Los capitalistas nunca admitirán que son directa e indirectamente responsables por la masacre planetaria de la pandemia de Covid-19. Negaron haber devastado y destruido selvas enteras con sus habitantes humanos y no humanos; negaron haber violado nichos ecológicos y abisales del planeta. Encuentran miles de formas y miles de mentiras para justificarse en caso de eventos naturales imprevisibles; sugieren que nos resignemos a los flagelos como orden natural de las cosas. Es así, como orden natural de las cosas, que venden su sistema social, económico y político predatorio, brutal e injusto, por el cual todos sentimos el peso de la opresión. No admiten que sean desastres provocados por las alteraciones climáticas, la contaminación ambiental, con el horror de las guerras, con las discriminaciones étnicas y de género. Es siempre culpa de otra persona cualquiera, como en un despecho infantil. Pero lo que presenciamos no es infantil, es la demencia senil de una clase que está en el poder, la conclusión de toda una época histórica, el capitalismo en coma en el sueño de la razón.
Por: Mario Avossa, médico
Reanudación de la pandemia
Así, los enfermos y los muertos por el contagio de Covid-19 es todo un asunto desaparecido de las crónicas de estos días. Los núcleos de capitalistas de mayor peso económico y político que tienen en sus manos la industria editorial contratan a sus voceros y juglares, a quienes confían en masa la tarea de silenciar los sufrimientos y las muertes por el Covid-19, sepultados bajo el clamor mediático de la explosión bélica en Ucrania (de esta tratamos en otras partes de nuestro sitio). Es un tratamiento no exclusivamente reservado a la infección, basta ver cómo están subevaluados los tres/cuatro muertos por día en el trabajo, los homicidios misóginos, las patologías crónicas y las muertes ligadas a la contaminación del agua, del aire, del suelo. A la burguesía no le gusta mostrar sus fracasos ni sus responsabilidades. Pero la desaparición del Covid-19 de los radares no quiere decir que la infección esté controlada.
En los últimos tres meses, en Italia se ha registrado una media cercana a 130 muertes por día y cerca de 50.000 nuevas infecciones diagnosticadas diariamente. Muchos ya ni siquiera se hacen más el hisopado, por eso los casos pueden incluso ser más numerosos. Generalmente, son individuos jóvenes los que contraen la infección y la transmiten a individuos en condiciones precarias de salud, a menudo ancianos presentes en la familia (Italia es uno de los países con más ancianos en el mundo), exponiéndolos al riesgo de muerte aunque hayan sido vacunados.
Hay alarma en el mundo. En Shanghái está en curso un duro lock-down para controlar la pandemia. Datos de los Estados Unidos prevén una nueva ola pandémica que se aproxima. Fuentes periodísticas [1] informan que una ola de infección probablemente esté llegando entre el otoño y el invierno, dada la disminución de la eficacia de las vacunas y las infecciones, el relajamiento en las restricciones y el aumento de las variantes con capacidad de evadir las defensas inmunológicas. Las nuevas variantes Ómicron 4 y 5 parecen tener ventajas vitales en relación con la cepa original. Evolucionaron en África del Sur, evidenciando que dejar que los contagios corran sin control entre las masas de los países pobres significa permitir que el coronavirus se replique, mute y se propague libremente. Ómicron 4 fue detectada hace pocas horas en Bolonia.
Las responsabilidades del gobierno Draghi-Speranza
Como la mayoría de los gobiernos capitalistas en el mundo, el gobierno italiano también tira los remos en el barco, o sea, deja que la marea lo lleve sin hacer nada, convencido de que habiendo vacunado hace un año a gran parte de la población, ha cumplido con sus deberes de caridad para con las clases oprimidas. Después de una pésima gestión de la explosión pandémica en Italia, sobre la cual escribimos extensamente en nuestro sitio y en nuestro periódico Progetto Comunista, después de una campaña de vacunación realizada de modo caótico, en estos días el gobierno burgués renuncia a las medidas de profilaxis y contención.
Las nuevas normas se limitan a imponer o aconsejar el uso de máscaras solo en los lugares de trabajo cerrados y poco más, no obstante el aumento de los contagios; promete una cuarta dosis de refuerzo para las personas más vulnerables; no toma en cuenta el estado de la pandemia y atribuye a la población la responsabilidad por el contagio, como siempre hizo antes. La campaña de vacunación es interrumpida por la poca eficacia de las vacunas disponibles frente a la aparición, difusión y estabilización pandémica de las nuevas variantes que eluden la vacuna.
Para ocultar el vacío de iniciativa del gobierno, el ministro Speranza habla de cosas inútiles y anuncia la hipótesis de un centro antipandémico en Siena, financiado con los fondos Next Generation del PNRR (Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia), pero del cual no sabe decir cuál es la fecha de inicio ni especificar para qué servirá[2]. De las fuentes periodísticas percibimos que se trata de un genérico centro destinado a estudios científicos y a la producción de vacunas y anticuerpos monoclonales; la iniciativa recibió críticas porque se trata de una copia de otros institutos ya existentes y porque Enrico Letta (PD) es el referente electoral en el colegio de Siena[3]. El propio ministro Speranza nada dice sobre el estado desastroso del Sistema de Salud Nacional, del cual es directamente responsable, del cual sustrae camas, personas, estructuras, funciones de prevención y 67.000 millones de euros en diez años; el Sistema de Salud Nacional ya estaba gravemente subdimensionado en momentos normales, y ahora está en colapso bajo las olas pandémicas, como todos saben.
Aquellos que se callaron y los Antivacunas (No-vax)
Los partidos de base pequeñoburguesa que alimentaron la campaña de rechazo a la vacunación, se callan; deben lidiar con sus propias contradicciones. En masa, trabajadores, estudiantes, mujeres, ancianos y sus familias recibieron con alivio la campaña de vacunación como un acto concreto de tratamiento farmacológico, en ausencia de mayores medidas de contención y bloqueo de los contagios. Los antivacunas también se prestaron al juego del ministro Speranza, convirtiéndose en un pretexto para justificar el aumento de los contagios, de los cuales él fue el verdadero responsable. Sin embargo, sus argumentos eran artificiales porque confundían el producto con el productor. Los remedios son mercaderías, y se insertan en la lógica de la ganancia: es natural desconfiar del sistema capitalista de producción, pero es criminal obstruir el tratamiento farmacológico de las masas desposeídas, privadas de cualquier otra medida de protección contra la infección. El Green Pass, como antes los protocolos de seguridad, arrojaron las responsabilidades sobre el proletariado: una estafa que nunca funcionó realmente.
Los capitalistas descargan la pandemia sobre las espaldas de las clases oprimidas
La relajación de las medidas de prevención, cuando la situación mundial es la descrita, sigue la lógica de la ganancia capitalista. El sistema financiero y la Confindustria, en sintonía con el gobierno Draghi/Speranza, envían sin muchas vueltas a sus esclavos a las líneas de producción; así como ellos fueron responsables por el desastre en Val Seriana –y todas sus consecuencias una caja de Pandora– serán responsable por las enfermedades y muertes evitables de personas puestas en riesgo en la segunda mitad del año.
“Aunque algunos mueran, paciencia”[4] no es solo una de las célebres frases del siglo, por su franqueza confindustrial, sino por el cínico cálculo donde la ganancia capitalista prima sobre la salud y la vida del trabajador explotado.
No debemos doblegarnos ante el chantaje trabajo o salud. Reivindicamos la abolición inmediata de las patentes de las vacunas, la nacionalización sin indemnización de las grandes empresas farmacéuticas bajo control de comités de trabajadores, la elaboración de vacunas moduladas sobre las características antígenas de las variantes y, sobre todo, la integración entre medidas de profilaxis, nuevas vacunas antivirales y medidas rigurosas de contención del coronavirus para interrumpir la circulación, con la garantía de la retribución de 100% y el mantenimiento del puesto de trabajo; y ayuda adecuada para los sectores artesanales y pequeñoburgueses obligados a sucumbir a la pérdida de ingresos.
Notas:
[1] https://www.ilsole24ore.com/art/boom-reinfezioni-e-omicron-4-e-5-curva-contagi-puo-risalire-AEkFx4WB
[2] https://tg24.sky.it/politica/2022/05/07/covid-speranza-intervista
Artículo publicado en www.partitodialternativacomunista.org, 14/5/2022.-
Traducción: Natalia Estrada.