Vie Abr 19, 2024
19 abril, 2024

Mujeres negras no paran de luchar

La opresión y la súper explotación de las mujeres y negros hace de la lucha por la vida nuestra fuerza motivadora.

Por: Claudicéia Durans – Coordinación Nacional de Quilombo Raza y Clase

En 2014 ocurrió uno de los hechos más crueles de la historia de violencia policial en el país: Cláudia Ferreira, después de muerta, fue arrastrada por policías en un automóvil por las calles de Rio de Janeiro. Hasta hoy, los policías están sueltos y ni siquiera fueron a juicio. Ese es un lamentable ejemplo más de homicidios de mujeres negras y de la impunidad.

El último Mapa de la Violencia Contra Mujeres reveló que, entre 2003 y 2013 (o sea, durante los gobiernos de Lula y Dilma), hubo un aumento de 54% de asesinatos de mujeres negras (contra una caída de 9,8% entre las blancas). Como también sabemos que la violencia contra mujeres lésbicas y transexuales negras siempre explota de forma más cruel.

Según el Relevamiento Nacional de Informaciones Penitenciarias (Infopen, 2000-2014), el Brasil es el quinto país del mundo en población carcelaria femenina. Las negras son dos tercios del total, siendo que 50% tiene entre 18 y 29 años, son pobres, con baja escolarización y tienen hijos que mantener.

Además, en un país donde 77% de los asesinatos son de jóvenes negros, lo que significa el absurdo número de 56.000 víctimas por año, nuestras mujeres sufren cotidianamente con la pérdida de sus hijos, hermanos, padres, compañeros y amigos.

Mujeres que hace mucho sueñan y luchan

Las mujeres negras han protagonizado muchas luchas recientes. En las ciudades y periferias, han enfrentado a la policía. En el campo, no paran de luchar contra el latifundio, en defensa de sus territorios y quilombos[1]. También están en las ocupaciones de escuelas en defensa de la educación pública de calidad y contra el proyecto Escuelas Sin Partido. Las negras también están en las luchas contra las desigualdades en el trabajo, que intentan aprisionarlas al servicio doméstico, a la tercerización, a la precarización y a los trabajos informales.

Para luchar, mujeres negras también han construido diversas formas de organización. Son colectivos, grupos de hip hop, organizaciones quilombolas[2] y populares que también han contribuido para la construcción de la identidad, dando visibilidad a los ancestros en el África, en el que siempre tuvimos papel destacado, sea en la división social del trabajo, basada en el matriarcado, sea en la preservación y en el ejercicio de las religiones de matriz afro, que siempre cumplieron un importante papel de resistencia para nuestro pueblo.

Nuestra historia no es solo de dolores y sufrimientos. Es una historia de guerreras. Es la historia de Aqualtune, Acotirene, Dandara, Tereza de Benguela, Luiza Mahin, entre tantas otras.

Una lucha de raza, clase, género y orientación sexual

Hasta hoy, sin embargo, sectores de los movimientos feministas insisten en desmerecer nuestra trayectoria, omitiendo la pluralidad en el interior del movimiento de mujeres, no reconociendo la centralidad de raza y clase en el debate de género, y adoptando una orientación eurocéntrica, lo que hace que temas que nos afectan directamente se tornen invisibles y secundarios.

Esa posición refleja preconceptos y es alimentada por ideologías racistas como el mito de la democracia racial y la teoría del blanqueamiento, que identifican a nuestro pueblo como símbolo del atraso y de la incapacidad. Lamentablemente, eso también está presente en parte de la izquierda brasileña que se distancia de la realidad, de las necesidades y formas de lucha y organización de las mujeres negras.

Revertir esto es parte fundamental de nuestras luchas. En el capitalismo, ya vivimos a nuestra propia suerte, siendo victimadas por el racismo institucionalizado y por gobiernos que se niegan a adoptar políticas públicas que, de hecho, den mejores condiciones de vida, a través de la titularización de tierras, políticas de erradicación de epidemias, como el Zika virus y el dengue, programas de empleo y renta, más hospitales, puestos de salud, escuelas, guarderías, transportes públicos y viviendas dignas.

Para tal, con todo, es necesaria la unidad entre todos los oprimidos y explotados. Es preciso que blancas y blancos, hombres en general, LGBTs y demás sectores de los trabajadores y de la juventud incorporen nuestras reivindicaciones y demandas.

Esa es una necesidad aún mayor en los días de hoy. No por creer que hay una avasalladora ola conservadora en el país sino porque tenemos certeza de que, frente a la crisis, el capitalismo intenta oprimir más para explotar más. Antes, con Lula y Dilma, hoy con Temer y sus reformas que, de forma aún más profunda, ataca a las mujeres negras.

Pero tenemos historia. Y ella nos muestra que es posible resistir y avanzar.

Notas:

[1] Quilombos es el nombre dado a los villarejos donde se refugiaban los esclavos que huían, y que se ha mantenido hasta hoy para referirse a los descendientes de aquellos esclavos, los que aún luchan por sus tierras [N. de T.].

[2] Quilombolas es la designación común a los esclavos refugiados en quilombos, o a descendientes de esclavos negros cuyos antepasados huyeron de los ingenios azucareros o las haciendas donde realizaban duros trabajos brazales, para formar pequeñas aldeas o refugios llamados quilombos.

Traducción: Natalia Estrada.

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