Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

La fundación de la IV Internacional

En setiembre de este año se cumplen 75 años de la fundación de la IV Internacional, realizada durante una conferencia reunida en París en 1938, impulsada por el revolucionario ruso León Trotsky, exiliado en México. Para recordar esa fecha publicamos la Tesis VI del trabajo Actualización del Programa de Transición, escrito en 1980 por el trotskista argentino Nahuel Moreno, material que en 1982 serviría como base programática para la fundación de la LIT-CI.


 
La debilidad actual de nuestra Internacional, así como el hecho de que las revoluciones triunfantes han sido dirigidas por la burocracia, han llevado a algunos sectores revisionistas a plantear el problema de si fue correcto o no fundar la Cuarta Internacional, dada que ésta no ha sido necesaria para expropiar a la burguesía en la tercera parte del orbe. Deutscher y otros intelectuales parecidos se plantean este interrogante para terminar respondiendo categóricamente que fue un grave error de Trotsky haber fundado la Cuarta Internacional.

Nosotros sostenemos lo contrario: la fundación de nuestra Internacional fue el más grande acierto de Trotsky y de nuestro movimiento mundial. Nuestra Internacional se funda en el punto más bajo del retroceso del movimiento obrero por razones muy profundas: es un fenómeno paralelo al de la defensa de la URSS.

Responde a una misma necesidad, pero más importante aún que defender la URSS: unir férreamente a todos los marxistas revolucionarios alrededor de un programa que sintetizara todo lo aprendido por el movimiento marxista mundial desde el Manifiesto Comunista y especialmente desde la Revolución Rusa. Para defender estas conquistas del marxismo, sintetizadas en el trotskismo y su programa, del ataque contrarrevolucionario en toda la línea que llevaban a cabo el stalinismo y los otros aparatos contrarrevolucionarios para borrarlas de la memoria histórica de los trabajadores y su vanguardia, era imprescindible lograr una férrea organización internacional por parte de los revolucionarios.

No haber fundado la Cuarta Internacional hubiera significado dejar librada a cada corriente trotskista del marxismo revolucionario de la época actual a su suerte nacional, es decir libradas a responder a la ofensiva revisionista y burocrática del stalinismo y la socialdemocracia en forma aislada, prácticamente sin defensa.

Por otro lado, la fundación de la Cuarta Internacional tenía un objetivo ofensivo: preparar un marco y un programa común a los marxistas revolucionarios del mundo para el inevitable ascenso revolucionario que se abriría a corto plazo y que sería desviado o traicionado por todas las direcciones burocráticas y pequeñoburguesas del movimiento de masas. Sólo fundando la Cuarta Internacional se podía responder a estas necesidades defensivas y ofensivas.

Por otra parte, no hay ninguna ley que diga que la Internacional debe ser fundada a caballo de un gran triunfo del movimiento obrero. En última instancia, éste es el único argumento relativamente serio de los teóricos trotskizantes que son escépticos sobre el papel y la necesidad perentoria de la (Cuarta Internacional. La única Internacional que se ha fundado a caballo de un colosal triunfo fue la Tercera. Tanto la Primera como la Segunda se fundaron al comienzo del ascenso y cuando éste recién se profundizaba.

La Cuarta Internacional se fundó justamente cuando se vislumbraba la terminación del descenso y el comienzo del inevitable ascenso revolucionario. Y el haberla podido fundar, el haberle podido dar un programa y una organización a ese ascenso revolucionario mundial y a esa inevitable traición de las direcciones, indicaba la maduración en las filas trotskistas del factor consciente. Es decir, preparábamos la organización y el programa para disputarle la dirección del movimiento de masas a los aparatos contrarrevolucionarios y superar así la crisis de dirección con que se enfrentaría el ascenso revolucionario.

El otro argumento más o menos creíble es el de que no fue necesaria la Cuarta Internacional para expropiar la burguesía en numerosos países. Pero esta critica pretende atribuirle a nuestra Internacional objetivos limitados, tácticos y nacionales —expropiar a la burguesía o a las inversiones imperialistas en un solo país—, cuando los objetivos de nuestra Internacional y las necesidades de la clase obrera son mucho más amplios: derrotar al imperialismo en el mundo, liquidar las fronteras nacionales, organizar en forma revolucionaria al proletariado para que ejerza el poder y siga movilizando a las masas de todo el orbe para empezar a construir el socialismo.

Fundar la Cuarta Internacional en el año 1938 y defender a la URSS de la guerra contrarrevolucionaria que se preparaba contra ella, era imprescindible, como lo indica el hecho de que ni bien fundada soportó el primer ataque revisionista. Este ataque estuvo a punto de ganar a uno de los partidos más fuertes de nuestro movimiento: el Socialist Workers Party (SWP) de los Estados Unidos. Como una expresión más del avance de la contrarrevolución en el mundo surgió una tendencia revisionista en nuestra Internacional, los antidefensistas, que si no se hubieran encontrado con el marco común de nuestra Internacional recién fundada y con Trotsky, hubieran podido disgregar las filas trotskistas en el mundo entero.

Gracias a la fundación de la Cuarta Internacional pudimos mantener intacto nuestro programa de defensa de la URSS derrotando a la primera gran corriente revisionista que surgió dentro de nuestras filas. Por lo tanto, la fundación de nuestra Internacional con la formulación del Programa de Transición es el más grande acierto de nuestro movimiento. Defendimos así las dos más grandes conquistas de la etapa de veinte años de derrotas: la URSS, y el único marxismo revolucionario existente, el trotskismo.

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