Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

¡Vamos a TRANSformar el mundo!

En el siglo XIX las primeras luchas feministas surgen cuando las mujeres, organizadas, comienzan a enfrentarse a la opresión y por la defensa de derechos democráticos, como el derecho al voto, al divorcio, y otras cuestiones que hoy vemos como derechos universales básicos. Pero este movimiento no englobó a todas las mujeres, puesto que sus protagonistas fueron las mujeres de la burguesía, excluyendo así a las mujeres trabajadoras de la lucha de género. Desde entonces, los movimientos de mujeres han ido creciendo con más o menos intensidad, en distintos periodos del siglo XX y ahora en el siglo XXI, poniendo cada vez más a las mujeres a la cabeza de las grandes movilizaciones y revoluciones del mundo.

Por Luana Bonfante y Gema Puga

Por otro lado, algunos movimientos y organizaciones de izquierda han desdeñado la necesidad de la lucha de las mujeres trabajadoras, entendiendo que la lucha por la revolución es la única bandera necesaria y que el problema de la opresión se resolverá después de la revolución. Está claro que esta actitud demuestra una debilidad en la comprensión de la lucha revolucionaria y de todos los sectores oprimidos. Cuando hablamos de movimiento Trans, el problema se agrava aún más.

Los travestis jugaron un papel importantísimo a finales de 1960, cuando tuvieron lugar los grandes movimientos populares LGTB contra la represión policial, como en el caso del Stonewall Uprising en Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de sus luchas y su resistencia heroica, el movimiento Trans sigue enfrentándose a numerosos obstáculos a la hora de formar parte de la lucha feminista general. El problema principal es el sexo biológico. En este sentido, la izquierda en su conjunto necesita avanzar y entender que el género es una construcción social y que las banderas Trans deben formar parte de nuestra lucha contra las opresiones.

Doble y triple opresión

Del mismo modo que las mujeres trabajadoras sufren la doble opresión, las mujeres Trans sufren aún más. Además, el abismo entre las clases sociales, obviamente, también muestra todas sus desigualdades en el mundo Trans, ya que las personas que tienen poder adquisitivo pueden pagar sin mayores problemas las operaciones para cambiar su cuerpo, tan importantes para su identidad.

La gran mayoría de la población Trans sufre situaciones de opresión que van desde el rechazo de la familia y la consiguiente expulsión de sus casas, hasta la falta de políticas públicas para aceptar socialmente el cambio de identidad y conseguir el cambio de nombre en el registro civil. O la extrema dificultad para concluir sus estudios y para conseguir trabajo, debido al enorme prejuicio que sufren, además de enfrertarse a innumerables barreras para acceder a la operación de cambio de sexo en la sanidad pública. Todo esto hace que estas personas se vean, en gran medida, arrastradas a la prostitución forzosa y a trabajos precarios, marginadas de la sociedad y cada vez más separadas de la lucha de clases.

A lo largo de la historia, la clase dominante ha utilizado las diferencias y creado nuevas desigualdades con el fin de aumentar sus beneficios y privilegios. Por eso las trabajadoras y trabajadores tenemos que saber identificarnos como clase social y no subdividirnos en categorías que terminan dividiéndonos en las luchas. Hoy las mujeres siguen sufriendo discriminación cuando su salario es menor que el de los hombres (actualmente en el estado español la brecha salarial entre hombres y mujeres es de un 16%), o cuando tienen que asumir el doble turno de trabajo, jornada asalariada y trabajo doméstico no remunerado.

Y para las Trans la situación es aún peor, porque la falta de recursos para conseguir los cambios corporales incrementa la dificultad para acceder al mercado laboral “formal”, quedando, en la mayoría de los casos, al margen del trabajo legal, teniendo que acceder al subempleo y sujetas a condiciones precarias de explotación. Por eso, a pesar de saber que el movimiento Trans no solo lucha por un sistema de salud que realmente atienda sus demandas, hay que exigir que ninguna persona tenga que ser patologizada para conseguir esta atención.

Una alternativa para luchar

Nuestra lucha, la lucha de la clase trabajadora, no puede llevarse a cabo sin la plena emancipación de las mujeres y de todos los sectores oprimidos. El principio básico para poder existir es reconocerse como sujetos activos en el mundo, por tanto debemos luchar para que cualquier persona Trans consiga que se respete la identidad que ella elija, y luchar por la desburocratización para la obtención de los documentos civiles. Porque, cuando hablamos de empleo y de personas Trans la desigualdad aumenta de manera exponencial, haciendo que el sistema capitalista cumpla con su papel deshumanizador.

Lo que nos une es la clase, lo que nos une es la lucha por los derechos de los y las trabajadoras, y además de todo esto, la lucha por una nueva sociedad en la que, como dijo Rosa Luxemburgo, “seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.

Por eso, desde Corriente Roja queremos que las mujeres Trans se incorporen a nuestras filas y que nos ayuden en la construcción de un programa de lucha LGBTI, para conseguir una nueva sociedad en la que no haya ningún tipo de explotación ni de opresión.

Más contenido relacionado:

Artículos más leídos: