50 años de la elección de Héctor Cámpora ¿Qué significó el gobierno de Cámpora?
Un 11 de marzo de 1973, la fórmula Cámpora-Solano Lima se imponía con más del 49% de los votos sobre la candidatura radical de Arturo Mor Roig; respaldada por el gobierno: un resultado electoral apabullante, producto de la ilusión del pueblo trabajador en que la primera elección libre en 18 años, y el voto a un peronismo opositor a la dictadura de Lanusse; serían el primer paso para solucionar los males causados por dos décadas de gobiernos proyanquis y vaciadores. Sin embargo, Cámpora demostró en apenas 49 días; que su función era seguir la misma política que Lanusse, pero por otros caminos.
Por PSTU – Argentina
Más allá de ser considerado poco más que un títere de Perón, la propia fórmula electoral de Cámpora evidenciaba cuál iba a ser la política que se venía: su vice, Vicente Solano Lima, era un viejo dirigente del Partido Conservador; un enemigo histórico del peronismo que se había convencido de que la represión y lo golpes de estado de las dos décadas anteriores no habían servido para domesticar a los trabajadores y el pueblo, y que por lo tanto había que probar otra cosa.
Pese a esto, la candidatura de Cámpora contaba con el apoyo de casi la totalidad de las organizaciones obreras y populares: la única propuesta seria de rechazo al proyecto de Cámpora-Perón vino de parte del PST (partido antecesor del PSTU) que planteaba una propuesta obrera y popular independiente de la patronal y el imperialismo.
Pactos contra el pueblo trabajador
Los 49 días de Cámpora en el gobierno le dieron tiempo para desarrollar una serie de pactos, siendo los más importantes el “pacto social” (que impuso un congelamiento de paritarias por dos años) y los acuerdos para liberar a los presos políticos a cambio de mantener el aparato represivo y el poder militar intactos.
Estos acuerdos sentaron las bases para los ataques al nivel de vida de la clase trabajadora, que marcaron los primeros pasos del “neoliberalismo” en el país; ataques patronales que fueron respondidos con fuerza por los obreros más luchadores, quienes desbordaron a la CGT y su política de no hacer nada, haciendo naufragar al gobierno. Por otro lado, la impunidad pactada con la dictadura militar de Lanusse, fomentaría más adelante el accionar fascista de la Triple A, y posteriormente el golpe genocida de 1976.
Pero si Cámpora pudo hacer eso, fue porque toda la cúpula del PJ, incluido el propio Perón; estaban decididos a usar las ilusiones de las masas en la democracia en su propia contra, contando con el apoyo de las organizaciones que se decían revolucionarias como garantía.
Tras enfrentarlos durante su primer período como presidente, Perón había entendido que los dueños del mundo eran los yanquis; y que no había manera de permanecer en el capitalismo que no fuera aceptar las condiciones dictadas por EE.UU. Pero también entendía que no podía imponer directamente estas condiciones a un movimiento de masas en pie de lucha, sino que debía usar a sus dirigentes para desviar esas peleas hacia toda clase acuerdos, y reprimir a quienes no se sometieran a esto.
Legado de una trampa
Un gobierno tildado de “títere”, acuerdos con dirigentes salidos del conservadurismo, dirigentes que no hacen nada ante los ataques al nivel de vida… Muchos de los elementos parecen repetirse 50 años después. El hecho de que lo más duro del kirchnerismo sea la Agrupación “La Cámpora”, y que el eje del kirchnerismo sea transar con los dirigentes sindicales y sociales y usar las ilusiones democráticas para evitar las luchas; no es ninguna casualidad.
Al contrario, como heredero del “ala izquierda” del peronismo de los ’70 (base del gobierno camporista); el kirchnerismo vuelve a demostrar que no se puede esperar nada de ninguna propuesta política patronal, menos en las que buscan meter las órdenes dictadas por el FMI y el imperialismo a través de pactos y acuerdos.
Lo único que sirve es tomar el camino del PST: desarrollar y organizar las peleas obreras y populares; y unir a los mejores luchadores bajo un propuesta socialista y revolucionaria, sin patrones ni dirigentes de oficina; para ponerle fin a esta historia cíclica de saqueo, explotación y opresión