Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Un golpe genocida al servicio del saqueo

Ordenado por los yanquis y sus socios nacionales; el golpe del ’76 y su genocidio, tuvieron como objetivo derrotar al movimiento obrero, para acelerar la entrega del país al imperialismo. Reconocer que ese plan económico de sometimiento y ataque a las conquistas obreras ha sido la guía de todos los gobiernos desde 1983 a esta parte, es fundamental para unir las luchas por memoria, verdad y justicia con las peleas cotidianas: dos caras de una misma lucha contra el imperialismo, la patronal y sus gobiernos.

Por: Nepo

Para mediados de los ’70, la crisis económica y política llevó al imperialismo yanqui a recrudecer el saqueo de los países como el nuestro; introduciendo mediante asesores y la acción del FMI, lo que hoy se conoce como neoliberalismo. Pero en Argentina, esos planes chocaban contra un enorme escollo: un movimiento obrero que desde el Cordobazo de 1969 se fue haciendo cada vez más combativo, desbordando a sus dirigentes; y un pueblo que acompañaba esas luchas.

Ese ascenso obrero, estudiantil y popular volteó al dictador Onganía y amenazaba con derrocar el gobierno militar. Su último representante, el Gral. Lanuse, acuerda con Perón su regreso con la esperanza de domar esa fuerza social ingobernable. Perón e Isabelita lo intentan con una doble política. Por un lado, apelando al “pacto social” para frenar las luchas. Por otro, lanzando a la calle a las bandas fascistas de la triple A para asesinar luchadores obreros y populares. Ya muerto Perón, el “Rodrigazo”, la primera gran huelga general contra un gobierno peronista, mostró que el gobierno de Isabel era incapaz de derrotar el ascenso.

Así que la patronal y el imperialismo jugaron su última carta ordenando el golpe, pero con una diferencia cualitativa de los golpes anteriores: esta vez no solo venían a reprimir, sino a exterminar sectores enteros de la clase obrera y la juventud; especialmente a los nuevos luchadores obreros y populares, de los que empezaban a surgir embriones de una alternativa política y sindical revolucionaria que significaba una amenaza para el dominio de la patronal y sus lacayos.

Exterminio y entrega

Por eso, con la inestimable ayuda de las patronales y ciertos jefes de la CGT y los sindicatos (como Rodríguez del SMATA)  que se dedicaban a entregar activistas; el accionar genocida centró su ataque en las principales concentraciones obreras, en especial en sus mejores luchadores y sus organizaciones; haciendo desaparecer comisiones internas y cuerpos de delegados enteros. También contó para esto con la complicidad y colaboración de la Iglesia.

En paralelo a este exterminio, se producía el desmantelamiento de importantes sectores industriales y económicos al servicio de los planes imperialistas: cierre de fábricas, desguace del ferrocarril, fuga de cerebros… todo lo que Menem llevó a su punto más alto, fue iniciado por la dictadura; que dejó el país en una situación de atraso de la que nunca se recuperó.

A eso hay que sumarle el aumento pavoroso de la deuda externa (con estatización de deudas privadas incluida); que infló la especulación financiera hasta provocar la quiebra de varios bancos: esa deuda externa y ese parasitismo financiero siguen rapiñando nuestro país hasta la fecha.

La dictadura y la resistencia

Sin embargo, a pesar del exterminio de una generación entera de luchadoras y luchadores; los militares no pudieron hacer que la clase obrera y el pueblo dejen de luchar. En las fábricas y oficinas, en el subte, etc. hubo paros y medidas que expresaron la voluntad de lucha frente a la ocupación militar. En las calles, el heroísmo de las Madres y otros organismos de DD.HH. desafiaba a los genocidas día a día.

Esta creciente resistencia, sumada a la crisis económica, agudizaron la crisis del régimen militar. Las tensiones internas desplazaron a Videla, luego a Viola y finalmente colocaron a Galtieri, en un país casi en llamas, que presenció el 30 de marzo de 1982 cómo la clase obrera volvía a tomar las calles. Y Galtieri, creyendo que con una acción en Malvinas recuperaría el apoyo a la dictadura, detonó una movilización revolucionaria antiimperialista que terminó barriendo a esa conducción traidora de la guerra y provocando la derrota más profunda del golpismo en Argentina. El triunfo británico en la guerra, sin embargo, sometió con nuevas cadenas a nuestro país: se instaló una base militar inglesa en Malvinas y avanzó el control imperialista sobre nuestra economía y recursos naturales.

Luego de la caída de la dictadura, las Fuerzas Armadas no pudieron recuperar su imagen en el pueblo trabajador argentino, por más intentos que hicieron y aún hacen los gobiernos de turno. El repudio al genocidio se transmite de generación en generación, y así tiene que seguir siendo. No nos olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos, estas también son razones para marchar.

Más contenido relacionado:

Artículos más leídos: