Dom Oct 06, 2024
6 octubre, 2024

Indígenas critican al gobierno y exigen demarcación de sus territorios

Por: Redacción Opinião Socialista, PSTU Brasil

Después de 335 años, el Manto Tupinambá, una reliquia de la cultura indígena brasileña, llevada de aquí por los colonizadores franceses y conservada en Europa durante siglos, fue oficialmente devuelta al Brasil.

Pero, en el acto de celebración, al que asistieron la ministra de los Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, y el presidente Lula, la anciana y líder indígena de Olivença, en Bahía, Yakuy Tupinambá, pronunció un duro discurso, criticando las acciones del Congreso, del poder judicial y del propio gobierno federal en relación con las demandas indígenas.

“Hemos sido violados durante mucho tiempo, pero, recientemente, el Estado y las instituciones patrimonialistas han desencadenado un quite de derechos, con ataques a la dignidad y al mantenimiento de la vida. Hoy tenemos el peor Congreso de la historia, un Poder Judicial egocéntrico y parcial, y un gobierno debilitado, encadenado a alianzas y conchavos para mantenerse en el poder. No respetan las leyes ni los tratados y convenciones internacionales. Vivimos en una democracia distorsionada”, añadió Yakuy en su discurso.

Lula respondió al discurso negando que haya servilismo para mantenerse en el poder, afirmando que el PT no tiene mayoría en el Congreso, y justificando que, “para aprobar las cosas, me veo obligado a hablar con quienes no me quieren”. ¿Se incluyen los más de 400.000 millones de reales otorgados al agronegocio para financiar la expansión del sector, incluso en territorios indígenas?

‘Lula sigue descuidando a los pueblos indígenas’

El caso es que esta no fue la primera manifestación de descontento de los líderes indígenas contra el gobierno de Lula. El año pasado, el cacique Raoni criticó el veto parcial del presidente al proyecto del Marco Temporal, aprobado por los ruralistas [terratenientes] del Congreso Nacional, y la falta de atención sanitaria a los pueblos indígenas, afirmando que la retirada de los invasores fue menor de lo esperado. “Él es lento. No cumplió lo que me prometió el día de su toma de posesión y por eso voy a Brasilia y toco a su puerta”, dijo.

Raoni intentó hablar dos veces con Lula, pero no fue recibido. En la toma de posesión presidencial, el cacique subió la rampa con Lula, quien le prometió cumplir con las demandas de los movimientos indígenas. Pero, desde entonces, poco ha cambiado.

“Yakuy representó muy bien a los pueblos indígenas del Brasil en su discurso, ya que tuvo la oportunidad de dirigir directamente las críticas de descontento contra el gobierno. Es absurdo cómo Lula sigue descuidando a los pueblos indígenas, a pesar de su mentiroso discurso de toma de posesión. Los paros en las demarcaciones de las TIs [Tierras Indígenas] son ​​uno de ellos. El gobierno enmascara el problema con innumerables promesas para garantizar la ganancia de los opresores que están en el poder”, explica Raquel Künã Yporã Tremembé, que lucha por la demarcación de las tierras de su pueblo, en el Maranhão.

Quemas e invasiones de Tierras Indígenas

La ola de incendios que asola el Brasil es el anuncio de la expansión de nuevas fronteras agrícolas de la agricultura capitalista, el llamado agronegocio, y castiga principalmente a la Amazonía y el Cerrado.

Las Tierras Indígenas (TIs) también son blanco de incendios provocados por acaparadores de tierras y estancieros. En agosto, tres de las TIs más invadidas por acaparadores en la Amazonía sufrieron una explosión de incendios.

La Tierra Indígena Kayapó, en el sur de Pará, donde viven 4.500 Kayapó Mebengôkres, fue la que registró el mayor número de incendios. En imágenes de satélite se puede ver la TI completamente cubierta de fuego y humo. En segundo lugar está la TI Munduruku, en el suroeste de Pará. En 28 días, se registraron 217 focos de calor en el territorio, donde habitan 9.257 personas mundurukus y apiakás.

La tercera es la tierra Sararé, en el suroeste de Mato Grosso, donde viven los nambikwaras, un pueblo con una historia extraordinaria y que ha enfrentado la invasión de los “garimpeiros” desde el gobierno de Bolsonaro. En todos estos territorios todavía hay una fuerte presencia de esos buscadores de oro y sólo se realizan acciones esporádicas de fiscalización y combate a la estructura del “garimpo”.

Continúan la violencia y los asesinatos

Hasta el 5 de setiembre, el gobierno y el Ministerio de Justicia sólo habían firmado la Ordenanza Declaratoria (documento final que autoriza su demarcación) de tres Tierras Indígenas. Ninguna de ellas está involucrada en la discusión sobre el Marco Temporal, una medida absurda e inconstitucional, aprobada por el Congreso, que sólo reconoce tierras indígenas ocupadas antes de la promulgación de la Constituyente de 1988.

Mientras tanto, imperan el fuego de los estancieros, la deforestación y la invasión de las explotaciones mineras [“garimpagem”]. Pero la violencia también estalla.

En 2023 se registraron 411 casos de violencia contra indígenas, incluidos 208 asesinatos, lo que representa un aumento de 15,5% respecto de 2022.

Los casos más recientes fueron contra dos Guaraní-Kaiowá, en Mato Grosso do Sul. El kaiowá Neri Ramos da Silva fue asesinado el día 18, de un disparo, durante una operación ilegal de la Policía Militar (PM) en conjunto con las milicias de los estancieros. Todo hace pensar que Neri recibió un disparo de un francotirador de la policía. El día 23, Fred Souza Garcete, guaraní kaiowá, de 15 años, de la Tierra Indígena Nhanderu Marangatu, fue encontrado muerto en la carretera MS-384, en el municipio de Antônio João (MS).

Luchar. Derrotar el agronegocio, antes de que transforme todo en sangre y cenizas

El retraso en la demarcación de tierras y la impunidad alimentan la violencia. Esto también ocurre con los Tupinambá, del sur de Bahía, que desde hace 15 años esperan ansiosos la firma de la Ordenanza Declaratoria que demarca su territorio.

Muchos de sus líderes ya han sido asesinados y este pueblo están constantemente amenazado por las embestidas del agronegocio en la región. Hasta aquí llega el Manto Tupinambá, que se encontraba en Dinamarca desde 1689. La extraordinaria pieza, que mide 1,80 m de alto y está compuesta por miles de plumas de guarás, además de ser una conexión entre los indígenas y sus ancestros, es la mayor prueba de la necesidad de devolver estos territorios a sus verdaderos guardianes.

Es necesario demarcar de inmediato todas las tierras indígenas, antes de que el agronegocio convierta todos los bosques en cenizas, destruya a los pueblos originarios, y no nos quede ni siquiera el manto sagrado de los Tupinambás.

Artículo publicado en www.opiniãosocialista.com.br, 26/9/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.

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