Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

XI Congreso de la LITCI: desde los centros de la lucha de clases


En San Pablo, Brasil, entre los días 6 y 12 de abril se realizó el XI Congreso de la LIT-CI. La reunión, máxima instancia de dirección de nuestra Internacional, se dio en el marco de una realidad muy rica y dinámica.


 

Por un lado, esta realidad está marcada por la continuidad del impacto de la crisis económica abierta en 2007. Si bien no se encuentra en su punto más bajo, especialmente en EEUU, continúa en niveles casi recesivos en Europa y ahora golpea con más fuerza a los llamados “países emergentes”, entre ellos los latinoamericanos, al mismo tiempo que es cada vez más evidente un freno en la economía china.

 

Por otro lado, junto a la continuidad de procesos de la lucha de clases que ya venían de años anteriores, como los que (con todas sus contradicciones) vive Europa o el mundo árabe, especialmente Egipto y Siria, se suma el inicio de una fuerte inestabilidad en Latinoamérica. Se percibe el fin de la tranquilidad relativa de años anteriores, la que a su vez había cerrado la turbulencia de los procesos revolucionarios de la primera mitad del inicio del siglo XXI. Comienza así una fuerte crisis, o por lo menos un importante desgaste, de varios gobiernos de frente popular o populistas de izquierda que en los años anteriores dominaron sin discusión la escena política continental. Se cierra así el ciclo de ascenso de estos gobiernos y se abre, dentro de este proceso, un gran desgaste de la corriente castro-chavista.

 

A ello debemos sumar, a diferencia de lo ocurrido a inicios del siglo XXI, la incorporación del Brasil, a través de las “jornadas de junio” de 2013, que expresó la profunda insatisfacción de importantes sectores de la sociedad brasileña.

 

Las características específicas de este último proceso, su “espontaneidad” y los rasgos “antipartido” de sectores de la vanguardia, sólo pueden entenderse a partir de la crisis de dirección revolucionaria y la confusión que permanece en muchos sectores por la caída del “socialismo real”. Este último rasgo (la crisis de dirección), en realidad, está presente también en todos los demás procesos y explica mucha de sus contradicciones y desigualdades, como en el caso del mundo árabe.



Un nuevo momento de la LIT-CI

 

Otro elemento presente en el Congreso fue la continuidad del desarrollo y el crecimiento de la LIT-CI.

 

Tal como hemos señalado, la crisis de dirección revolucionaria y sus refracciones en cada país son la explicación última de cómo los procesos se desarrollan, con sus fortísimas contradicciones y desigualdades.



Al mismo tiempo, tal como expresa Trotsky en el Programa de Transición, la respuesta a esta crisis de dirección revolucionaria es la tarea más estratégica y, a la vez, la más urgente para los revolucionarios. Tarea que la LIT-CI expresa a través de la propuesta de “Reconstrucción de la IV Internacional”.

 

En este sentido, la situación mundial va abriendo cada vez mayores posibilidades de intervención de la LIT-CI y, con ello, de crecer y desarrollarse en el marco de esta intervención. El propio congreso discutió la necesidad de diferenciar entre los espacios de “intervención” en los movimientos y de “construcción” partidaria, que tiene leyes propias y tareas específicas.

 

En el marco de esta discusión se constató que la LIT-CI continuó creciendo desde su anterior congreso. Por un lado, extendiendo sus áreas de actuación a nuevos países y regiones.

 

En este congreso, esto se expresó en la incorporación de la delegación de Senegal, que sólo pudo llegar una vez iniciadas las sesiones y fue recibida con un gran aplauso. También en los pequeños pero “grandes” avances (ya que se partía casi de cero) en la intervención en los procesos del mundo árabe, especialmente en la guerra civil siria. O en la presencia del delegado de Turquía, con la nueva realidad del país y su enorme importancia como “bisagra” entre Europa y el mundo musulmán.

 

Por otro lado, también ha crecido la inserción y participación de varias de sus secciones en los procesos de la lucha de clases (huelgas, manifestaciones, enfrentamientos) y otros hechos de la realidad, como la legalización y la participación electoral de varias secciones (lo que es una señal de maduración de esas organizaciones).



Como ejemplo, citamos al PSTU brasileño, activo participante de los procesos de junio de 2013 e impulsor de una central sindical, pequeña pero real y dinámica, como la CSP Conlutas. O la participación electoral simultánea de tres secciones centroamericanas (PT de Costa Rica, PST de Honduras y UST de El Salvador).

 

En el caso de Europa, que había sido votada como prioridad en el Congreso anterior, se ha visto un fortalecimiento de sus secciones, varias de las cuales participarán de las elecciones europeas (como el MAS portugués y Corriente Roja de España) e intervienen activamente en los procesos de reorganización como en España (a través de la participación en Cobas y Hay Que Pararle los Pies) e Italia (donde se impulsa No Austerity, una coordinación de las luchas).



Intensas polémicas

 

Esta realidad rica y dinámica fue objeto de análisis a lo largo de los diferentes puntos del congreso. Y, como no podía ser de otra manera, en diversos puntos se produjeron debates muy intensos, resultado de enfoques y percepciones diferenciadas de la realidad, que derivan a su vez en diferentes tácticas o propuestas de acción.



Así sucedió, por ejemplo, en los puntos sobre Siria y Egipto. En Siria, se debatió el carácter de la guerra civil siria, la definición de cada uno de sus campos y la posición a adoptar ante ella. En Egipto, se discutió la dinámica general de la revolución, el significado de la asunción directa del gobierno por parte de los militares y cómo actuar frente a la represión de que es objeto la Hermandad Musulmana. Otro punto sumamente debatido fue el que analizó las mejores tácticas y formas de organización para luchar contra la opresión de la mujer.

 

Otros intensos debates fueron sobre Europa, especialmente sobre las mejores tácticas y programas para intervenir en las luchas y desarrollar nuestras organizaciones. Y sobre Brasil y cómo dar respuesta a la situación abierta en junio de 2013.

 

Estos debates, matices y diferencias se dan en el marco de una profunda unidad estratégica. Nos recuerdan los intensos debates y discusiones de la corriente bolchevique rusa a lo largo de toda su historia, que fraguaron el partido que dirigiría la revolución de 1917. Son una expresión de una organización internacional viva y, al mismo tiempo, más compleja por su inserción en diferentes realidades y percepciones de estas realidades.

 

La construcción de los partidos revolucionarios

 

Otro debate que cruzó el congreso es decisivo para la construcción de organizaciones obreras revolucionarias en este período.

 

La crisis capitalista y el desarrollo y polarización de la lucha de clases abren para los revolucionarios grandes posibilidades de crecimiento. Sectores amplios de la vanguardia obrera y juvenil avanzan hacia posiciones combativas y se radicalizan. Entran a los procesos revolucionarios con toda su fuerza y frescura y, a la vez, con sus falsas ilusiones en la “profundización de la democracia”. No reconocen una referencia socialista ni de destrucción del capitalismo.



Sobre esos límites en la conciencia se montan las brutales presiones que la burguesía y sus mecanismos ejercen sobre todas las organizaciones (tanto revolucionarias como centristas y reformistas), en la medida en que crece el espacio para su desarrollo. Eso es inevitable, es una ley de la realidad: cuanto más avances tiene una organización, mayores son las presiones que ejercen sobre ellas las instituciones de la democracia burguesa, los procesos electorales, los medios de difusión, los aparatos sindicales, etc.

 

Esto siempre fue así, y se profundiza ante la agudización de la lucha de clases. La inmensa mayoría de las organizaciones de la izquierda anticapitalista, incluso las que vienen del trosquismo (como el ex Secretariado Unificado), le claudican a esas presiones, abandonando estrategias, programa y concepción de partido e internacional, transformándose en organizaciones electoralistas, reformistas, economicistas.



No se trata de un problema abstracto. Por ejemplo, quien accede a un cargo sindical, comienza a recibir presiones para ser “moderado” o para “no meterse en política”. Quien es electo parlamentario, comienza a tener accesos a los medios, recursos financieros a su disposición, a “ser importante” y tener un trato diferenciado, sufre la presión de conseguir votos a cualquier costo… Y lo que decimos para las personas es doblemente válido para las organizaciones y la tentación de la búsqueda de “atajos” hacia las masas y para la construcción del partido.



Es lo que hemos llamado “un aluvión oportunista”, que llevó a muchas de ellas a capitularle al chavismo hace unos años, como ahora lo hacen con el Syriza griego, que se intensifica con la evolución de la situación. Y que desde la LIT venimos enfrentando.

 

Esas presiones, que han cambiado el carácter de muchas de esas organizaciones, actúan también sobre los partidos revolucionarios y sobre nosotros mismos. El futuro y el carácter de cualquier organización está determinado por su capacidad de enfrentar esas presiones. Y el primer paso para combatirlas, es reconocerlas, identificarlas. En general, la capitulación a esas presiones comienza por la negación de las mismas.



No se trata de adoptar la estéril “pureza” de los sectarios que, para no contaminarse, no intervienen en los procesos. No tenemos vocación de “secta”.



Se trata de intervenir con todo, luchando con audacia para que nuestras organizaciones crezcan, se desarrollen, aumenten su influencia, sin abandonar el programa, la política y el carácter de una organización revolucionaria, y luchando a la vez contra esas presiones y peligros. Si bien no existen recetas o esquemas, es bueno recordar las premisas que siempre daba Nahuel Moreno a las organizaciones que orientaba: “ser más obrero, más marxista y más internacionalista que nunca”, como un mecanismo ante todas las presiones de la realidad.



La elaboración teórica y programática

 

Entre los aspectos señalados por Moreno, hubo uno que tuvo especial destaque: la conclusión de que no podremos avanzar y, al mismo tiempo, combatir las presiones si no partimos de un estudio profundo de la realidad internacional y de las realidades nacionales. Y, a partir de ese estudio, avanzamos en la elaboración de respuestas teóricas y programáticas a esa realidad. En particular, a los nuevos procesos y fenómenos, como los derivados de la restauración en la ex URSS y el Este de Europa.

 

Junto con esta respuesta a la realidad, esta elaboración debe estar al servicio de la lucha ideológica tanto contra las corrientes burocráticas y reformistas, como contra el atraso en la conciencia de las masas en que estas corrientes se apoyan.



Muchas veces se comete el error de creer que la lucha ideológica es sólo para los “tiempos tranquilos” y no para los de mayor lucha de clases. Es bueno recordar el criterio de Federico Engels de que los revolucionarios deben siempre impulsar tres tipos de lucha: la económica, la política y la ideológica.



En realidad, es en los momentos más álgidos de la lucha de clases cuando la batalla ideológica se hace más necesaria, porque son los momentos en que nuestros partidos tienen más posibilidades de crecer y es más dura la disputa con las otras corrientes.

 

Uno de estos aspectos de la elaboración es el estudio profundo y permanente de las revoluciones anteriores. Tomamos, en este sentido, lo señalado por Trotsky cuando decía que para los bolcheviques hubiera sido imposible dirigir la revolución rusa de 1917 sin haber estudiado y reflexionado profundamente sobre los procesos que iban desde la Revolución Francesa hasta los procesos de 1905 en la propia Rusia.



En consecuencia con este análisis, una de las principales definiciones del Congreso fue votar como tarea privilegiada el estudio y la elaboración de una actualización teórico-programática. Junto con esto, se resolvió destinar importantes recursos, entre fondos y cuadros experimentados, a esta tarea y a la formación y educación de los cuadros de la Internacional, utilizando herramientas como los seminarios y los cursos.



La proletarización



Tanta importancia como esto tuvo la reafirmación de la necesidad de proletarizar (implantar en la clase obrera) a la Internacional y sus secciones, como estrategia de construcción que fortalezca cada vez más nuestra pertenencia de clase y nuestro carácter de revolucionarios.

 

Nuevamente con Moreno, ligarnos e insertarnos en el proletariado es, por un lado, la única garantía para construir organizaciones muy sólidas y no sujetas a las “modas” ideológicas habituales de la izquierda. Y también porque nuestro modelo de socialismo con democracia obrera sólo puede construirse con la movilización permanente y autodeterminada de las masas dirigidas por la clase obrera. Así entendemos el “ser más obreros que nunca”.



Un final con entusiasmo

 

De esta forma, cansados por la intensidad de las sesiones y debates, pero satisfechos por la labor cumplida, los delegados e invitados terminaron el congreso cantado las estrofas de la Internacional en varios idiomas. Fue una forma de decir: estamos firmes y con gran entusiasmo para seguir la lucha, ahora mejor armados políticamente luego de los ricos debates y las resoluciones precedentes.



Más tarde, una fiesta con música y baile permitió la confraternización y la diversión, luego de tanto trabajo. Como decía el viejo Marx: “Nada de lo humano nos es ajeno”.

   

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