Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Ruptura del NPA: elementos para un informe de autopsia

El fin de semana del 9 al 11 de diciembre estuvo marcado en Francia por la escisión mediatizada del Nuevo Partido Anticapitalista (NPA). ¿Nuevo? No exactamente: este partido nació hace casi 14 años, pero siempre tuvo un nombre destinado a desaparecer… En 1995, el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional [1] , luego de la restauración del capitalismo en la URSS y Europa del Este, hizo un cambio estratégico y decidió construir amplios partidos anticapitalistas. Varias experiencias habían comenzado. Su sección francesa, la LCR, se disolvió en 2009 en el NPA, que pretendía ser amplio. Vale la pena mirar los últimos acontecimientos (desde la primavera de 2021) y el “software” político de esta organización, que atrajo mucho interés internacional e incluso admiración cuando apareció por primera vez.

Por: Michael Lenoir / Francia, 5 de enero de 2023

La crisis del NPA y el V Congreso

Los primeros cinco años de Macron causaron mucho daño, ¡incluso al NPA! El contexto general añadió esto para ampliar las dificultades del partido. Luego de grandes movimientos sociales –finalmente derrotados– en el inicio del quinquenio (Chalecos Amarillos, huelgas por pensiones), la crisis del Covid-19 con sus medidas sanitarias, el repliegue de las luchas y las dificultades de funcionamiento que indujo, empujó a un NPA muy dividió a posponer su quinto congreso varias veces. El 4º se había celebrado en febrero de 2018, aunque, estatutariamente, no debería haber más de dos años entre dos congresos. Un año antes de las elecciones presidenciales de 2022, el NPA todavía no sabía qué decidir para esta elección; de hecho, muchos/as en el partido pensaron que era mejor no participar.

El NPA ante la secuencia electoral de 2022

Es en este contexto que, en abril de 2021, la CCR [2] decidió presentar la “precandidatura” de Anasse Kazib por el NPA, elección hecha pública por la franja solidaria de la CCR, pero rechazada por la mayoría de la dirección del partido. Las tensiones entre la CCR y la dirección del NPA aumentaron. En junio de 2021, este último empujó a la CCR por la puerta, impidiéndole acceder a ciertas conferencias electivas del NPA para las elecciones presidenciales de abril de 2022. Con una base muchas veces muy joven y poco interesada en debatir con la dirección de un partido que no la quería, la CCR optó por no ir a la confrontación (potencialmente violenta), evitando así una exclusión formal, y abandonó el NPA, con la amputación de unos 300 activistas, que contaron con muy poco apoyo de las diversas otras corrientes de izquierda del partido. Esta ruptura restauró mecánicamente a la mayoría en el liderazgo histórico del NPA, que hasta entonces estaba en minoría en la base y en el CPN (el «parlamento» del partido). La CCR (“Révolution Permanente”) se embarcó sola en la aventura de las elecciones presidenciales, pero Anasse Kazib no logró obtener las 500 firmas de los/as representantes electos/as[3]. La CCR avanzó entonces hacia la creación de un partido revolucionario de los trabajadores. Este partido fue creado recientemente, del 16 al 18 de diciembre.

Expulsada la CCR, quedaba definir qué política seguiría el NPA para las elecciones presidenciales de 2022. Finalmente, se formó una mayoría en torno a una nueva campaña de Poutou, a pesar de una palpable falta de entusiasmo dentro del partido, a despecho de la tibieza del propio candidato en la perspectiva de concurrir nuevamente, por tercera vez. El argumento era que Poutou ya era muy conocido en los medios y que un/a candidato/a desconocido/a del público en general podría complicar aún más las cosas para el NPA, especialmente en lo que respecta a la recolección de las famosas 500 firmas. En este punto, aunque las cosas pintaban mal para el NPA, las firmas necesarias llegaron en número suficiente en el último momento. Para algunos/as, la candidatura de Poutou sobre temas clásicos del NPA (apoyo a las luchas, la necesidad de que los trabajadores/as y ciudadanos/as las tomen directamente en sus propias manos, “todos/as juntos/as”, denuncia de la violencia policial, etc.) debería permitir al partido concentrarse nuevamente en su propia identidad, sobre una base “anticapitalista y revolucionaria”, a la izquierda de Mélenchon. La candidatura de Poutou ya había funcionado bastante mal en 2012 y 2017, y no dio mejores resultados electorales en 2022. Frente a Macron y Le Pen, fue Mélenchon quien encarnó el “voto útil” de la izquierda, y estuvo muy cerca de calificar para la segunda ronda. Poutou, a pesar de un aumento de la simpatía por su candidatura y de una mayor participación en las reuniones de campaña (y el posterior reclutamiento de varios cientos de militantes, especialmente jóvenes, para el NPA), pagó el precio y obtuvo poco menos de 270.000 votos, es decir, 0,77% de ellos.[4]

Más que este pobre resultado, es sobre todo la elección hecha para las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio que relanzó la crisis interna del NPA. Su corriente principal comprendió, tras las elecciones presidenciales, que la LFI [5] constituía la representación electoral de una izquierda remodelada, sobre bases antiliberales. La mayoría de la dirección ejecutiva del NPA, por lo tanto, respondió rápidamente “presente” a los llamados de la Unión Popular (UP) [6] para formar una alianza para las elecciones legislativas. Las discusiones con la UP y nacimiento de la NUPES [7], sin incluir al final al NPA [8], pero el llamado de este último a votar por los/as candidatos/as de la NUPES y no presentar sus propios/as candidatos/as, por lo menos donde la NUPES no había sido encarnada por candidatos/as «socialistas» compatibles con Macron, todo esto reforzó la división de las filas del NPA entre opciones divergentes. Si la dirección del NPA finalmente decidió quedarse fuera de la NUPES (sobre todo por la razón insuficiente de que la alianza incluía al PS), el apoyo a los/as reformistas y el principio del “programa compartido” de la alianza fue objeto de una gran discordancia con la izquierda del partido. En su “bastión” de Hauts-de-Seine (oeste de París), la corriente A&R [9], en particular, presentó sus propias candidaturas disidentes al NPA, contra las candidaturas de la NUPES apoyadas por la dirección del partido.

Durante y desde esta secuencia electoral, lo que llamaremos “canal histórico” del NPA (o, mejor dicho, lo que quedó de él tras las escisiones y salidas anteriores) siguió acercándose a la NUPES, y especialmente a su ala LFI.

La “izquierda luchadora” y la proximidad del V Congreso

La dirección “histórica” del NPA pretende construir una “izquierda luchadora” con LFI para enfrentar los desafíos del período: los ataques de Macron a las prestaciones por desempleo y pensiones, la defensa del poder adquisitivo de los trabajadores, la crisis ecológica, la nueva ola de la extrema derecha, etc., etc. ¿Cómo está prevista esta construcción? ¿Cuánta independencia o autonomía debe conservar el pequeño aparato del NPA o, por el contrario, hasta qué punto debe disolverse? Esto todavía no está claro (incluso para sus promotores/as).

Pero dos cosas son seguras. En primer lugar, la noción de una “izquierda luchadora” (como la de la “izquierda radical”) es perfectamente vaga: ¿qué lucha(s); llevada(s) a cabo de qué manera; hasta qué punto?, y, por lo tanto, contribuye a oscurecer aún más no solo cuestiones programáticas y estratégicas, sino incluso los datos políticos del período. En segundo lugar, es en torno a una mayoría de elementos reformistas, oportuna y generosamente llamados “radicales”, que esta nueva estructuración podría ver la luz del día. Los/as más destacados/as activistas de la LFI abordados/as por el NPA obedecen a una lógica institucional y reformista: no se trata, ni siquiera en el pensamiento, de insurrección, de un enfrentamiento brutal con la burguesía, ni siquiera de la expropiación de esta clase perjudicial; estas cuestiones son ignoradas. Como a la dirección del NPA nunca le gustó hablar sobre ellas mismas, este silencio mantenido sobre cuestiones decisivas puede hacer posible creer en un “programa compartido”… excepto que este programa no puede ser revolucionario. De hecho, una vez más, la corriente dominante del NPA se está transformando en una especie de «polvo para la picazón» benévolo, o en un consejero político cortés a la izquierda de este movimiento neorreformista. Con este nuevo ecumenismo «radical», y bajo el pretexto de un «frente unido» ­–un concepto político-histórico del que abusa alegremente la dirección del NPA– este último quiere engañarnos para que traguemos una fea papilla política ya probada en otros lugares, sobre la base de una creciente confusión ideológica, estratégica y programática.

En los últimos meses se han multiplicado las tensiones internas, incluso declaraciones de cuadros o dirigentes del NPA a favor de una separación –“amistosa”, se decía a menudo– entre el “canal histórico” del NPA y las fracciones de izquierda del partido. Otros/as crearon un hilo para obligar a los/as alborotadores/as de A&R, DR [10], de la Fracción [11], a actuar ante todo como miembros disciplinados del partido, y para poner fin a una «doble afiliación» que se traduce en una expresión pública independiente, finanzas separadas, reclutamientos específicos, etc. La idea presentada fue que el NPA debería tener una política coherente y que esta yuxtaposición de pequeños partidos era ineficiente e incluso llevaba a la parálisis.

Las plataformas involucradas

Fue en este contexto que se tomó la decisión de convocar el V Congreso del NPA. Se anunciaron tres plataformas. Por iniciativa de la dirección de la tendencia ARC [12] se creó la Plataforma A (PfA), con una contribución inicial titulada “Ni marasmo ni división, un congreso para la refundación” [13]. La dirección “histórica” del NPA, proveniente esencialmente de la LCR, se encarnó en la PfB, que quería un NPA “unitario y revolucionario (…) útil frente a la devastación del capitalismo” [14]. Para la PfC, lanzada por iniciativa de las dos principales corrientes a la izquierda del NPA desde la salida de la CCR (la Fracción y A&R), era necesario “rechazar la fragmentación del NPA” y poner en su centro la “actualidad y urgencia de la revolución” [15]. La PfC también fue apoyada por la DR y por “Socialisme ou Barbarie” [16]. La mayoría de la Tendencia Claire [17] defendió una opción completamente diferente: adherir a la UP y defender abiertamente una política comunista revolucionaria de oposición; en ese contexto, además de los aportes en los que expuso sus desacuerdos con todas las plataformas del NPA, la TC decidió no invertir en este V Congreso del NPA, partido del que todavía era –formalmente– miembro. También cabe señalar que una minoría de la ARC se alió con una minoría de la TC para oponerse a las orientaciones de sus respectivos dirigentes, y este pequeño grupo (llamado “Regroupement pour la refondation révolutionnaire du NPA”) llamó a un apoyo crítico para la PfC.

La PfA: ¿un árbitro neutral y benevolente?

Este congreso planteó la cuestión de la “refundación del NPA”, a menudo complementada por la fórmula “sobre una base revolucionaria”. La “refundación revolucionaria del NPA”, que ha sido el caballo de batalla de la TC durante años, fue así dejada de lado esta vez por la mayoría de esta tendencia, pero fue presentada por la ARC y en particular por su mayoría, a través de la PfA. ¿Cómo? Primero, afirmando falsas evidencias, a menos que se trate de una cuestión de vasta ambigüedades, como esta: “es necesario primero actuar que el NPA ya no es más un partido amplio, que ocupa el espacio a la izquierda del social-liberalismo, sino un partido revolucionario” [18]. Que necesitamos de un partido revolucionario es obvio para nosotros. Pero esta formulación de la PfA es muy ambigua, debido al uso –que nos cuesta creer que se deba a una desafortunada coincidencia– del verbo “actuar” [19]. Aquí caben dos interpretaciones: o bien el NPA ya es un partido revolucionario, y esto debe ser “actuado”, en el sentido de sacar todas las consecuencias; o el NPA carece de una cierta cantidad de características (probablemente no muchas para los/as editores/as de la PfA) para convertirse en uno, y por lo tanto el NPA debe cambiar para adquirir las características que le faltan. En el primer caso, la PfA tiene el cuidado de no demostrar que el NPA es un partido revolucionario, y luego veremos qué hacer con eso; sobre todo, ¡cómo no ver que esta lógica es perfectamente absurda: un partido que ya es revolucionario tendría que ser refundado (sobre bases revolucionarias)…! En el segundo caso, el NPA tendría que convertirse en ese partido revolucionario. ¿Esto es posible? Es un tema crucial, pero hay que reconocer que, a lo largo de su trayectoria, hecha de oscilaciones, tal paso –un paso gigantesco, en nuestra opinión– nunca estuvo seriamente en la agenda. Sobre todo, hoy, su dirección “histórica” está dando la espalda a tal paso.

La PfA no quiere más solo un programa de emergencia para el NPA, sino un “programa de transición comunista” [20]. Que se necesita más que un programa de emergencia para hacer la diferencia en la lucha de clases también es obvio para los/as marxistas-revolucionarios/as. Que la perspectiva transitoria es la correcta es un punto fundamental para los/as trotskistas. Y la propaganda sobre una sociedad comunista deseable nos parece necesaria, así como a la PfA, aunque no sea parte de una perspectiva transitoria. Esto es tanto más cierto en un momento en que el horror capitalista se hace cada vez más obvio, más cuando la imagen de una sociedad alternativa tiene dificultades para emerger de unos pocos cerebros politizados. Donde está el problema es cuando la PfA cree o finge creer que podría haber un consenso dentro del NPA en torno a esta perspectiva… cuando, precisamente, el “canal histórico” optó, desde el inicio, por enterrar esta perspectiva, percibida como «sectaria», «identitaria» u otros nombres de mascotas. Esta contribución de la PfA se escribe en un momento en que está perfectamente claro que este “canal histórico” quiere tener las manos libres para avanzar hacia el reformismo de la LFI, en oposición a la refundación programática revolucionaria. Que quede claro también: las corrientes a la izquierda del NPA, como A&R, DR, la Fracción, nunca se tomaron en serio la elaboración estratégica y programática (¿hasta ahora?), muchas veces vista como un artificio de intelectuales distantes de los/as trabajadores/as, o incluso como pedazos de papel. Los congresos pasados ​​han mostrado que un enfoque de refundación programática se oponía no solo al “canal histórico”, que alega que el programa NPA es claro, sino que ha dejado corrientes de izquierda que se han encogido de hombros al mencionar este tema; y la TC quedó a la espera en esta lucha.

Además, la PfA, unitaria para tres, parece querer cambiar esta refundación por un mínimo de “pisarles los talones” a las corrientes de izquierda, incitándolas a integrarse más en la vida del NPA [21]. La PfA, obviamente muy preocupada por mantener buenas relaciones con el aparato del partido, quería desempeñar el papel de árbitro entre la PfB y la PfC. A la primera le exigió nada menos que la refundación revolucionaria del NPA (su programa, sus estatutos), sin poder ignorar que esto era impensable. A las corrientes que componen la segunda, a echar un poco de agua a su vino, a ser menos autónomas y a jugar más colectivamente dentro del partido. Restringir los derechos de las corrientes opositoras, en un contexto donde existen grandes divergencias estratégicas en su interior, hace hipócritamente un juego de alianza con la PfB. Dado que esta última tenía un interés político contrario a una refundación revolucionaria del partido, la PfA podía seducir a los/as activistas del NPA que deseaban sinceramente evitar la ruptura de su partido, pero su postura era necesariamente limitada, en la mejor de las hipótesis, a testimoniar ante la historia, formulando un deseo piadoso; en la peor de las hipótesis, se limitaba a un unitarismo simplón que se niega a entender quién quiere qué, a sacar lecciones de la historia del partido y a confrontar las diferentes corrientes del NPA con su realidad y sus responsabilidades en la explosiva situación a que el partido había llegado. Nos preguntamos qué decisiones tomará ahora este supuesto árbitro, qué equipo priorizará, para jugar qué juego…

La PfB, sus maniobras e intenciones

Leyendo la comunicación pública de la PfB para este congreso, se puede ver que es astuta y toma precauciones para cubrirse a su izquierda. Para ganar el Congreso y mantener su legitimidad, el “canal histórico” tenía que evitar o ganar su juicio por compromiso con el reformismo. De ahí la reiterada insistencia en la “revolución”, que está ampliamente presente no solo en la PfC y la PfA, sino también en la PfB. Para empezar, el NPA de la PfB quiere ser “unitario y revolucionario” [22]. Los elementos del lenguaje existen para hacer creer en un abordaje verdaderamente marxista-revolucionario: movilización y lucha unitaria del proletariado; “abordaje transitorio”; e incluso el “derrocamiento del capitalismo” [23]. Cualquiera que no conozca la corriente al frente de la PfB, o que no haya observado su práctica, y/o que no intente comprender las contradicciones entre sus declaraciones en el Congreso y su objetivo político actual, podría, en esta lectura, creer que las críticas provenientes de su izquierda son solo juicios de intención sectarios. De hecho, toda esta prosa de apariencia trotskista ortodoxa es un ejercicio impuesto con el objetivo de hacer a las personas tragarse una cobra política que, objetiva y subjetivamente, se arrastra, babosa, hacia el reformismo y, por lo tanto, va en dirección opuesta a los principios y referencias presentados. Estamos lidiando con falsificadores, aunque algo vergonzosos. Es un trotskismo kitsch, un pseudomarxismo revolucionario, que la historia del NPA desmantela en gran medida, y que el actual proyecto de la PfB desarma totalmente… Volveremos a esto.

Pero sigamos un poco más con la contribución de la PfB. Para la PfB, “se necesita una revolución, pero sin atajos” [24]. ¿Qué quiere decir con «sin atajos»? No encontramos respuesta en el texto, pero leemos a continuación algunas consideraciones bastante precisas sobre el estado de las clases trabajadoras, la ofensiva de la burguesía, etc. [25]. Ante esto, ¿qué “atajo” se debe evitar? El texto luego aborda, entonces, la batalla por la unidad… al mismo tiempo que afirma mantener un abordaje transitorio [26]. Aquí, nuevamente, las precauciones de lenguaje son necesarias, pero si conocemos a la gente de la PfB, sabemos que debemos esperar ingredientes bastante alterados en el resto del texto, y especialmente en la implementación de esta política. Batalla por la unidad, por los frentes únicos… Cuando sabemos cómo la noción de un “frente único” ha sido históricamente pisoteada por la corriente dominante de la LCR y más tarde del NPA, nos quedamos preocupados. En lugar de batallas para conducir campañas en torno a las reivindicaciones, que permitan asociar al conjunto de las organizaciones de trabajadores, movilizar a la clase y hacerla vencer, al mismo tiempo que mantiene una estructura de total independencia organizativa, incluyendo en particular el cuestionamiento y la crítica de los pares –porque el frente unido incorpora a traidores de patentes– el NPA “histórico” se contenta sistemáticamente con llamados a una “unidad” imprecisa, pero que no tiene miedo de ser también estratégica y programática, y a menudo co-firma textos engañosos porque son perfectamente reformistas; evita desafiar a las burocracias sindicales, haciendo exigencias a ellas o ayudando a crear soluciones contrarias a sus calamitosas políticas, en particular las estructuras de autoorganización. “Sin atajos”, por lo tanto, significa que, según la PfB, es necesario pasar por una fase de reagrupamiento político con los/as reformistas antes de que la revolución sea posible. ¿Para qué resultados previsibles? Volveremos sobre este tema.

El párrafo titulado: “La Plataforma B como una extensión de la campaña de Poutou”, cuyo tono se presenta de manera mistificadora, sigue siendo engañoso [27]. Es cierto que esta campaña insistió en la necesidad de organizar a la clase, con sus propias herramientas, para romper con el capitalismo. Pero esto no es lo que está en juego ahora. Esta campaña fue la de un NPA fuera de la izquierda institucional; el candidato se expresó en su estilo habitual, “radical” en relación con Mélenchon, pero sin inscribirse nunca en un abordaje transitorio ni especificar de manera sistemática cómo podría ser la revolución mundial y un comunismo deseable. Sobre todo, esta identidad radical del NPA solo puede retroceder mucho en el ámbito de una alianza estratégica y programática con los/as reformistas, desde la preparación de las elecciones legislativas. De hecho, hubo un guiño del NPA entre la elección presidencial y las elecciones legislativas, que la PfB quiere esconder. Pero este guiño no surgió de la nada…

La PfB quiere embarcar en el NPA, en la mejor de las hipótesis, en un profundo coqueteo con la izquierda institucional; en la peor de las hipótesis, en una recomposición orgánica entre el NPA y los/as reformistas considerados/as los/as más “radicales” de la NUPES, bajo el pretexto de “intervenir en el campo político” [28]. Aquí, una vez más, hay que pellizcarse la nariz ante el olor a mercadería podrida: ¿qué significa intervenir en el campo político? ¿El NPA no ha intervenido en el campo político desde su nacimiento? ¿No es esto solo una fórmula vacía para camuflar un giro hacia las instituciones del Estado burgués, en una alianza o un frente con Mélenchon y sus pares? Eso es lo que está en juego. Pero ¿podemos creer por un solo momento que estos últimos realmente quieren “romper con el capitalismo” o están listos para la “transformación revolucionaria de la sociedad”? Pero, para avanzar hacia este objetivo, la PfB debe poder contar con “un partido, no un frente de fracciones” [29]. Acusa a los/as opositores/as de impedir que el NPA siga su propia política partidaria [30]. La contribución termina con un llamado a “un NPA independiente, revolucionario y abierto” [31]. Así, ocultando el trasfondo de su política de acercamiento a los/as reformistas, la PfB concluye culpando de la parálisis del partido a las “fracciones”, en nombre de un NPA “independiente” que produzca una política “revolucionaria abierta”. Esto da lugar a un texto que exhala hipocresía y engaño.

La PfC, la revolución y la unidad del NPA

La PfC defiende ciertas posiciones con las que solo podemos estar de acuerdo. Esto se aplica al principio que parece ser central para su contribución, que se opone frontalmente a la PfB, y que dice así: “ Los/as revolucionarios/as deben (…) mantener su independencia política en relación con la izquierda” [32 ]. La PfC critica la apelación para una votación por la NUPES en la primera vuelta de las elecciones legislativas de junio, y la confusión ligada a la agitación en torno a una “izquierda luchadora[33]. Querer reagrupar en un partido amplio o en un frente político, a revolucionarios/as, verdaderos/as o fingidos/as, y reformistas afirmados/as, es un gravísimo error que ya ha demostrado a qué desastres eso conduce [34]. Expresamos también nuestro acuerdo con otros elementos del texto de la PfC relativos a la extrema derecha [35], así como con el pasaje sobre las últimas oleadas de luchas en escala internacional [36].

Pero la continuación inmediata del texto es algo sorprendente, cuando conocemos la relación de unos/as y otros/as con el internacionalismo en el NPA: “Sería vital que los grupos revolucionarios que tienen un mínimo de implantación fuesen capaces de aprovechar las oportunidades ofrecidas por las situaciones de turbulencia social y trabajar para el surgimiento de un polo de revolucionarios/as, fortaleciendo sus lazos en escala internacional” [37]. ¿Con quién formar este polo, con qué corrientes organizadas? ¿Para crear otra corriente internacional? ¿Sobre qué base política y con qué funcionamiento? Sobre todo, ¿qué han estado haciendo las principales corrientes políticas de la PfC a lo largo de los años para favorecer el surgimiento de una internacional revolucionaria? La respuesta difiere según estas fracciones, pero el todo no es brillante: A&R, atrapada en el SU-CI, quiere encarnar una pequeña ala izquierda, sin dudar en acompañar algunos golpes burocráticos de la mayoría de la dirección, mientras esta se encuentra en un estado avanzado de putrefacción reformista [38]. La fracción “L’Etincelle” parece haber mantenido en gran medida los hábitos nacional-trotskistas de la casa madre, LO, que mantiene esta concepción errónea: construir primero en su propio país, antes de buscar contactos internacionales. Si la Fracción está cuestionando esto hoy, son muy buenas noticias, y deberíamos investigar esto. Para la DR, la integración en el CI se hizo sobre una base más de derecha que para la A&R, con una mayor búsqueda de compromiso en dirección al centro de la internacional. Pero hagámonos una pregunta seria: ¿estas corrientes están pensando seriamente en reconstruir una IV Internacional cuyos principios y programa fueron pisoteados por las llamadas corrientes internacionales trotskistas, y en especial la SU-CI? Cuesta creerlo, pero estamos preparados para ser agradablemente sorprendidos.

La PfC propone, en contraste con la PfB, “fortalecer el campo de los revolucionarios” [39]. Pero la conclusión que la PfC saca de esto, frente a las amenazas de disolución de tendencias y fracciones hechas por la PfB, es que es necesario “primero, preservar el NPA, una riqueza para nuestro campo” [40]. Esta es la posición en el Congreso de todas las corrientes a la izquierda de la PfB (es decir, PfA y PfC). ¿Pero es tan obvio que se debe seguir militando en el mismo partido que un “canal histórico” sobre todo marcado por su tendencia “histórica” a borrar los límites con el reformismo? ¿Es el NPA realmente una «riqueza para nuestro campo»? De ser así, ¿en qué momentos clave de la lucha de clases se expresó esto? ¿Se construyó el NPA durante los grandes movimientos sociales? ¿Fue realmente capaz de “reunir a revolucionarios de diferentes tradiciones”, cuando esas diferentes tradiciones se han cristalizando en las luchas entre fracciones en loggerheads [desacuerdo] durante años? ¿No es excesivo hablar del reclutamiento por parte del NPA de una nueva generación de activistas? Y qué decir de todos/as esos/as activistas que dejaron el NPA desde el inicio, debido a rupturas políticas, desánimo o cansancio? Todas estas cuestiones merecerían consideración, pero pasemos ahora al curso y los resultados del V Congreso.

El V Congreso y la división del NPA

Menos de 1.500 de los/as 2.000 alegados/as activistas han participado de las votaciones del Congreso. Sus resultados y la elección de los/as delegados/as al congreso jugaron un papel determinante en su resultado. De hecho, la corriente “histórica” (PfB), que mecánicamente se convirtió en mayoría en el partido y en su dirección nacional tras la salida de la CCR, solo obtuvo el mismo puntaje (48,50%) que en el congreso de 2018. Su influencia en el NPA disminuyó así desde junio de 2021. La PfB había convertido el congreso en un juicio de corrientes opuestas, pero no tenía los medios legales para suspender o prohibir las fracciones. La PfA recibió 6,21% de los votos de los/as militantes y la PfC, 45,29%. El “canal histórico” volvió a ser minoría en este congreso, tanto en término de votaciones en plataforma como en número de delegados. Las dos plataformas principales (PfB y PfC) obtuvieron resultados muy cercanos (47 votos de diferencia en todo el partido). De los 210 delegados, la PfB tenía menos de la mitad, 102 para ser exactos, de los cuales 100 elegirían la división, absteniéndose los otros dos. 

Muchos/as activistas del NPA temían una escisión en este congreso. Esta percepción y la voluntad de evitar esta ruptura probablemente fueron más unánimes del lado de las plataformas A y C que dentro de la PfB, pero muchos/as activistas de la PfB, especialmente en la base, querían mantener la unidad del NPA. A la luz de los votos de las plataformas y de los debates del Congreso, la ruptura solo fue apoyada por una minoría del partido. En la gran mayoría de las asambleas electivas (38 de 43), una moción titulada “continuar el NPA”, a favor de mantener la unidad del partido, obtuvo (de 80% de los/as activistas así consultados/as) 58,4% de los votos, con solo 22,4% de oposición. Incluso entre los/as partidarios/as de la PfB, la escisión no puede justificarse por una votación mayoritaria. Es una escisión sin un mandato.

Dentro de la PfB, hasta hace poco el debate estaba sin resolver entre dos opciones. La primera era mantener un único NPA, cambiando su funcionamiento. Para esta parte de la PfB, era necesario acabar con la lógica fraccionaria de las corrientes de izquierda agrupadas en la PfC, privándolas de al menos algunos de los siguientes elementos: su propio sitio web y otros órganos de expresión; sus finanzas separadas; su propio reclutamiento sin que la integración de las nuevas incorporaciones en el NPA sea siempre eficaz, o al menos simultánea. También se trataba de forzar a las fracciones en cuestión a invertir más dentro del partido, en particular en ciertas comisiones desertadas por esas fracciones (o supuestamente). La segunda opción fue defendida en particular por dos portavoces del NPA, Christine Poupin y Philippe Poutou. Este último dijo alto y claro en 2021 que era necesario separarse de la CCR; lamentó la imposibilidad de funcionar en el mismo partido que la corriente DR, implantada en la región de Burdeaux; consideró que las corrientes de izquierda del partido (la PfC) no tenían el mismo proyecto político y que era necesario optar por una separación amistosa en lugar de la parálisis y la inmovilidad. Por su parte, Christine Poupin nunca escondió su aversión a la izquierda del NPA, y recientemente no dudó en dar a conocer que participaba de una iniciativa para crear un nuevo movimiento político (“¡Rejoignons-nous!”) con reformistas de buena índole de la llamada “izquierda radical”, como el exlíder del PCF Pierre Zarka. Una práctica completamente fraccionaria encarnada por una vocera del partido, fuera de sus cuadros y organismos, que fue perfectamente aceptada por sus camaradas mayoritarios en el ejecutivo… Estas dos opciones coexistieron en la PfB, pero su dirección mostró que realmente quería romper con las corrientes de oposición.

Algunos activistas del NPA de diversas tendencias han buscado seriamente mejorar el funcionamiento efectivamente deficiente del partido. La PfB ha culpado durante mucho tiempo de las dificultades del NPA a las corrientes de la PfC. Entonces, se creó un comité mixto ad hoc sobre este tema, que reunió a activistas de la PfB en la ciudad de Albi y signatarios de la PfC de la mencionada moción “continuar el NPA”, con la reivindicada participación de la PfA. Este abordaje no pudo evitar la ruptura. Parece que antes del congreso, la mayoría de los dirigentes y cuadros de la PfB ya habían decidido escindirse. ¿Qué tienen que decir las tres plataformas al final del congreso sobre las responsabilidades de cada una de ellas en la escisión, y sobre la cuestión de cómo funcionan las corrientes de la PfC y los esfuerzos que se les exigen en esta área?

Las explicaciones dadas por las plataformas tras la escisión

La PfA, firme partidaria de la unidad del NPA, posa como juez, enviando a las otras dos plataformas de vuelta para atrás, acusando a cada una de ellas de haber actuado mal, pero parece atribuir la responsabilidad principal de la división a la PfB. [41]

El balance de la PfB sobre el congreso está lleno de mala fe. En primer lugar, se leen argumentos falaces sobre la “mayoría” obtenida por esta plataforma [42]. Salvo que se considere que ser la minoría más grande equivale a ser una mayoría, las cifras presentadas anteriormente muestran claramente que el balance de la PfB se burla del mundo al intentar darle a la división una legitimidad fraudulenta basada en una mayoría inexistente. La falsedad aparece en otros lugares, especialmente en lo que se refiere a los derechos de tendencia o fracción [43], porque es en realidad, entre otras cosas, un cuestionamiento del derecho de fracción, estatutario en la NPA, que hemos visto. La PfB quiere fingir que dentro del NPA pueda existir un centralismo democrático –que no es estatutario–, a pesar del amplio abanico de posiciones políticas que permite la propia concepción de este partido y, por tanto, a pesar de las divergencias estratégicas y no solo tácticas. Los/as “históricos/as” se niegan a cuestionar las bases del NPA que llevaron a este “frente de organizaciones autónomas en competencia”, un fenómeno que es muy real y merece una explicación… Pero no debemos contar con que la PfB se lo proporcione, ya que ello obligaría a cuestionar sus fundamentos teóricos, políticos, programáticos y organizativos. En cuanto al proyecto original del NPA, fue sobre todo la indefinición lo que lo caracterizó, como veremos.

Finalmente, según el balance elaborado por la PfC, “las discusiones sobre el funcionamiento común habían hecho progresos considerables en las últimas semanas” [44] y el comité mixto de la ANP responsable de hacer propuestas se consideró ampliamente satisfecho con estos avances y con la actitud de la PfC [45]. De hecho, fueron casi todos/as los/as delegados/as de la PfB los que decidieron separarse. El congreso no se llevó a cabo como estaba previsto. En la noche del sábado 10, la PfB abandonó definitivamente el congreso y se reunió por separado. 100 de sus 102 delegados/as votaron un texto expresando la opción de escisión, que ya había comenzado a anunciarse públicamente. Y la noticia se difundió rápidamente.

Conferencia de prensa

Una conferencia de prensa ofrecida el domingo 11 de diciembre por Philippe Poutou, Pauline Salingue, Christine Poupin y Olivier Besancenot evocó la situación política y buscó presentar la escisión como la mejor manera de responder a ella. Fue Christine Poupin, crítica desde hace mucho tiempo de las corrientes opuestas en el NPA, quien oficializó la ruptura argumentando en varias líneas: 1) necesitamos un NPA que sea útil para las luchas y los debates del período, y su funcionamiento actual es contrario a eso [ 46]; 2) la división del NPA y la cohabitación en él de varios partidos no es nada nuevo [47] (sobre este punto Poutou agrega [48]); 3) el objetivo es adaptarse a los desarrollos sociales y políticos (en particular, la ecología), sin dejar de ser fiel a la historia del partido[49]; 4) al concluir que “la situación no es de sectarismo, no es de retirada ” [50], Poupin insiste en la apertura de espíritu de la PfB, acusando implícitamente a la PfC de sectarismo y estrechez de miras. Cabe señalar que en sus explicaciones, Poupin primero anunció una falsedad, afirmando que el congreso en realidad actuó la separación de hecho, y después se retractó. En verdad, no fue “el congreso” el que “actuó” esta separación, ya que el congreso no se llevó a cabo hasta el final previsto en el papel; fue, como ella misma se corrigió poco después, solo la PfB quien decidió [51]. La conferencia de prensa añade, a través de las voces de Poutou y Besancenot, argumentos de legitimidad en relación con el proyecto inicial del NPA: el de un partido “amplio, unitario y radical al mismo tiempo”; no de un frente, ni de una secta política [52]. Finalmente, debemos señalar que Besancenot se enorgullece de pertenecer a una corriente que “no tiene una relación fetichista con la herramienta política. El partido político nunca fue un fin en sí mismo. Es un medio para una causa más global” [53]. Un medio, ciertamente, pero para nosotros es una herramienta central. Hay aquí una clara ruptura con el leninismo y el trotskismo, para los cuales la concepción y la calidad del partido son de crucial importancia.

Frente a esto, Gaël Quirante (A&R, PfC) respondió en Twitter: “Los portavoces Olivier Besancenot y Philippe Poutou están rompiendo con el NPA. Un acto irresponsable” [54]. El término “irresponsable” para describir la decisión tomada por casi todos/as los/as delegados/as de la PfB se usó con frecuencia en reacciones escritas u orales de otras plataformas, incluida la PfC.

Peleando por la legitimidad y el aparato

Entonces, ¿tenemos ahora uno, dos o ningún NPA? Christine Poupin reconoce que hay una “lucha por la legitimidad” [55], pero atribuye esta legitimidad a su corriente separatista; una legitimidad histórica, basada en el proyecto, explica. Esta arrogancia no sorprende: los/as líderes del “canal histórico” siempre se han visto a sí mismos como “dueños/as del NPA”. ¿Cómo una corriente minoritaria sin un mandato del Congreso puede honestamente dejar este congreso y reclamar legitimidad histórica, al punto de apropiarse de la identidad, de los recursos y del nombre del partido? Desde el inicio, había varios proyectos en el NPA, había corrientes y tendencias organizadas. Los estatutos y el programa fundacional del partido permitían distintas lecturas –sobre esto volveremos– para integrar a todos/as los/as anticapitalistas. La Fracción, DR, el núcleo que daría origen a la A&R, todas estas corrientes, ahora rechazadas por la PfB, se habían comprometido con la aventura del NPA, junto con otras. ¿Qué tipo de relación quiere establecer ahora la PfB con los miembros del NPA que no querían la escisión? En la conferencia de prensa, Besancenot se muestra bastante benévolo y matizado[56]. No se dice nada preciso sobre la relación con la mayoría del NPA que no quería la escisión. Pero, a pesar de las precauciones diplomáticas de Besancenot, podemos estar seguros de que la batalla será dura en las próximas semanas.

Visto desde fuera, el caso puede parecer tragicómico: ahora todo el mundo habla de la “continuación del NPA”. La PfB anuncia en la parte superior de la página de inicio del partido: “Continuamos el NPA, por un partido revolucionario y unitario de los/as explotados/as y oprimidos/as”. La unanimidad de los/as presentes en el congreso del domingo 11 (de hecho, una pequeña mitad del partido –la PfC– con la PfA también ausente) votó por una declaración titulada: “Urgencia y actualidad de la revolución, continuamos el NPA ”, invitando a “todos/as lo/as militantes de nuestro partido, atrás de la mayoría que se manifestó contra la escisión, a continuar la construcción del NPA con nosotros” [58]. La lucha no ha hecho más que empezar, en el modo: ¡“El NPA somos nosotros”! Los números, y las propias palabras de Poupin en la conferencia de prensa, prueban que los/as separatistas de la PfB son una minoría en el partido, aunque se consideren los/as guardianes legítimos/as del proyecto político del NPA original. Todavía no sabemos qué hará la PfA, pero su posición en el Congreso y su ausencia en el último día parecen indicar que su situación actual es muy delicada… ¿Se dividirá también la ARC?

Lo que está en juego, más allá de los argumentos de buena y mala fe, es esencialmente el control del aparato del NPA, así como la propiedad de su nombre. Desde este punto de vista, la PfB posee casi todos los triunfos: los miembros de esta corriente son, de lejos, los más numerosos en las áreas clave de portavoces, tesorería, administración de las instalaciones, gestión del periódico L’Anticapitaliste, del sitio web del partido (que desde entonces reproduce el discurso de la PfB y su interpretación tendenciosa de los hechos)… Sin duda, a pesar de las reivindicaciones de los/as separatistas, la legitimidad está mucho más del lado de aquellos/as que no salieron del congreso y que fueron, en su mayoría, enfrentados al hecho consumado de la separación decidida por una minoría y anunciada en conferencia de prensa. Pero los medios materiales, los nervios de guerra, están del lado de la PfB, que sigue hablando en nombre del NPA. La PfC cuenta con importantes fuerzas militantes: la juventud del NPA, casi unánimemente; la implantación en empresas públicas y privadas; la industria automovilística, los transportes, los correos, en particular; y la dirección de federaciones tan importantes como las de París, Bordeaux, Lyon, Marsella o Rouen. Esta “separación”, lejos de ser amistosa, es sucia y burocrática; emana de una fracción minoritaria que actúa con autoridad para mantenerse al frente del aparato de un partido que podía controlar cada vez menos y cuya evolución no le agradaba. 

Elementos para evaluar la experiencia del NPA

Para aquellos que conocen el NPA, esta ruptura no es muy sorprendente. Es cierto que dentro del partido había una especie de simbiosis centrista, un equilibrio que tendía a la esclerosis, con un reparto de roles, además de los gritos y posturas. Este era un sistema: corrientes de oposición muy activas servían como garantía de izquierda para el liderazgo de derecha, que a su vez justificaba estas oposiciones por su política oportunista y fácilmente criticable. Pero la división estaba «en el aire» hacía mucho tiempo y los líderes del partido venían hablando de eso, incluso públicamente, desde hace meses. No es más que el desenlace fatal de las dificultades que, de hecho, se iniciaron poco después del nacimiento del NPA, y que se deben, desde nuestro punto de vista, a la propia naturaleza y a las ambigüedades del proyecto inicial.

De la crisis latente a la crisis aguda

Sería poco exagerado decir que el NPA nació como un partido en crisis. Su proceso constituyente fue muy dinámico, pero una disminución en el atractivo y luego una crisis latente del partido se instalaron rápidamente después de su alegre nacimiento en febrero de 2009. Los aproximadamente 9.200 miembros reclamados en el congreso fundacional se han derretido como la nieve al sol desde entonces. Tan pronto se celebraron las elecciones europeas en junio de 2009, la GU [59] abandonó el NPA y se unió al Frente de Izquierda (FdG) lanzado por el PG de Jean-Luc Mélenchon y por el PCF [60]. En 2010, la corriente C&A [61] también adhirió a la FdG. A inicios de 2012, la GR [62]dejó el NPA de puntillas. En el mismo año también se produjo la principal pérdida de activistas (casi la mitad del partido), con la salida de la GA [63] a la FdG, incluida casi la mitad de la antigua dirección de la LCR. 

Se suponía que la herramienta de política de la NPA sería más amplia e inclusiva que la LCR, pero ya estaba mostrando serios límites y se estaba reduciendo. La siguiente división solo ocurrió en 2021 con la salida de la CCR. Pero tensiones en el partido, entre momentos de crisis abierta, una lenta hemorragia de activistas, en un contexto de cansancio y fatiga, o incluso de repugnancia, alejó a cientos de activistas partidarios/as de todas las orientaciones políticas. Los/as anarquistas, que habían creído en la aventura desde el principio, salieron muy rápidamente uno/a tras otro/a. Lo mismo sucedió con los/as exmaoístas, pero también con los/as activistas en el campo, en las empresas o en los barrios, que cada vez más fallaron en ver la utilidad del partido. Sin embargo, ciertos períodos, particularmente los períodos electorales, permitieron que el NPA reclutase bastante. Este fue el caso recientemente con la campaña Poutou 2022. Pero la tendencia nunca fue que las llegadas compensasen las salidas. La adhesión siempre ha oscilado en torno a una curva claramente decreciente.

Es en este contexto general que ha aumentado el peso de las corrientes organizadas a la izquierda en el seno del partido. Con la salida de los elementos más a la derecha del NPA entre 2009 y 2012, y con el abandono gradual de cientos de activistas de base (generalmente no vinculados/as a tendencias o facciones), el partido se redujo cada vez más a una yuxtaposición de corrientes políticas, que se oponían entre sí en sus congresos y otros órganos. Después de la marea alta del proceso de gestación del NPA, la salida de la GU, de la C&A, de la GR y de la GA indicó que el reflujo había comenzado, pero la marea baja vendría más tarde, en los últimos años. En este panorama, las tendencias restantes aparecen como islotes revelados por el reflujo de la marea, como una extraña especie de monumentos marinos que dan testimonio de la prehistoria del NPA. Pues la mayoría de estas corrientes existían antes del nacimiento del difunto partido. La CCR, de la que el NPA se libró en 2021, se formó poco después del inicio. Las otras corrientes organizadas ya estaban ahí y así se mantuvieron hasta el final: la TC, debilitada tras la desventura de la ARC, todavía formalmente parte integrante del partido, pero ya sin creer en él; tres de las cadenas de la PfC; sin olvidar la corriente más numerosa, con diversas sensibilidades agrupada hoy en la PfB, organizada para dirigir el partido desde su surgimiento, y que acaba de decidir separarse.

La prueba de las grandes luchas sociales

¿Qué pasó con la participación del NPA en las luchas sociales? Luchas de este tipo no han faltado desde 2009, pero en ningún momento el partido ha demostrado su utilidad. Un partido revolucionario en sintonía con la clase trabajadora y los movimientos populares debe ser como pez en el agua en las luchas: lógicamente, entonces, sus iniciativas, su determinación, sus consignas transitorias y sus explicaciones revolucionarias hacen crecer su influencia; convence y recluta, es cierto, más o menos, según la fuerza y la​​duración del movimiento social. Si en las grandes luchas su influencia se estanca, o incluso decae, como ha ocurrido a menudo con el NPA desde 2009, es necesariamente porque su línea es mala y/o su funcionamiento es defectuoso. La PfB se concentra solo en los problemas de funcionamiento y culpa a las fracciones opositoras, pero quiere ignorar la historia real del partido y su papel en las luchas. A los efectos de este artículo, nos limitaremos a algunas breves ilustraciones.

Poco antes de la fundación del NPA y durante sus primeros pasos, el primer semestre de 2009 estuvo marcado por luchas y días de huelga general contra la austeridad al estilo Sarkozy y el desempleo masivo del período posterior al crack de 2007-2008. Pero el NPA no fue útil en este contexto: en términos de orientación, no luchó coherentemente por una huelga general prolongada: ciertamente lanzó esta consigna, pero solo en ciertos momentos y en el momento equivocado; cuando se acercaba una gran jornada “cuadrada” de huelga interprofesional, era necesario insistir en el seguimiento. Esto no se hizo, o no se estuvo a la altura del desafío. Era necesario exigir iniciativas en ese sentido a los dirigentes sindicales (en gran parte unidos en la época), y criticar sin rodeos sus jornadas de acción, muy espaciadas y que solo podían desgastar la combatividad. Además, el NPA no tenía una política centralizada y cada ciudad o región tenía su propia política. No bastaba para cambiar el rumbo de la historia… y la intersindical estropeó el movimiento con el siguiente calendario: 29 de enero (movilización fuerte), 19 de marzo (movilización y huelga aún más fuertes), 1 de mayo (clara caída) y 13 de junio ​​(entierro de hecho de la lucha). Es claro que el NPA, un partido pequeño, no tenía la correlación de fuerzas necesaria para arrebatarle a las burocracias sindicales la dirección de la lucha. Pero, al liderar la lucha, podría haber reunido a su alrededor a sectores combativos y preparado mejor las luchas futuras. El mismo problema fundamental se repitió en las fases de lucha que siguieron. 

La lucha de septiembre y octubre de 2010 contra la reforma de las pensiones de Sarkozy repitió el mismo tipo de escenario, solo que más concentrado: 8 días de acción, la mayoría de ellos con huelgas interprofesionales de 24 horas, ciertamente más próximas que en 2009, pero nunca un llamado a seguir la huelga al día siguiente, al menos en los sectores más movilizados. Las refinerías estaban al frente de la lucha, pero no recibieron el apoyo que deberían haber recibido. Una vez más, la no centralización democrática de la política del NPA fue un gran problema: en algunos lugares, los/as activistas partidarios/as tomaron la iniciativa en asambleas de huelga interprofesionales; en cambio, otros sectores del NPA se contentaron con distribuir los volantes de la intersindical. Con tal incoherencia y falta de determinación para combatir la gestión miserable de la lucha por parte de la intersindical, el NPA no pudo ni quiso ir más allá de la política de fraccionamiento de las luchas, propia de las burocracias sindicales, que una vez más mató el movimiento. Por falta de querer luchar contra la dirección de la intersindical y, en particular, de presionar por el surgimiento de una dirección alternativa autoorganizada, una vez más el NPA se contentó con acompañar esta lucha… hasta su derrota.

El NPA tampoco mostró su utilidad durante la ola de lucha del primer semestre de 2016 contra la “Loi Travail” (conocida como Ley El Khomri), el primer episodio de desmantelamiento del Código del Trabajo por parte de un tal Emmanuel Macron, entonces ministro. La dirección de las operaciones quedó en las flácidas manos de los burócratas sindicales, con días de acción tipo “salto de rana”. Fue entonces cuando asistimos al surgimiento del fenómeno “Nuit Debout”, con la ocupación nocturna de plazas (en particular la Plaza de la República en París), y las “primeras líneas” en las manifestaciones: grupos combativos, “autónomos”, anarquistas o “black blocks” se enfrentaban regularmente con fuerzas policiales cada vez más violentas, ¡bajo la dirección del entonces muy “socialista” ministro del Interior, B. Cazeneuve! ¡El NPA, muy dividido en cuanto a qué dirección tomar, una vez más no contaba para nada! A su izquierda crecía un movimiento radicalizado, bastante desorganizado y estratégicamente débil. Sin embargo, era un testimonio de que había un vacío político que llenar, porque el NPA no estaba desempeñando el papel que se suponía debía desempeñar, el de un (pequeño) partido revolucionario.

Durante la huelga de masas del invierno de 2019-2020 contra el desmantelamiento macronista de las pensiones, los/as activistas del NPA participaron del movimiento. Pero, por un lado, cada corriente del NPA estaba conduciendo entonces su propia política, y ninguna corriente suficientemente implantada del partido podía o quería implementar la única orientación potencialmente vencedora: denunciar la política de capitulación de los sindicatos centrales, exigir que financian las jornadas de huelga del transporte, y favorecer una dirección huelguística alternativa, autoorganizada por los/as propios/as huelguistas, empezando por los sectores más movilizados, la RATP y la SNCF. El NPA nuevamente acompañó amablemente la lucha… hasta su derrota.

Mención especial merece el movimiento de los Chalecos Amarillos, ocurrido el año anterior: lejos de ver en él la revuelta de una parte –la más precaria, la más frágil, la menos organizada– de nuestra clase, la dirección del NPA percibió la revuelta de masas del 17 de noviembre de 2018 y de los sábados siguientes como un movimiento guiado sobre todo por la derecha y por la extrema derecha. Un error fatal, en la huella del odioso y burocrático rechazo a los Chalecos Amarillos por parte de la dirección sindical (a excepción de Solidaires), que el partido tardó varias semanas en corregir, y que una vez más lo hizo quedar fuera del movimiento real de la sociedad. Precisemos que esta posición catastrófica fue asumida por la mayoría de las corrientes del ejecutivo del partido: tanto la dirección “histórica” del ejecutivo como la mayoría de las corrientes opositoras no entendieron, al principio, la naturaleza del movimiento. A&R, en particular, fue la última corriente organizada en el NPA a dejar de vomitar en los Chalecos Amarillos. La Fracción entendía mejor el asunto, pero no parecía determinada a oponerse a la mayoría del ejecutivo. La CCR inicialmente lo vio como un fenómeno tipo «jacquerie» [revuelta campesina de cuño violento, ndt.], antes de comprender la naturaleza del movimiento, más rápido que otros. La TC y la “Portion Congrue” fueron las únicas, desde un principio, a defender los Chalecos Amarillos y abogar por la adhesión a este gran movimiento a pesar de su confusión política, que, además, se fue disipando. Algunos/as activistas locales del NPA estuvieron dispuestos/as y fueron capaces de profundizar en el movimiento y establecer contactos válidos con los Chalecos Amarillos, pero esto fue hecho por individuos y no por el partido como tal, que nuevamente permaneció al margen. la naturaleza del movimiento. A&R, en particular, fue la última corriente organizada en la NPA para dejar de vomitar en los chalecos amarillos.

Este triste historial del NPA en las luchas de masa desde su nacimiento permite comprender por qué, lejos de fortalecerse numéricamente, el partido se marchitó antes de estallar frente a nuestros ojos el 11 de diciembre. ¿De qué sirve adherir a un partido que es inútil en la lucha, que no propone ninguna alternativa de orientación revolucionaria al manejo de las direcciones criminales de los sindicatos, que quiebran las luchas?

La cuestión electoral y la extrema izquierda

Es en el contexto de la secuencia electoral de la primavera de 2022 que se ha jugado el destino del NPA. Podríamos pensar que la ruptura pudo darse por otras cuestiones. Pero, en este caso, fue el contexto electoral el que sirvió de catalizador para el estallido de su crisis latente. Pero su historia muestra que las diferencias en el posicionamiento electoral han jugado un papel importante en las fases de crisis del NPA. Tratemos de entender esto y entender las lógicas políticas subyacentes.

A diferencia de LO, la LCR hace mucho tiempo vaciló entre una posición política de extrema izquierda, independiente de la izquierda institucional (a veces con alianzas con LO) y fases de inmersión en estructuras elegidas por los/as reformistas, aunque eso significase parecerse a “polvo para la picazón” de izquierda. Esta bipolaridad y estas oscilaciones se convirtieron en un sello distintivo del NPA. Su programa, en cuya concepción la dirección de la LCR jugó un papel protagónico, debería permitir que “anticapitalistas revolucionarios”, “anticapitalistas” más preocupados/as por la representación política en las instituciones, y activistas menos interesados/as ​​en la teoría y más enfocados/as en las luchas de base, conviviesen en el mismo partido. De vuelta al pasado.

Las opciones electorales fueron casi siempre un terreno de enfrentamiento y división en la extrema izquierda (entre la LCR y la LO, entre la LCR y el PCI (y luego el PT) [64], entre la LO y este último….)… pero también dentro de la LCR y, después, del NPA. Es cierto que la LCR en los últimos años, y más tarde el NPA, han liderado campañas presidenciales, logrando siempre in extremis ganar la formidable y muy demorada prueba de encontrar las firmas de los/as representantes electos/as necesarias para la presentación de un/a candidato/a. Pero todo esto sucedió en contextos muy variados, con resultados diferentes según el período.

La dinámica electoral de los últimos años de la LCR

En 2002 y 2007, la LCR logró imponer a su candidato, el joven cartero Olivier Besancenot, como una figura política significativa y genuinamente popular, una voz minoritaria, pero escuchada y respetada, e incluso temida, dentro de la izquierda francesa. El cartero de 27 años recolectó más de 1,2 millones de votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2002 (4,25% del electorado). En 2007 obtuvo 4,08% de los votos, muy cerca de 1,5 millones de votos, y estaba muy por delante de todos/as los/as demás candidatos/as “a la izquierda de la izquierda” (a la izquierda del PS). Estas dos campañas presidenciales reforzaron el real dinamismo de la LCR, una organización presente en las luchas, ahora dotada de un vocero mediático; sin embargo, su militancia permaneció limitada (3.300 activistas al momento de su disolución a inicios de 2009). Había un “efecto Besancenot” sin “efecto LCR”, o sea, sin una organización capaz de tener influencia mayor en la situación política.

La dirección de la Liga llegó a la conclusión de que era hora de “cambiar de marcha”, es decir, ir más allá de la LCR y construir una organización anticapitalista más amplia. Así, los avances electorales de una pequeña organización de extrema izquierda la llevaron a disolverse en una nueva aventura política, con el objetivo de reunir a “todos/as los/as anticapitalistas”, a toda la “izquierda radical”: reformistas “radicales”, ecologistas de izquierda, incluso “demócratas sinceros/as”, trotskistas más afirmados/as, anarquistas, maoístas críticos/as… Fue esta balsa de la “izquierda radical” la que salió del puerto en febrero de 2009, sin encontrar nada mejor que llamarse Nuevo Partido Anticapitalista (nombre casi impuesto por la práctica dominante de los medios…) . Muy pronto, como ya vimos, esta pequeña balsa iba a empezar a hacer agua.

El nacimiento del NPA y la cuestión electoral

Pero centrémonos aquí en las elecciones presidenciales. Besancenot, decidió entregar su candidatura a otro candidato, Philippe Poutou, obrero del sector automovilístico y sindicalista de la CGT, quien sería el nominado en 2012 y 2017. Este tenía en su haber una lucha difícil, temporariamente victoriosa, para mantener los puestos de trabajo en su fábrica Ford de Blanquefort (cerca de Bordeaux). Su franqueza, su estilo simple y popular, su abierto desprecio por las convenciones políticas, le granjearon simpatías en ambas elecciones presidenciales, y más particularmente en 2017. Sin embargo, la puntuación de Poutou fue muy inferior a la de Besancenot (411.000 votos, o 1,15% del electorado en 2012; 394.000 votos, o 1,09% en 2017).

La explicación de este declive probablemente no sea una diferencia en las cualidades oratorias de estos dos candidatos, sino un cambio en el contexto político. En pocas palabras, en la década de 2000, Besancenot encarnó una izquierda que no se desistió de la lucha, mientras el Partido Socialista imponía su propia versión de la austeridad deseada por la burguesía, arrastrando consigo al PCF, a los/as Verdes y otras piezas del rompecabezas de la izquierda gubernamental. Después la derecha profundizó el trabajo sucio con Chirac, y luego con Sarkozy. Pero en 2008, justo cuando el NPA estaba a punto de ser bautizado, el PS fue dejado por su ala izquierda; el PG se formó en torno a Mélenchon. Entonces, en 2009, este partido antineoliberal lanzó el Frente de Izquierda (FdG) con el PCF, una sirena reformista a la que sucumbió la GU –como hemos visto– ya en las elecciones europeas de 2009, luego la C&A en 2010, y la GA para las elecciones presidenciales de 2012. La otra mitad de la antigua dirección de la LCR, que permaneció en el NPA, eligió la independencia con Poutou y lideraría su propia campaña, fuera del marco reformista, en las elecciones presidenciales de 2012. Este abordaje fue apoyado por las corrientes de izquierda en el partido. Para 2017, la segunda campaña de Poutou era deseada por una mayoría del NPA y sus fracciones de izquierda.

Del lado del electorado de izquierda, lo que prevaleció en 2012 fue la preocupación por acabar con Sarkozy. Esto llevó a este electorado a elegir a Hollande (28,6% del electorado en la primera vuelta), de quien no se esperaba mucho, y Mélenchon (11,1%). A partir de 2009 había surgido un nuevo contexto, dando lugar a una izquierda reformista antiliberal a la izquierda del Partido Socialista, y esta ocupó el primer lugar de la extrema izquierda. La presidencia de Hollande (2012-2017) completó el desprestigio del PS, que estalló en las elecciones presidenciales de 2017. Su candidato, Benoit Hamon, salió con 5,36% de los votos, abandonado por gran parte del aparato. Mélenchon con LFI fracasó en la segunda vuelta pero, con 15,58%, amplió su ascendencia sobre el electorado de izquierda. El discurso de Poutou, más radical (por el desarme de la policía, por ejemplo), más combativo, más enfocado en las luchas, pero sin ser claramente revolucionario, atrajo simpatías, pero estas no fueron seguidas por el gesto electoral esperado, porque el voto de Poutou no pareció capaz de contribuir para derrotar a Sarkozy (en 2012) o para hacer peso contra Mélenchon (en 2017).

En otras palabras, la izquierda reformista estaba contra las cuerdas en la década de 2000, pagando el precio de su complicidad con los ataques (sociales) liberales del PS, y dejando a la extrema izquierda en la pole position para defender los intereses de las clases trabajadoras. Cabe recordar que los/as tres candidatos/as que se decían trotskistas en las elecciones presidenciales de 2002 obtuvieron en conjunto más de 10% de los votos, pero este resultado sin precedentes fue poco comentado, ofuscado por la derrota de Jospin (PS) en primera vuelta y por una segunda ronda de Jacques Chirac-Jean-Marie Le Pen. Pero a partir de 2009, la correlación de fuerzas fue invertida a la izquierda del PS: una izquierda puramente reformista se recuperaba en las espaldas de una extrema izquierda que obviamente había perdido el barco. Esto es esencialmente lo que explica la clara caída en la puntuación de Poutou en comparación con la de Besancenot, aunque esto no agote el asunto.

Por detrás de los temas electorales, la relación con el reformismo

¿Por qué la extrema izquierda no se mostró capaz de convertirse en una fuerza política importante en los anos 2000? ¿Por qué fue superada por las fuerzas reformistas? Es imposible tratar aquí estas amplias cuestiones. Pero estas volvieron en los años 2010, convirtiéndose en un nuevo rompecabezas, que probablemente dividiría al NPA y la extrema izquierda: ¿qué tipo de relación debería tener esta última con la izquierda reformista? Este es uno de los temas clave más incómodos, en el corazón de las crisis del NPA a lo largo de su existencia, y de la escisión que acaba de ocurrir. Revela, o confirma, grandes discordancias dentro del partido sobre el tema de la delimitación política. Desde el inicio, esto fue obvio en el partido emergente y en el flamante NPA. Algunos/as tenían un poco más de ambición que apostar en la desaparición del PCF y reemplazarlo en el escenario político por un partido de “izquierda radical” más simpático y dinámico. Por otro lado, otros/as veían al NPA como un verdadero partido revolucionario. Pero lo que pronto se tornó aparente fue que, para una gran mayoría del partido, su verdadera delimitación política, su línea de demarcación, estaba en ruptura con el PS social-liberal y no con el reformismo en general. Y esto explica muchas de las crisis, divisiones y turbulencias en la historia del partido. Y esta cuestión sigue siendo relevante hoy en día.

Hoy, para algunos/as (PfC), los/as revolucionarios/as deben agruparse fuera de las organizaciones reformistas. Para los/as demás (PfB), esta separación sería identitaria y sectaria, y es necesario construir “una izquierda luchadora” con reformistas calificados/as de “radicales”, mientras generalmente escoden el hecho de que son reformistas. Los/as primeros/as a veces olvidan la necesidad de una política de frente único, que obliga a hacer acuerdos con los/as reformistas y burócratas sindicales para construir luchas y darse las mejores posibilidades de ganarlas. Estos/as últimos/as están dispuestos a construir un partido político con personas, especialmente de la LFI, que de hecho son reformistas; y –como acabamos de ver– rechazar a los/as primero/as de un partido, el NPA, que construyeron juntos. El NPA “canal histórico” sobresale, como la dirección de la LCR antes que él, al desdibujar las líneas y confundir reforma y revolución. Esto se tradujo frecuentemente en la firma de textos y diversos acuerdos basados ​​en una lógica reformista e institucional. Más fundamentalmente, esto se refleja en los estatutos, un programa y una estrategia política inventada en el nacimiento del NPA por una ex dirección de la LCR, cerca de la mitad de la cual se pasó al reformismo con armas y bagajes (vía FdG y, más tarde, “Ensemble!” y LFI). De ahí la indefinición y la ambigüedad: para la dirección mayoritaria de la LCR antes de la fundación del NPA, era necesario construir un partido que permitiese a los/as reformistas “sinceros/as” sentirse a voluntad. Desde entonces, estos textos fundacionales apenas han cambiado; el “software” político siguió siendo el mismo; y la otra mitad de la ex dirección de la LCR ¡pasó a hacer la misma elección fundamental que los/as separatistas de la GA en 2012!

El programa NPA: ¿revolucionario o no?

El programa del NPA “no es un programa completo” [65], admite en el segundo párrafo. Pero estas no son lagunas secundarias. Ciertamente, leemos pasajes y términos que parecen indicar una lógica revolucionaria, “derrocamiento del sistema”, “transformación revolucionaria de la sociedad”, cuestionando “la propiedad privada de los grandes [o “principales”] medios de producción”, “expropiación sin pago de los grandes grupos capitalistascomenzando por los de la CAC 40”, “fin de la explotación”. Incluso si podemos juzgar que no se pone suficiente énfasis en el proyecto de largo plazo de la abolición completa de la propiedad burguesa, lucrativa y capitalista, y del fin de la existencia de una clase capitalista, es lógico atacar primero la gran propiedad en una fase de socialización. Y aquí hay elementos de un programa revolucionario [66].

El programa propuesto, por lo tanto, quiere presentarse como revolucionario. Ciertamente no es “un programa mínimo a bajo costo”, pero es confuso en un principio cuando confunde un programa revolucionario (con una lógica de transición) con un programa de emergencia [67]. No es una diferencia pequeña, ya que un programa transitorio como el de Trotsky lleva, desde las exigencias inmediatas, a la toma del poder por los/as trabajadores/as, a la constitución de su gobierno, una «breve etapa» antes de la dictadura del proletariado. Un programa de emergencia puede reunir a reformistas y revolucionarios en acción en torno a demandas inmediatas, incluso a un alto nivel. Es una herramienta de frente único, no un programa para acabar con la tiranía del capital. Este es en gran medida organizado a nivel de la Unión Europea, un tema en el que el NPA nunca ha sido claro. Ha difundido las peores ilusiones sobre una transición hacia “otra Europa, democrática, ecológica y social”, mientras las instituciones de la UE, un arma volcada contra los/as trabajadores/as, son proyectadas para impedirla.

Otro punto crucial, donde el programa del NPA es confuso, al asociar las reivindicaciones revolucionarias a una lógica reformista: la cuestión de la legalidad, del Estado y de su aparato represivo. Por un lado, leemos que no debemos “vacilar en ir más allá de la estrecha estructura de la legalidad para obtener satisfacción” [68]. Esto es perfectamente correcto, porque esta legalidad está hecha fundamentalmente para la burguesía. Pero ¿qué pasará entonces con la justicia, la policía y el ejército, si se rompe la legalidad en interés de los/as trabajadores/as? Si bien, por razones de legalidad burguesa, ciertas cosas no pueden escribirse en un texto programático, los principios fundacionales no dicen todo lo que debería decir un programa revolucionario. Confunden, por ejemplo, la lucha contra los “excesos y desvíos” de los aparatos represivos con el hecho de que estos aparatos deben ser demolidos para construir el socialismo [69]. Una cosa es segura: participar de campañas, posiblemente unitarias, contra la violencia policial. Pero esto se hace mientras esté vigente el orden burgués, y no basta con limitarse a ellas: un programa revolucionario debe denunciar el carácter burgués de estos aparatos y pedir su sustitución por instituciones hechas para nuestra clase: milicias obreras y populares, pueblo en armas… que serán necesarias para defendernos de una burguesía que buscará por todos los medios evitar su despojo, incluso por la violencia. En este sentido, la “ruptura con el Estado y las instituciones que este creó para sí mismo” [70] es una justa demanda, pero la naturaleza de esta ruptura debe ser especificada y no está en el texto. También es correcto proclamar el derecho a la autodefensa: “buscaremos organizar las autodefensas de los trabajadores para que no se repita el golpe militar y la represión masiva que se dio en Chile en 1973” [71]. Pero la autodefensa no es suficiente: es necesario buscar la confraternización con los miembros de las fuerzas represivas, neutralizando a ciertos sectores y acercando a otros sectores para el lado de la revolución. Esto requiere una preparación ambiciosa. El texto no dice lo suficiente sobre este tema crucial.

Sobre la cuestión del gobierno a ser puesto en práctica para un cambio revolucionario, el texto sugiere que será necesario un alto nivel de “relación de fuerzas producto de la movilización” [72] para permitir la llegada de un “gobierno que impondrá medidas radicales en ruptura con el sistema y se empeñará en una transformación revolucionaria de la sociedad” [73]. Pero ¿cómo surgiría un gobierno así? ¿En elecciones? ¿Basado en la autoorganización? ¿Cuál sería su naturaleza de clase? Esto no está especificado. Se siente aquí que el texto fue escrito a partir de influencias políticas contrapuestas, pero que prevaleció la preocupación de no excluir explícitamente el contexto de una victoria electoral en una estructura democrática burguesa. Algunos de los escritos de lo que se convirtió en la GA antes de dejar el NPA iban en esta línea: para algunos/as, las elecciones deberían jugar un papel crucial en una “revolución”. También sabemos que los líderes de esta corriente habían jugado un papel fundamental en la elaboración de este programa. La confusión y el deseo de no delimitarse claramente de un enfoque gradualista y reformista, para minimizar el hecho de que es necesario, por el contrario, preparar el choque con la burguesía, son palpables. Pero estas ambigüedades adquieren hoy su pleno significado con la explosión del NPA. Seamos claros: el programa fundacional no es revolucionario, es un programa centrista: titubea y deambula entre una lógica de cambio social gradual a través de elecciones e instituciones existentes, y un escenario insurreccional. Como resultado, al permitir el acceso al partido de miembros orientados al abordaje electoral e institucional, el programa no es coherente y permite interpretaciones opuestas. En su base, los miembros y corrientes oportunistas son lógicamente llevados a negociaciones de aparato con reformistas puros. Este fue el corazón de las escisiones en 2009, 2010, 2012 y… 2022.

Algunas palabras sobre los estatutos del NPA

El NPA no funciona de acuerdo con el centralismo democrático, tal como lo definen en particular Lenin y Trotsky: el debate democrático en el NPA no conduce a la implementación disciplinada de las opciones asumidas por el partido. Hay experiencias locales y se defienden públicamente posiciones contradictorias. Por un lado, curiosamente, los estatutos justifican la centralización [74], sin especificar claramente su alcance y contenido; por otro lado, todo lo que ha existido en el partido desde sus inicios va en la dirección opuesta al centralismo, empezando por las opciones electorales diametralmente opuestas realizadas según las regiones de Francia desde las elecciones europeas de 2009.

Para centrarnos en la escisión, los estatutos dicen que el Congreso del NPA “elige un consejo político nacional (CPN) por paridad” según los resultados obtenidos [75]. Autoriza el derecho a la existencia de tendencias y fracciones [76]. Estos estatutos en modo alguno impiden la existencia de corrientes opuestas organizadas en el partido, cualesquiera que sean las consecuencias para su funcionamiento. Sin embargo, la existencia y posterior cristalización de corrientes separadas en el partido, incluso fuera de los períodos congresuales, es, en una estructura política relativamente democrática, una consecuencia lógica de la heterogeneidad programática y estratégica y de la indefinición mantenida por los textos fundacionales. Cuanto más amplio es políticamente un partido, más tiende a formar diferentes corrientes, probablemente coagulando en lugar de disolverse después de los congresos. Esta es una fuente de esclerosis, ya que grandes diferencias estratégicas llevan a cada corriente a mantener su propia posición a la hora de definir su política. Esto, por así decirlo, está de acuerdo con la lógica programática y estatutaria de un partido amplio. Es hacia tal partido que los/as separatistas de la PfB[77] quisieran mudarse de nuevo. Sin embargo, es esta división, la consecuencia insidiosa de la lógica de partido amplio permitida por el proyecto inicial de la LCR y por el programa fundacional, la que acaba de ser cuestionada por el “canal histórico”.

Otro pasaje de los estatutos especifica el carácter no solo inclusivo sino proporcional de la composición del ejecutivo del NPA [78]. Esto debe verse en el contexto del equilibrio de poder dentro del NPA en los últimos años. En el IV Congreso, la PfU (el nombre de la plataforma ‘canal histórico’ en 2018) obtuvo solo 48,5% de los votos. Esto le dio derecho a 41 de los 83 miembros del CPN. Las corrientes de izquierda del NPA, en conjunto, salieron con mayoría de un voto en el CPN (42 miembros). Según los estatutos, el CE debería haber sido elegido por representación proporcional de tendencias. Pero el primer NPC (marzo de 2018) después de este congreso vio, por un lado, a los miembros “históricos” de la PfU indignados, de una manera a la vez desaforada y teatral, con el hecho de que algunos/as integrantes del CPN (especialmente de la TC) estaban cuestionando su derecho “sagrado” de dirigir el ejecutivo del partido (la PfU claramente sentía que eran “dueña del NPA”); por otro lado, casi todas las corrientes de “izquierda” en el NPA no quisieron aliarse contra la PfU y prefirieron ser una minoría en el ejecutivo en lugar de una mayoría juntos, de acuerdo con los estatutos. Está claro que hubo fuertes diferencias entre estas corrientes opuestas, lo que les dificultó liderar juntas el NPA. Pero ¿cómo no concluir que estas oposiciones, frente al oportunismo de la dirección histórica, constituían, para muchas personas, más una cuestión de postura (o incluso de folclore) que de consistente rigor revolucionario? En todo caso, fue con esta situación interna incoherente (minoritaria en la CPN hasta 2021, pero mayoritaria en el CE) que la dirección “histórica” (PfB) quiso romper definitivamente en este nuevo congreso. Como no lo consiguió por mayoría de votos, rompió de manera fangosa, manteniendo así su mano en un aparato que no había querido largar en 2018, mientras los estatutos podrían haber exigido que lo hiciese… si todas sus oposiciones lo hubiesen querido.

Detrás de la PfB, el SU-CI

Es importante darse cuenta de que la elección que acaba de hacer el “canal histórico” (PfB) no surge de la nada. Es la corriente más directamente ligada a la dirección de la IV Internacional, de la versión Pablo-Mandel-Bensaïd, es decir, el SU, ahora la CI. Esta corriente encarna, empíricamente desde la década de 1980, y sistemáticamente desde 1995, la ruptura con la voluntad de Trotsky de formar una internacional revolucionaria y partidos revolucionarios, anclados en el proletariado y basados ​​en un programa de transición para lograr gobiernos de los/as trabajadores/as y la dictadura de el proletariado A partir de 1995, el SU descartó la perspectiva de la revolución socialista durante todo un período histórico; en consecuencia, modificó su programa, que ya no podía ser más el de la toma del poder, y lógicamente descartó, como resultado, el partido de tipo leninista, a favor de los “partidos amplios”. Daniel Bensaïd lo resumió con su fórmula, “nueva período, nuevo programa, nuevo(s) partido(s)”. Para esta corriente internacional, el NPA debería ser uno de esos partidos. De hecho, algunos dirigentes del SU en el NPA naciente no dudaban en explicar que el nuevo partido no estaba concebido como un partido para la toma del poder. Pero si no se construye un partido “para la toma del poder”, ¿qué se está construyendo sino un partido que no puede y no hará la revolución socialista? Si este partido no toma el poder, ¿quién lo hará? O más bien, ¿quién se quedará con él? La respuesta es, lamentablemente, clara: ¡la burguesía! Todo esto es coherente: es porque el SU-CI dejó de creer en la actualidad de la revolución socialista que adoptó el principio de partidos no concebidos para la toma del poder por el proletariado, y mantiene esta orientación. Aquella toma del poder es así lógicamente postergada para las calendas griegas.

¡Grecia, vamos a llegar allá! Desde 1995, el SU-CI aboga por “partidos amplios” que agrupen a toda la “izquierda radical”, es decir, que busquen borrar la línea divisoria entre reformismo y revolución. Pero una unión estratégica y programática con reformistas asumidos/as se construye necesariamente sobre una base reformista. La intersección de un programa revolucionario con un programa reformista no es un programa revolucionario. Puede tener características titubeantes y centristas, pero fundamentalmente es un programa reformista, simplemente porque los/as reformistas con los/as que se alían no quieren oír hablar de una huelga general insurreccional, o de un gobierno obrero, sin mencionar siquiera la mala palabra “dictadura del proletariado”. Desde hace casi 30 años, el SU-CI logra que sus secciones aprueben un programa “amplio”, es decir, reformista, para poder convivir en los mismos partidos con los/as reformistas que se asumieron desde el inicio. Y cuando la sección SU-CI de un país es hostil a esta deriva, la dirección internacional no duda en “pasarla por alto”. Esto es lo que pasó en Grecia con OKDE-Spartakos. El SU (apoyado por la corriente dirigente del NPA) tomó la decisión de comprometerse con Syriza, apoyando abiertamente (aunque de manera crítica) al liderazgo totalmente neorreformista de este partido, que ha sido descrito como un ejemplo de partido anticapitalista, así como su gobierno, que fue presentado como un ejemplo de un gobierno de nueva izquierda transformadora anti-austeridad. ¡Pero la vida es difícil para el SU-CI! Syriza (con todas sus inconsistencias reformistas) pronto se convirtió en el nuevo ejecutor de los planes criminales de la UE y de la “troika” para la semicolonización de Grecia. Y la “izquierda de Syriza” (incluidos los/as partidarios/as del SU-CI) no consiguió desvincularse claramente y a tiempo de esa “izquierda radical” que comenzó a atacar a los trabajadores/as.

Esta política de confusión con el reformismo es desastrosa. Ya lo habíamos visto con Rifondazione (Italia), y estábamos a punto de verlo con Podemos (España) y el Bloco de Esquerda (Portugal). Esta política se traga a los militantes revolucionarios en partidos o frentes que son incapaces de ayudar a los/as trabajadores/as a avanzar hacia la toma del poder, ya que ese no es el objetivo de estas fuerzas políticas. Cuando algunos/as de ellos/as se dan cuenta de esto, ya es demasiado tarde, la derrota es completa (como en el caso de Syriza); y/o el partido degeneró en un aparato para oportunistas y políticos profesionales perdidos para siempre para la revolución (Portugal). Pero con todo esto, la CI no quiere aprender lecciones. Y –¡qué pena para él, parece!– una experiencia tan desastrosa no puede ocurrir en Francia porque el NPA pasó por la evolución narrada anteriormente antes de ser apuñalado por su “canal histórico”. El NPA, orgullo del SU en el inicio, se había convertido así en un contraejemplo, ¡un partido amplio fracasado! La operación llevada a cabo por Poutou, Besancenot, Poupin y otros/as “normaliza” así la situación del NPA en relación con las demás secciones europeas del SU-CI y la voluntad de su dirección internacional. Agreguemos que el SU-CI tiene una sección en Francia, con miembros pertenecientes a “Ensemble!”, la LFI y al NPA. ¡Todo en el mismo barco! Podemos sentir un reencuentro inminente con los/as afiliados/as de la GA  –y después de “Ensemble!” – (¡que intentaron robar la caja del NPA en 2012 para usarla para el FdG)! Esta vez, nuevamente, los miembros del NPA que toman un camino similar están para muchos/as en el SU-CI. El acercamiento entre viejos/as y nuevos/as oportunistas que se distanciaron del NPA ya comenzó, y eso ya se puede ver en algunas manifestaciones. El NPA no fue refundado, sino dividido y estancado, contrariamente al deseo de la PfA…

Como dijo Einstein: “La locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente. La política de unión con los reformistas y de partidos amplios ha mostrado –con creces– su carácter calamitoso. ¡Pero parece que para el SU-CI esta debe ser perseguida a cualquier costo y en cualquier lugar! Entonces, ¿el liderazgo de SU-CI está tan loco como la PfB? Si creyéramos a Einstein, podríamos pensar que sí. Pero el psicologismo es de poca ayuda aquí. ¿Qué explica esta perseverancia en el fracaso? Esto merecería un estudio sólido. Digamos aquí apenas que el SU y la LCR habían comenzado hace mucho tiempo una trayectoria hacia la derecha, y ahora se ha llegado a un punto sin retorno. Su centrismo de derecha, yendo cada vez más hacia el reformismo, anuncia más malas noticias, esta vez en Francia. Desafortunadamente.

Un fuerte desacuerdo que tenemos con la PfC es que el NPA no es, contrariamente a sus afirmaciones, un partido revolucionario. La “continuación del NPA”, por lo tanto, no tiene ningún sentido progresivo para nosotros. Fue, desde el principio, y sigue siendo, un partido centrista, luego en crisis, y ahora muerto. No porque fuera un pequeño partido revolucionario (que podría, aunque pequeño, haber sido dinámico). No porque sea un gran partido centrista “amplio” (que podría haber sido atractivo por sus números). Sino porque era un pequeño partido centrista, rápidamente perdió todo atractivo. Frente a un partido neorreformista de masas como la LFI, el NPA, como era, no era compatible. Esperamos sinceramente que las corrientes emergentes de la PfC aprendan todas las lecciones de este triste congreso. Para los/as que todavía quieren hacer la revolución, es necesario buscar recuperar fuerzas en otro lugar que no sea en la estructura moribunda de este partido. Nos parece esencial hacerlo en un marco internacional. La revolución solo puede ser global, y debe prepararse globalmente. La LIT-CI está pronta para todas las discusiones sinceras y favorables en este sentido.

[1] El Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional (SU o SU-CI, la corriente histórica encarnada por Ernest Mandel y luego Daniel Bensaïd), asumió más recientemente el nombre de Comité Internacional (CI). Esta corriente se refiere a sí misma como La Cuarta Internacional, lo que, por supuesto, es cuestionado por otras corrientes internacionales que afirman ser trotskistas. Esta afirmación del SU-CI es tanto más fraudulenta cuando partes enteras del trotskismo fueron arrojadas al mar, durante mucho tiempo en la práctica, pero especialmente después de 1995 en la teoría.

[2] CCR: Courant Communiste Révolutionnaire (Corriente Comunista Revolucionaria): corriente interna del NPA vinculada a la Fracción Trotskista (FT-CI). Formada poco después del nacimiento del NPA, fue empujada hacia su salida en junio de 2021. Actualmente más conocida por el nombre de su sitio web: Révolution Permanente, o RP.

[3] Esta es una peculiaridad de la ley electoral francesa para las elecciones presidenciales. Cada candidato, para postularse, debe recolectar al menos 500 firmas de alcaldes (u otros/as “grandes electores/as”, diputados/as, etc.). Esta es una tarea muy demorada y despolitizadora impuesta por una voluntad antidemocrática y que penaliza a los pequeños partidos políticos sin una fuerte presencia institucional.

[4] Solo a la candidata de Lutte Ouvrière (Lucha Obrera, LO) Nathalie Arthaud le fue peor (menos de 200.000 votos, 0,56%).

[5] LFI: La France Insoumise (La Francia Insumisa). Formación política neorreformista fundada en torno a Jean-Luc Mélenchon.

[6] Union Populaire (Unión Popular), o UP, el nombre electoral elegido por la LFI para las elecciones de 2022.

[7] NUPES: Nouvelle Union Populaire, Ecologiste et Sociale (Nueva Unión Popular, Ecologista y Social). Alianza electoral creada para las elecciones legislativas de junio de 2022 y que reúne a partidos de la izquierda reformista (LFI, PCF) y de la izquierda burguesa (PS, y gran parte de la EELV).

[8] Para más detalles sobre esta secuencia política y electoral, ver: https://litci.org/fr/2022/05/05/macron-reelu-et-maintenant/ centrándose en la reelección de Macron y las primeras etapas de formación de la NUPES; y https://litci.org/fr/2022/07/06/france-quelle-situation-apres-les-legislatives/ centrándose en la realidad de la NUPES y las elecciones legislativas.

[9] A&R: Anticapitalisme et Révolution (Anticapitalismo y Revolución): corriente opositora perteneciente a la izquierda del NPA, procedente de la LCR.

[10] DR: Démocratie Révolutionnaire (Democracia Revolucionaria). Una corriente de la izquierda del NPA, originalmente expulsada de Lutte Ouvrière en 1999, que se unió a la LCR en 2000 y participa del NPA desde 2009. Esta corriente está especialmente establecida en la región de Bordeaux.

[11] “La Fraction”: esta es la Fracción “L’Etincelle” (“Chispa”) del NPA, todavía llamada FLO (Fracción de LO), especialmente en los primeros días del NPA. Su origen está en la exclusión de Lutte Ouvrière a la que fue sometida esta corriente, que antes estaba en diálogo con la izquierda de la LCR (en particular con la revista Convergences Révolutionnaires). Adhirió al proceso de nacimiento del NPA incluso antes de su fundación en 2009.

[12] ARC: Alternative Révolutionnaire Communiste (Alternativa Comunista Revolucionaria): una tendencia formada en 2019 después del 4º Congreso del NPA, reuniendo aTendanceClaire (Tendencia Claire – TC), un pequeño grupo llamado “Portion Congrue” presente en la plataforma Y de este congreso, y algunos miembros de NPA de diversos orígenes. La TC era el componente más grande de la ARC original, pero el liderazgo de la tendencia escapó de ella y, después de una crisis prolongada, la dirección de la ARC logró expulsar a los miembros más fieles a las orientaciones de la ex TC.

[13] https://nouveaupartianticapitaliste.org/arguments/vie-interne/contributions-des-plateformes-pour-le-5e-congres-du-npa

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] “Socialisme ou Barbarie” (Socialismo o Barbarie): pequeño grupo presente en el NPA, miembro de la agrupación internacional del mismo nombre.

[17] Tendance Claire du NPA (Tendencia Claire del NPA ), o TC: una tendencia presente en la NPA desde sus inicios, luego se disolvió en la ARC en 2019 y, tras su exclusión de la ARC, se tornó independiente nuevamente en 2021 Hoy, aboga principalmente por la participación crítica en la Unión Popular, y por la defensa de un programa comunista revolucionario dentro de ella.

[18] https://nouveaupartianticapitaliste.org/arguments/vie-interne/contributions-des-plateformes-pour-le-5e-congres-du-npa

[19] El verbo francés aquí es «acter».

[20] https://nouveaupartianticapitaliste.org/arguments/vie-interne/contributions-des-plateformes-pour-le-5e-congres-du-npa : “La refundación revolucionaria del NPA significa también retomar el trabajo de elaboración programática. No nos conformemos con un simple programa de emergencia como tenemos hoy, sino popularicemos un verdadero programa de transición comunista, creíble y deseable, que articule nuestra estrategia con medidas concretas para romper con el capitalismo”.

[21] Ídem: “Si no queremos cerrar los sitios web de las corrientes, queremos que ellos le den prioridad a la prensa y al sitio web “oficial”, proponiendo primero sus artículos a estos organismos. A cambio, ellos deberían poder tener columnas regulares en estos órganos y sus propias pestañas en el sitio, en las cuales serían libres de conforme juzguen conveniente. Una vez satisfechas estas condiciones, las corrientes deben rever su política editorial para articularla mejor con la del partido, integrándose a los comités editoriales a cargo del semanario, de la revista y del sitio web”.

[22] Ídem.

[23] Ídem: “La destrucción del Estado burgués, la construcción de una sociedad de transición basada en la autoorganización, hacia una sociedad sin clases y sin Estado, va de la mano con la socialización de todas las esferas de la economía, y la batalla contra todas las opresiones”; está escrito que: “La revolución está objetivamente en la agenda”; la PfB pretende “contribuir a la movilización del proletariado en su diversidad, para su unidad en la lucha por otra sociedad, mientras trabaja para construir de una fuerza para el derrocamiento del capitalismo y la transformación revolucionaria de la sociedad”.

[24] Ídem.

[25] Ídem: “Hoy, las clases trabajadoras están desplazadas, el proletariado en plena reconfiguración social, bajo los golpes de las crisis, así como las ofensivas para mantener las tasas de ganancia. El desarrollo de la extrema derecha y sus ideas, el agravamiento de las políticas discriminatorias y autoritarias son un gran obstáculo para la organización de las clases trabajadoras y la defensa de sus intereses”.

[26] Ídem. Leemos exactamente que es necesario “combinar la batalla por la unidad, por frentes políticos y sociales unidos, con un abordaje transitorio, un programa que incluya un conjunto de propuestas que esbocen una respuesta global anticapitalista”.

[27] Ídem: “(…) perspectiva de reconstrucción de las herramientas de organización y defensa de nuestra clase, incluso en nivel político. La campaña también tornó posible defender en gran escala la necesidad de romper con el capitalismo, para construir otra sociedad libre de opresión y explotación”.

[28] Ídem: “Nuestro partido también debe ser capaz de “hacer política”, es decir, de intervenir en el campo político, en los debates que agitan y atraviesan nuestro campo social, y de colocar la perspectiva, más allá del desarrollo de las movilizaciones, de la construcción de una herramienta política para la ruptura con el capitalismo y la transformación revolucionaria de la sociedad”.

[29] Ídem: “Necesitamos de flexibilidad táctica, experimentación, pero también poner de reunir nuestras experiencias para aprender con ellas colectivamente. Este no es el caso en el NPA de hoy”.

[30] Ídem: “la existencia de fracciones permanentes es en realidad la yuxtaposición de organizaciones distintas con proyectos políticos diferentes, incluso contradictorios, y constituye un obstáculo para la construcción de un verdadero partido. Hasta ahora, las fracciones se han negado a cualquier discusión sobre el restablecimiento de un funcionamiento colectivo”.

[31] Ídem.

[32] Ídem.

[33] Ídem: para la PfC, esto “contribuyó a desdibujar una vez más las líneas que nos separan de las organizaciones que no son revolucionarias”; especifica: “Queriendo construir al mismo tiempo “una herramienta revolucionaria” y una “izquierda luchadora”, como proponen los compañeros del grupo “3 e 4 de Octubre” por iniciativa de la Plataforma B, participa del mismo desdibujamiento”. En nuestra opinión, esto debería formularse de manera un poco diferente, ya que sería muy bienvenido reagrupar y construir una izquierda luchadora a nivel (inter)sindical, en las luchas. Es en el ámbito político donde hay un gran problema.

[34] Tomando solo ejemplos muy recientes, estamos pensando aquí en particular en el desastre de Rifondazione en Italia, en el hundimiento de Syriza en Grecia en 2015 (del que diremos algunas palabras a continuación), en la “normalización” de Podemos en España, y en la integración del Bloco de Esquerda en las instituciones burguesas en Portugal.

[35] https://nouveaupartianticapitaliste.org/arguments/vie-interne/contributions-des-plateformes-pour-le-5e-congres-du-npa Leemos: “Hay una carrera en marcha: para terminar con la extrema derecha este el sistema tendrá que ser derrocado. Pero esto no nos exime de luchar contra su influencia ideológica, especialmente dentro de nuestro campo social, y de prepararnos para situaciones de confrontación con ella”.

[36]  Ídem: “No es la energía contenciosa o revolucionaria de las masas lo que falta. Por otro lado, faltan partidos revolucionarios capaces de disputar la dirección política de esos movimientos de emancipación con los partidos burgueses y/o burocracias sindicales y de presionar por la creación de organismos de doble poder”.

[37] Ídem.

[38] En el último congreso de la Internacional, a principios de 2018, A&R formó una plataforma de izquierda con corrientes internacionales como Sociaslist Action (Acción Socialista) en los EE. UU. (cuyas posiciones políticas, especialmente sobre Siria o Venezuela merecerían muchos comentarios desagradables), IZAR en el Estado español, y la sección griega del CI, OKDE-Spartakos, que se opone a la política de la dirección del CI. En este contexto, la TC del NPA había solicitado participar en esta agrupación haciendo algunas enmiendas al texto de esta plataforma, enmiendas que, reconocidamente, se recibieron un poco tarde. A&R prohibió el acceso a una reunión que se suponía iba a abrir sobre esta base y asumió un papel de dirección en la expulsión de los miembros de la TC de la reunión electiva del congreso internacional de París.

[39] https://nouveaupartianticapitaliste.org/arguments/vie-interne/contributions-des-plateformes-pour-le-5e-congres-du-npa. El texto dice: “para fortalecer el campo de los revolucionarios y avanzar hacia la construcción de un partido con una estrategia encaminada al derrocamiento del capitalismo, con implantación en la juventud y en el mundo del trabajo”. Y agrega: “No estamos aislados de un medio joven que se politiza y busca el lado de los revolucionarios”.

[40] Ídem. El texto especifica que el NPA “ha sido capaz de reunir a revolucionarios de diferentes tradiciones y reclutar una nueva generación de activistas”.

[41] https://nouveaupartianticapitaliste.org/actualite/vie-interne/5e-congres-national-du-npa : “La Plataforma B optó por seguir adelante con el proceso de división del NPA. Lamentamos amargamente esta decisión, que solo puede conducir al debilitamiento y al desánimo de ambos lados. Por lo tanto, la Plataforma B tiene una gran responsabilidad en esta escisión, mientras nosotros habíamos propuesto otros escenarios para acabar con la crisis. Por su parte, los camaradas de la Plataforma C en realidad hicieron muy poco para evitar esta escisión anunciada. Por su negativa a dejar un frente de organizaciones para formar un nuevo partido y por la participación en la tensión permanente de este congreso, lamentablemente solo precipitaron tal resultado”.

[42] Ídem. Tras un engañoso subtítulo “Una orientación mayoritaria”, leemos una frase totalmente mentirosa: “Los votos de una mayoría de camaradas fueron para un NPA unitario, independiente y revolucionario”.

[43] Ídem: “Sin cuestionar el derecho de facción o tendencia, que son conquistas democráticas de nuestra tradición revolucionaria, rechazamos que facciones que en realidad son organizaciones separadas transformen el NPA en un frente de organizaciones autónomas, en competencia unas con otras. Este no era el proyecto original del NPA, y no es nuestro proyecto hoy”.

[44] Ídem.

[45] Ídem. La PfC cita parte del comunicado de la comisión: “la PFC es parte de la dinámica de la comisión para establecer las condiciones para un funcionamiento común y aceptable para todos/as” y la comisión concluyó que: “las tres PFs aceptaron las reglas del juego, con ciertas transparencias, e hizo propuestas para alimentar el debate”. La PfC comenta el resultado del congreso a la luz de lo antes expuesto: “Al dejar el congreso, los delegados de la PfB se sentaron sobre el mandato de las AG electivas y sobre el trabajo de esta comisión. Se trata de una toma del poder antidemocrática, anunciada por la intervención de Philippe Poutou en la BFM el viernes por la noche, durante los trabajos de un congreso al que no asistió ese primer día”.

[46]   https://www.youtube.com/watch?v=kkXmX0IDc_s: Para Poupin, el NPA debe ser “una herramienta para la participación en todas las luchas, de participación en el debate que se está dando dentro del movimiento obrero, en las recomposiciones que son absolutamente necesarias (…) porque vemos hoy que no tenemos una respuesta a la altura de la tarea”. Continúa diciendo que el objetivo es “tener una herramienta más útil, más eficiente, más dinámica; también más acogedora, porque tenemos que admitir que las disputas internas no crean una estructura particularmente entusiasta”. Besancenot agrega a esto una pequeña nota que pretende hacer sentir culpables a las corrientes opuestas, pero en realidad es muy hipócrita: según él, con la yuxtaposición de estas corrientes dentro del NPA, para “discutir política (…) nos sentimos un poco impedidos de hacerlo” y dice “teníamos que … censurarnos”. Esto a pesar del hecho de que la dirección del NPA a menudo ha tomado decisiones minoritarias en el partido (en temas como las elecciones, por ejemplo).

[47] Ídem: “este congreso actuó en una separación dentro del NPA, una separación que ya estaba instalada hace muchos meses”. Para ella, la separación “ya existía, de hecho, dentro del NPA”.

[48] ​​Ídem: “Pensamos que va a haber luchas serias (…) que van a pasar cosas enormes, que las cosas van a moverse. Y queremos estar allí, ser útiles y eficaces”.

[49] Ídem: Poupin dice que se trata de tener un NPA “fiel a su historia, de querer una transformación radical y revolucionaria de la sociedad (… pero también…) capaz de tomar en cuenta el lugar ahora decisivo de las luchas ecológicas y en particular de las luchas sobre la emergencia climática”.

[50] Ídem.

[51] Ídem. Es, dice Poupin después de haber sustituido, “casi la totalidad de nuestros 102 delegados –de los 102, dos se abstuvieron– observaron que la condición en la que vivíamos desde hace meses o incluso años, que era de cierta forma la coexistencia de diferentes organizaciones, no podía durar”.

[52] Ídem: Poutou declara: “nos estábamos alejando poco a poco de lo que queríamos hacer en 2009. Y así, era necesario volver a eso, discutirlo nuevamente, plantear la cuestión de un partido amplio, unitario y radical de vuelta al centro de la discusión”. Para Besancenot, se trata de una “opción política fundamental (…) de volver a lo que fue el NPA, en un contexto que obviamente ha cambiado por completo, pero que era una voluntad radical y unitaria. Allí, el NPA optó por no convertirse ni en un frente de tendencias y fracciones y organizaciones, ni en una secta política”.

[53] Ídem.

[54] Ver por ejemplo: https://www.sudouest.fr/politique/politique-les-anciens-candidats-a-la-presidentielle-du-npa-olivier-besancenot-et-philippe-poutou-font-scission -13352213.php.

[55] https://www.youtube.com/watch?v=kkXmX0IDc_s: “en estas situaciones siempre hay una lucha por la legitimidad (…) Podemos decir que somos más numerosos (…) Pero, sobre todo, la legitimidad histórica y la política está obviamente del lado de los que están aquí, es decir, esta idea de una agrupamiento, no sectario, abierto, disponible tanto en el debate como con relación a todo lo que sucede en la sociedad”.

[56] Ídem. Besancenot declaró: “Tendremos cuidado para no abordarlos a través de los medios, es decir, para mantener el máximo de relaciones fraternas y militantes, porque son camaradas, en todo caso, que encontraremos entre los primeros/as en la lucha (…) y porque nunca es con alegría que llegamos a una conclusión política”.

[57] https://nouveaupartianticapitaliste.org/  y https://nouveaupartianticapitaliste.org/agir/politique/nous-continuons-le-npa-pour-un-parti-des-exploitees-et-des-opprimees-revolutionnaire

[58] Declaración del Congreso del NPA – 11/12/2022. “Urgencia y actualidad de la revolución, nosotros continuamos el NPA”.

[59] GU: Gauche Unitaire (Izquierda Unitaria), una corriente originaria de la LCR, especialmente en torno a Christian Picquet, que participó en el NPA en su fundación, pero encontró el proyecto del partido demasiado estrecho (no lo suficientemente abierto a la derecha).

[60] Tras su ruptura con el PS, Mélenchon y el grupo militante que lo rodeaba fundaron el Partido de Izquierda (PG) en 2008, y este último rápidamente llegó a un acuerdo con el PCF para crear el Frente de Izquierda (FdG), en el que otros grupos, en particular el NPA, se juntarían.

[61] C&A: Convergences et Alternative (Convergencias y Alternativas). Ala derecha, corriente oportunista del NPA, ya presente en la LCR.

[62] GR: Gauche Révolutionnaire (Izquierda Revolucionaria). Pequeña corriente vinculada al CIO/CWI (Committee for a Workers’ International – Comité por una Internacional de los Trabajadores), que ahora forma parte de LFI.

[63] GA: Gauche Anticapitaliste (Izquierda Anticapitalista). Corriente del ala derecha que representaba aproximadamente la mitad de la dirección de la LCR en el momento de su disolución y que había desempeñado un papel de liderazgo en el NPA en sus primeros días.

[64] PCI: Parti Communiste Internationaliste (Partido Comunista Internacionalista). Antiguo nombre de la corriente lambertista en Francia –en honor a Pierre Lambert, dirigente trotskista francés que se opuso a la orientación defendida en particular por Ernest Mandel–, un partido que se disolvió en un MPPT, Mouvement Pour un Parti des Travailleurs (Movimiento por un partido de los trabajadores), que se convirtió en el PT- Parti des Travailleurs (Partido de los Trabajadores). Más recientemente, esta corriente se convirtió en el POI – Parti Ouvrier Indépendant (Partido Obrero Independiente), que se escindió hace algunos años, dando lugar al POID, Parti Ouvrier Indépendant Démocratique (Partido Obrero Independiente Democrático).

[65] https://nouveaupartianticapitaliste.org/principes-fondateurs

[66] Ídem. Leemos: “La lógica del sistema contribuye por este mismo hecho a crear las condiciones para su derrocamiento, para una transformación revolucionaria de la sociedad, demostrando diariamente hasta qué punto es verdad que el bienestar, la democracia y la paz son incompatibles con la propiedad privada de los grandes medios de producción”. El programa también dice: “Acabar con las crisis implica acabar con la explotación y, por lo tanto, con la propiedad privada de los principales medios de producción, intercambio y comunicación, que constituye su base. El sistema financiero, los servicios esenciales de la vida y las grandes empresas deben ser puestos bajo el control de los trabajadores y de la población, que asumirán la propiedad y asegurarán su gestión dentro de la estructura de planificación democrática. También observamos este pasaje: “El socialismo, el ecosocialismo, es el poder de los trabajadores en todas las áreas y en todos los niveles de la vida política, económica y social. Es la democracia de los productores asociados que deciden libre y soberanamente qué producir, cómo producirlo y con que fin”.

[67] Ídem: “Este no es un programa mínimo…, sino una serie de objetivos de movilización, medidas que desafían el sistema y preparan el socialismo que queremos. Defendemos un programa de emergencia que, para responder a las necesidades inmediatas, cuestiona la propiedad capitalista de los medios de producción, ataca el capital y sus ganancias para aumentar salarios, pensiones, beneficios sociales mínimos y para satisfacer las necesidades de la población”.

[68] Ídem.

[69] Ídem: “Nuestro programa también incluye exigencias democráticas radicales de oposición a los excesos y desmanes de las instituciones represivas (policía, justicia, cárceles, ejército…)”.

[70] Ídem.

[71] Ídem.

[72] Ídem.

[73] Ídem. También leemos que el programa defendido por el NPA “implicaría un enfrentamiento con las clases dominantes y exigiría una formidable movilización popular, susceptible de dar origen a nuevas formas de poder que darían a un gobierno anticapitalista los medios para ejecutar su política”.

[74] https://nouveaupartianticapitaliste.org/node/38456: Así, “lo que hace necesaria una centralización de las actividades partidarias es que el capitalismo tiene un marco centralizado a partir del cual organizar su dominio: el Estado, los poderes económicos y financieros”.

[75] Ídem. Más precisamente, el congreso “elige con paridad un consejo político nacional (CPN) representante del partido, de su realidad geográfica, así como de sus comisiones nacionales, y de sus sensibilidades políticas. Si hubiere orientaciones políticas contradictorias sometidas a votación del Congreso, el CPN es elegido por representación proporcional”.

[76] Ídem: “Las tendencias se constituyen durante la preparación de congresos o conferencias nacionales. A priori, se disuelven en el momento de su conclusión. Pueden permanecer para defender su orientación entre estos plazos, a condición de que su abordaje se explicite en un texto. Cualquier fracción política debe declararse sobre la base de un texto que defina las razones de su formación. Una corriente dentro de la organización no puede expresarse públicamente sin tal declaración previa. El mantenimiento de una fracción al final de un congreso debe ser objeto de un nuevo texto al final de ese congreso”.

[77] Citemos de nuevo Ph. Poutou en la conferencia de prensa del 11 de diciembre: se trata de “volver a poner en el centro de las discusiones la cuestión de un partido amplio, unitario y radical al mismo tiempo”. https://www.youtube.com/watch?v=kkXmX0IDc_s

[78] Los estatutos establecen exactamente: “El comité ejecutivo es responsable por la actividad nacional: representación del NPA, animación nacional de campañas, reacción a las noticias políticas y sociales francesas e internacionales, colectivo de portavoces… El CE debe ser elegido en proporción a las tendencias”. https://nouveaupartianticapitaliste.org/node/38456

Traducción del portugués: Natalia Estrada.

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