Sáb Sep 30, 2023
30 septiembre, 2023

“Elecciones” presidenciales en Rusia: la “consolidación” que no hubo

En la Rusia actual, en condiciones de ausencia de hecho de libertades democráticas (libertad de expresión, de agitación, de manifestación, de prensa, de reunión, de organización de partidos, sindicatos, organizaciones en general), cuando todos los candidatos tuvieron que pasar antes por la criba del aparato presidencial, hablar de elecciones en el sentido que generalmente le atribuimos, obviamente no tiene mucho sentido.

Por: POI – Rusia

Con el ahogo incluso hasta de organizaciones menores independientes, sin las cuales ninguna alternativa puede surgir; con prohibiciones policiacas en la vida política; y con total control de las “elecciones”, el régimen encabezado por Putin recrea siempre una situación donde en la cédula electoral “contra Putin” figuran solamente las marionetas de los partidos oficiales aprobados por el Kremlin y una u otra figura folclórica. O sea, no hay en quien votar, exceptuando al propio Putin, el candidato que promete estabilidad (aunque esta sea la estabilidad de la destrucción de la salud pública, de la educación, de la investigación científica, la rebaja de los salarios y de las condiciones de trabajo, etc.). Todas las “elecciones” del período Putin fueron solamente un teatro bajo el cual sigue el régimen autoritario que responde exclusivamente a los oligarcas rusos (y sus socios occidentales) y al aparato militar/policial de la FSB (ex KGB).

A pesar de todo eso, este teatro nos permite sacar algunas conclusiones. En las “elecciones” realizadas, la gran tarea del régimen vigente era, como siempre, garantizar una demostración masiva de apoyo al “Gran Líder Nacional”. Pero la situación hoy es distinta de la que había en las elecciones pasadas, en 2012. En aquel momento, la crisis había alcanzado solo a los sectores medios de la sociedad, lo que se reflejó en las protestas de entonces, donde estos sectores medios eran la amplia mayoría, concentrados fundamentalmente en Moscú. Hoy, por el contrario, ya se acumulan varios años de reducción de salarios, inflación de los productos alimenticios, degradación del sistema de salud, atrasos en el pago de salarios, etc., todos efectos de la crisis, que alcanza ahora de lleno a la clase trabajadora.

En tales condiciones, el “apoyo de masas” se reviste claramente de la forma “a pesar de todo,…”. O sea, como dice la propaganda oficial, la “consolidación alrededor de Putin, ante las difíciles condiciones externas e internas”.

Para el éxito de esta campaña, todas las instituciones del régimen tuvieron que esforzarse mucho: hubo toda una campaña mediática anunciando las nuevas “Súper armas rusas” inmediatamente antes de las elecciones, desviando la atención de los problemas sociales hacia la “defensa ante el enemigo externo”; el régimen aceptó la candidatura de Ksenya Sobchak del programa “Casa 2”[1] como única “candidata alternativa”, que obviamente no despertaba en las personas normales nada más allá de la repulsión; no participó de las elecciones ningún candidato del partido Rusia Justa[2] (la ausencia de este actor no fue ni notada, sus votos migraron automáticamente para Putin); comprometieron la candidatura del Partido Comunista, primero poniendo como candidato

a un burgués, Pavel Grudinin; después, enseguida antes de las elecciones, con un escándalo de millones de dólares en cuentas suyas no declaradas en el exterior; prohibieron la candidatura del principal nombre de la oposición liberal. Alexey Navalnyi, bajo prisión domiciliar, acusado de fraude contable; forzaron el voto de soldados y presidiarios; construyeron una campaña sin precedentes apara aumentar el índice de participación, para obligar a los trabajadores a ir hasta las urnas y votar por el “único candidato serio”.

Si las comparamos con las elecciones de 2012, todo este esfuerzo, que incluyó medidas administrativas, shows, premios y desburocratización de las elecciones, garantizó un aumento en la votación de solo dos puntos porcentuales. Y los votos que ganó Putin correspondieron a la reducción de votos del Partido Comunista y a la ausencia de candidato de Rusia Justa y la del candidato liberal. La montaña parió una rata.

Ahora, todos los medios de comunicación, incluyendo muchos analistas liberales, dicen que “las elecciones mostraron una consolidación de la población alrededor de Putin”. Pero si hacemos un balance real las conclusiones son otras:

  • La obvia quiebra política de los apéndices del Kremlin, el Partido Comunista, el Rusia Justa y el LDPR, ya tan bien asimilados por el régimen que se tornaron portavoces del Gobierno en todos los temas relevantes. Sus resultados hablan por sí mismos.
  • La omisión política de los liberales, en crisis desde los años ’90 (bajísima votación de sus sectores que participaron de las elecciones).
  • El fracaso de los esfuerzos de la Comisión Electoral, escogida a dedo para aumentar la participación en las elecciones.

Yendo al balance formal de votos, no hay casi nada nuevo. El único éxito político del régimen en cuanto a la “consolidación alrededor del Presidente” fue el retorno a Putin (aunque rechinando los dientes, ¿quién no rechina hoy?) de su hijo pródigo, la “clase creativa”[3], claramente visible en los resultados electorales en Moscú y San Petersburgo. El retorno de la “clase creativa” al “protector” de sus privilegios demuestra claramente su fragilidad social, y que podemos esperar cambios solo si vienen de otra clase.

Y es justamente ahí, en la clase trabajadora, donde se dan los cambios más importantes, que las estadísticas electorales no reflejan. La motivación de aquellos que votaron por Putin hoy ya no es aquella de antes. Antes, durante el período de crecimiento económico, o en el inicio de la crisis, cuando sus efectos todavía eran amortizados por Fondo de Reserva[4] y aún no habían golpeado seriamente a la clase trabajadora, era una votación “para vivir mejor”. Ahora es una votación “para que no se vaya todo de una vez al pozo”.

Esta motivación tan difundida por el voto en Putin (“claro que está degradándose, pero por lo menos no tan rápido, aún está dando para vivir”) expresa que la clase trabajadora aún no rompió con Putin y su régimen. Pero no hay tampoco ninguna “consolidación del poder” de este. Por el contrario, en la conciencia de los trabajadores se están dando transformaciones complejas y contradictorias, que inevitablemente, por presión de la propia vida, tendrán una tendencia cada vez mayor a poner en cuestión todo lo que ocurre en el país, y obviamente el propio gobierno.

Exactamente por eso, la propaganda oficial después de las elecciones sigue repitiendo la cantilena de la “consolidación de la población alrededor de Putin”. Tanto, que el propio Presidente, en sus palabras, “sintió una necesidad interior” de dirigirse nuevamente a la nación, para de nuevo explicar a la población que ella está consolidada a su alrededor… Con eso, Putin intenta cubrirse con el apoyo popular para justificar sus próximas acciones. Y no es en vano. Porque las perspectivas para los trabajadores las expresó él mismo en su mensaje al pueblo (https://ria.ru/politics/20180323/1517103688.html):

“Ustedes, ciudadanos de Rusia, con mucha justicia se quejan de los salarios, insuficiencias del sistema de salud, vivienda, otras esferas sociales… (claro, hacerse el bobo y negar la realidad ya no le es posible). Yo quería mucho que estos problemas, levantados por nuestros ciudadanos, fuesen resueltos lo más rápidamente posible. Pero… sería completamente irresponsable prometer realizar eso inmediatamente, ahora mismo, de una sola vez. Eso sería un gesto demostrativo, ejecutado visando su efecto de corto plazo. Y nosotros necesitamos de pasos bien pensados, profundos y consecuentes. Por eso, quiero reforzar que todos los pasos que daremos, todas las decisiones que tomaremos, por más difíciles que sean (léase: “antipopulares”), serán dictados exclusivamente por la necesidad de superar el atraso aún existente en varias esferas (léase: puestos de trabajo excesivos, salarios altos demás, jubilaciones demasiado tempranas, salud pública gratuita, y otros “atavismos”). Y lo principal, todas estas medidas, al fin de cuentas, serán tomadas teniendo en consideración los intereses de nuestro país, de nuestros ciudadanos. Por nuestros niños y las futuras generaciones”.

Traducido del “putinés” al idioma de gente normal, todo eso significa: “Ustedes, ciudadanos de Rusia, correctamente se quejan de que viven peor y peor… Yo, claro, quiero que ustedes vivan bien. Pero en lugar de eso, ustedes recibirán nuevas reformas todavía más duras. Va a ser difícil para ustedes, pero al final de cuentas, ¡las generaciones futuras vivirán felices!”.

Como reafirmando las palabras del Presidente, enseguida de la confirmación del “vencedor” en las elecciones, el Gobierno inició la discusión sobre elevación de impuestos a los ciudadanos, en el marco de la reforma tributaria anunciada por Putin.

Sabiendo que los trabajadores y el pueblo no le dieron, obviamente, ningún mandato para rebajar su nivel de vida, Putin se esfuerza por presentar sus resultados electorales como una carta blanca para las reformas que serán realizadas contra la mayoría.

Impedir los planes de Putin, cuyo resultado es la ya sentida degradación del nivel de vida de la población, es tarea de todos los trabajadores. Obviamente, no será posible hacerlo sin poner fin a su régimen oligárquico-policial.

Resultados oficiales de las elecciones presidenciales en Rusia, 2018

Total de votantes: 73.578.992 (67,54% del total de electores)

Vladimir Putin                 76,69%

Pavel Grudinin                11,77%

Vladimir Jirinovskiy           5,65%

Ksenya Sobchak               1,68%

Grigoriy Yavlinskiy             1,05%

Boris Titov                       0,76%

Maxim Suraykin               0,68%

Serguey Baburin               0,65%

Brancos/nulos                   1,08%

Notas:

[1] El Gran Hermano local.

[2] Partido creado por el Kremlin a partir de una ruptura del Partido Comunista, para ser el “ala izquierda” del gobierno, bajo control directo de este desde el inicio.

[3] En las manifestaciones de 2012 fueron fundamentalmente los sectores medios los que salieron a las calles. Su dirección liberal llamaba a estos sectores medios “clase creativa”, en contraposición con la clase obrera. Era un argumento para no movilizar a la clase trabajadora, no levantar sus reivindicaciones, pues esta clase “no era creativa, no creaba nada”… A partir de la anexión de Crimea, y con algunas “cortesías” del gobierno a estos sectores medios de las grandes ciudades, este sector en su mayoría volvió a apoyar a Putin, vaciando los votos de los liberales, especialmente en sus bastiones, Moscú y San Petersburgo.

[4] Fondo construido con la renta del petróleo. Fue usado para amortizar parte de los efectos de la crisis económica. Estas reservas disminuyeron mucho, y junto con ellas las medidas compensatorias.

Traducción: Natalia Estrada.

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