan con claridad en una gran reducción de la economía del país. Inicialmente, la integración en la UE y la zona euro (en el marco de una fase expansiva de la economía mundial) originó un crecimiento del PIB griego en un promedio anual de 4%, entre 2001 y 2006.

Pero estas cifras escondían un proceso profundo y muy peligroso de “simplificación” de la economía del país. La gran industria pasó a concentrarse en una única rama (la construcción naval), mientras otras como la minería, prácticamente desaparecían. El otro sector privilegiado fue el turismo y las actividades asociadas. Fueron precisamente los ingresos generados por el turismo y esas actividades asociadas los que permitieron, en esos años, compensar las crecientes importaciones de productos industriales.

Pero en 2006 la economía griega se “paró” y, hasta 2010 creció apenas 0,10% de promedio anual. El pago de la deuda externa ya pasaba su factura y, al mismo tiempo, se anticipaba la crisis económica mundial que estallaría en 2007.

A partir de 2010 comienza el “derrumbe” completo. Con grandes dificultades para pagar la deuda externa, los gobiernos de la Nueva Democracia y el PASOK aceptaron “planes de rescate-ajuste” cada vez más duros y destructores. El resultado es que, desde 2011 hasta hoy, esos planes hicieron que la economía griega decreciera 28%, una verdadera catástrofe económica y social generada por el capitalismo imperialista europeo.

La deuda externa

Algunos trabajadores, al escuchar nuestra propuesta de no pago de la deuda externa, nos responden que quien contrajo una deuda debe pagarla, como hace un trabajador que pidió un crédito para comprar una casa, un automóvil o un electrodoméstico. Y que si se endeudó por encima de su capacidad de pago la culpa es suya y no del acreedor.

Pero, hay una gran diferencia: quienes contraen las deudas externas de los Estados no son los trabajadores sino los gobiernos burgueses. Y la mayor parte de esas deudas no responde a resolver necesidades del país o del pueblo sino de los banqueros y los empresarios.

Veamos la evolución de la deuda externa griega, para analizar su composición. En las últimas décadas, la deuda externa siempre fue relativamente alta comparada con el PIB del país: en 1990, representaba 72%. La integración a la zona euro (y la pérdida de soberanía monetaria) llevaron ese porcentaje hasta alrededor de 100% y así se mantuvo hasta 2005. En 2006 y hasta 2010 (ya en medio de la crisis económica) salta a 150%, y a partir de los “planes de rescate” crece hasta 180% del PIB (más de 310.000 millones de euros o 338.000 millones de dólares).

Hay que entender qué son realmente los llamados “planes de rescate”. En realidad, a quien se “rescata” es a los bancos acreedores, ya que el país que lo solicita (porque no puede pagar los compromisos previos) no ve un euro ni un dólar. Esos planes hacen un movimiento contable que permite que los bancos “limpien” sus balances y lo primero que se hace en ellos es “separar” la parte de los pagos previamente comprometidos y asegurar los pagos futuros.

Al mismo tiempo, se avanza en los compromisos de privatizaciones de empresas del Estado a “precio de oferta”. En Grecia, por ejemplo, se hará un fondo con el resultado de la venta de las pocas “joyas de la abuela” que quedan en el país (como el puerto del Pireo), para… pagar la deuda.

Es decir, el país deudor paga y paga: solo en este plan de rescate se “reservaron” 13.000 millones de euros (14.170 millones de dólares) para los pagos de este año, y que se deben sumar a los 425 millones de euros que ya se habían pagado en abril pasado.

Incluso si considerásemos que la deuda externa griega de 2001 (año de la integración del país a la zona euro) era “legítima” y no fraudulenta (120.000 millones de euros), ella ya ha sido pagada en exceso. Pero, en lugar de eso, la deuda del país se multiplicó dos veces y media con la “magia usurera” del llamado interés compuesto.

¿Las deudas son de honor?

En realidad, son las grandes potencias imperialistas las que con su deuda externa han dicho varias veces en la historia: “que Dios se lo pague”. Después de la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña debía miles de millones de libras esterlinas a la Argentina por los suministros de alimentos durante el conflicto, pero no los pagó: declaró un bloqueo de libras esterlinas y obligó a la Argentina a aceptar como pago las ya muy obsoletas instalaciones del ferrocarril, empresas de energía y de teléfonos de su propiedad en el país.

El imperialismo alemán saqueó a la Grecia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial con préstamos forzosos cuyo valor superaría hoy los 150.000 millones de euros. A eso hay que sumarle más de 100.000 millones de euros por el estimado de los daños ocasionados al país durante la ocupación. Pero esta deuda (y otras) le fueron perdonadas a Alemania (por orden de EEUU e Inglaterra). Hoy, el imperialismo alemán paga ese “favor” destruyendo nuevamente a Grecia.

Es decir, para las potencias imperialistas, sus deudas (incluso cuando fueron originadas bajo el control de las bayonetas de los prestamistas) no se pagan, pero las de los países semicoloniales con ellos son una “cuestión de honor”.

Las consecuencias para los trabajadores y el pueblo

Para los trabajadores y el pueblo griegos, este carácter semicolonial y los sucesivos “planes de rescate-ajuste” tienen consecuencias terribles.

En primer lugar, con un aumento brutal de la desocupación. Esto ya comenzó en el mejor período de integración a la UE, donde solo en el sector minero fueron eliminados 132.000 puestos de trabajo hasta 2005. El desempleo en el país era de 2% en 1980, y creció a 10% en 2000. A partir de los planes de ajuste iniciados en 2010, hay un salto impresionante que lo llevó a 25,6% en abril de 2015 (53,2% para menores de 25 años). Y la situación no hará más que agravarse, ya que el acuerdo recientemente firmado por el gobierno de Syriza se compromete a reducir 150.000 empleos en el sector público.

El poder adquisitivo del salario mínimo (640 euros) viene decreciendo desde 2009, con una caída superior a 30%, lo que lo lleva a niveles por debajo de 1995. Las jubilaciones han sufrido una reducción real de más de 30% y su valor básico (cobrado por la mayoría de los pensionados) es de 360 euros. También se aumentó de 62 a 67 años la edad mínima para cobrar jubilación completa.

Y esto también va a empeorar con el acuerdo firmado por el gobierno de Syriza, que prevé la suspensión de acuerdos salariales, el permiso de realizar pactos salariales por empresa sin intervención de los sindicatos, la limitación de plazos de vigencia máximos de los acuerdos salariales, el descenso y el congelamiento de los salarios mínimos, la creación de contratos de formación por debajo del salario mínimo interprofesional, la prórroga del tiempo de prueba a doce meses, la rebaja del plazo de despido y del pago de indemnizaciones, y la ampliación del empleo temporal.

Agravando al extremo las penurias, el sistema de salud está en situación de colapso por la gran reducción del gasto sanitario público. Actualmente, se está llevando a cabo una reforma hospitalaria que prevé, entre otras cosas, la restricción de contratación de especialistas y de personal de los servicios de urgencias para reducir costos elevados e innecesarios. Además, se continuarán reduciendo los gastos por medicamentos. Recordemos que una reciente medida del gobierno de Syriza confiscó los fondos de reserva de caja de las dependencias públicas (desde los municipios hasta los hospitales), lo que significa que ahora no tienen dinero ni siquiera para comprar un apósito protector.

El porcentaje de población pobre en el país pasó de 20,1% en 2009 a 35,8% en 2012, y se estima que en 2015 llegará a casi 40%. No es casual, entonces, que se hayan triplicado los casos de depresión y que el número de suicidios haya crecido 45%. Cuando decimos que la vida de los trabajadores y el pueblo se muere dentro del euro, no estamos exagerando.[1]

Como expresamos en otro artículo, para romper este circuito infernal de decadencia y miseria que genera el saqueo semicolonial, hay que dejar de pagar la deuda externa y romper con la UE y la zona euro.

[1] http://www.eldiario.es/agendapublica/proyecto-europeo/estaGrecia_0_284871869.html

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