Mar Abr 16, 2024
16 abril, 2024

Luis Leiria: La LIT, el impeachment y la lucha contra el gobierno Temer

Bajo el título “Impeachment de Dilma: ‘no llores por mí’, Brasil”, Alejandro Iturbe publica un interesante artículo justificando la política de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) y del PSTU frente a la reciente crisis política del Brasil y el alejamiento definitivo de Dilma Rousseff de la presidencia, asumiendo en su lugar Michel Temer, del PMDB. En un momento en que las polémicas llegaron al extremo en el Brasil y que hay diferencias entre corrientes de izquierda de tal forma extremadas que tornan prácticamente imposible el diálogo, creo que hay que saludar un artículo como el de Iturbe, que procura discutir en el terreno de las ideas, de los análisis y caracterizaciones de las políticas. El artículo fue publicado en castellano y aún no hay una versión en portugués. [1]. Así, me tomé la libertad de traducir los pasajes citados.

Por: Luis Leiria – Portugal, 6 de setiembre de 2016

Militante portugués, viví 17 años en el Brasil, en los cuales milité siempre en la LIT (de la cual actualmente estoy alejado), e incluso de regreso a Portugal nunca dejé de acompañar la política brasileña. Tengo escrito algunos análisis sobre el tema, publicados en Esquerda.net y en Correio da Cidadania, siempre observando alguna prudencia y principalmente evitando polémicas. Este vez, sin embargo, sentí que hay condiciones de confrontar mi visión con la del dirigente de la LIT (a quien me une una relación de amistad) de forma fraternal, procurando esclarecer posiciones y siempre en busca de la verdad. Intento aprovechar la ventaja de no estar actualmente alineado con ninguna de las corrientes de la izquierda brasileña, ni haber participado de los apasionados debates que ocurrieron recientemente en el interior de la LIT.

“Materialidades” evitadas

El centro del artículo de Iturbe es polemizar con la izquierda no petista, que habría caído en el discurso producido por el PT, a través de un “cierto número de procedimientos, que tienen por función esquivar la pesada y terrible materialidad” de los hechos, usando el autor las palabras de Michel Foucault. En la opinión del dirigente de la LIT, el problema principal de esta izquierda, que no conmemoró la caída de Dilma, es usar un método equivocado de definir la correlación de fuerzas entre las clases sociales, solo considerando los factores superestructurales y no la lucha de clases.

Para Iturbe, “desde las grandes movilizaciones de junio de 2013 el régimen de dominación de la burguesía brasileña muestra profundos elementos de crisis”; desde esa fecha “existe un proceso de aumento considerable del número de huelgas y conflictos”, y “este hecho (la lucha de las masas) se ve acompañado por uno de los elementos más progresivos y positivos de la realidad: la ruptura de los trabajadores y de las masas con el PT y su política de conciliación de clases con la burguesía y el imperialismo”. Más: el autor considera que el gobierno de Temer es más débil que el de Dilma, y por esto el “tono sombrío” de la izquierda no petista, que no conmemoró el impeachment, sirve solo de “dique de contención y de traba en la construcción de una alternativa revolucionaria que los trabajadores precisan”.

Hechos ignorados

El problema de este análisis aquí resumido es que cae exactamente en el mismo error del que acusa a sus antagonistas. Iturbe produce un discurso que, para mantenernos en la citación de Foucault, “tiene por función esquivar la pesada y terrible materialidad” de los hechos. ¿Qué hechos son esos?

Son las manifestaciones contra Dilma dirigidas por la derecha y la extrema derecha que pavimentaron el camino para este desenlace final. No estamos hablando de hechos insignificantes.

Recordemos: el día 13 de marzo de este año ocurrieron 300 manifestaciones por el impeachment de Dilma Rousseff y contra la corrupción, que totalizaron 3,6 millones de participantes. La de San Pablo tuvo, según DataFolha, la presencia de medio millón de personas, superando la mayor manifestación ocurrida en los años 80 por las “Directas Ya”.

Estas movilizaciones culminaron en una serie de protestas anticorrupción y por el “Fuera Dilma”, ocurridos en 2015: el 15 de marzo, 12 de abril, 16 de agosto y 13 de diciembre –con la participación de, respectivamente, en el Brasil, 2 millones, 660.000, 790.000 y 60.000 personas; y 210.000, 100.000, 135.000 y 40.000 personas en la capital paulista.

Ninguna continuidad con junio de 2013

Por el análisis de Iturbe, parece haber una continuidad de la ruptura de las masas con el gobierno del PT desde las movilizaciones de junio de 2013 y las de 2015 y de 2016 (que en ningún momento del artículo son citadas). Nada más equivocado: ni por los objetivos ni por su composición de clase se puede poner un signo de igualdad entre las grandes movilizaciones contra el aumento de los pasajes de ómnibus de junio de 2013 y las [movilizaciones] por el impeachment de Dilma. Estas últimas tuvieron direcciones ostensiblemente de derecha, como el llamado Movimiento Brasil Livre (MBL), fundado “para promover las respuestas del libre mercado para los problemas del país”, o los Revoltados Online; contaron con el apoyo de los partidos de la derecha y tuvieron la participación de la extrema derecha organizada en torno del diputado Jair Bolsonaro.

Aun cuando lo que llevó mucha gente a las manifestaciones fue el legítimo sentimiento contra la corrupción, el hecho es que esas personas tenían una visión poco ecuánime de este fenómeno, ya que apenas denunciaban los casos de corrupción que involucraban al PT, dejando de lado los de gobernadores del PSDB o incluso el escándalo del presidente de la Cámara, Eduardo Cunha. Y estos mismos manifestantes convivieron sin problemas con carteles que tenían inscripciones como: ”¡el pueblo es soberano! ¡Intervención militar no es crimen!”; “¿por qué no mataron a todos en 1964?”; y todavía “Dilma, pena que no te ahorcaron en el DOI-CODI”, solo para dar algunos ejemplos.

En cuanto a la composición social, fue visible hasta para los más distraídos que las movilizaciones por el impeachment eran casi totalmente blancas, mayoritariamente de las clases media y alta, y con gran participación de personas más viejas. Eso mismo fue confirmado por el DataFolha, que investigó la manifestación del 16 de agosto de 2015, verificando que 50% de los manifestantes ganaban de cerca de 1.000 euros a cerca de 4.000 euros; 17% ganaba todavía más.

Todo lo opuesto de las movilizaciones de junio de 2013, mayoritariamente de jóvenes, proletarios y [que] representaban la diversidad racial del Brasil.

¿Qué “masas”?

Estas manifestaciones de 2015 y de marzo de 2016 son hechos indesmentibles. Si no son siquiera mencionados en el discurso de Iturbe, es evidente que se trata de “materialidades” que lo incomodan e intenta evitar.

Más: para hacer un buen análisis de la correlación de fuerzas no basta decir que “las masas” rompieron con el gobierno Dilma. Es preciso ver qué masas son esas y cuál es su comportamiento. En las masas hay clase media, o pequeña burguesía, y clase obrera, o clase trabajadora (no está en el ámbito de este artículo entrar en la discusión sobre la definición de estos conceptos). Mirando para las manifestaciones pro impeachment, es evidente que ellas movilizaron esencialmente a la clase media, polarizada por la derecha y por la extrema derecha. Y, si es verdad que ha habido una ruptura de la clase obrera, por lo menos parcial, con el gobierno del PT (parcial, porque Lula todavía mantiene cerca de 20% de las intenciones de voto), lo cierto es que los batallones obreros organizados no se movilizaron ni por el impeachment ni a favor de Dilma.

Es cierto que la base social del gobierno Dilma quedó muy reducida y ese fue el motivo principal de la victoria del impeachment, pero también es verdad que la derecha que aprobó en la Cámara y en el Senado el impeachment no se limitaba a ser un fenómeno parlamentario – superestructural, sino que estaba asentada en una base social que la fortaleció – había ganado, inequívocamente, la batalla de las calles.

Así, la clase dominante decidió llevar el impeachment hasta el fin, porque pretende aplicar el ajuste fiscal, la reforma laboral, la reforma previsional y las privatizaciones a un ritmo más fuerte y rápido que el que el gobierno Dilma estaba dispuesto a hacer. Pero también tomó esa decisión porque el PT en el gobierno dejó de ser útil, al haber perdido la hegemonía en las calles. Mejor un gobierno “pura-sangre”, razonaron.

Volviendo a la correlación de fuerzas: una análisis de las clases que intervinieron en el proceso que llevó al fin del gobierno Dilma nos muestra que la clase media y la clase alta se movilizó bajo la dirección de la derecha por el impeachment, y la clase obrera no defendió al gobierno del PT, sino que quedó pasiva, expectante, no participando de las manifestaciones pro impeachment y tampoco en las que el PT convocó para defender a Dilma. Ahora, esto no conforma una correlación de fuerzas favorable al punto de llevar a los militantes de la izquierda no petista a conmemorar la caída del gobierno Dilma. Otra actitud tendrían si hubiese sido la clase trabajadora la que derribara el gobierno del PT. De la forma como el impeachment ocurrió, aquel 31 de agosto de 2016 también fue un día sombrío para mí.

Después de Temer, ¿la toma del poder?

Eso no quiere decir que la clase trabajadora esté derrotada. No creo en eso. Pero la izquierda que quiere construir una alternativa política que saque las lecciones de la desastrosa experiencia de los gobiernos del PT y se presente a las masas con una bandera impoluta no puede tener ilusiones de que a su frente está la autopista para el socialismo.

Puede ser que saque lecciones erradas, pero la forma como Iturbe termina su artículo me parece ir en ese sentido. El dirigente de la LIT comienza por concordar con que ahora el foco es luchar contra las medidas del gobierno y por el “Fuera Temer” y que, en ese contexto, el PSTU impulsa toda la lucha, dando el ejemplo de la jornada de lucha de las centrales sindicales del día 16 de agosto, o las lucha contra los despidos en la Mercedes. Pondera, sin embargo, que quiere la lucha en serio y por eso propone la huelga general. A partir de aquí, presenta una estrategia que no puede ser vista de otra forma sino como la de la toma del poder a corto plazo.

Dice lo siguiente: “la lucha contra el gobierno Temer y sus medidas debe encuadrarse en la perspectiva de una estrategia mucho más ofensiva: la toma del poder por los trabajadores y las masas. Quiere decir, no solo la derrota del gobierno Temer como también del conjunto de este régimen corrupto y putrefacto al servicio del capitalismo, para instalar un nuevo régimen (sobre la base de instituciones completamente diferentes) e iniciar la construcción de un nuevo tipo de Estado, al servicio de los trabajadores y las masas. Esto es, la perspectiva estratégica de la revolución socialista”.

Repárese que Iturbe no se refiere aquí a una actividad de propaganda del socialismo, de la construcción de un nuevo Estado, basado en instituciones de la democracia obrera, etc., propaganda esta que es siempre bienvenida. Lo que él propone no es propaganda, es acción. Al contrario de la izquierda “sombría y triste”, el dirigente de la LIT coloca la toma del poder y la revolución socialista como una perspectiva a corto plazo, basado en su análisis de una correlación de fuerzas muy favorable.

Milité más de 25 años en la LIT, pero nunca había visto la perspectiva de la toma del poder ser planteada de esta forma (excepto durante un corto período, en la Argentina, que antecedió justamente a la explosión de la LIT en los años ’90), lo que me lleva a creer que hay una nueva elaboración teórica y programática que desconozco, pero muy diferente de la de los tiempos de Moreno.

¿Manifestaciones “Fuera Temer” solo en defensa de la ex presidente?

Tal vez sea entonces esta política triunfalista que explique la posición más reciente del PSTU, asumida en el mismo día de la publicación del artículo que venimos refiriendo: la de negarse a participar de las movilizaciones contra el gobierno Temer, algunas espontáneas e incluso particularmente jóvenes, que se suceden desde el día del impeachment. En nota oficial, el PSTU condena la represión que se abatió sobre esas manifestaciones, pero aprovecha para aclarar que las considera todas “manifestaciones en defensa de la ex presidente y contra un supuesto golpe”.

Aclara: “no apoyamos tales manifestaciones, tampoco creemos que hubo un golpe en el país”. Y para que no queden dudas, subraya luego: “no concordamos y no participaremos de manifestaciones que defienden un ex gobierno que nada más fue la antesala del actual gobierno del PMDB, que atacó a los trabajadores y dejó preparados todos los ataques que el actual gobierno viene haciendo”.

Ahora, ocurre que estos actos fueron convocados contra Temer, que es el gobierno actual; la polémica del “golpe-no golpe-golpe palaciego-maniobra parlamentaria” puede haber sido muy importante, pero ya no tiene sentido; ya ni el PT quiere que Dilma regrese, ni incluso ella considera tener condiciones de proseguir. El gobierno Dilma es una página pasada en la historia. ¿De dónde fueron, por lo tanto, a sacar que las manifestaciones son por el regreso de Dilma?

Es evidente que podrá haber sectores pro Dilma en estas manifestaciones, pero son minoritarios. Aunque no lo fuesen, ¿no sería deber de los revolucionarios luchar para que tales actos se masifiquen y disputar su dirección para que se tornen actos realmente por “Fuera Temer”? La LIT que yo conocía habría hecho eso, sin duda.

Pero no: los militantes del PSTU se quedaron en casa este domingo 4 de setiembre, cuando cerca de cien mil personas fueron a manifestarse por la avenida Paulista contra Temer, que atacara las manifestaciones diciendo que “no pasaban de 40 personas rompiendo automóviles”. Fue la mayor manifestación de izquierda de los últimos años y el PSTU no estuvo presente. ¿Es este el camino para la toma del poder y la revolución socialista? ¿Es con esta política que la LIT pretende superar el “dique de contención y de traba en la construcción de una alternativa revolucionaria que los trabajadores precisan”? En mi opinión, el resultado será el desastre. Quien viva, verá.

Traducción: Natalia Estrada

[1] Al momento de la publicación de este artículo en castellano, está también la versión en portugués del artículo de Alejandro Iturbe al que Luis Leiria se refiere; disponible en: www.litci.org/pt/mundo/america-latina/brasil/o-impeachment-de-dilma-nao-chores-por-mim-brasil/

* Luis Leiria es periodista de Esquerda.net

Más contenido relacionado:

Artículos más leídos: