El régimen de JOH [el presidente Juan Orlando Hernández], después del susto de las primeras semanas, pasa ahora a la contraofensiva, en un esfuerzo supremo por aferrarse al poder.
Lo hace de dos formas: por un lado, llama a un “diálogo nacional” que es más bien un monólogo con sus propios achichincles del gobierno y con una arrastrada “sociedad civil” (como la APJ y FOPRIDEH), además de los golpistas del mal llamado “Frente Patriótico de Defensa de la Constitución” que también se suman a su bando.
La otra cara de la respuesta del régimen es su actitud hacia la Oposición Indignada. Su propuesta de “diálogo” va acompañada de una campaña de descrédito contra el movimiento, acusándolo de tener nexos con el crimen organizado y otras [cuestiones] similares, a la vez que maltrata y mantiene como rehenes a los participantes en la huelga de hambre. Pero ese endurecimiento también se expresa en recientes violaciones a los derechos de los trabajadores y el pueblo, como los despidos masivos en la ENEE [Empresa Nacional de Energía Eléctrica], HONDUTEL [Empresa Hondureña de Telecomunicaciones] y el SANAA[Servicio Autónomo Nacional de Acueductos y Alcantarillados], lo que ha provocado que los trabajadores hagan plantones y mítines de protesta; asimismo, el gobierno ejecuta capturas de dirigentes campesinos y el asesinato de defensores de derechos humanos.
En lugar de generar temor, la política del gobierno ha producido una radicalización de los sectores en lucha. La Oposición Indignada está expandiendo su huelga de hambre a San Pedro Sula y este viernes 26 de junio decenas de miles marcharon sobre Casa Presidencial a poner un plazo para el cumplimiento de sus demandas o colocar en primer plano la exigencia de su dimisión. Pero tal vez la más importante expresión de esta radicalización es que las bases de los sindicatos de empleados públicos han obligado a las centrales obreras a convocar a una Asamblea General de sindicatos para tomar decisiones sobre la posibilidad de convocar a un Paro Nacional en las próximas semanas. Los campesinos, por su parte, han arreciado las tomas de tierras en varias regiones del país.
Por lo dicho, la tarea principal del momento es unificar la lucha de los indignados con la lucha de la clase obrera y campesina para hacer un PARO NACIONAL que paralice los negocios de la gran burguesía que ha cerrado filas en defensa de JOH [Juan Orlando Hernández], unos desde las calles y otros desde los centros de trabajo. Para ello, proponemos que la Oposición Indignada convoque con carácter urgente a una gran ASAMBLEA NACIONAL DEL MOVIMIENTO INDIGNADO conjuntamente con las bases de los sindicatos de las organizaciones obreras campesinas, indígenas, de pobladores, mujeres y jóvenes.
Esa Asamblea, de manera democrática, debe tomar las decisiones claves del movimiento, como definir el pliego de peticiones, elegir una Coordinación Nacional que incluya a todos los sectores en lucha, y organizar el PARO NACIONAL por la salida de JOH y por la Constituyente.
Artículo publicado en El Trabajador n.° 112, junio 2015, pág. 2