Gran triunfo de los trabajadores aceiteros
Toda la clase obrera tiene que seguir ese camino
Por PSTU – Argentina
Los gremios de la industria aceitera han impuesto a patronales y gobierno un aumento salarial muy importante: un 26% para este mes, con lo que totalizan un 122% en el año 2024. El básico será de $ 1.565.655.
No fue un “regalo”. Las patronales (empresas multinacionales o nacionales que exportan por miles de millones de dólares y ganan fortunas) se habían negado, con el objetivo de frenar el aumento, y derrotar a los obreros y sus organizaciones. El gobierno, por su parte, intenta poner un techo a los aumentos por debajo de la inflación. Ha dicho que no homologará aumentos superiores al 2%.
Lo lograron a través de la lucha. Para eso llevaron adelante un paro por tiempo indeterminado que duró 7 días, con bloqueos y piquetes frente a las plantas de todo el país y el puerto de Rosario, que frenó las exportaciones. Lo votaron en asambleas por fábrica y un Plenario nacional que reunió 250 delegados de todo el país, y resolvió las medidas de lucha.
Desafiaron así no solo a los empresarios y al gobierno, sino toda la legalidad vigente, que está al servicio del capital privado.
Un modelo para toda la clase trabajadora
La inmensa mayoría de los dirigentes sindicales corruptos aceptan un modelo de negociación a través de paritarias totalmente controladas por el gobierno y las patronales, donde se negocia siempre a la baja. Se toma la inflación pasada como objetivo máximo, y se negocia partiendo de salarios que ya vienen muy por debajo de la canasta familiar.
Es así como los trabajadores han perdido en los últimos años un tercio de su salario, con uno u otro gobierno.
Los aceiteros hace años disputan su salario sobre la base de un criterio totalmente diferente al resto de los sindicatos. Por eso, intentaban derrotarlos para impedir que se extienda su ejemplo.
Sostienen que la clase obrera tiene que hacer cumplir el derecho a salario mínimo, vital y móvil según la definición del Artículo 14 bis de la Constitución, y el Art. 116 de la Ley de Contrato de Trabajo. Es decir, un salario que asegure en su jornada legal de trabajo (8 horas) los derechos básicos para toda la familia: alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión. Y que se actualice junto a la canasta, de acuerdo a la inflación.
Impusieron esa forma de negociar salarios a través de la paralización de puertos y fábricas hace años, y siguen utilizando el mismo método.
De ese modo, acaban de quebrar el techo salarial que pretendía el gobierno de Milei y las empresas.
¿Solo los aceiteros?
Los demás gremios y las patronales se justifican con el argumento de que esa industria tiene mucho beneficio, porque trabaja para la exportación.
Es un argumento falso. Todas las patronales del país ganan fortunas (en más o en menos), y pueden pagar salarios como esos. Basta con hacer el cálculo de cuánto representa el costo salarial en la facturación de cualquier empresa, para constatar que es mínimo. Los trabajadores tenemos el derecho de conocer la contabilidad de las empresas, para conocer estos datos.
En verdad, todos los gremios y la CGT deberían luchar por un salario mínimo como el de aceiteros. No lo hacen porque tienen negocios y acuerdos con las patronales. Y son parte de organizaciones políticas como el peronismo, que defiende a sectores empresarios.
Es necesario tomar esta forma de reclamar salario en manos del activismo obrero, de delegados de base coordinando con los Aceiteros y demás sindicatos independientes de los viejos dirigentes traidores.
El derecho a vivir dignamente con nuestro trabajo, tenemos que tomarlo en nuestras manos. Eso solo será posible luchando por una nueva dirección sindical y política, y por sindicatos y organizaciones obreras que funcionen de una manera diferente, con democracia de las bases, con asambleas y plenarios de delegados con mandato.
Por un plan de lucha nacional
Daniel Yofra, dirigente de los Aceiteros, dijo durante la lucha que “hace falta un paro general y un plan de la lucha”. Y que no hace falta esperar a la CGT y sus dirigentes para llevarla adelante. Incluso recordó que en la década del 90 ser hicieron varios paros generales por fuera de la CGT, coordinados por distintos gremios, organziciones de desocupados, etc.
Tiene razón. Hay que derrotar al gobierno y sus planes. Pero la CGT, luego de convocar algunas medidas se “mandó guardar”, no hizo más nada.
Entonces, Yofra tiene que avanzar, no quedarse en las palabras. Su gremio viene de un gran triunfo, y fue el único que paró cada vez que en el Congreso se votaron las leyes propuestas por Milei.
Eso le da autoridad para convocar un Encuentro Nacional de dirigentes y activistas de diferentes gremios y sectores, para dar los primeros pasos en la organización de ese plan de lucha. No será una tarea sencilla, pero es necesaria y posible. La clase obrera argentina tiene una larga historia de organización y lucha, superando las traiciones de los dirigentes.
¿Y la izquierda?
Las organizaciones de izquierda tienen una inserción minoritaria pero importante en diversos sindicatos, organizaciones sociales y estudiantiles. No tienen la fuerza para encarar por sí solas una lucha como necesitamos, pero pueden ser un factor importante en su preparación.
Para eso, hay que abandonar la política de intentar medidas por su cuenta, que no logran contundencia, y “columnas independientes” intrascendentes. La izquierda tiene que ponerse al servicio de esta política, dirigirse a sindicatos como el aceitero y otros, y convocarlos a ponerse a la cabeza de una lucha nacional hasta vencer.
Nuestro partido se pone a disposición de este objetivo, y llama al activismo obrero y juvenil a hacerlo juntos.