Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Brasil | El hambre y la burla de los súper ricos

Las escenas de familias buscando alimentos en los camiones de basura o disputando carcazas y huesos dan el tono de la dramática crisis social en que cada vez más se hunde el país.

Editorial de Opinião Socialista, PSTU Brasil

Sin embargo, el hambre, la inseguridad alimentaria y la pobreza no se limitan a las imágenes de barbarie que vemos en la televisión o en las redes sociales. Es cada vez más una realidad dentro de nuestras propias casas. Son familias de trabajadores, obreros, que perdieron sus empleos, o que vieron desaparecer sus “changas” en el último período, y sufren con una inflación galopante, sobre todo de los alimentos. Tener dónde vivir, trabajar o simplemente comer es cada vez más difícil.

Mientras cerrábamos esta edición, la gasolina aumentaba una vez más y la respuesta del gobierno era la privatización de la Petrobras. Siendo que es exactamente por el hecho de que la empresa de capital mixto actúa como una empresa privada, imponiendo aquí el precio del combustible en dólar para llenar los bolsillos de los accionistas extranjeros, que pagamos cada vez más caro.

En medio de eso, un cínico Paulo Guedes, al lado de Bolsonaro, anunciaba su programa electoralista “Auxilio Brasil”, diciendo que el gobierno daba un paso atrás en su política fiscal, a favor de los pobres. De repente, Paulo Guedes comenzó a preocuparse con los pobres. El mismo Paulo Guedes que reclamaba de las empleadas domésticas que, en su cabeza, viajan a Disney, o que reclamó que la crisis no era causada por la pandemia o por el gobierno sino por las personas que insistían en vivir más.

La realidad es que Paulo Guedes, que veía aumentar su fortuna en el paraíso fiscal en R$ 120.000 [U$S 21.500, aprox.] solo en ese día en el que anunciaba el auxilio, desprecia a los pobres. Así como el banquero André Esteves, dueño del banco BTG Pactual, cuyo audio filtrado de una reunión de inversores, entre risas y bromas explicaba que no se preocupaba con el auxilio recién divulgado por el gobierno, y se jactaba de mandar sobre Arthur Lima, en el Banco Central, e incluso en el Supremo Tribunal Federal (STF).

El banquero tiene razón en no preocuparse con el “agujero” en el techo de gastos. Amigo de Guedes, sabe que este gobierno tiene como prioridad absoluta los intereses de su clase. Sabe que, por ejemplo, el aumento de los intereses significará algunos miles de millones más para los banqueros que detentan los títulos de la deuda, mientras los servidores y los servicios públicos sufren con ataques y desmantelamiento. Y que, frente a la decadencia generalizada del país, sus ganancias permanecerán siendo sostenidas por el desempleo y la pobreza de millones.

Al contrario de la parte más pobre de la población, que es arrojada en la miseria absoluta. El fin del auxilio de emergencia dejará a 18 millones de familias a la deriva. Por su parte, el nuevo auxilio, que pasa de R$ 191 a R$ 400, y de 14 para 17 millones de beneficiarios, no va a contener el avance de la pobreza y del hambre. Primero, porque, además de que el valor no compra una canasta básica, alcanza solo a un cuarto de los 67 millones que recibían el auxilio de emergencia de R$ 600. Y tiene fecha de terminación: hasta las elecciones de 2022.

Como si eso no bastase, la inflación comerá ese aumento enseguida. Desde que fue creado, el Bolsa Familia fue reajustado en 156%. A su vez, la canasta básica sufrió con un aumento medio de 243%. Y caminamos a tener la mayor inflación de los últimos treinta años.

Además de insuficiente y electoralista, el programa indica como fuente de ingresos el golpe en los precautorios y la revisión del techo de gastos. Los precautorios son, en su mayoría, deudas previsionales y laborales que ya demoraron años para ser pagadas. Para tener una idea, de los R$ 56.400 millones [U$S 10.000 millones, aprox.] de precautorios que el gobierno debería pagar en 2021, R$ 35.500 millones [U$S 6.400 millones, aprox.] son deudas con jubilaciones, con empleados del BPC (Beneficio de Prestación Continuada). Es sacar con una mano a los pobres para dar con la otra mano una migaja de eso a los más pobres todavía.

Enfrentar a los súper ricos para acabar con el hambre, el desempleo y la carestía

El “Auxilio Brasil” no resolverá el problema del hambre y de la carestía. Es preciso retomar el auxilio de emergencia para todos los que perdieron sus fuentes de ingresos en la pandemia, por el valor de un salario mínimo. Pero para resolver de verdad el problema del hambre es necesario garantizar empleo a todos. La única forma de hacerlo es reduciendo la jornada de trabajo sin reducir los salarios. Solo disminuyendo 2 horas por día sería posible acabar con el desempleo. Es preciso garantizar el aumento general de los salarios para combatir el ajuste.

Un plan de obras públicas, por su parte, podría no solo absorber a gran parte de los trabajadores que hoy están sin empleo como también resolver problemas como el saneamiento básico, el déficit de viviendas, etc. Eso podría ser financiado atacando las ganancias de los multimillonarios y de los súper ricos, parando de pagar la deuda, prohibiendo la remesa de lucros a través de un impuesto progresivo, exonerando a los pobres y a la clase media para tasar las fortunas y los dividendos de los multimillonarios.

Es necesario retomar las movilizaciones y masificarlas, rumbo a una Huelga General, para sacar a Bolsonaro y su banda, y por un programa de los trabajadores que garantice el fin del hambre, del desempleo, de la carestía, realizando una reforma agraria radical. Que revierta las reformas laboral y previsional, y que defiende a los servidores y los servicios públicos, el medio ambiente, a los indígenas contra el genocidio, y los derechos de los negros, las mujeres y LGBTIs.

Es inaceptable que, en uno de los países más ricos, tengamos hambre, desempleo y carestía. Precisamos de una revolución social. Un gobierno socialista de los trabajadores, para que no haya hambre y pobreza por sustentar al 0,1% de los multimillonarios que viven de la explotación de los trabajadores y de la rapiña del país.

Artículo editorial publicado en www.pst.org.br, 27/10/2021.-

Traducción: Natalia Estrada.

 

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