Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Un fascismo raro

Lora, al igual que los otros integrantes del FRA [Frente Revolucionario Antiimperialista], definen al actual gobierno boliviano como fascista (P.143, del libro citado [se refiere a Bolivia: de la Asamblea Popular al golpe fascista], por ejemplo). Una página antes, nuestro autor nos cuenta lo siguiente: “La situación política boliviana se va modificando rápidamente, y a breve plazo puede pasarse de la resistencia pasiva a la activa, que se producirá a medida que los brotes de repulsa al desgobierno gorila se generalicen y, por tanto, adquieran una alta expresión política. En este camino merece citarse la derrota del oficialismo en las elecciones sindicales que han tenido lugar en los centros mineros . El Ministro de Trabajo se trasladó a Siglo XX [ciudad de Bolivia, en Llallagua, Potosí] dentro de una inconfundible campaña electoral, y como respuesta a esta abusiva intromisión, los obreros votaron cerradamente contra los hombres adictos al régimen y dieron la victoria a la izquierda”.

Por Nahuel Moreno

No se lucha mejor contra un gobierno reaccionario definiéndolo siempre igual: fascista. La palabra es fuerte, hiere nuestros oídos, pero no cambia la realidad. La mejor forma de combatir a cualquier gobierno burgués es hacer una clara y justa definición de clase, como de su probable dinámica. Los stalinistas, durante el tercer período, practicaban ese trágico juego de llamar a todos los gobiernos burgueses como fascistas, sin distinguir sus distintas características. Trotsky ha dedicado muchas páginas a combatir ese infantilismo teórico, lo que me exime de detenerme en demasía en el tema.

Hay gobiernos reaccionarios, muy reaccionarios, que no son fascistas. Hay otros que son semifascistas. Ustedes, los compañeros brasileños, han dado un buen ejemplo de responsabilidad teórica al negarse a definir como fascistas el gobierno de Garrastazú Medici y los anteriores de Castello Branco y Costa e Silva. Hacen esfuerzos denodados por precisar las distintas relaciones de clase que les dieron origen y que explican su dinámica. En general se han inclinado por considerarlos distintas variantes de gobiernos bonapartistas, ultra reaccionarios, sin ser fascistas. Todo esto, a pesar de haber pasado ustedes por la tortura y la cárcel en distintas oportunidades. Mi opinión personal ya la conocen, que algunos de esos gobiernos han tenido características semifascistas. Esta diferencia de apreciación no invalida el acuerdo metodológico: a los gobiernos burgueses hay que estudiarlos y definirlos como marxistas y no en forma agitativa o sentimental, reemplazando los epítetos por las definiciones serias.

En Bolivia tenemos el mismo problema: ¿definimos con seriedad trotskista el carácter del gobierno o lo insultamos? Tenemos grandes dudas de que sea un “ gobierno fascista ” el que permite que le ganen elecciones sindicales en los principales sindicatos del país. Si es fascismo, es muy raro y de un nuevo tipo, porque justamente todo gobierno fascista se caracteriza por aplastar con métodos de guerra civil y apoyándose en la movilización de la clase media desesperada y el lumpen proletariado, a la clase obrera con sus organizaciones sindicales y partidos. Esta es la clásica definición trotskista del fascismo, para distinguirlo de tanto gobierno ultra reaccionario que existe y que no es fascismo.

En Bolivia, si nos atenemos a Lora, el gobierno no ha destruido los sindicatos. Por el contrario, les deja cierto margen de libertad y sus métodos no son de “ guerra civil ” ni de movilización de la pequeña burguesía y el lumpaje desesperado contra ellos, sino al revés, intenta, en una “campaña electoral ”, triunfar en las elecciones sindicales, aceptando el perderlas.

Nuestra opinión es que el gobierno de Banzer es un gobierno ultra reaccionario, asentado en un sólido frente burgués, que hace participar del poder a los dos sectores fundamentales de la burguesía boliviana: la minera del altiplano y la cruceña (ganadera, azucarera, algodonera, en colosal expansión). Este gobierno es cualitativamente diferente al de Barrientos[1], que tenía o llegó a tener características semifascistas, con su intento de apoyarse en sectores campesinos desclasados o pequeño burgueses contra el movimiento obrero. Estas distintas caracterizaciones explicarían las profundas diferencias entre Banzer y Selich[2], verdadero continuador del barrientismo; diferencias que son inexplicables si tanto Banzer como Selich son directamente fascistas.

Podernos discrepar sobre el carácter del gobierno boliviano actual, sobre el peso que en él tiene la pequeña burguesía desesperada; pero en una cuestión estoy seguro que vamos a estar de acuerdo: que el gobierno boliviano actual, que permite elecciones en los grandes centros mineros, no es tan reaccionario como el gobierno brasileño, al que ustedes no catalogan como fascista. Esto es lo único que quería señalar.

Notas: 

[1] General René Barrientos Antuño, presidente de Bolivia hacia finales de los años ’60. Murió carbonizado en un accidente de helicóptero, en abril de 1969. Las circunstancias de lo ocurrido nunca fueron completamente aclaradas.

[2] Mayor Andrés Selich, jefe de las brigadas militares que capturaron al Che. Murió bajo tortura en 1973, justamente durante la dictadura del general boliviano Hugo Banzer.

Originalmente publicado en la Revista de América nº 8/9, Mayo-Agosto de 1972. Tomado del Arquivo Leon Trotsky

 

 

 

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