Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

La crisis del gobierno de Dilma Rousseff y la alternativa que los trabajadores necesitan

En las últimas semanas, se agravó la crisis del gobierno del PT.

Sus bajos índices de popularidad, su falta de apoyo social y su extrema fragilidad lo hacen balancearse en una cuerda de equilibrista, ya sea ante las nuevas denuncias de corrupción, ahora alcanzando directamente el financiamiento de la campaña de la presidenta de la República, sea ante la profundidad que viene revelando la crisis económica. La falta de apoyo social estimula la crisis política y enrarece su base de sustento político en el Congreso Nacional, dada su naturaleza oportunista y conservadora, y genera crisis recurrentes que, por su parte, acercan la posibilidad de descontrol en la gestión de la crisis de la economía capitalista.

Por un lado, la crisis económica afecta al gobierno petista porque lo lleva a intensificar los ataques a los derechos y condiciones de vida de los trabajadores, transformando en polvo su base de sustentación en la población. Por otro lado, la profundidad de la crisis y el riesgo de descontrol de la misma llevan a que sectores del gran empresariado y de los bancos, que hasta ahora sostuvieron al gobierno y evitaron que ganase peso la propuesta deimpeachment, comiencen a manifestar dudas acerca de su capacidad de neutralizar las luchas y resistencia de los trabajadores  para aplicar a fondo el ajuste fiscal, hacer avanzar la economía y asegurar sus ganancias e intereses.

En ese escenario, la oposición burguesa vuelve a ensañarse y recrudece los ataques contra el gobierno del PT, buscando desgastarlo aún más para garantizar una victoria electoral de la oposición en las próximas elecciones. Y es en este mismo contexto que dirigentes del PSDB [oposición burguesa de derecha] (y también algunos del PMDB [aliado parlamentario burgués del PT]) vuelven a hablar de “alejamiento” de la presidenta y la convocatoria a nuevas elecciones. Algunos apuestan a la elección de Aécio Neves [PSBD] en nuevas elecciones, otros a un gobierno encabezado por Michel Temer (PMDB), en acuerdo con el PSDB y los demás partidos, en un intento de “gobierno de unidad nacional”. La oposición burguesa usa las denuncias de corrupción y la erosión del apoyo popular a la presidenta para atacarla y debilitar aún más al gobierno petista.

Surge también, en sectores de la izquierda y las organizaciones sindicales y movimientos sociales más ligados al petismo, la campaña alrededor de la idea que “la derecha estaría preparando un golpe contra el gobierno porque quiere atacar los derechos de los trabajadores e imponer una agenda conservadora al país”. Esa iniciativa es encabezada por la dirección del MST [Movimiento Sin Tierra], juntamente con la CUT y otros movimientos, y cuenta con el apoyo explícito de la izquierda petista, de Lula y de la propia dirección del PT. Es usada como base para la defensa del gobierno, disfrazada de “defensa de la legalidad democrática”.

¿Cómo están los trabajadores ante todo eso?

Los trabajadores son los que están pagando la cuenta de la crisis de la economía, generada por la codicia de ganancias de los banqueros y los grandes empresarios, y por la política económica adoptada por el gobierno petista. Desde la reelección de Dilma, en octubre pasado, este gobierno no ha hecho otra cosa que atacar los derechos de los trabajadores y del pueblo pobre, y los intereses de nuestro país. Eso se ve en el ajuste fiscal en curso, recortes de derechos (seguro de desempleo, pago del Programa de Integración Social, jubilaciones, etc.) e inversiones sociales, aumento del desempleo, de la inflación, privatizaciones, etc. Las dos últimas medidas provisorias [decretos] aumentan el tiempo para que el trabajador pueda jubilarse y autoriza la disminución del salario  en caso de reducción de la jornada laboral.

Este es el telón de fondo de la completa erosión que sufre el apoyo que el gobierno tenía entre los trabajadores, llevando a la mayoría de la clase, en especial de la clase obrera, a la oposición a Dilma. Este proceso de ruptura viene desde las manifestaciones de junio de 2013, avanza desde entonces y ahora se profundiza con cada medida que el gobierno toma. Fue emblemático, a pesar de la poca publicidad que tuvo, el rechazo de los trabajadores de la fábrica Mercedes Benz de San Bernardo [ABC Paulista] al acuerdo propuesto por la patronal y por el sindicato que disminuía el salario y los derechos para preservar supuestamente los empleos (parecido al mal llamado Programa de Protección del Empleo de Dilma). Más del 70% votaron en contra.  Es enorme la irritación de los trabajadores con el gobierno de Dilma, particularmente en sus sectores más explotados. No es por otra razón, bastante justa además, que es recibida con mucha simpatía dentro de las fábricas y las obras de construcción civil la idea de dejar afuera a este gobierno cuanto antes.

Una alternativa de los trabajadores sólo puede ser construida en la lucha contra el gobierno del PT

Por esta razón, el camino para “luchar contra la derecha”, adoptado por los sectores ya citados, que llama a los trabajadores a defender al gobierno actual, no tiene ningún sentido. Es justamente este gobierno el principal responsable por los males que afligen la vida de todos en este momento (y es necesario registrar que, en esto, el gobierno y la oposición burguesa están actuando en perfecta unidad y sintonía). Todo el modelo económico  aplicado por el gobierno petista está dirigido a garantizar el pago de la mal llamada “deuda pública” a los bancos, asegurar las ganancias del gran empresariado, del agronegocio y los intereses de las multinacionales. O sea, los intereses de la “derecha” que estos compañeros dicen combatir.

Todo eso ocurre justamente debido a las decisiones tomadas históricamente, y mantenidas hasta hoy, por el PT. Primero, buscar la alianza con el empresariado para ganar las elecciones y para gobernar. Esa alianza con banqueros y empresarios para gobernar no se puede atender derechos e intereses de los trabajadores. El gobierno de la presidenta Dilma no es “rehén” de los banqueros y del gran empresariado: es rehén de su propia decisión de gobernar junto con ellos. La otra expresión de esta decisión es la de direccionar el pago de los costos hacia el pueblo y sus luchas, y gobernar a través de instituciones como el Congreso Nacional. No podría dar otro resultado. No sirve maldecir al Congreso Nacional por ser un antro conservador pues esta institución siempre fue eso mismo, y existe para cumplir exactamente este papel: preservar los intereses de los ricos y poderosos. El problema fue el PT que buscó ahí su “gobernabilidad”, aliándose con  Sarney, Renan Calheiros, Eduardo Cunha, el Pastor Feliciano, Paulo Maluf, Delfim Neto, Collor de Mello, Michel Temer y otros tipos de esa especie. Con una base de esas ¿ querían un gobierno “progresista”?

Por otro lado, no existe la posibilidad de un gobierno del PT con otro modelo económico que atienda los intereses de los trabajadores. No existe un gobierno “en disputa” que pueda “girar a laizquierda” por presión del movimiento social. Hace 12 años que los trabajadores brasileños son engañados con esta expectativa. ¿Cuántos años más serán necesarios para  sacar la conclusión que eso es una ilusión reaccionaria, cuyo objetivo es obstaculizar y retardar la lucha de los trabajadores? El llamado proyecto “democrático y popular”, en estos tiempos de capitalismo decadente, es eso: lo mismo que está haciendo elgobierno do PT.

Los compañeros y organizaciones que firman la referida nota no aceptan estas conclusiones, que hoy son evidentes. Y acaban defendiendo, en realidad, el mantenimiento de este gobierno como es, como si eso fuese una alternativa que atendiese a los trabajadores (que están siendo atacados, justamente, por este gobiernoy su base de sustentación política parlamentaria). Por esto, incluso cuando critican al gobiernode Dilma o alguna de sus decisiones, lo hacen buscando siempre blindarlo contra la “derecha”.

En vez de llamar a los trabajadores a las calles para derrotar el ajuste fiscal y la ofensiva de los empresarios contra nuestros derechos, convocar una huelga general para derrotar a los decretos y proyectos legislativos contra los trabajadores y la verdadera reforma de la previsión social que Dilma acaba de hacer, estas organizaciones no pierden oportunidad de obstaculizar o desviar la lucha de los trabajadores para que no choque contra elgobierno que defienden (como la dirección de la CUT, del MST, de la UNE, del PCdoB y  hicieron en este último período).

¿Estamos ante un “golpe de la derecha”?

La nota a la que nos referimos antes argumenta que la oposición burguesa estaría articulando un “golpe” para imponer un gobierno de “derecha”, para poder atacar los derechos de los trabajadores e imponer una “agenda conservadora” al país. Y que, por eso, hay que defender al gobierno del PT contra la oposición burguesa. El primer problema con este escenario pintado por los compañeros es que no tiene nada que ver con la realidad. ¿Cuál es la medida que el gobierno del PT tomó (o está amenazando tomar) en favor de los trabajadores y que contraría los intereses de los bancos, del agronegocio, de los grandes empresarios o de las multinacionales? ¿O de alguno de ellos, por lo menos?

No hay ninguna medida de esta naturaleza. Por el contrario, los banqueros y grandes empresarios ganaron más dinero en los gobiernos del PT que en cualquier otro (incluyendo ahí a los gobiernos del PSDB). Es el propio Lula quien lo dice. Buena parte de eso venía de la montaña de dinero que los gobiernos del PT destinan, todos los años, para el pago de la deuda externa e interna a los banqueros y para subsidios e incentivos fiscales a los grandes empresarios. Para no hablar de los ataques hechos a los derechos de los trabajadores, como las  Medidas Provisorias de Dilma, el PPE, la reforma de la previsión social, recortes en los gastos sociales, etc.

El agronegocio recibió casi 190.000 millones de reales (cerca US$ 60.000 millones) para financiar la próxima cosecha. Y la reforma agraria con Dilma sólo no está más paralizada de lo que estuvo con [el gobierno de] Collor de Mello, de triste memoria. El PSDB quiere sí, privatizar la Petrobras. Pero el desmantelamiento de la empresa, las privatizaciones del Pre-Sal [petróleo submarino] y de la propia Petrobras que Dilma está haciendo ¿qué son sino la misma cosa? Los medios [de prensa] son  una cosa nefasta, en especial la Red Globo. Pero, cuando Lula asumió, en 2003, estaba quebrada y fue salvada por el gobierno. Además de la inyección de mil millones de reales (US$ 310.000 millones) en la empresa, en aquel momento, es necesario recordar que la Red Globo recibió 6.200 millones de reales (US$ 1.945 mil millones) en publicidad del gobierno federal, desde el primer mandato de Lula hasta ahora.

Es correcto señalar la naturaleza conservadora y reaccionaria del poder judicial. Pero, ¿quién fue  (incluso aceptando las reglas que ahí tienen) el que nombró a la mayoría de los ministros que componen la más alta corte del poder judicial (STF)? ¿No fueron Lula y Dilma? Es correcto denunciar la furia del agronegocio, del PSDB y del DEM (Demócratas, ex Partido del Frente Liberal) contra las comunidades indígenas y quilombolas [ex territorios libres de esclavitud). Pero, ¿no fue justamente el gobierno de Dilma el que menos hizo por la titulación y posesión efectiva de sus tierras a los quilombolas y pueblos indígenas?

Sí, hay una ola de criminalización de las luchas y de las organizaciones de los trabajadores. Eso se ve en los gobiernos del PSDB de Paraná y de San Pablo. Pero, se vio lo mismo en la represión de las movilizaciones durante la Copa de Mundo, en las manifestaciones contra la privatización del Pre-sal, por orden directa del gobierno federal y la utilización del propio ejército. La Ley de las Organizaciones Criminales, aprobada con el apoyo del gobierno y sancionada por Dilma, es la base de la judicialización de todas las acciones que los trabajadores y jóvenes desarrollan en su lucha. A los piquetes de huelga se les llama “formación de pandillas”. La base política del gobierno en el Congreso es tan responsable como la oposición burguesa por todas estas maldades. ¿O fue sólo la oposición la que aprobó la reducción de la mayoría de edad penal? ¿O el Proyecto de Ley de la Terecerización Laboral? El propio Eduardo Cunha (PMDB-RJ), el infame presidente de la Cámara de Diputados, creció y adquirió fuerza para llegar a donde está,después de diez años en la base aliada del gobierno petista. La propia presidenta Dilma, para ganar votos y “gobernabilidad”, dio fuerza al conservadorismo y a sectores reaccionarios de la sociedad al vetar la utilización del kit anti-homofobia en las escuelas, al abandonar la defensa de la legalización del aborto, etc.

En realidad, no hay un golpe preparándose para defender los intereses de la burguesía, para atacar los derechos de los trabajadores y para imponer una “agenda reaccionaria” para el país. Todo eso ya está siendo hecho. Ya están siendo preservados los intereses de la burguesía, ya están siendo atacados los derechos de los trabajadores, ya está siendo impuesta una “agenda reaccionaria” al país. Y todo eso está siendo hecho por el gobierno del PT y sus aliados (banqueros y empresarios) y por gran parte de su base de sustentación política en el Congreso Nacional. Estos sectores amenazan ahora “dejar el barco” porque está hundiéndose en un mar de denuncias de corrupción, porque está quedando evidente el rotundo fracaso del modelo económico aplicado por el PT y por el profundo desgaste entre la población que todo esto causa y debilita las  condiciones del gobierno para controlar la situación.

Para defender a los trabajadoresy enfrentar a la derecha, la CUT y el MST necesitan romper con elgobierno

La CUT, el MST y las otras organizaciones y sectores políticos que firman la nota a la que nos referimos al inicio de este artículo tienen una gran responsabilidad en el escenario político actual. Y es necesario decir que, a pesar de la retórica, más o menos crítica al ajuste fiscal y las políticas del gobierno, estas organizaciones están actuando  esencialmente para “blindar” al gobierno contra las críticas que se le hacen. Es eso lo que explica la postura vacilante de estos sectores en la lucha contra las MP’s de Dilma y su negativa a convocar una huelga general que podría, de hecho, poner sobre la mesa la lucha para derrotar estas y otras medidas del ajuste fiscal. La propuesta cocinada y defendida por la CUT para ayudar al gobierno a salir del callejón sin salida en que se encontraba, debido al final del Factor Previsional [sistema de cálculos, aprobado en el congreso, que pasaba a la fórmula 85/95 [suma de años de edad y de aportes], que ya era mala, sirvió a Dilma para hacer una cosa peor, una verdadera reforma de la previsión social, modificando la fórmula a 90/100. Podríamos agregar aquí una larga lista de episodios que muestran lo mismo. Pero basta ver cómo la CUT apoyó abiertamente el mal llamado PPE (en realidad, ayudó al gobierno a formular la propuesta) que, además de no proteger el empleo, autoriza la reducción de los salarios para que los patrones puedan preservar sus ganancias, en este momento de crisis de la economía. Esta central pasa así al campo de la abierta colaboración con el gobierno contra los intereses de los trabajadores.

Para invertir este cuadro, para que la CUT se coloque en el campo de la defensa de los derechos de los trabajadores, precisa romper con el gobierno, porque él es hoy el principal instrumento del gran capital para imponer sus planes a los trabajadores y al pueblo pobre de nuestro país. Esa es la exigencia que se postula para esta central pues, sin esto, su papel va a ser cada vez más nefasto para las luchas y la organización de nuestra clase. Es necesario romper con el gobierno y llamar a la lucha a los trabajadores para derrotarlo. Los sindicatos y movimientos que le son próximos tienen que hacer su parte y exigir esta ruptura. Pero, si sigue amarrada al gobierno, son los sindicatos y movimientos los que deben romper con esta central para sumarse a los esfuerzos de la construcción de la lucha de nuestra clase para derrotar el ajuste fiscal y construir una alternativa de los trabajadores para el país. Lo mismo vale para los partidos y organizaciones políticas de la izquierda socialista brasileña. Sin romper de forma categórica  con este gobierno no hay como defender, sin medias tintas, los derechos de los trabajadores.

La oposición burguesa encabezada por el PSDB y el PMDB no es alternativa para el país

El PSDB ya gobernó Brasil y sólo trajo males a los trabajadores y al país. ¿Qué sería un gobierno de Aécio sino una repetición (empeorada tal vez) del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC(, de triste memoria? ¿Alguien en su sano juicio  piensa que un gobierno encabezado por el infame Eduardo Cunha podría traer algún beneficio a nuestro país? Se trata de un verdadero espectáculo de hipocresía la “indignación” exhibida por FHC y Aécio Neves ante las cámaras de TV contra la corrupción que dicen se insertó en el país. Sí, la corrupción se insertó en el país  pero hace tiempo. Es exactamente la misma práctica que tuvo elgobierno de FHC en la construcción de su base de sustentación política. ¿O ya nos olvidamos de la compra de votos para garantizar el derecho a la reelección, de las privatizaciones “en el límite de la irresponsabilidad” que fueron hechas en su gobierno? Aécio está denunciando el financiamiento que Dilma recibió en su campaña pero él mismo recibió el mismo tipo de financiamiento de las mismas empresas (con cuantías muy parecidas, además). ¡Puro cinismo!

Por otro lado, estos sectores están “juntos y mezclados” con el PT cuando se trata de aprobar el ajuste fiscal y los ataques a los derechos de los trabajadores que fueron aprobados en el Congreso Nacional. Ellos son la representación más directa del gran empresariado y de los banqueros de este país y por eso apoyan la política económica del gobierno de Dilma. Por la misma razón, fueron punta de lanza para aprobar en la Cámara de Diputados  el PL  de las tercerizaciones, que implica eliminar al por mayor los derechos que los trabajadores tienen hoy con la CLT (Consolidación de las Leyes Laborales). Si quedase alguna duda de lo que sería un gobierno de estos señores, baste ver cómo los gobiernos de Paraná y San Pablo (ambos del PSDB) trataron la última huelga de los trabajadores en educación, por un lado, y cómo están comprometidos en innumerables escándalos de corrupción, por otro. Para los trabajadores, un gobierno de estos señores sería tan malo o peor que el gobierno del PT.

Por esta razón, los trabajadores no pueden dejarse engañar por las “letanías” de esta gente. Ya en las elecciones del año pasado, muchos trabajadores disgustados con el rumbo del gobierno del PT votaron por Aécio Neves, pensando que eso podría traer cambios en el país. Se trata de un engaño: el propio Aécio Neves dijo a la prensa que el gobierno de Dilma está aplicando el programa que era de él. En el gobierno harían la misma cosa que el PT. Necesitamos de una alternativa de nuestra clase, contra el gobierno del PT y también, contra la derecha que se organiza bajo las banderas del PSDB y del PMDB.

¡Basta de Dilma, de Aécio, de Eduardo Cunha, de Temer, de Renán Calheiros, de PT, PSDB y PMDB!

Frente al amplio proceso de ruptura de los trabajadores con elgobiernoy con el PT, ¿cuál es la obligación de la izquierda brasileña? ¿Defender algobierno del PT “contra la derecha”, sin considerar la experiencia concreta y el sentimiento de los trabajadores en relación a este gobierno? ¿Debemos convencer a los trabajadores que ellos no pueden rebelarse contra los ataques a sus derechos que el gobierno petista impone para “no hacerle el juego a la derecha”? Esta es la salida que nos proponen los signatarios de la nota citada.

Nosotros no tenemos el mínimo acuerdo con eso. En primer lugar, porque la “derecha” está, por lo menos gran parte de ella, dentro del propio gobierno del PT. Este gobierno no es de ‘izquierda’. ¿Quiénes son Joaquim Levy, Katia Abreu, Michel Temer y un larguísimo etc. sino la representación directa de los bancos, del agronegocio y del gran empresariado dentro del gobierno? Un gobierno que, en alianza con los empresarios, gobierna para los empresarios, para atender sus intereses y no los intereses de los trabajadores. En segundo lugar, es necesario señalar que esta posición de los compañeros abre camino para fortalecer aún más la influencia de la oposición burguesa entre los trabajadoresy en la población en general, pues la deja sola en la oposición al gobierno petista (que es rechazado por la gran mayoría de los trabajadoresy de la población).

Nosotros sabemos que la ruptura de los trabajadores con el PT y su gobierno es progresiva y precisa ser estimulada. Necesitamos ayudar a impulsar y organizar la lucha de nuestra clase para sacar fuera, cuanto antes, a este gobierno y buscar en la lucha la construcción de una alternativa clasista y socialista (contra el PT y contra la derecha) para sustituirlo. Los trabajadores sí tienen el derecho de mandar fuera al gobierno del PT, pues fueron ellos los que eligieron a este gobierno que los está traicionando. Y sabemos que nuestra clase necesita librarse también de Aécio Neves, Eduardo Cunha, Renán Calheiros y Michel Temer, que defienden el mismo “ajuste fiscal” en pro de los banqueros.  

Es necesaria una alternativa de clase y socialista para Brasil

Si romper con este gobierno es esencial para luchar de forma coherente en defensa de los derechos de los trabajadores, más aún lo es si hablamos de la construcción de una alternativa de clase y socialista para que los trabajadores gobiernen el país. La clase trabajadora necesita y puede construir una alternativa propia para poner en todo en marcha. Una alternativa independiente de la burguesía, clasista y socialista, que apunte a los cambios que necesitamos hacer en el país para que el pueblo pueda tener una vida digna, comenzando por parar el pago de la deuda a los banqueros. Pero también estatizar los bancos, nacionalizar la tierra, poner fin a las privatizaciones y reestatizar lo que fue privatizado, estatizar las empresas que están despidiendo trabajadores, etc. Eso es necesario para que pueda haber empleo, salario digno, reforma agraria, salud, educación, vivienda, jubilación, recreación y cultura. En fin, derechos sociales para todos.

Para eso es necesario estimular y organizar la lucha de los trabajadoresy del pueblo pobre contra el gobierno y la oposición burguesa para defender sus derechos y los intereses de nuestra clase. En la raíz de estas luchas, construiremos las condiciones para un gobierno de los trabajadores, sin patrones, que acabe con la explotación y la opresión capitalista. Un gobierno que se apoye en las luchas y en la organización de los trabajadores y del pueblo pobre de nuestro país. Sólo así va a poder gobernar y cambiar a Brasil. No podemos repetir los errores de la experiencia petista de aliarse con los empresarios e intentar gobernar el país por dentro de instituciones como este Congreso Nacional, por ejemplo. Los trabajadores en las calles y en lucha es el primer requisito para que cambiemos efectivamente a Brasil.

¿Tenemos fuerza para hacerlo en la actual coyuntura? Depende. Depende del desarrollo de la lucha de los trabajadores y de la juventud, y de la capacidad de esta lucha para minar las alternativas de la burguesía (que incluyen al gobierno petista y a la derecha tradicional). Pero depende sobre todo de las organizaciones de la clase, pues el papel de la dirección del movimiento es aún más importante en momentos como el actual. Depende  entonces de lo que va a hacer la mayor parte de la izquierda brasileña que, en este momento, sigue presa, en última instancia, de la defensa del gobierno del PT. No tenemos como prever el resultado de esta lucha. Pero la izquierda socialista no puede dejar de hacer su parte: estimular y ayudar a los trabajadores a que construyan sus propios caminos para salir de esta vida de males a que el capitalismo y sus gobiernos nos condenan. Como mínimo, vamos a acumular conciencia, organización y, por lo tanto, fuerza para las luchas futuras.

El PSTU ha defendido e impulsado el frente único e, incluso, la unidad de acción con todas las organizaciones, siempre que fuera posible y necesario, para luchar en defensa de los derechos de los trabajadores amenazados por el ajuste fiscal del gobierno o por la ganancia de los empresarios. Y vamos a continuar haciéndolo ya que esta es una necesidad de nuestra clase. Obviamente, rechazando siempre el intento de equiparar la defensa de los derechos de los trabajadores con la defensa del gobierno, pues es justamente este gobierno el que ataca los derechos. Por eso, apoyamos el llamado hecho a las centrales sindicales por parte de la CSP-Conlutas: es necesario convocar a una Huelga General en el país para derrotar los ataques hechos por el gobierno y por la burguesía contra los derechos de los trabajadores. Sin embargo, nuestro esfuerzo permanente es para que estas luchas se desarrollen y se generalicen, y que avancen hasta crear condiciones para que los trabajadores asuman el gobierno de país.

Esta es nuestra estrategia. Los ataques a nuestros derechos no van a cesar, sea en este gobierno del PT o en un gobierno de la actual oposición burguesa. Necesitamos construir una alternativa de clase y socialista para Brasil, independiente de los patrones y apoyada en las luchas y en la organización de los trabajadores para no repetir los caminos que llevaron al PT hasta donde está hoy. Sólo así será posible poner fin a la explotación y a la opresión a que el capitalismo condena a nuestra clase y a la juventud. Pero esta no es una lucha sólo de los militantes de nuestro partido. Es de todos los que se reclaman de la lucha por el socialismo en nuestro país. Es esa la reflexión a que llamamos y los pasos que proponemos a los militantes del PT y de toda la izquierda brasileña en este momento sin par que vivimos en nuestro país.

Traducción Laura Sánchez

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