Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

25 de noviembre de 1975 – Nada que celebrar

Por: Maria Silva

Carlos Moedas, presidente de la Cámra de Lisboa, anunció que la autarquía celebraría el 25 de Noviembre de 1975 en nombre de la defensa de la democracia. Pero ¿qué significa esta fecha?

25 de Abril de 1974: una democracia conquistada

La revolución anticolonial y el impasse de la guerra en África llevaron a un sector del ejército a deponer al Estado Novo. El golpe militar abrió las puertas a la revolución, en la que los trabajadores y la juventud tomaron las redes de su destino. Fueron ellos los que derrotaron los intentos contrarrevolucionarios, que querían condicionar y controlar el nuevo régimen que iba a surgir (como pasó en España, por ejemplo), como lo demostraron los intentos de golpe del general Spínola el 28 de setiembre de 1974 y el 11 de marzo de 1975. La democracia portuguesa no fue ofrecida sino conquistada por la fuerza de la lucha de las masas en las calles y en los lugares de trabajo, imponiendo la Asamblea Constituyente, el desmantelamiento de la PIDE, el saneamiento en las empresas, etc. No fue el resultado de una transición acordada entre la dictadura y el nuevo régimen, sino de una revolución.

La revolución puso el socialismo a la orden del día

Pero la lucha por las necesidades más básicas de la población (Paz, Pan, Vivienda, Salud, Educación) exigía ir más allá de la democracia y luchar contra el capitalismo. En primera línea estuvieron los obreros, los trabajadores agrícolas y la juventud, que formaron sus propios organismos: comités de trabajadores, de vecinos y de soldados que votaban y decidían el rumbo a seguir. Había, así, un doble poder en el país: el poder de los Gobiernos Provisorios, dirigidos por la burguesía (que integraba el PS, PSD y PCP), y el poder de las Comisiones de Trabajadores, Soldados y Moradores, que representaban un embrión de un Estado de los trabajadores. La revolución tuvo como horizonte el socialismo y una sociedad sin explotación ni opresión, y engendró los organismos que podrían servir de base a ese nuevo poder.

Una primera derrota de la revolución

Tanto el PS como el PCP estaban en contra de este poder que nacía en las calles. El PS defendía una democracia burguesa, similar a la de Europa occidental. El PCP estaba condicionado por la política de la URSS de aceptar la división del mundo en dos y Portugal estaba en el Bloque Occidental; por eso, no pretendía instaurar el socialismo en Portugal, sino más bien disputar un espacio en el aparato de Estado que le permitiese controlar al movimiento obrero y conseguir que el país no estuviese directamente alineado con el bloque capitalista de Estados Unidos y Europa. Con proyectos diferentes, PS, PCP y MFA tenían un gran acuerdo: aceptar el mantenimiento del capitalismo en Portugal y derrotar la autoorganización de los trabajadores que cuestionaba su poder.

Por eso, el objetivo del golpe del 25 de noviembre fue derrotar la revolución y sus organismos propios. La burguesía aprovechó una provocación del sector militar “izquierdista” para poner fin al doble poder dentro de las Fuerzas Armadas, que era uno de los elementos más radicales de la revolución portuguesa, ya que le quitaba a la burguesía el control de la fuerza para imponer su orden social y político. El PCP llamó a sus militantes a no resistir el golpe (a diferencia de lo ocurrido el 11 de marzo). Detrás de ello hubo un gran pacto entre el PS y el PCP: la aceptación del proyecto de democracia burguesa en Portugal, en el que el PCP tendría el papel determinante de controlar al movimiento obrero, hasta hoy tan visible en las características del movimiento sindical portugués.

Conmemorar el 25 de Noviembre de 1975 es negar la revolución

El 25 de noviembre no puso fin a la revolución, pero fue su primera gran derrota, abriendo espacio para una nueva relación de fuerzas.

En nombre del “socialismo democrático” (como lo llamaba el PS), la Constitución de 1976 estableció, de hecho, una democracia burguesa. Faltó una dirección revolucionaria que defendiese la centralización de las comisiones de trabajadores, vecinos y soldados, para tomar el poder y construir un Estado de los trabajadores.

Cincuenta años después, está claro el callejón sin salida al que nos ha llevado el poder de la burguesía y del que sólo podemos salir de nuevo a través de las luchas revolucionarias de los trabajadores y de la juventud. ¡Por eso, no hay nada que celebrar el 25 de noviembre y sólo la lucha por una nueva revolución puede dar sentido a las celebraciones del 25 de Abril!

Texto publicado originalmente en el periódico  Em Luta,  nº 13 – noviembre de 2023

Más contenido relacionado:

Artículos más leídos: