Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Perú: un nuevo panorama político tras la contundente huelga de profesores

La extraordinaria huelga de los maestros es, sin ninguna duda, el hecho político más importante de la reciente coyuntura (puede leerse un amplio reportaje en esta edición). Y lo es, principalmente por las siguientes razones: la huelga puso al gobierno PPK contra las cuerdas, cuestionó de raíz los 27 años de plan neoliberal y constante austeridad fiscal, pasó por encima de la burocracia sindical conciliadora del CEN del Sutep y, lo más importante, más allá de su resultado inmediato -donde hay conquistas significativas-, abre una perspectiva que plantea una gran oportunidad y un gran desafío al movimiento obrero y popular de conjunto.  

Por PST-Perú

Que la huelga haya generado la crisis política más grave en lo que va del gobierno PPK, se debe al incumplimiento de las promesas y compromisos electorales de éste, y a su pretensión de mantener cinco años más la precariedad económica del movimiento magisterial y de la educación pública, al servicio de un plan neoliberal que solo beneficia a las grandes empresas.

Esto, por supuesto, sumado a la indolencia e inoperancia frente a los desastres del Niño costero, a la “reconstrucción” pensada más bien en los negocios empresariales, la impunidad que promueve en los grandes casos de corrupción como Odebrecht, y las nuevas medidas antilaborales que sigue impulsando.

El citado plan económico, como se sabe, reprime el gasto público para no tocar, con más impuestos, los intereses de las grandes corporaciones; su principal instrumento, la privatización, terminó envileciendo la educación y la salud públicas, así como las remuneraciones y los derechos de los trabajadores del Estado.

No sorprende que la huelga haya desencadenado un verdadero estallido social en prácticamente todo el territorio nacional; lo que hubiera sorprendido es que la situación de injusticia se pudiera mantener por más tiempo sin la reacción de un magisterio del sector público formado por más de 540,000 maestros.

El gobierno PPK y la flaqueza de la fuerza

El gobierno primero ninguneó la huelga de los primeros Sute regionales, principalmente el Cusco, y después, ante su expansión a nuevas regiones, PPK ensayó una pose de diálogo convocando una reunión en Palacio, pero sin ningún avance y solo para regresar las tratativas al ámbito del Minedu, donde la ministra absurdamente se negó a tratar directamente con los protagonistas de la huelga, o sus representación el Comité de Lucha de las Bases Regionales del Sutep; la repudiable declaración del ministro del Interior respecto de los dirigentes de la huelga, tratando de mostrar la huelga como si fuera un movimiento de terroristas, solo aportó un pretexto pero ninguna explicación.

Finalmente, cuando la huelga del magisterio ya había cumplido dos meses desde sus primeras manifestaciones, el gobierno trató de romperla forzando un acuerdo con el Sute Cusco, e invocando la participación del CEN del Sutep en la mesa; pero todo eso solo acrecentó la indignación de los maestros.

El Congreso formó un grupo intermediador para tratar de salvar el absurdo «diálogo» entre espaldas, pero con resultados que las bases magisteriales consideraron insuficientes. Y no les faltó razón; en lo que respecta a la demanda salarial, por ejemplo, el gobierno puso como tope un magro sueldo mínimo de S/ 2,000 (contra S/ 4,050 que demandan los maestros). Ese mínimo de S/ 2,000 el gobierno lo había programado inicialmente para el 2018 y lo adelantó a diciembre 2017 en la negociación con el CEN del Sutep, para luego ceder, ante la huelga, pero solo anticipándolo un mes más, a noviembre. En cualquier caso, eso solo significa un aumento de apenas S/ 300, para los 238,000 maestros de la primera escala y los 140,000 profesores contratados.

Ni qué decir con el sistema de evaluaciones (que tienen como instrumento las “Rúbricas de observación de aula para la evaluación del desempeño docente”), cuya verdadera finalidad -como ha sido en todos los procesos de reforma privatizadora impuestos en el mundo-, es la racionalización o reducción del gasto público (menos profesores, principalmente). El gobierno, el empresariado y sus aliados en los medios, han buscado con cierto éxito imponer la idea de que el profesor se niega simplemente a rendir exámenes; pero la evaluación a que se le quiere someter es de tal tipo, que en la práctica al profesor se le responsabiliza por las condiciones que presentan muchos alumnos por sus niveles de pobreza y desnutrición así como otras causas que motivan deficiencias de atención, y por el estado de las escuelas y su equipamiento, que en muchos casos es muy ruinoso.

Opinión calificada contra la evaluación aplicada por el Minedu

El profesor de Huaraz Juan Cadillo León, seleccionado entre los 50 mejores docentes a nivel mundial en el concurso británico The Global Teacher Prize 2017, es uno de los grandes críticos de las evaluaciones que realiza el Minedu a los docentes en Perú, y que califica al profesor según el nivel de atención del alumno. Afirmó Cadillo en una entrevista en la televisión: “¿Cómo nosotros podemos pensar que un niño va a estar atento durante 60 minutos?, es ilógico, cuando en la teoría vemos que la ventana de atención de un niño puede durar dos minutos”. Cadillo también participó en la huelga magisterial.

Evidentemente por las razones señalas, los maestros respaldaron la continuación de la huelga en la fecha clave del lunes 21 de agosto, y se sumaron más bases de Lima y del interior del país fortaleciendo la medida de lucha.

Sin embargo, en adelante, mediante un «diálogo» de sordos, el gobierno logró imponer una salida de desgaste.

Con todo, el gobierno y el Estado salen muy mal parados después de esta huelga. Los resultados de las últimas encuestas de opinión (apenas uno de cada cinco personas aprueba a PPK o al Congreso) solo son un reflejo de una realidad patente; el gobierno y el Congreso se mantienen en sus puestos con ese mismo cinismo que muestran ante su involucramiento directo con la corrupción. Mientras que, para las bases magisteriales, y en general para las organizaciones sindicales y populares, la huelga ha abierto una nueva perspectiva muy positiva.

 

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