Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

Un partido diferente: revolucionario, socialista y democrático

En 1994 más de 20 grupos provenientes del PT fundaban una nueva organización: el Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), que expresaba en su nombre la fusión de esas organizaciones.


Esta unificación fue producto de una discusión de dos años, proceso que fue conducido por la Convergencia Socialista (CS), antigua corriente interna del PT que había sido expulsada en 1992 y era de lejos la organización más fuerte entre las que formaban el nuevo partido.

Veinte años después, la situación actual que se vive en el Brasil facilita la evaluación de la ruptura con el PT y la fundación del PSTU. Fue correcto salir del PT en aquel momento? ¿Era correcto fundar un nuevo partido socialista y revolucionario como el PSTU?

¿Por qué la CS fue expulsada del PT?
 
En la raíz de la expulsión de la CS en 1992 estaban muchas de las razones por las cuales hoy millones de trabajadores y jóvenes se decepcionaron y llegan a la conclusión de que el PT no es diferente de los demás partidos en el poder. La participación en escándalos de corrupción como el “mensalão”, los gastos de la Copa, la alianza con la FIFA y las grandes multinacionales, las privatizaciones, la alianza con los banqueros y el agro-negocio, los acuerdos con las oligarquías más corruptas de este país son evidencias de eso.

Después de 12 años en el poder, el PT ya no es más aquel partido que despertaba las esperanzas de millones de trabajadores en una transformación efectiva del país. Tal vez hasta gane de nuevo las elecciones, principalmente porque la camada más pobre de la población tema perder lo poco que ganó con las políticas de distribución de renta y vote a Dilma para impedir que la derecha gane. Pero, ya no es el mismo partido.

En 1992 el PT había entrado en ese camino: ya recibía las regalías del Estado burgués, sus diputados, alcaldes y dirigentes disfrutaban de esos beneficios, votó aliarse con políticos burgueses y acabar con la democracia interna que había en el partido. La expulsión de la CS fue una evidencia de ese proceso y un marco en ese rumbo. Más tarde, eso ganó su máxima expresión en los gobiernos de Lula y Dilma.

No siempre fue así. Cuando fue fundado, el PT fue el primer partido de trabajadores sin burgueses y en oposición a sus partidos. Luchaba contra la dictadura militar y en defensa de las reivindicaciones obreras. En un artículo escrito cuando la conmemoración de los 15 años del PSTU, explicábamos que el PT “fue una referencia política para lo mejor de la vanguardia sindical que surgía de las huelgas de 1978, 1979 y 1980. Por eso, la CS propuso su constitución y fue parte de él desde su fundación, como una corriente interna”.
 
Pero, en el mismo artículo señalábamos que desde el principio: “había un fuerte elemento que impedía el desarrollo del PT como un partido obrero independiente: su dirección, representada por la corriente sindical burocrática encabezada por Lula. Desde el principio, esa dirección buscó conducir el partido hacia la colaboración de clases con la burguesía y transformarlo en un partido electoral más del régimen democrático-burgués, adaptado a su corrupción y privilegios”.
 
Para eso, la dirección necesitaba acabar con la existencia de un régimen interno relativamente democrático, que era un obstáculo para sus planes. Precisaba disciplinar o cooptar las tendencias internas de izquierda, que existían desde la fundación del partido. La CS, la tendencia más consecuente de la oposición a la dirección, era contra la alianza con los partidos burgueses, defendía la independencia de la clase obrera y la lucha por un Gobierno de los Trabajadores que llegase al poder por una Revolución Socialista y no que el PT gobernase un Estado burgués y corrupto. Además de eso, luchaba por la democracia interna en el partido y contra los privilegios para los diputados, alcaldes y concejales.

La CS fue expulsada por defender consecuentemente este programa. De esa forma, la dirección del PT buscaba remover obstáculos internos, en su camino hasta los brazos de sus aliados burgueses.

Hoy en día, después de 12 años de gobiernos encabezados por el PT, es más fácil hacer el balance de ese partido. Ese balance fue hecho en junio del año pasado en las calles por millones de manifestantes, que mostraron su decepción e insatisfacción con el gobierno de Dilma y con los resultados de estos años, y se repite actualmente en las combativas huelgas de innumerables sectores y en las manifestaciones diarias que continúan.

El PSTU no será un nuevo PT
 
Por lo tanto, podemos decir que la ruptura con el PT y todo el esfuerzo para formar el PSTU, un nuevo partido clasista, revolucionario y socialista, fue correcto y nos permitió tener hoy este partido que no se dejó corromper como el PT y ofrece una alternativa a los trabajadores.

No obstante, la decepción con el PT devino en una desconfianza general en relación con todos partidos. Muchos nos preguntan si el PSTU no será un nuevo PT, o sea, si no sufrirá la misma degeneración política y moral que ese partido. O, como mínimo, si no seguiremos el camino del PSOL, que también fue fundado por corrientes expulsadas del PT, es oposición a los gobiernos de Lula y Dilma, pero tiene como objetivo central elegir sus candidatos y hace todo tipo de alianzas para alcanzar este fin.

Para responder a estas dudas queremos primero abordar el problema de la burocratización de los partidos obreros desde un punto de vista histórico.

¿Por qué los partidos obreros se degeneran?
 
Esta pregunta tiene mucho sentido porque hasta ahora la mayoría de los partidos obreros del mundo históricamente se degeneraron y dieron origen a algunas de las más traidoras y corruptas burocracias. El PT es sólo uno de los muchos ejemplos y ni siquiera es el más importante.

Uno de los ejemplos más conocidos fue el de los partidos socialdemócratas agrupados en la II Internacional. Estas organizaciones se transformaron de grandes partidos socialistas combativos, construidos sobre la base del pensamiento de Marx y Engels, en partidos dirigidos por diputados y dirigentes sindicales oportunistas que traicionaron a la clase obrera europea en la Primera Guerra Mundial al apoyar a las burguesías de sus respectivos países.

No obstante, el ejemplo que tuvo consecuencias más terribles fue el del Partido Bolchevique que dirigió la Revolución Rusa, la primera Revolución Socialista victoriosa, que construyó el primero Estado obrero y socialista del mundo. Aun derrotando a los ejércitos de la contrarrevolución y de las potencias imperialistas, el partido se degeneró en una burocracia privilegiada, el stalinismo, que implantó una terrible dictadura sobre la clase obrera.

¿Por qué suceden estos procesos? En primer lugar, esa degeneración burocrática es producto de una política consciente de las burguesías nacionales y principalmente del imperialismo. Desde finales del siglo XIX, cuando la burguesía imperialista se vio amenazada por el crecimiento de los sindicatos y partidos socialistas europeos, adoptó una política de comprar a los dirigentes sindicales, diputados y dirigentes de los partidos obreros con regalías y todo tipo de privilegios. De esa forma, creó una casta privilegiada que pudo ser manejada de manera que fuera más útil a los grandes capitalistas.

Pero, es un error pensar que estos procesos siempre tienen un desenlace inevitable. Por un lado, es posible luchar contra ellos y de hecho la historia muestra que eso siempre pasó. En la II Internacional hubo una izquierda, encabezada por Lenin, Rosa Luxemburgo, Trotsky y Karl Liebknecht que luchó contra la traición de los llamados social-patriotas. En el Partido Bolchevique, surgió la Oposición de Izquierda y, después, la IV Internacional liderada por Trotsky, que lucharon contra el stalinismo.

Un partido revolucionario y socialista siempre lucha contra la burocracia
 
¿Es posible evitar la burocratización de los partidos? Si no fuese posible, la lucha de la clase obrera y de todos los explotados y oprimidos del mundo estaría destinada a la derrota inevitable y la humanidad caminaría hacia la barbarie.

Con el surgimiento del stalinismo, que fue hasta ahora la burocracia más terrible y que llegó a asesinar a millares de revolucionarios en la URSS y en todo el mundo para asegurar sus privilegios, Trotsky incorporó al programa de la IV Internacional la lucha contra las burocracias.

El primer punto de esta lucha es que un partido tenga una política revolucionaria. El PT se degeneró porque su dirección desde el principio orientó el partido para intentar llegar al gobierno del Estado burgués. Para eso, procuraba ocupar más posiciones dentro de este Estado, esto es, tener más alcaldes, concejales, diputados, senadores y gobernadores, y después buscando las más espurias alianzas con partidos de las burguesía.

El PSTU, por el contrario, tiene como objetivo que la clase obrera, los campesinos y los sectores populares lleguen al poder por medio de una Revolución Socialista que destruya este Estado burgués y construya un Gobierno de los Trabajadores. Coherente con esa estrategia, el PSTU también lucha permanentemente contra las burocracias de los sindicatos y los partidos oportunistas.

El programa y la democracia interna
 
Pero, la lucha contra la burocratización no exige sólo una política estratégica correcta, también exige medidas para el propio partido. Eso incluye un programa para el propio partido. Este programa tiene algunos puntos principales: la más amplia libertad de discusión interna, la realización de Congresos regulares donde existe el derecho de formar tendencias y fracciones para luchar por sus posiciones políticas; el control regular de la actuación de los dirigentes por las bases, así como la elección de las direcciones en Congresos; el control de los parlamentarios por el partido, incluyendo su salario que no debe exceder lo que ganaban como trabajadores, el resto siendo obligatoriamente entregado al partido, y varias medidas en este mismo sentido.

No obstante, un programa y una estrategia correctos así como la más amplia democracia interna no son suficientes para garantizar que un partido no se degenere. El Partido Bolchevique ruso, que fue el partido revolucionario más importante y más avanzado hasta el día de hoy, se degeneró en la aberración del stalinismo. Eso se dio porque la revolución fue derrotada en varios países de Europa y la URSS quedó aislada durante años, restricta a un país atrasado en cultura y técnica y devastado por la guerra civil que mató a más de un millón de obreros. En este contexto, surgió una burocracia que conseguía privilegios para dirigir el país.

Eso quiere decir que, en último análisis, lo que garantiza el carácter revolucionario y no burocrático de un partido es el resultado de la lucha de clases, los procesos objetivos que llevan a la revolución o a la contrarrevolución. O sea, lo que puede garantizar que un partido no se degenere es si la clase obrera avanza, si la Revolución Socialista estalla en su país, si es victoriosa y se extiende internacionalmente.

La necesidad del partido revolucionario
 
De este modo, llegamos al punto donde el escepticismo anti-partido llega a una contradicción. La experiencia histórica demuestra claramente que para que una Revolución Socialista triunfe y se extienda a otros países es necesario que la clase obrera tenga una dirección política, o sea, un partido revolucionario.

Eso quiere decir que la duda de los miles de nuevos activistas que surgen de las manifestaciones y huelgas sobre la burocratización de los partidos obreros sólo puede tener una solución práctica: participar de la construcción de aquel partido que consideren el más consecuente con un programa clasista, democrático y revolucionario.

Por eso, al conmemorar los 20 años de su existencia, el PSTU llama a esta nueva generación de luchadores a construir con nosotros esta herramienta esencial para que la clase obrera haga la Revolución Socialista Mundial, única garantía de que el partido no se burocratice.

Traducción: Natalia Estrada.

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