Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Breve historia de la lucha del pueblo palestino

¿Por qué el proceso de paz no lleva a la paz?*

Por petición de un compañero colombiano, y en el contexto los diálogos de paz en Colombia, escribo sobre la experiencia de los procesos de paz entre Palestina e Israel. Para que los compañeros colombianos que no conocen los detalles, intentaré describir los hechos históricos principales paso por paso. A veces una mirada de lejos puede ayudarnos a los activistas políticos a comprender los procesos en los que estamos inmersos.

Por: Free Haifa – Traducido del origen en hebreo por Adam Bar**

El colonialismo sionista y el pueblo palestino

El sionismo como movimiento colonialista empezó su accionar en Palestina a finales del siglo XIX. En aquella época, el imperialismo europeo estaba en pleno auge y controlaba gran parte del mundo. Palestina estaba bajo el control del Imperio Otomano, de religión musulmán, que se centralizaba en Turquía, y el movimiento nacionalista árabe moderno comenzaba a emerger.

Durante la Primera Guerra Mundial, el imperialismo británico ocupó el Medio Oriente, escenario en disputa con el Imperio Otomano, y debido a la caída de éste, el imperio inglés buscaría apoyo en las fuerzas políticas interesadas en la región, de tal manera que, para facilitar su entrada y permanencia en la región, se comprometería con el naciente movimiento sionista, prometiéndole tierras, territorio y la consolidación de un estado en el territorio de Palestina (Declaración Balfour, 2 de noviembre de 1917)

Al mismo tiempo, el imperialismo británico prometió a la dirigencia árabe, bajo el influjo de la familia real Hashemita, que en ese momento se encontraba en disidencia con el mandato otomano, apoyo a sus aspiraciones de establecer un país árabe independiente que abarcara desde la frontera occidental de Turquía hasta la península arábiga (Correspondencia Husayn-McMahon).

El 16 de mayo de 1916, Inglaterra y Francia firmaron el Acuerdo Sykes-Picot, que contemplaba la división del mundo árabe entre los dos firmantes. Durante los 31 años de ocupación británica en Palestina (1917-1948), el movimiento sionista continuó fomentando la migración y colonización judía en Palestina, desplazando de esta manera a los campesinos árabes de sus tierras.

La población árabe en Palestina sintió el peligro y, durante esta época, resistió la colonización judía y exigió a los mandatarios británicos que impidieran el desplazamiento de la población originaria. Tal resistencia se convirtió en resistencia popular armada contra el mandato británico. El hecho más notable en el contexto de esta resistencia popular fue la huelga general de trabajadores en Palestina que duró medio año (1936) y el movimiento armado insurgente (1936-1939) que controló en este lapso de tiempo la mayoría de Palestina. El sionismo colaboraba y era funcional a la ocupación inglesa, de tal manera que hacían causa común en la represión del movimiento popular en Palestina.

Con la retirada de los ingleses en 1948, el sionismo comenzó a utilizar tácticas de guerra conocidas como “tierra arrasada”, caracterizadas por el desplazamiento forzado, realización sistemática de masacres en asentamientos e implantación generalizada del miedo por medio de la coerción y la violencia. Mediantes esta táctica, destruyeron más de 500 aldeas y pueblos palestinos, y fue desplazado el 85% de los palestinos, refugiándose en países vecinos y territorios no ocupados. En esta guerra, Israel (utilizo el nombre del estado, aunque en dicho momento no estaba constituido como tal) ocupó 80% del territorio palestino.

Luego de la guerra de 1948 y el nacimiento del Estado de Israel, se dividió al pueblo palestino en una minoría que permaneció dentro del 80% del territorio de Palestina ocupado por Israel, que vivía bajo un régimen de ocupación militar, Cisjordania bajo el control de Jordania y la Franja de Gaza bajo el control de Egipto.

Para evidenciar el carácter de esta ocupación se realizaron acciones encaminadas a agudizar la situación de conflicto en la región, acciones dirigidas especialmente a la población palestina dentro de Israel. Un cuarto de la población fue desplazada internamente dentro de los territorios ocupados, viéndose afectados no sólo por el desarraigo, sino por la toma forzada de sus pertenencias y posesiones (animales, enseres, dinero, entre otros). Desde 1948 Israel sigue siendo un gobierno de ocupación desplazando a la población originaria y dirigiendo la colonización judía.

El imperialismo e Israel, los árabes y los palestinos

 Para el imperialismo, el Medio Oriente es una región de importancia estratégica. El aspecto más importante de la economía de la región es el petróleo, ya que la zona contiene la mayoría de la producción y reservas petroleras del mundo. El mundo árabe, desde Marruecos hasta Irak, ha sido una zona de conflicto entre las potencias imperialistas y el bloque socialista dirigido por la Unión Soviética. El mayor interés del imperialismo es asegurar el control del petróleo, además de un mercado para sus mercancías y mano de obra barata; por tanto, el mayor peligro es el movimiento independentista-nacionalista árabe, temiendo que éste invierta los recursos en el desarrollo interno para sus habitantes.

El apoyo imperialista al movimiento sionista y después al Estado de Israel se debe a que éste constituye ante todo una base de acción en contra del movimiento nacionalista árabe, para mantener la división de la región geográficamente y como una fuerza militar que acciona en contra de las aspiraciones de independencia del pueblo árabe.

En 1956 Israel participó, con Inglaterra y Francia, en un ataque contra Egipto, encabezado por Gamal Abdel Nasser, en reacción a la expropiación del canal de Suez. Este canal era de propiedad conjunta entre empresarios franceses e ingleses.

En 1967 estalló una guerra causada por provocaciones israelíes en contra del gobierno del Baath (Partido de Renacimiento Árabe Socialista de Siria)

Los palestinos han sido las víctimas directas del colonialismo sionista. La problemática de Palestina fue reconocida, dentro del contexto del movimiento nacionalista árabe, como problema central. Como resultado de ello, los palestinos (tanto los refugiados como los que viven bajo ocupación) tuvieron esperanzas en este movimiento liderado por Egipto, que tuvo su auge en los años 50-60.

Pero, después de la derrota de los gobiernos árabes en la Guerra de los Seis Días en 1967, tales esperanzas mermaron. Como reacción  se desarrolló el movimiento nacionalista independiente palestino, desvinculado del movimiento árabe antecesor, y empezó la resistencia popular y armada de las masas palestinas. Esta resistencia se evidenció de varias formas, teniendo como momento álgido la guerra de guerrillas y la organización de los palestinos de Jordania en el año 1970. En septiembre de este año, después del secuestro de 5 aviones por el Frente Popular para la Liberación de Palestina, el ejército jordano atacó a las organizaciones guerrilleras palestinas en los campos de refugiados; acabando con la resistencia armada interna en Jordania.

Después de la muerte de Abdel Nasser en 1970, subió al poder Anwar el-Sadat, quien a cambio de prebendas políticas llevó adelante la desvinculación del bloque soviético y la aleación de Egipto con el imperialismo norteamericano y la política económica del neoliberalismo. Dicho cambio en Egipto facilitó la injerencia del imperialismo en la región además de servirse de la agresividad israelí. A pesar de los cambios pro occidentales en Egipto y en menor manera en Siria, con el golpe de estado que dió Hafez Al-Assad en Siria en el mismo año, Israel rechazó negociar la devolución de los territorios de estos países que ocupó en 1967, lo que provocó la guerra de 1973. En esta guerra los ejércitos árabes tuvieron éxitos, y aunque Israel se recuperó, estos éxitos condujeron a la negociación, a la devolución de la península de Sinaí y a la firma de un tratado la paz entre Egipto e Israel.

El acuerdo de paz entre Egipto e Israel, que se firmó bajo la intermediación de los Estados Unidos, puso fin al proceso de cambio de Egipto, siendo funcional a la maquinaria imperialista, además de asegurar la frontera occidental de Israel, lo que le permitió concentrar fuerzas en las otras fronteras.

La izquierda palestina y en particular el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), que se creó a partir del Movimiento Nacionalista Árabe, vieron el camino para  la liberación de Palestina no como una lucha desconectada de la lucha nacionalista árabe, sino que teniendo en cuenta el contexto, se necesitaba adecuarla a las dinámicas del momento.

El centro de la resistencia palestina se trasladó, por la derrota en Jordania, al sur del Líbano (frontera norte de Israel). Allí consiguieron los palestinos unirse con las fuerzas populares libanesas, lo que propició en 1975 el estallido de la guerra civil libanesa. La correlación de fuerzas en este entonces facilitó la victoria de la alianza entre los palestinos, la izquierda y los nacionalistas libaneses, pero en 1976 el ejército sirio invadió a Líbano con el apoyo de los Estados Unidos e Israel para impedir este avance de la resistencia y mantener la construcción sectorial en el estado libanés (1).

En 1982 Israel invadió al Líbano y llegó a conquistar Beirut (la capital), con el objetivo de golpear a las organizaciones de resistencia palestinas e implantar en el Líbano un gobierno de colaboradores liderado por el partido de las Falanges Libanesas(2). Después de un bloqueo de 80 días a Beirut, se acordó la retirada de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) del Líbano a Túnez. Así fue derrotado el último frente en el que la OLP tuvo oportunidad de llevar adelante una lucha armada abierta contra Israel.

El presidente elegido por el parlamento libanés, bajo las amenazas del ejército israelí, Amine Gemayel, fue asesinado, y como respuesta a la ocupación israelí se creó en el Líbano un movimiento de resistencia fuerte. En este contexto tuvo lugar la masacre de Sabra y Chatila, el    16 de septiembre de 1982. Esta invasión, conocida como la Primera Guerra del Líbano, duró hasta la retirada total sin condiciones de Israel en el verano del 2000.

Sobre la paz y el proceso entre Israel y los países árabes

Egipto firmé el acuerdo de paz con Israel (acuerdos de Camp David de 1978) después de la ocupación del Sinaí por Israel en 1967, de la Guerra de 1973 y de la visita del presidente de Egipto Anwar el- Sadat a Jerusalén (capital de Israel) en 1977. Este acuerdo es el de mayor importancia que se ha firmado hasta ahora entre Israel y cualquier gobierno árabe, y es un ejemplo de un proceso de paz que, por lo general, empieza con agresión israelí y se acaba con el freno impuesto por los Estados Unidos, con el sionismo devolviendo los territorios árabes a  condición de someter la política y economía del país (en este caso Egipto) a las órdenes del imperialismo.

El gobierno de Egipto pactó que bajo el acuerdo recibiera de vuelta todo el territorio ocupado. En las negaciones que se dieron luego entre Siria e Israel, Israel rechazó devolver los Altos del Golán por su importancia estratégica, lo que hizo que los acuerdos se rompieran.

Israel aceptó llegar a un acuerdo con Egipto, no con el fin de alcanzar la paz total con todos los países vecinos, sino para dividir la alianza árabe en beneficio de sí misma. Posteriormente Israel impuso que este tipo de negociaciones se deben realizar de forma bilateral, es decir de país a país u organización, como por ejemplo la Conferencia de Paz de Madrid 1991, donde Israel participó, más no consiguió firmar la paz con ningún estado árabe.

La paz con Egipto no despertó simpatías en el mundo árabe y conllevó a una baja de su reputación. La mayoría de las fuerzas populares en Egipto (el islam político, la izquierda y los nacionalistas) vio esta paz como una vergüenza y una derrota, y actúan hasta hoy en contra de la normalización de la relaciones con  Israel. Por esta paz el presidente Sadat fue asesinado por el Yihad Islámico en 1982.

Jordania firmó el acuerdo de paz con Israel en 1994. Tal acuerdo se posibilitó por los acuerdos de Oslo que se firmaron entre Israel y la OLP en 1993. En realidad los acuerdos de paz no cambiaron mucho, porque Israel no devolvió ningún territorio a Jordania, y la familia real hashemita, incluso antes de los acuerdos, había sido un colaborador fiel con Israel y el imperialismo.

En diferentes etapas se ha negociado un acuerdo entre Siria e Israel, con mediación norteamericana y turca, pero Siria rechaza hacer un cambio de sus políticas internas como Egipto; e Israel rechaza retirarse de los altos del Golán (territorio sirio que ocupó en 1967)

El imperialismo quiere “resolver” la problemática palestina de una manera que le permita integrar a sus fuerzas en el Medio Oriente quitándole el estigma a Israel y aceptándolo como una potencia militar y económica en un “nuevo Medio Oriente”. Este tipo de solución, que mantiene la hegemonía israelí, no le permite al imperialismo presionar a Israel, y por esto el imperialismo ha fracasado con respecto a la política israelí, que sigue desplazando a los palestinos y ocupando sus tierras, tornándose más agresiva tanto interna como exteriormente. De esta manera la situación en Medio Oriente se agudiza, debido a que se genera más tensión en la región, tensión fomentada por la situación permanente de conflicto, en contraposición a los intereses imperialistas de algunas potencias como Estados Unidos, por ejemplo, en cuanto al alza de los precios de petróleo se refiere.

La revolución palestina y la solución diplomática

La guerra popular

En 1964, con el apoyo de la Liga Árabe, se fundó la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) y se inició la lucha armada palestina en contra del estado de Israel.

Después de la derrota de los países árabes en 1967, la lucha palestina se tornó una lucha armada y directa, transformándose en la acción principal de los palestinos para lograr sus derechos. Las organizaciones que promovieron la lucha armada se hicieron con la dirección de la OLP y la convirtieron en la organización que los representaba política y diplomáticamente.

El movimiento principal en la OLP es el Fatah, una organización con perspectivas burguesas que tenía conexiones con los gobiernos árabes y cuya política se orientaba a crear un estado palestino que se constituyera en la región bajo la hegemonía occidental.

La OLP es integrada por varias organizaciones de izquierda, la más grande de ellas es el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Este Frente surgió del movimiento de los nacionalistas árabes y se radicalizó en los años 60, adoptando una ideología marxista-leninista. El objetivo principal del FPLP era consolidar una alianza junto con las masas oprimidas árabes, para recrear el contexto de una revolución árabe popular que debilitara las bases de control imperialista en la región y preparara las condiciones para la liberación de Palestina.

El primer programa de la OLP exigió un país laico y democrático en todo el territorio palestino, y el derecho al retorno de los refugiados.

Después, el objetivo fue cambiando, debido a la presión de la izquierda árabe-mundial y del bloque soviético, de la liberación de toda Palestina a una solución diplomática.

La derrota en 1970 en Jordania y la retirada del Líbano en 1982 eliminaron la base territorial para “la guerra de liberación popular” en la que se basó la OLP. El centro de la OLP se mudó a Túnez, donde se formó una maquinaria de actividad diplomática que estaba desconectada del movimiento popular. En esta situación las aspiraciones de una negociación política se volvieron el centro de la vida política de la OLP.

La primera Intifada y los acuerdos de Oslo

En 1987 se estalló la primera Intifada, una ola de resistencia popular que duró alrededor de 5 años y que devolvió la lucha palestina al interior de Palestina. La Intifada se basó en un número grande de activistas de base, muchos de ellos veteranos de la lucha armada de los 60-70, que iniciaron a partir de estos años el trabajo de base para la organización popular.

Durante la Intifada surgieron por primera vez las organizaciones de la resistencia musulmana, el “Movimiento de Resistencia Islámica” (Hamas – la rama de la Hermandad Musulmana en Palestina) y el Yihad Islámico. El Hamas se reconoce como un movimiento político con una base popular amplia que gana adeptos debido a sus acciones sociales. Estas organizaciones no forman parte de la OLP, que mantiene todo el poder burocrático.

En 1991 la OLP participó en los acuerdos de Madrid, que se realizaron después de la Guerra del Golfo. Sin embargo esta participación fue indirecta, a través de la delegación jordana, porque en esta época Israel rechazaba negociar con la OLP, a la cual describía como dominada por una organización terrorista y armada.

En 1993 se firmaron los Acuerdos de Oslo, en los cuales Israel reconoció a la OLP como la representante del pueblo palestino y la OLP reconoció el derecho del estado de Israel a existir, acuerdos consignados en las Resoluciones de la ONU (242, 338), que incluyen el compromiso de la OLP de abandonar la lucha armada.

La parte palestina de los acuerdos creyó que Israel quería una solución de dos estados, donde los palestinos tuvieran soberanía en los territorios palestinos ocupados en 1967 (Gaza y Cisjordania). Los acuerdos hablan de una etapa de autonomía palestina en estos territorios durante 5 años hasta que se llegue a un acuerdo definitivo. En realidad, dichos acuerdos no les garantizaban a los palestinos el derecho al territorio y se dejaba todo a voluntad del estado de Israel, que seguía, bajo la cobertura de los acuerdos, implementando una política sistemática de colonización, ocupación y desplazamiento en Gaza y Cisjordania.

El resultado de los acuerdos fue, en definitiva, el establecimiento de un gobierno palestino bajo ocupación, sin soberanía sobre sus territorios y su economía, y sin solución al problema de los refugiados.

Más sobre los Acuerdos de Oslo

En el contexto de los acuerdos, se desarrolló la Intifada que duró 5 años, fundamentado en un cambio de la correlación de fuerzas regionales e internacionales en contra de Israel.

Israel tuvo que hacer un cambio en su política, ante lo cual se deslindaban dos opciones: retirada unilateral de la Franja de Gaza o una solución política con un estado palestino que se responsabilizara del territorio retirado. Con los acuerdos y la continuación de la colonización, los líderes de la OLP le dejaron a Israel el control efectivo y total del territorio.

La dirigencia de la OLP que se hallaba en Túnez en este entonces, buscaba antes de la Intifada una oportunidad de un acuerdo político, llegando a las negociaciones amenazada por el cambio del centro de la lucha palestina a la lucha popular y por el surgimiento de las organizaciones de la resistencia musulmana. Por eso, la OLP no representó en las negociaciones la fuerza de la Intifada sino que fue compañera de Israel en el temor a la Intifada, apurándose a llegar a cualquier acuerdo político posible antes de que se convirtiera en poco relevante.

Durante los años de negociaciones, la izquierda mundial le hizo creer a la OLP que los diálogos con Israel son una manifestación de buena voluntad por parte del sionismo para resolver el conflicto, teniendo en cuenta los intereses de ambos lados. Este punto de vista explica el afán por llegar a un acuerdo, porque el lado palestino en los acuerdos le creyó a Israel y no pidió ninguna garantía para sus intereses básicos.

Solo en un terreno pequeño “A” los palestinos recibieron control total (Área “A”, que incluye solo los territorios urbanos). Lo que significó que los dirigentes de la OLP no solo desistieron de la lucha armada, sino que en el marco de los acuerdos la OLP tiene la obligación de conformar una coordinación de seguridad en función del Estado de Israel (policía y un cuerpo secreto de inteligencia) para contrarrestar y aplastar cualquier tipo de resistencia, todo esto sin garantías de terminar la ocupación. Mientras tanto continúa el desplazamiento, la ocupación y la colonización. Esta política se llevó adelante, con capturas y torturas de activistas en contra de la ocupación israelí por parte de la Autoridad Nacional Palestina.

La evasión israelí de sus responsabilidades con la población palestina en lo concerniente a salud y educación le conviene a Israel, en el sentido en que no destina presupuesto alguno para el aspecto social; Israel quiere controlar el territorio pero no a la población. El control de las fuentes de agua, la economía, las vías de transporte y el derecho de desplazarse quedaron en manos de Israel, y se usan para obstaculizar la vida de los palestinos.

En los diálogos de Oslo, los Estados Unidos no tuvieron un papel central como en los diálogos entre Israel y los países árabes. La firma de estos acuerdos en la Casa Blanca fue para aumentar las ganancias políticas de los participantes (Israel, la OLP y los Estados Unidos).

Los acuerdos fueron vistos como una forma de consolidar la hegemonía norteamericana después de la caída del bloque soviético (el fin de la historia), donde todo el mundo vive en un sistema capitalista global. En este contexto, se pudo evidenciar un proceso en Sudáfrica que permitió un cambio político verdadero y la caída del sistema de apartheid, mientras que en Palestina se posibilitó la continuación y el aumento del apartheid israelí.

La segunda Intifada y la retirada de Gaza

Los acuerdos de Oslo debían haber traído un acuerdo definitivo en 5 años. Sin embargo Israel seguía colonizando y no había mostrado ninguna intención de retirarse de los territorios ocupados en 1967 para que se estableciera un estado palestino liderado por la OLP. En el 2000 se hizo el último intento en el que Israel (encabezado por Ehud Barak) y los Estados Unidos (gobernados por Clinton) intentaron obligar Yasser Arafat a renunciar al derecho del retorno de los refugiados. La negativa de Arafat a seguir esta orden impuesta por la alianza yanqui-israelí, conllevó a la segunda Intifada y luego al asesinato de Arafat.

La segunda Intifada empezó por las provocaciones israelíes, cuando Ariel Sharon (el líder de la derecha israelí en esta época) y Barak se unieron para sabotear los acuerdos de Oslo y demostrar que “no hay un partner para los acuerdos”, y así liberarse de la responsabilidad de cumplir con los compromisos asumidos por Israel.

En el otro lado, la dirigencia de la OLP, que en este entonces dirigía también a la Autoridad Palestina (AP), se dio cuenta de que Israel no quería hacer ninguna renuncia, ni siquiera mínima, que le permitiera mantener su reputación con el pueblo palestino. En esta situación, retornó la dirigencia de la OLP a la lucha en contra Israel, cuando una gran parte de las armas que trajeron para oprimir la resistencia en contra de la ocupación se volvió en contra de la misma ocupación.

En esta perspectiva surgió el argumento que los acuerdos mejoraron y fortalecieron la resistencia; sin embargo hay que recordar que las “fuerzas de seguridad” palestinas no se unieron a la resistencia, y que la coordinación de seguridad con el ejército opresor de Israel nunca dejo de accionar y volvió con más fuerza después que la resistencia fue aplastada luego de años de asesinatos, secuestros y torturas.

Tanto el aumento de armas en manos palestinas, como la táctica asesina de Israel hicieron que la segunda Intifada se caracterizara por la lucha armada, y no solo por la lucha popular como la primera.

En el fin de la segunda Intifada en el 2005; Israel, esta vez encabezada por Ariel Sharon, se enfrentó nuevamente al dilema de conciliar y mediar en procura de una solución política con la OLP, o realizar una retirada unilateral de la Franja de Gaza incluyendo, la evacuación de todos los asentamientos que había construido en este territorio. El resultado fue, por primera vez, la existencia de un territorio totalmente libre en Palestina.

Los acuerdos de Oslo y los palestinos en Israel

Los acuerdos despertaron muchas ilusiones en los palestinos, entre ellos los palestinos en Israel, después de muchos años que las fuerzas políticas principales, encabezadas por el Partido Comunista de Israel (sus miembros son mayoritariamente palestinos-árabes), llamaran a alcanzar la paz bajo la solución de los “dos estados”. A la mayoría de la población en Palestina le pareció que había llegado la esperada paz; para los refugiados la situación era diferente porque se dio a entender que los acuerdos no tenían la solución para su problemática.

El gobierno israelí de Yitzhak Rabin, que firmó los acuerdos, fue un gobierno estrecho del que formaba parte la mal llamada equívocamente “izquierda israelí”. Este gobierno dependió del apoyo de los partidos árabes para conseguir la mayoría en el parlamento, sin embargo Rabin negó a los partidos árabes la participación en la coalición que formó el gobierno. Rabin fue asesinado por la derecha israelí y su gobierno continuó, encabezado por Shimon Peres, quien perdió las elecciones de 1996.

El apoyo a los acuerdos y la ilusión de que se estaba avanzando hacia una paz respetable para el pueblo palestino, llevó a todos los partidos árabes parlamentarios a apoyar un gobierno que siguió con la ocupación, la colonización y la discriminación racista. Este gobierno de Peres al que apoyaron, incluso atacó al Líbano y cometió la Masacre de Qana  en 1996.

La ilusión de la paz y la dependencia del gobierno en los partidos árabes trajeron la ilusión de la posibilidad de mejorar la situación de los palestinos árabes ciudadanos de Israel. Esta ilusión fue expresada en el surgimiento de un partido árabe nuevo Al-Tayamu (Alianza Nacional Democrática) que exige “un país para todos sus ciudadanos” en Israel.

En varios años se pasó de la etapa de ilusión a una etapa de lucha popular de los palestinos dentro de Israel, que tuvo su auge en 1999-98 en la lucha por las tierras que tuvo éxito y logros, pero eso fue claramente debida a la lucha popular, no a la actividad parlamentaria.

El  aumento de la resistencia popular dentro de Israel conllevó a la participación total de los palestinos ciudadanos dentro de Israel en la segunda Intifada, cuya resistencia fue reprimida brutalmente por la policía israelí, la cual hirió a cientos de manifestantes y asesinó a trece de ellos en las primeras dos semanas de la Intifada.

Conclusiones: los temas en conflicto y las soluciones posibles

Una solución verdadera al conflicto requiere resolver todas las problemáticas existentes, sobre todo garantizar el derecho de los refugiados a retornar a todos los territorios de donde han sido desplazados; además hay que acabar con la ocupación y el racismo. Esta clase de solución será posible solo con un país laico y democrático en todo el territorio palestino histórico.

En la actualidad la política israelí está dirigida a desplazar el pueblo palestino de su patria.

El racismo, la opresión, la restricción de movimiento, la toma de tierras y la colonización sirven a este fin.

Desde la ocupación de Cisjordania y Gaza en 1967 hay factores políticos palestinos y mundiales que trabajan por una solución basada en “dos estados para dos pueblos”, o sea reconocimiento del estado judío en el territorio palestino ocupado antes de 1967 (el 80% de Palestina) a cambio de un estado palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza. Esta solución significaría la legitimación de la limpieza étnica de 1984 y de la discriminación en contra de los palestinos-árabes ciudadanos de Israel; también les impediría el derecho del retorno a los refugiados.

Varios factores palestinos intentan mediar entre la solución propuesta para acabar con los derechos nacionales de los palestinos y con las aspiraciones de lograrlos. La solución más amplia exige tres cosas: 1) el final de la ocupación en Cisjordania y la Franja de Gaza, 2) el derecho al retorno de los refugiados y 3) igualdad de derechos para los palestinos ciudadanos de Israel. Esta es la solución apoyada por el movimiento del BDS (Boycott, Divestment and Sanctions).

(Haifa, Diciembre 2012)

Comentarios

Artículo publicado originalmente en https://freehaifa.wordpress.com/category/en-espanol/

(*) Las ideas expresas en este texto no reflejan necesariamente la opinión de Corriente Roja o la LIT-CI

(**) El escritor es un activista en “Herak Haifa” y “Hijos de la Tierra – Abna el-Balad”

(1) El Estado de Líbano recibió la independencia de Francia. Según el sistema político heredado de la época colonial, que continúa hoy vigente, el país está dividido por religiones y sectas, de tal manera que dicho estado continua siendo funcional a los intereses imperialistas en la zona. La mayoría de la población es musulmana (suní y shía), sin embargo y según las leyes el presidente debe ser cristiano católico maronita.

(2) Organización paramilitar y partido de derecha.

Artículo publicado en: www.corrienteroja.net, 13 de mayo de 2016.-

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