1991: Un golpe de derecha disfrazado con la bandera roja
Artículo publicado en 2011 por el POI de Rusia
El 19 de agosto [de 2011] se completó 20 años del golpe de Estado del autodenominado «Comité Estatal de Emergencia»[1] de 1991.
Nuevamente fueron recordados los autos blindados por las calles de Moscú, el ballet «El Lago de los Cisnes»[2] en todos los canales de TV, las manifestaciones contra el golpe, las barricadas, el inicio de la ola de huelgas, la detención de Mijail Gorbachov. Yeltsin, que pronto llevaría al país a una catástrofe total, aparecía entonces en la parte superior de un tanque, dirigiendo el movimiento contra el golpe. Los comunistas oficiales del PCFR[3] hasta hoy repiten que el golpe fue el último intento de preservar el «Estado socialista”. Ya la versión oficial expresa por los medios de comunicación siguen repitiendo siempre el dilema: o el socialismo con tanques en las calles, el Lago de los Cisnes en la televisión y la prohibición de reuniones de más de dos personas; o la catástrofe del gobierno de Yeltsin.
Hay mucha confusión en torno al tema, así como en general hay mucha confusión alrededor de todo el proceso de restauración capitalista en la ex-URSS. En este artículo no tenemos la intención de analizar hasta los últimos detalles este tema tan amplio, pero, de todos modos, trataremos de aclarar la confusión, dando nuestra opinión sobre tres temas: ¿Fue de hecho un intento de golpe por la defensa del socialismo, contra la catástrofe que atingió al país después dirigido por Yeltsin? ¿El golpe apresuró la restauración del capitalismo? ¿Hubo, después de todo alguna alternativa a la disyuntiva entre la junta militar y la catástrofe de Yeltsin?
¿El golpe fue un intento de «defender el socialismo»?
Dice la versión oficial de los medios de comunicación que el golpe fue la línea divisoria entre la economía planificada y la economía de mercado, entre el socialismo y el capitalismo. Esta versión es la más difundida, ya que es la repetida también por los estalinistas que apoyaron el golpe. Pero, ante de todo, esta versión cierra los ojos a un hecho importante de la realidad: que en 1991, es decir, incluso antes de la desintegración de la URSS y de la caída del PCUS[4], el capitalismo ya había sido restaurado en la URSS, y por las manos de los mismos ministros que más tarde integraron al «Comité Estatal de Emergencia», supuestos defensores del socialismo. Un simple análisis de los hechos lo confirma.
Los pilares fundamentales de la economía fundada por la Revolución de Octubre fueron: (a) la economía planificada centralizada (en lugar de mercado), (b) el monopolio estatal del comercio exterior (que protegía el país de ser absorbido por la economía imperialista mundial) y (c) la propiedad estatal de los medios de producción. Estas medidas, comprendidas en su totalidad, dieron origen en el país a lo que llamamos de Estado obrero, que era diferente cualitativamente de los Estados capitalistas (Estados burgueses). Estas medidas permitieron un salto colosal en el desarrollo del país, a pesar de la dirección burocrática estalinista, que a finales de los 20 desplazó a los trabajadores del poder por la usurpación de la dirección de la URSS y del PCUS.
La burocracia estalinista, de a poco, fue consumiendo las bases del Estado obrero creado por la Revolución de octubre, realizando una serie de reveses en dirección del capitalismo (véase el texto «¿cómo se pavimentó el camino a la restauración capitalista?»). Sin embargo, en ese momento, la restauración capitalista no estaba colocada en la agenda todavía. La economía planificada, el monopolio estatal del comercio exterior y la propiedad estatal de los medios de producción se mantuvieron. Pero, en el marco de más una crisis de la economía soviética, finalmente la hora de estas llegó en 1985. En este año, Gorbachov tomó la dirección de la URSS y con la consigna de la Perestroika[5] dio inicio a la restauración directa del capitalismo. Bajo la clara dirección de las potencias occidentales, comenzó entonces, clara y consecuentemente, el desmantelamiento de las bases del estado obrero.
Así que al final de los años 80 ya estaban presentes en la URSS, los elementos fundamentales de una economía de mercado, a saber: a) las empresas, aunque seguían siendo del Estado, ya funcionaban como privadas, con su producción orientadas para el lucro (para el mercado, en lugar de la planificación), escogiendo libremente a sus socios comerciales; b) las empresas recibieron el derecho de negociar libremente con empresas extranjeras (liquidación del monopolio estatal del comercio exterior); c) se permitió todas las formas de propiedad, incluso los bancos privados; d ) se inició la formación de empresas mixtas con capital extranjero. Todo esto, nos dan los elementos necesarios para afirmar que el capitalismo en la ex-URSS fue restaurado a fines de los años 80, aunque todavía se mantuvo, como «supervivencias», el papel del Estado en la economía y una serie de logros sociales del pasado.
Por lo tanto, en el enfrentamiento entre Yeltsin y el “Comité Estatal de Emergencia”, la cuestión del tipo de economía no fue colocada. Incluso porque a la cabeza del golpe «por la salvación del socialismo», estaban los propios ministros del Gobierno de Gorbachov que, a través de sus propias manos, restauraron el capitalismo. La versión oficial actual de la burguesía, así como de los estalinistas, trata de darnos un cuadro idílico e incoherente, en que los ministros pro-restauracionistas habrían cambiado de parecer y empezaron a defender el socialismo. Un retrato muy alejado de la realidad.
Las verdaderas causas del golpe de Estado
Como vimos, entre el «Comité Estatal de Emergencia» y Yeltsin no había cualquier controversia sobre el tipo de economía que tenía que ser defendida. Si había alguna diferencia entre ellos era sólo sobre cómo se tenía que dar la restauración, y sobre qué sectores de la burocracia y la nueva burguesía debería conducirla, es decir, recibir dividendos por ella. Pero de todos modos, la causa del golpe de Estado no era ni siquiera eso.
El hecho es que el proceso de restauración del capitalismo desde 1986 llevó (y no podía ser de otra manera) a una fuerte caída de la situación económica y social en el país: estantes vacíos en los mercados, las colas, mercado negro, desempleo, delincuencia. Al igual que en todos los países de Europa del Este, en la URSS la gente comenzó a protestar contra las consecuencias de la restauración, en el país hubo una ola revolucionaria de protestas y huelgas que desestabilizaron el gobierno restauracionista de Gorbachov y con el todo el proyecto de la restauración capitalista. Por lo tanto, fue planteada la siguiente pregunta para el gobierno pro-restauracionista: ¿qué hacer frente a la actual crisis política, posible antesala de una revolución? Y como a menudo sucede en situaciones de crisis, en las alturas del poder se dio una división sobre cómo responder a esta pregunta.
Una parte de la nueva élite apostó en un proyecto de aplastar la resistencia de las masas usando directamente la fuerza. Exactamente este proyecto fue personificado por el «Comité Estatal de Emergencia», del cual formaban parte el Ministerio de Defensa, la KGB, el Ministerio del Interior (policía) y otros funcionarios de las fuerzas armadas. No es por acaso que uno de los puntos clave del «programa» del «Comité Estatal de Emergencia» fue el toque de queda, la prohibición de huelgas, manifestaciones, marchas, piquetes y partidos (este punto los golpistas popularizaron con la consigna de «acabar con el desorden»), así como… la distribución de la tierra a todos los habitantes para construir dachas [6]. En otras palabras, el objetivo del golpe era derrotar la lucha de las masas, que se dispersarían por las dachas para cultivar hortalizas y así salvar el régimen en descomposición. Un golpe de derecha disfrazado por una bandera roja – esta era la esencia del golpe de 1991, lo que llevó a mucha confusión.
¿El golpe de Estado aceleró el proceso de restauración?
En la URSS, las masas fueron capaces de derrotar el plan de aplastar la revolución por la fuerza de las armas, desmontar el golpe de Estado y derrocar la dictadura del Partido Comunista pro-restauracionista. Sin embargo, esto no ocurrió en todas partes. En China, donde el Partido Comunista también había restaurado el capitalismo (algunos años antes), las masas también salieron a las calles para resistir contra las consecuencias de esto. Pero en China, al contrario de la Unión Soviética y Europa del Este, todo terminó en un baño de sangre contra el pueblo, causado por la burocracia restauradora, cuyo símbolo fue la plaza de Tiananmen. En China, el régimen del PC fue capaz de imponer una derrota a las masas y mantener su dictadura restauracionista. El resultado es que el PC chino, disfrazado con la bandera roja y con la retórica socialista, dirige el capitalismo más salvaje del planeta, con los salarios más bajos del mundo, sostenidos a este nivel por una dictadura brutal al servicio de las multinacionales occidentales que se encuentran allí, siendo que para ellas, China se ha convertido en un paraíso para las inversiones de capital. Situación similar en Cuba, donde si bien no hubo represión sangrienta de las masas, el régimen del PC cubano, con los hermanos Castro a la cabeza, restauró el capitalismo, pero mantiene el poder. Y ahora, las áreas clave de la economía cubana pertenecen a las multinacionales, la población vive con $15 dólares al mes y el gobierno aprobó recientemente un paquete económico con medidas duras que recortan derechos.
El objetivo del golpe en la Unión Soviética era preservar el régimen dictatorial y luego seguir lo más rápido posible con el proyecto de restauración capitalista. Si el «Comité Estatal de Emergencia» hubiese ganado, si las masas no hubieran derrocado el régimen dirigente, entonces la situación de la URSS habría sido parecida con lo que sucedió en China. El gobierno pro-restauracionista habría continuado con su tarea, pero ya en cuadro de derrota de la resistencia, es decir, podría profundizar la restauración capitalista y la consecuente aceleración de la colonización del país por las manos de las potencias occidentales. Derrotando el golpe militar del «Comité Estatal de Emergencia», los trabajadores de la URSS conquistaron una gran victoria que, aunque no pudo evitar la restauración, al menos pudo derribar el régimen dictatorial del PC pro-restauracionista y garantizar una serie de libertades democrática. Así, la profundización de la restauración capitalista en Rusia chocó con muchas dificultades. Yeltsin se vio obligado a bombardear el Parlamento en 1993, llevar a cabo dos guerras en Chechenia, enfrentar las huelgas de los años 90 y la «guerra de los caminos»[7] de 1998. Y sólo asfixiando las luchas después de 1998 (con la inestimable ayuda del PCFR), con la llegada de Putin al poder y un largo crecimiento económico, la élite de Rusia pudo alcanzar la tranquilidad necesaria, limitar las libertades democráticas y «rehabilitar» el aparato represivo de la policía y FSB [8], aunque a un nivel incomparablemente más bajo que durante la dictadura del PCUS. Por lo tanto, las burguesías rusa y mundial conquistaron la “tranquilidad» necesaria para empezar a atraer capital extranjero a la escala china, la profundización de la colonización del país por las manos de las multinacionales. El PC Chino, que logró derrotar la Revolución en 1989, no tuvo problema de esta naturaleza. Por lo tanto, la derrota del golpe dificultó la profundización de la restauración, a pesar de no poder detenerla.
¿Había alternativa a la junta militar y a la catástrofe de Yeltsin?
Al contrario de lo que decían, tanto la versión oficial de los medios de comunicación como los defensores estalinistas del golpe, nosotros afirmamos que sí, había una alternativa. Y esa fue mostrada por las mismas masas, que a fines de los 80 tomaron en sus manos su destino, deshicieron el golpe militar y derrocaron la dictadura del PCUS. En aquellos días de agosto se necesitaba la más amplia unidad de acción para derrotar el golpe. Y está sucedió. Pero el problema central giraba en torno a la cuestión de la restauración del capitalismo. Yeltsin quería silenciar a las masas y continuar con los planes restauracionistas. Por lo tanto, para lograr un cambio real, la única salida era una salida obrera, contra Yeltsin y los demás restauradores. El camino estaba en la centralización de las organizaciones de masas de los trabajadores y en su lucha por la tomada del poder político del país, recuperando la economía planificada bajo su dirección.
Sin embargo, el proceso de resistencia al golpe fue liderado por fuerzas pro-restauracionistas. En una situación en que la gran parte de la llamada izquierda apoyó el golpe, mientras que el otro no sabía qué hacer, a Yeltsin le resultó fácil conducir el movimiento, mantener su plan restauracionista, privatizar la propiedad estatal y llevar al país a una quiebra y destrucción sólo comparables a las consecuencias de la 2ª Guerra Mundial. También le fue fácil asociar el socialismo con la represión contra las masas, sembrando una enorme confusión en la consciencia de los trabajadores, que sigue hasta hoy, logrando atraer la simpatía de amplios sectores de estos al programa capitalista. Las masas consiguieron derrocar el régimen y ganaron libertades democráticas, ahí está su victoria, pero no pudieron tomar el poder y detener el proceso de restauración, ahí está su derrota.
Lecciones
Para muchos, los acontecimientos a los finales de los 80 y principios de los 90 fue un shock inesperado. Pero incluso en los años 30, Trotsky, liderando la lucha contra la degeneración burocrática del partido bolchevique y del Estado obrero, dejó claro cuál era la alternativa: o las masas sacaban el poder de las manos de la burocracia estalinista, o la burocracia tarde o temprano restauraría el capitalismo en la URSS. Al afirmar esto y por su lucha contra la burocracia es que Trotsky fue asesinado y sus camaradas de lucha enviados por Stalin a los campos de trabajos forzados en Siberia. Así también, todas las obras de Trotsky y de la Oposición de Izquierda en la URSS fueron destruidas, para que nadie pudiera saber la verdad. Y así, por desgracia, se dio la segunda alternativa: la burocracia estalinista consiguió, al fin, restaurar el capitalismo en la ex-URSS.
Debemos estudiar y aprender de las lecciones del proceso de restauración capitalista. Algunas de las conclusiones parecen claras:
En primer lugar, el desastre capitalista que se encuentra ahora Rusia permite mejor que nada evaluar el propio capitalismo. La actual crisis, en realidad, está llevando el capitalismo y el neoliberalismo a la bancarrota ideológica, pues se hizo evidente que ellos no pueden ofrecer a los trabajadores nada más que un deterioro permanente de su situación.
En segundo lugar, el hecho de que se restauró el capitalismo también permite, mejor que nada, evaluar el carácter de la burocracia soviética que, para mantener sus privilegios, fue consumiendo, por largos años, los recursos del Estado obrero fundado por la Revolución de Octubre, hasta destruirlo. No puede haber ninguna expectativa en la burocracia.
En tercer lugar, la restauración del capitalismo por las manos de la burocracia, la revolución de las masas en contra de la dictadura pro-restauracionista del PCUS y la llegada al poder de Yeltsin, desviando la ola revolucionaria, demuestra plenamente la necesidad de que el poder esté en manos de los trabajadores y la necesidad de la dictadura del proletariado, que no puede ser sustituida por ningún «gran líder». Hoy en día, en el caso de la revolución árabe, vemos una vez más que se reafirma esta tesis: sin la toma del poder político por las organizaciones de trabajadores, la revolución no va a ninguna parte y no hay posibilidad de mejorar la situación.
En cuarto lugar, para que los trabajadores puedan tomar el poder en sus manos, es necesario que construyan un partido político «suyo», con un programa que tiene como objetivo tomar el poder, es decir, un partido revolucionario, que no permite a la burguesía, a la burocracia, a los «líderes carismáticos» y todo tipo de «salvadores» para desviar a los trabajadores de sus objetivos. Y como la realidad nos demuestra todos los días, todos los procesos hasta hoy se dan en escala mundial. Así como la situación en cada país, en realidad es un reflejo de la situación mundial, así como la lucha de clases tiene un carácter internacional, así como la burguesía de todo el mundo trata de coordinar para imponer sus planes a los trabajadores de todos los países, entonces el partido de la clase trabajadora también debe ser mundial, internacional. El estalinismo ha pagado un alto precio político por su traición, dejando de representar una orientación mundial para los trabajadores y la vanguardia, abriendo así grandes perspectivas para la posibilidad de construir un partido revolucionario.
Cómo se pavimentó el camino a la restauración capitalista?
Con la aparición del stalinismo en la URSS, con su teoría-programa de “coexistencia pacífica con el imperialismo”, y el rechazo a llevar adelante la revolución mundial, se confirmó el aislamiento económico de la URSS. Pero, en el marco del mantenimiento del capitalismo mundial, eso significó que la economía soviética, a pesar de aislada y contradictoria con éste, de toda forma era parte del sistema económico imperialista mundial, lo que significa inevitablemente que era indirectamente subordinada a él, así como la parte se subordina al todo.
La URSS era un país de desarrollo históricamente atrasado en relación a Europa Occidental y a los EE.UU. El aislamiento exigía autosuficiencia económica, desconectando a la URSS de las ventajas de la división mundial del trabajo (al mismo tiempo en que, de todos modos, nunca conquistó una total autosuficiencia). Su situación de “cuerpo extraño” en el sistema imperialista, exigió grandes gastos en defensa, que tenía el efecto de una permanente hemorragia de la economía. Ya los países imperialistas, por su parte, continuaron, como aspiradores, a saquear las riquezas de los países atrasados y a fortalecerse a costa de todo el mundo. Por dos veces (1918 y 1941) el imperialismo trató, por la vía militar, de destruir al Estado obrero en la URSS, causando una colosal destrucción. Teniendo todo eso en vista, superar económicamente al imperialismo era tan imposible como lo es superar al propio tren en el cual se viaja.
Tal situación llevó a que la economía imperialista al poco tiempo fuese sofocando la economía soviética, llevándola a una crisis de la cual sólo había dos salidas: o la liquidación de la economía imperialista mundial, o sea, la continuación del proyecto original de Octubre de realizar la Revolución Mundial, o rendirse ante el imperialismo, recurriendo a él en busca de ayuda. Obviamente, la burocracia gobernante en la URSS, viendo en la revolución un peligro a sus privilegios, cada vez más recurría al segundo camino, de sucesivos sometimientos ante el imperialismo. Detener al “tren imperialista” amenazaba a la burocracia stalinista con la pérdida de su confortable coche cama. Por eso ella, maldiciendo a los “maquinistas”, prefirió llegar a un acuerdo con ellos y continuar su viaje en el “tren”. La burocracia estableció con el imperialismo relaciones más estrechas, ampliando el comercio, importando productos de alta tecnología (aumentando así su dependencia tecnológica), luego tomando préstamos, etc. En las condiciones de relativo atraso de la URSS, estas relaciones con el imperialismo se dieron en condiciones muy desiguales. Así fue creciendo la dependencia de la economía soviética en relación al imperialismo.
El estrechamiento de las relaciones económicas con el imperialismo llevó, inevitablemente, a “contaminar” la economía soviética con elementos de capitalismo. Eso hizo que las contradicciones internas de la economía soviética crecieran, preparando nuevas crisis. Así como una araña comienza envolviendo a su víctima con su tela, después inyecta sus jugos digestivos, disolviendo el interior de su víctima y esperando el momento para su deglución final, de la misma manera el imperialismo “amarró” a la URSS con sus innumerables ligazones económicas, infiltrándose al interior de su economía y, al poco tiempo, digiriendo a este “cuerpo extraño”. La burocracia estalinista administró todo ese proceso, consumiendo los recursos del Estado obrero, fundado por la Revolución de Octubre para, al final de los años 80, finalmente destruirlo.
La “teoría” stalinista de la construcción del “socialismo en un sólo país” fue pensada a la medida para justificar el pacto cerrado con el imperialismo. A cambio de su renuncia a la Revolución Mundial y del cheque en blanco dado al imperialismo para dirigir al mundo, la burocracia stalinista conquistó el derecho de beneficiarse de los recursos del Estado obrero y, así, garantizar sus privilegios, mereciendo al final el derecho de convertirse en una nueva burguesía rusa. El proceso de restauración capitalista enterró esta “teoría” stalinista de una vez por todas.
1991 y la ceguera de la izquierda
La confusión que existe en torno a los acontecimientos de agosto de 1991 es comprensible: ubicarse en esta confusión histórica no es tan fácil. La falsificación estalinista también es comprensible; ellos están obligados a defender, hasta el final, su régimen de dictadura burocrática del PC. Pero, pasados 20 años, la confusión sigue existiendo, incluso en una serie de organizaciones que se reivindican trotskistas.
Así, el CIO (The Militant), en relación al golpe, escribe: “el intento de contrarrevolución stalinista aceleró la restauración capitalista”. Vale la pena corregirlos: “el intento de contrarrevolución stalinista habría acelerado la restauración capitalista, si hubiese sido victoriosa”. Esta sería una gran verdad, como podemos ver en el ejemplo de China. Pero, en la URSS, la contrarrevolución stalinista, i.e., el golpe de 1991, fue derrotada, lo que dificultó mucho la profundización de la restauración.
El CIO también escribe que “el «Comité Estatal de Emergencia» quería defender la economía planificada del rápido ataque de los privatistas. Pero, sin democracia desde abajo, defender la economía planificada era ya imposible”. De esta cita del artículo del CIO surge la impresión de que el «Comité Estatal de Emergencia» defendía una causa justa: salvar la economía planificada, sólo que a través de métodos equivocados. Esta es la misma vieja historia de que el «Comité Estatal de Emergencia» defendía el socialismo. Arriba ya hemos mostrado como los miembros de este comité no sólo no defendían la economía planificada, sino como ésta ya había sido destruida por ellos mismos en 1991, como ministros del gobierno de Gorbachov.
El CIO escribe, incluso, que “Antes él (Gorbachov) impulsó reformas, tratando de evitar una explosión desde abajo e intentando preservar la inviolabilidad de la economía estatal planificada. Al final, esa fue la estructura económica que, a lo largo de décadas, hizo su casta burocrática para sus ingresos y privilegios”. Exactamente aquí está el centro de la cuestión, pues mantener estos privilegios de “casta” se convirtió en imposible sin restaurar al capitalismo. Por eso, la Perestroika fue, no sólo un intento de “evitar una explosión desde abajo”, sino un proyecto dirigido conscientemente para liquidar la economía planificada y conducir la transición a la economía de mercado. El carácter consecuente de las medidas adoptadas entonces para desmontar cada elemento de la economía planificada, así como las semiverdades y medias mentiras del propio Gorbachov en su libro “Perestroika, nuevas ideas para mi país y el mundo”, no dejan lugar a dudas.
Otra tendencia, la RSD (sección del Secretariado Unificado), en un “poético” material titulado “Olvidar 1991”, prefiere olvidar los acontecimientos del 91 y no tratar de explicarlos. La RSD escribe: “este es un período (agosto del 91), sobre el cual nadie quiere ni puede hablar nada de esencial. El momento del nacimiento de un país que se quiere olvidar lo más rápido posible. Para la mayoría del pueblo, a pesar de tantos mitos desgastados a este respecto, agosto del 91 siempre será extraño y trágico. Confundida, sentada frente a sus aparatos de radio, ella, la infeliz gente soviética, trataba en vano entender algo, por poco que fuese, sobre su futuro, lo cual, como siempre, fue decidido por otros”.
El problema de los “revolucionarios” de la RSD está en que ellos se olvidaron de un “detalle” -que en 1991 ¡hubo una revolución! La RSD ve en 1991 sólo “infeliz gente confundida, sentada frente a sus aparatos de radio”. Pero, si la RSD se pusiese ante el espejo y diese una ojeada a la realidad, entonces vería como por toda Europa Oriental se daban huelgas, las personas salían a las calles en manifestaciones y movilizaciones, así como las masas de la URSS desmontaban el golpe del segundo aparato militar más fuerte del mundo y derrumbaban al régimen stalinista que había dirigido al país por más de 60 años y responsable de la restauración capitalista. En lugar de eso, la RSD prefiere “olvidar el 91” y, como siempre, escapar de responder a tan importantes cuestiones. Pues ¡nosotros no queremos “olvidar a 1991”! ¡Nosotros queremos repetirlo!
Como el CIO, la RSD supone que los acontecimientos de agosto del 91 aceleraron la restauración del capitalismo: “pero, las consecuencias de agosto se mostraron más terribles que las peores fantasías -desempleo, miseria, desesperanza, miedo”; como si, al vencer al golpe, las masas no hubiesen conquistando una gran victoria, y sin apenas haber destruido su propio futuro.
La victoria de las masas sobre el golpe militar jamás podría acelerar la restauración capitalista. Si algo facilitó el trabajo restauracionista de Yeltsin y la consiguiente propaganda anticomunista, fueron las dudas de la mayoría de la izquierda de que la derrota del golpe militar del 91 hubiese sido una gran victoria de los trabajadores y del conjunto del pueblo. En una situación en que la mayoría de la izquierda o simpatizaba abiertamente con el «Comité Estatal de Emergencia» o encubiertamente era solidaria con él (como si él defendiese algo bueno, y su derrota hubiese acelerado la restauración), a Yeltsin le resultó muy fácil tomar la dirección de las masas en sus manos. Porque los trabajadores, al contrario de la mayoría de la izquierda, no tuvieron dudas en su victoria, estando prontos a seguir a aquel que la defendiese. Y en la lucha contra el golpe, los trabajadores encontraron solamente a Yeltsin, pues la mayoría de la izquierda, hasta hoy, no encontró su lugar.
No percibir una revolución es una mala costumbre de muchos “revolucionarios”. Así como la RSD no vio y no ve una revolución en Europa del Este a fines de los años 80, hoy tampoco ven la Revolución libia.
El CIO que, al contrario de la RSD, siempre deja claras sus posiciones, escribe contra el golpe militar del 91. Pero, en una increíble contradicción, considera que sus organizadores defendían algo bueno. El CIO apoya la Revolución Árabe, incluso en Libia, pero… sólo en la medida que esta revolución no comience a golpear los muros de Israel -fortaleza militar del imperialismo en la región.
En relación a todo esto, nosotros queremos afirmar:
¡Viva la Revolución en el Este europeo, que derrumbó a las dictaduras estalinistas restauracionistas de los PCs!
¡Viva la victoria de los trabajadores soviéticos sobre el golpe militar de agosto del 91!
¡Viva la Revolución Árabe, que está derrumbando a los dictadores proimperialistas y amenazando la existencia de Israel -puesto fortificado del imperialismo en la región!
¡Viva la Revolución libia, que destruyó al régimen de Gadafi!
Ninguna confianza en las direcciones burguesas: estas quieren solamente desviar la lucha y conducir a la revolución a la derrota.
¡Por la toma del poder político por las organizaciones de los trabajadores -única posibilidad de llevar adelante la revolución y conquistar los cambios tan necesarios para el pueblo trabajador!
Por la construcción de una dirección política revolucionaria de los propios trabajadores -un partido obrero internacional con un programa que defienda la toma del poder por los trabajadores.
Traducción: Laura Sánchez
Notas:
[1] También conocido como el Bando de los Ocho, una camarilla de «línea dura» del PCUS, que organizó un intento de golpe de Estado en la Unión Soviética contra Mijail Gorbachov entre el 18 y 20 de agosto de 1991. El grupo estaba formado por personas cercanas a Gorbachov con importantes cargos dentro del Politburó del PCUS y de la KGB.
[2] Durante el golpe, los responsables por este se tomaron el control de las emisoras de televisión y pasaron durante todo el día las escenas de este ballet, para que nadie pudriera informarse sobre el golpe.
[3] Partido Comunista de la Federación de Rusia.
[4] Partido Comunista de la Unión Soviética.
[5] Reconstrucción.
[6] Casas de campo rusas, donde tradicionalmente una parte importante de la población urbana, en el verano, cultiva tubérculos, verduras, legumbres y frutas para complementar su dieta, insuficiente debido a los bajos salarios.
[7] Ola de bloqueos de carreteras por los mineros en lucha, que llegaron hasta la Transiberia, la carretera más grande del mundo.
[8] Antigua KGB.