Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Sobre el juicio y la prisión de los dirigentes del PT

En los últimos días volvió a ganar cuerpo la discusión sobre la naturaleza del juicio del mensalão[1], debido a la prisión de los dirigentes petistas condenados en el proceso.

Los órganos de prensa, tradicionales portavoces de la derecha, “deitam e rolam” [hacen y dicen lo que les da la gana] sobre el hecho. Intentan atribuir a estos dirigentes y al PT la responsabilidad por la corrupción que es endémica, parte constitutiva, de la política tradicional en el Brasil. Llegan a decir que “ahora las cosas van a mejorar”. ¡Pura hipocresía!

Muchos activistas y militantes del movimiento, algunos más nuevos y otros contemporáneos a la época en que ZéDirceu, Delúbio e Genuíno estaban en las luchas del pueblo, están divididos sobre qué actitud tener frente a lo que está ocurriendo. Si, por un lado, condenan la corrupción, por otro lado no pueden dejar de ver el carácter político que tuvo el juicio. ¿Si ni Maluf[2]está preso, es correcta la prisión de los dirigentes petistas? ¿Qué hacer en una situación como esta?

Se trata de un tema importante para la izquierda y la clase trabajadora brasileña. Y que ha sido tratado de forma un tanto capciosa en la prensa y en las redes sociales, no sólo por los defensores de los dirigentes petistas sino también por sus detractores. Quería aquí dar una opinión que, espero, contribuya para la reflexión que todos debemos hacer sobre este asunto.

En primer lugar, es preciso decir que no veo motivos para que un trabajador se alegre con la prisión de los dirigentes del PT. El juicio y la condena de estos dirigentes son las expresiones más agudas del proceso de degeneración política vivida por el PT. Las cosas llegaron al punto del partido reproducir la práctica que siempre condenó de los partidos tradicionales, hasta en los detalles más sórdidos. O sea, estamos frente a una derrota inmensa de la clase trabajadora. Una decepción enorme para todos los que construyeron el PT y querían que este fuese un instrumento para la lucha política de los trabajadores, para cambiar la política y cambiar el país, y no copiar la práctica de las viejas oligarquías. Nadie puede alegrarse con esto.

El carácter político del juicio y de los tribunales

En segundo lugar, quiero decir que es preciso, sí, combatir la hipocresía y el carácter político de la justicia brasileña, del Supremo Tribunal Federal (STF), en particular. Visto sobre el prisma de la sociedad de clases en que vivimos, los tribunales brasileños, incluso el STF, son sí un tribunal de excepción. La única cosa que es necesario agregar aquí es que eso no es de ahora. Siempre fue así.

Los juicios en el STF, en el STJ (Superior Tribunal de Justicia) y en los TJs (Tribunales de Justicia) estaduales son realizados en función de los intereses de las grandes empresas, de los ricos y poderosos. ¿Recuerdan las decisiones del TJ de San Pablo y del STJ sobre la ocupación del Pinheirinho? O, tomemos otro aspecto: ¿cuál es la explicación para el hecho de que las prisiones brasileñas estén llenas de pobres y negros a no ser exactamente el carácter político de la justicia brasileña, siempre sumisa al gran empresariado?

En el juicio del mensalão, el carácter político del tribunal no se manifestó sólo en lo inédito de la condena por corrupción a políticos poderosos. También estuvo presente en otro aspecto. Los mismos ministros que condenaron a los dirigentes petistas porque habrían comprado votos para aprobar leyes en el Congreso (Reforma de Previsión Social de Lula en 2003, la Ley de Quiebras, el Súper Simple [Sistema Impositivo y Previsional de las Pequeñas Empresas], etc.), se apuraron en decir que estas leyes seguían vigentes, no serían anuladas. ¿Cual es la razón de esta “incoherencia” de mantener vigentes leyes que fueron aprobadas sobre la base un fraude (votos comprados)? No hay otra razón a no ser porque estas leyes beneficiaron a los bancos y a los grandes empresarios. Lamentablemente, estos aspectos no son denunciados por los dirigentes petistas. Hablan apenas de aquello que los perjudica directamente.

Es correcta la denuncia que hacen los dirigentes petistas de que otros escándalos de corrupción, como el del PSDB de Minas Gerais o el del DEM en el Distrito Federal [ambos partidos burgueses de derecha, hoy en la oposición], no han sido tratado por el STF como el mismo rigor o rapidez. ¿Se acuerdan de Collor de Melo? Le quitaron su mandato por corrupción, pero hasta ahora no hay ninguna condena judicial contra él. Maluf sigue fuera de la prisión. Todo eso, de hecho, es un absurdo. No obstante, no se puede combatir hipocresía con hipocresía. 

El precio de la alianza de clases con la burguesía

Vamos a la tercera cuestión que quiero traer para reflexión de todos. ZéDirceu e Genuíno fueron presos, torturados y perseguidos por la dictadura militar. Delúbio fue un importante dirigente de lucha de los profesores de Goiás y de la CUT. Por estas razones y por el papel que cumplieron en la lucha de nuestra clase, estos dirigentes conquistaron el respeto de millares y millares de activistas en todo el país. Incluso, mi respeto, a pesar de las diferencias políticas enormes que siempre nos separaron.

No obstante, no es por eso que ellos fueron condenados y están siendo presos. Pero sí por la práctica de corrupción, desvío de dinero público. Es verdad que el desvío fue para el partido y no para beneficio propio, pero eso no mejora la situación. Lo que pasó fue que el PT, llevado en gran medida por estos dirigentes, decidió abandonar la defensa de la independencia política de los trabajadores que pregonaba cuando fue fundado. Volvió la espalda a los trabajadores y resolvió aliarse al gran empresariado para llegar al gobierno y, después que asumió, para gobernar. Abandonaron la idea de transformar la sociedad y acabaron por mezclarse con lo que hay de peor en la política tradicional brasileña. La alianza política va desde Sarney a Maluf, hasta Collor de Melo.

Gobernar con la burguesía implica gobernar para ella, como demuestra el modelo económico que los gobiernos del PT aplicaron hasta hoy. Basta recordar, para no ir muy lejos, que la compra de votos fue para aprobar leyes contrarias a los intereses de los trabajadores, como la Reforma de Previsión Social en 2003. Y la práctica de corrupción es una consecuencia necesaria de esta elección. No hay gobierno sin corrupción en el capitalismo. Estos dirigentes lo sabían cuando optaron por eso.

Así, no hay base para la comparación entre la prisión de Genuíno y ZéDirceu en la dictadura y ahora. En la dictadura, ellos fueron de hecho perseguidos. Eran presos políticos. Luchaban contra la injusticia y la desigualdad de la sociedad capitalista y fueron víctimas de la dictadura, que no les reconocía el derecho de luchar por sus ideas. Ahora, estaban apenas reproduciendo una práctica contra la cual lucharon en aquel momento, y que es completamente nociva para los trabajadores. Al final, la corrupción saca dinero de la salud, de la educación, de la vivienda y del saneamiento para aumentar el lucro de las empresas y enriquecer a políticos deshonestos.

Al ser juzgados y condenados por el STF estos dirigentes percibieron, de forma dolorosa, es verdad, que no sirvieron de nada los enormes servicios que prestaron a la gran burguesía brasileña mientras estuvieron en el gobierno. La burguesía los quiere como felpudos, no como gobernantes. Este es el significado del juicio. Se ilusionaron los dirigentes petistas si creyeron que ya habían sido aceptados e incorporados al “piso de arriba”.

Comprender esto es importante también para que no queden ilusiones sobre el papel del STF. Se engañan aquellos que creen que está en curso una ola moralizadora de la política brasileña por las manos de los ministros de esa Corte. Cuando mucho serán obligados, por haber condenado a los dirigentes petistas, a quemar uno o dos más chivos expiatorios de otros partidos. Recordemos que se trata del mismo tribunal que mandó liberar al banquero corrupto Daniel Dantas, al banquero corrupto Cacciola, al asesino de la hermana Doroty[3], y un largo etcétera. De allí no vendrá ninguna solución para los problemas de la política brasileña o para los que afligen la vida del pueblo.

¿Abandonar nuestros sueños o luchar para hacerlos realidad?

El problema es que los dirigentes petistas y sus defensores quieren que aceptemos que aquello que fue hecho por el partido y sus jefes está bien. Que “no hay otra forma” de gobernar y que, por lo tanto, lo hecho fue “acción política” y no robo de dinero público. Por eso insisten siempre con que “todos los partidos hacen los mismo”. Esto es pura tergiversación que sólo nuestra hasta dónde va la hipocresía de estos dirigentes. Aquí entra la cuarta y última cuestión que quiero tratar.

En realidad, estos dirigentes y sus defensores usan el hecho de que el STF llevó a cabo un juicio político, de la incoherencia de que no haya sido juzgado hasta ahora el mensalão del PSDB ni el del DEM y de que, sí, Maluf y Collor deberían ir a prisión antes que los dirigentes del PT, para intentar pasar la idea de que no se está haciendo justicia con ellos, de que no deberían haber sido condenados o presos. Intentan convencer al pueblo a que los defienda; a los activistas y militantes de que son un ejemplo de lucha y dedicación al país y a la causa de los trabajadores. Ni una cosa ni la otra.

Debemos sí luchar contra lo que hay de injusto en todo esto. O sea, vamos a luchar para sean juzgados y condenados los involucrados en el mensalão del PSDB y del DEM. Vamos a luchar para que Maluf, Collor de Melo y tantos otros corruptos que están en la base del gobierno y de la oposición paguen con prisión por sus crímenes. Más aún, vamos a exigir la confiscación de todos sus bienes para resarcir a los cofres públicos lo que robaron. De la misma forma que precisamos luchar para que el STF anule la reforma de Previsión Social y otras leyes aprobadas sobre la base de la compra de votos. Debemos luchar contra la persecución y criminalización que sufren los jóvenes y trabajadores presos en las manifestaciones de protesta, en todo el país. Estos, sí, son presos y perseguidos políticos.

Pero no por eso podemos o debemos defender lo que estos dirigentes hicieron, menos aún aceptarlos como ejemplo para nuestras luchas. No estamos frente a presos y perseguidos políticos. Estamos frente a dirigentes que aprovecharon los cargos de gobierno que ocupaban para hacer corrupción con dinero público. Defender lo que ellos hicieron implicaría hacerles el juego: tirar a la basura el sueño de construir una sociedad socialista e igualitaria, libre de todos los males del capitalismo, incluso de ese cáncer que es la corrupción.

Estos dirigentes, al optar por la alianza con la burguesía, abandonaron ese sueño. Nuestra obligación, el desafío de todos los luchadores honestos, militantes de la lucha de nuestra clase, estén ellos en el PT o no, es el de mostrar a toda la clase trabajadora y a la juventud de nuestro país que hay, sí, otro camino. Que no abandonamos nuestro sueño, pues con la lucha de los trabajadores y de la juventud podremos transformarlo en realidad.

Como dije al inicio, no hay por qué alegrarse con la prisión de los dirigentes petistas. Estamos frente a una derrota de nuestra clase. No por la prisión en sí, sino porque ella es la expresión pura y cruda de cuánto se degeneró uno de los partidos más importantes que nuestra clase construyó en la historia reciente de nuestro país. Pero, tampoco cabe quedar lamentándose por el destino de estos dirigentes o del partido. Ellos eligieron ese camino.

Compete a los que permanecieron en la lucha, erguir más alto aún las banderas de la independencia de clase, del socialismo y de la construcción de un partido que pueda extraer las lecciones de la experiencia del PT y aprender con ellas. Un partido que pueda ser el instrumento político para la lucha por la liberación de los trabajadores y la juventud brasileña de los males del capitalismo. Un partido socialista y revolucionario. 

Traducción: Natalia Estrada

Notas

1 Escándalo de corrupción que estalló en 2005e involucró a algunos de los principales dirigentes del PT. Consistía, por un lado, en la recaudación ilegal de fondos para las campañas electorales del partido y, por el otro, en el pago de una mensualidad (mensalão) a numerosos diputados para que votaran los proyectos parlamentarios del gobierno.

2 Paulo Maluf, ex alcalde de San Pablo durante la dictadura militar, considerado el prototipo de político corrupto.

3 La hermana Doroty era una misionera estadounidense que trabajaba con los campesinos pobres en la selva amazónica del Estado de Pará, en el oriente del Brasil, y que fue asesinada por orden de un hacendado.

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