Vie Abr 19, 2024
19 abril, 2024

Socialismo o barbarie

El mundo ya está hundido en una crisis en la que aún no se vislumbran todas las consecuencias. Baste decir que, conforme el articulista del New York Times, Martin Wolf, en un extremo la pandemia del coronavirus puede producir hasta sesenta millones de muertos, número semejante al de la Segunda Guerra Mundial. A esta devastación sanitaria se suma una crisis económica y social sin precedentes.

Editorial de Opinião Socialista n.° 586, Brasil

La pandemia fue prevista por los científicos hace tiempo. Pero ella no fue evitada ni los gobiernos se prepararon para enfrentarla. ¿Por qué? Porque el sistema capitalista es absolutamente obsoleto y destructivo. Un sistema volcado a la acumulación de capital y administración de lucros crecientes para un número cada vez menor de multimillonarios, devastando de manera irracional el medio ambiente, haciendo de millones de seres humanos cosas descartables, produciendo legiones de miserables.

Cada día más la irracionalidad de este sistema lanza a la humanidad en crisis tremendas, escenarios de barbarie y espectáculos de horrores cada vez peores. Frente a la crisis, demoran en responder, solo responden cuando las ganancias están amenazadas y lo hacen de manera insuficiente. Véase Italia, en que la clase obrera está siendo obligada a trabajar en la industria metalúrgica y otras, y por eso corrientemente se está levantando en huelgas, exigiendo cuarentena social y gritando: “No somos carne de cañón”.

En el Brasil se avecina una catástrofe de enormes proporciones: sanitaria, económica y social. La expansión geométrica de la contaminación por el coronavirus ya está en curso en diversos Estados. Los números son subestimados, pues no se están haciendo testes en masa. Baste decir que la primera víctima fatal de la enfermedad no había sido diagnosticada.

Aquí, la actitud del gobierno Bolsonaro y Mourão es de defensa de la barbarie. Después de decir que la pandemia era una fantasía y que “otras gripes matan más que esta”, que pudiendo estar infectado y debiendo estar en cuarentena, promueve y participa de acto en defensa de la dictadura, dice que va a hacer una fiesta de aniversario en el Planalto. Percibiendo tener su popularidad cayéndose, aún intentó disfrazarlo, pero la máscara cayó. La política de Bolsonaro y de Paulo Guedes es no hacer nada, o casi nada. Dejar a todo el mundo infectarse y quien muera, murió. Él aprovecha para disminuir salarios y derechos y facilitar despidos.

El Fuera Bolsonaro-Mourão crece. Los cacerolazos no van a parar

Pero es forzoso decir que los que intentan presentar un capitalismo con “rostro humano o más humano”, como los gobernadores Rodrigo Maia (DEM-RJ), etc., levantan propuestas cosméticas, totalmente insuficientes, y no dejan, como el gobernador Dória (San Pablo), de promover despidos y desempleo en un momento como este. Proyecciones, como la de la FGV [Fundación Getúlio Vargas], por ejemplo, hablan de la posibilidad de crecimiento negativo de 4%. La prensa y el Congreso Nacional intentan defender un clima de “unidad nacional” contra el epidemia (de la cual la izquierda parlamentaria como el PT, PCdoB y PSOL participan), cuando la inoperancia impera.

Cada día que pasa, la vida de millones de personas está amenazada por el virus, por el desempleo y por la falta de renta. Es preciso tomar medidas de emergencia contundentes: parar el país ya para derribar el contagio, garantizar empleo y renta para todos. Y no quedarse elogiando al inoperante ministro de Salud, que tuvo el coraje de llamar a Bolsonaro de gran timonel. Solo si fuese timonero del Titanic.

La clase trabajadora con o sin registro de trabajo, la juventud, los profesionales de la salud, los pequeños empresarios, precisan ir a la lucha exigiendo medidas de emergencia ya, de los gobiernos y de los grandes empresarios. Esta lucha ya comenzó: los obreros de la Cherry en Jacareí (SP) impidieron despidos, los de la GM acaban de arrancar licencia remunerada, los trabajadores de telemarketing están movilizándose en todo el país.

Debemos parar el Brasil para derribar el virus, vamos a parar todo (huelga general) y hacer cacerolazos, bocinazos y formas de movilización que eviten el contagio, exigiendo cuarentena social general, dinero para salud e investigación, distribución en masa de materiales básicos de protección a la población; estabilidad en el empleo, y garantía de renta de verdad (y no ese insulto de R$ 200) [menos de 50 dólares] a los trabajadores sin registro y a los desempleados. ¡Y fuera Bolsonaro y Mourão, y su proyecto de dictadura y semiesclavitud!

Es hora de unidad para luchar por medidas de emergencia contra Bolsonaro, pero también contra la inoperancia de gobernadores y del Congreso Nacional. Llamamos al PT, PSOL, PCdoB, las centrales sindicales y todos los movimientos a asumir esas reivindicaciones básicas y luchar para conquistarlas. Es la vida de la mayoría la que está en juego.

Y en esa lucha precisamos levantar el “Fuera Bolsonaro y Mourão”, ¡sí! Sin eso, difícilmente la otra lucha puede ser llevada hasta el final. No podemos esperar apenas 2022 para sacar a un gobierno que deja a la clase morir y que, por eso mismo, ya tiene en su contra a la mayoría.

Pero si debemos hacer un llamado a toda la unidad para luchar, es preciso decir alto y fuerte que precisamos una organización revolucionaria, y que la clase trabajadora precisa avanzar en su autoorganización para hacer una revolución socialista. No podemos continuar a merced de estos gobiernos y de este sistema de 1% de multimillonarios que vive de nuestra explotación y destrucción.

Por eso, ni los proyectos de Rodrigo Maia y del “centrón” combaten a la altura esta pandemia, y ni los proyectos del PT, del PCdoB e incluso del PSOL –que defienden un frente amplio electoral, de colaboración con grandes empresarios y partidos burgueses, en defensa de un capitalismo supuestamente mejorcito, con “rostro humano”–, garantizan un horizonte de vida digna para la mayoría.

Porque este proyecto de reformas en este sistema ya lo tuvimos con los 13 años del PT en el poder, y no solo terminó en Bolsonaro como no fue capaz siquiera de garantizar saneamiento básico para todos. Es una vergüenza que en un país con la riqueza del nuestro, cerca de 50% de las viviendas no tengan saneamiento. Y, frente a una catástrofe como esta, tengamos un contingente enorme vulnerable y en una situación de riesgo tal que puede rozar el genocidio.

Precisamos de un país y un mundo socialista, de una salida revolucionaria. Un gobierno socialista de los trabajadores, que gobierne con consejos populares. Para conseguir eso, precisamos construir un partido revolucionario. En esto estamos empeñados y lo convidamos a que venga a ayudarnos en esta tarea estratégica.

Artículo publicado también en www.pstu.org.br, 20/3/2020.

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