Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Bucha: símbolo de la resistencia ucraniana y de la barbarie de Putin

La ciudad ucraniana de Bucha se hizo conocida en el mundo: primero, por la imagen de una enorme columna de tanques invasores rusos quemados en sus calles, como un símbolo de la resistencia ucraniana a la invasión rusa; después, por las imágenes de la ciudad tras haber sido liberada de los invasores rusos. Los terribles testimonios de los habitantes que sobrevivieron a la ocupación se convirtieron en el símbolo de la barbarie del ejército de Putin. Junto con las evidencias en otras regiones, esto plantea la disyuntiva para la guerra en curso: el genocidio de los ucranianos o la derrota de Putin y el posible derrocamiento de su régimen.

Iván Razin

Además de las casas destruidas y saqueadas, las imágenes de los residentes muertos tirados a lo largo de las calles y en los patios, los cuerpos quemados de las personas que los invasores rusos intentaron incinerar para cubrir sus huellas y fosas colectivas. A algunos ucranianos, los soldados rusos les dispararon en la nuca simplemente por aparecer en la calle, a otros les dispararon en la nuca después de haber sido torturados con las manos atadas a la espalda, y hubo quienes fueron asesinados al azar en su casa. Hasta ahora, se ha registrado un caso de violación colectiva de una niña de 14 años y de un niño de 11 años. Se han contabilizado 340 muertos, pero cada día se descubren en la ciudad y sus alrededores nuevas víctimas de las atrocidades y el terror del ejército ruso contra los ucranianos.

Bucha es sólo la primera evidencia de la barbarie de la ocupación rusa que se ha revelado al mundo. En Gostomel, una ciudad vecina, hay 400 desaparecidos; en el suburbio de Irpin, hubo 300 fusilados; en Borodyanka, una región de Kiev, hay centenares muertos bajo los escombros, después del bárbaro bombardeo: en Makarov ya se han encontrado 132 residentes… ejecutados; la autopista entre Kiev y Zhitomir llena de coches acribillados; en la región de Kharkiv, la ciudad de Izyum, sigue ocupada y en situación de catástrofe humanitaria. Y, por supuesto, el bombardeo que arrasa Mariupol. Los testimonios de los residentes muestran el terror contra la población: asesinatos, torturas, violaciones, saqueos generalizados…

Putin es el Hitler del siglo XXI

Ucrania, desde 2013-14 [la llamada “revolución de Maidán”[1]] se convirtió en el mayor centro regional de ascenso revolucionario, por las libertades y la lucha por la independencia nacional contra la opresión gran rusa. Por ese motivo, es considerada una gran amenaza para el régimen de Putin y la ideología del gran poder del «mundo ruso», con lo que justifica ante los ojos del pueblo trabajador ruso, hasta ahora con éxito, su posición de árbitro al servicio de los oligarcas burgueses. Al lanzar la invasión el 24 de febrero, Putin esperaba acabar fácilmente con este “foco” mediante una rápida ocupación, el derrocamiento del gobierno de Zelensky y la instalación de un gobierno colaboracionista. Esto se hizo bajo el lema de la «desnazificación»: «la liberación del pueblo ucraniano de los nazis».

Pero la invasión se encontró con la resistencia nacional total de los ucranianos, incluidos los del Este y Sur, de habla rusa. Esto deja a Putin en un dilema: ser derrotado, lo que significaría el colapso casi inminente de su régimen, o eliminar la resistencia ucraniana con la crueldad que sea necesaria. Putin eligió esto último.

La ideología oficial rusa: eliminar Ucrania

Su propósito fue declarado oficialmente por un artículo en el sitio web de la agencia de noticias del Kremlin RIA-Novosti: llama «nazis» a los ucranianos, sustenta ideológicamente su genocidio y justifica la barbarie del ejército:

“Una parte importante de las masas de la población, que son nazis pasivos, también son culpables… Un castigo justo para esta parte de la población sólo es posible si soporta las inevitables penalidades de una guerra justa… Una mayor desnazificación de esta masa de la población consiste en la reeducación, que se logra mediante la represión ideológica (supresión) de las instalaciones nazis y una estricta censura: no solo en la esfera política, sino necesariamente también en la esfera de la cultura y la educación. La desnazificación sólo puede ser realizada por el triunfador, lo que implica (1) su control incondicional sobre el proceso de desnazificación y (2) sobre el poder… En este sentido, el país desnazificado no puede ser soberano. El estado desnazificador, Rusia, no puede proceder con un enfoque liberal con respecto a la desnazificación. La ideología del desnazificador no puede ser cuestionada por la parte culpable sujeta a desnazificación. Evidentemente, el nombre «Ucrania» no puede conservarse como título… La desnazificación inevitablemente también será desucranización».

En resumen: como la «desnazificación» encontró resistencia nacional, entonces toda la nación ucraniana es «nazi». Por lo tanto, requiere la destrucción de la nación ucraniana («desucranización»), de su soberanía y de su cultura por todos los medios de “supresión”. Esta es una idea puramente nazi del sitio web de la principal agencia de noticias del Kremlin.

Es por eso que el ejército ruso está bombardeando indiscriminadamente las ciudades y sometiéndolas a bloqueos de hambre, y lleva a cabo tácticas de “tierra arrasada”: destruir el país tanto como sea posible y matar la mayor cantidad de ucranianos. Eso incluye la completa destrucción el puerto del Donbass (la ciudad de Mariupol) y la masacre de su población de habla rusa (que el ejército ruso vino supuestamente a “proteger de un genocidio”).

(Photo by RONALDO SCHEMIDT / AFP)

Es en el marco de esta política que Putin lleva a cabo deportaciones masivas de ucranianos de los territorios ocupados hacia Rusia para limpiar étnicamente el territorio. Esto incluye robar niños ucranianos para su adopción por familias rusas para destruir una nueva generación de ucranianos. Se desconoce el número exacto de deportados, pero estamos hablando de muchas decenas de miles de ucranianos que terminaron en campos rusos. Al mismo tiempo, el ejército ruso ataca la evacuación de personas hacia las profundidades de Ucrania, bombardea la población en las rutas de evacuación (como sucedió en la estación de tren de Kramatorsk en Donbass); dispara a los autos de las familias que intentan huir de la barbarie… Pero este pueblo ucraniano querrá volver a las tierras tomadas y luchará contra los usurpadores.

Por eso, los ocupantes rusos minan caminos, casas y cuerpos de los muertos, en las áreas abandonadas, para que muera la mayor cantidad posible de ucranianos; por eso, desplegaron crematorios móviles en Mariupol para encubrir las huellas de la limpieza étnica que, en su prisa por retirarse, no lograron encubrir en Bucha. En las ciudades ocupadas, el ejército ruso establece un régimen de terror: matan a periodistas, activistas, ancianos de aldeas, jóvenes, a cualquier persona que tenga la bandera ucraniana, un tatuaje nacional o que hable ucraniano. Y exigen la “reanudación” de las clases de las escuelas en lengua rusa.

Se acabaron las falacias en la discusión sobre la guerra en Ucrania.

Las atrocidades del ejército de Putin en Bucha y en los territorios ocupados de Ucrania son hechos incontestables. Solo pueden tener una calificación: son equivalentes a la barbarie nazi. En Rusia, donde la dictadura de Putin ha logrado generar un apoyo popular masivo para la guerra sobre la base del chauvinismo gran ruso profundamente arraigado y el control total de la información, las atrocidades del ejército ruso pueden ser un apoyo para iniciar una discusión sobre la guerra e impulsar la oposición del pueblo ruso a la invasión.

En otros países, las atrocidades reveladas deberían poner fin a cualquier discusión sobre el carácter de la guerra. A partir de lo ocurrido en Bucha, cualquier intento de justificar las atrocidades del ejército ruso o adoptar una postura pacifista contra lo que está haciendo Putin en Ucrania es un crimen político y moral contra la clase obrera y la humanidad en general. Cualquier organización y activista que esté del lado de la agresión rusa se convierte consciente o inconscientemente en cómplice de esta ideología y enemigo mortal de la clase obrera.

Los imperialismos estadounidense y europeo dicen apoyar la lucha del pueblo ucraniano pero lo cierto es que no ayudan ni siquiera en la mínima medida necesaria, especialmente en la entrega de armamentos sin condiciones a la resistencia ucraniana. El gobierno burgués de Zelenski pide armas constantemente pero, por su carácter de clase, apenas pasa de los discursos para obligar a entregar ese armamento. Al mismo tiempo, limita el armamento de los trabajadores fuera de su control y del control del ejército ucraniano, y adoptó cambios antiobreros en el código laboral, en interés de la burguesía.

Una vez más, se evidencia que los trabajadores no pueden confiar en los gobiernos de las potencias extranjeras ni en el de Zelensky. La guerra de liberación contra los ocupantes solo podrá triunfar si se desarrolla cada vez más como una guerra de la clase obrera y el pueblo ucraniano.

Los ucranianos luchan heroicamente contra la invasión basada en la ideología de “supremacía racial” de Putin. Ya le han infligido derrotas significativas. Han demostrado que la máquina de guerra rusa puede ser derrotada y con ello, derrotar a un importante colaborador de la contrarrevolución en el mundo. Por eso, la lucha del pueblo ucraniano no es solo por su país. Una derrota del régimen de Putin en esta invasión daría un gran impulso a la lucha de los trabajadores y las masas en la región y en todo el mundo. Hoy es la lucha de todos los trabajadores del mundo.

Nota:

[1] Ver, entre otros artículos del sitio de la LIT-CI: 5 años de Revolución Ucraniana: subestimada, incomprendida y calumniada – LIT-CI (litci.org)

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