Sáb Abr 20, 2024
20 abril, 2024

El fascismo y el Brasil

El frente político electoral en defensa de Lula alardea que su prisión, así como el bárbaro asesinato de Marielle y Anderson, son hechos que demuestran el “avance del fascismo” en el Brasil, o para algunos, del “neofascismo”.

Por: João Ricardo Soares

Sin dejar que la campaña por la prisión inmediata de los asesinos y mandantes de Marielle y Anderson se debilite o se mezcle con el debate político, queremos discutir las razones de la trivialización del término fascismo utilizado de forma equivocada para justificar la construcción de un frente político con el PT. En este artículo discutiremos dos temas: qué es el fascismo y en qué medida este fenómeno político-social se expresa en el Brasil.

Las formas de la contrarrevolución

Luego de la victoria de la clase obrera rusa en 1917, la contrarrevolución asumió varias caras en el siglo XX. La clase dominante nunca asistió pasiva al avance de la organización y de la lucha de los explotados, particularmente cuando el control de la propiedad privada de las grandes empresas estuvo amenazado por la organización y la lucha de los trabajadores.

Los golpes contrarrevolucionarios asumieron distintas caras e intensidades de represión, construyendo varios tipos de regímenes totalitarios que se apoyaron en distintas instituciones para reprimir el movimiento de masas y disciplinar las fracciones burguesas. Aunque la forma más común de los regímenes autoritarios se haya concentrado en la utilización de las fuerzas armadas, originando regímenes dictatoriales o semifascistas, la contrarrevolución también tomó la forma de un movimiento, más conocido como fascismo, como referencia al movimiento contrarrevolucionario liderado por Mussolini en Italia.

En esta discusión tenemos dos peligros de sentidos contrarios: el primero es el de definir como fascismo toda manifestación de carácter represivo y dictatorial, por ejemplo, el que Daniel Ortega acaba de realizar contra el pueblo nicaragüense para seguir las órdenes del FMI. Y el peligro de sentido contrario: subestimar el fascismo, cuando este se convierte en una amenaza real.

La naturaleza de clase del fascismo

“El fascismo es la forma más salvaje y abominable del imperialismo”. Así definía este régimen político el revolucionario ruso León Trotsky. Antes de llegar al poder, el fascismo utilizó métodos de guerra civil contra la clase obrera: el ataque armado a manifestaciones y huelgas; la disolución de reuniones en los sindicatos y partidos obreros; el asesinato de forma indiscriminada de activistas, etc.

La particularidad de los regímenes fascistas reside en el hecho de que antes de llegar al poder eran un movimiento espontáneo de las masas… de origen plebeyo, dirigido y financiado por las grandes potencias capitalistas. Fue formado por la pequeña burguesía, por el lumpenproletariado y hasta cierto punto también por las masas proletarias; [los] dirigentes utilizaban una buena cantidad de demagogia socialista, necesaria para la formación de un movimiento de masas… su base genuina es la pequeña burguesía.

Los bandos compuestos de elementos extraídos de la pequeña burguesía y del lumpen[proletariado] fueron decisivos para la instauración del régimen fascista. Eso lo diferencia de otros regímenes represores, que se basaron en una institución del Estado y no fueron producto de un movimiento de masas. Este hecho convierte el fascismo en un régimen de terror enraizado en un sector social, distinto de la mayoría de las dictaduras.

Aunque algunos regímenes militares se hayan valido de bandas paramilitares para asesinar, torturar y paralizar el movimiento obrero, antes y después de los golpes. Por eso, algunas de estas dictaduras militares pueden hasta incluso ser consideradas semifascistas, como la dictadura de Suharto en Indonesia, que asesinó a 500.000 campesinos y obreros.

La existencia de un fenómeno político de esta envergadura es el producto de la tensión que entre las clases sociales llega al límite sin que sea construida una alternativa al régimen capitalista. En 1923, una libra de pan en Alemania costaba 3.000 millones de marcos; una libra de carne 36.000 millones y un vaso de cerveza 4.000 millones.

Para ganar a las masas, los fascistas tomaron los problemas más sentidos por la mayoría de la población, atacaron los lucros de los bancos, denunciaron el desempleo masivo, etc., y después en el poder apagarían todas las referencias a las clases sociales para reafirmar la supremacía “de la nación y de la raza”.

Su ideología buscaba envolver a la pequeña burguesía en la pesadilla de la gran nación para apartarla de la única solución posible contra la barbarie capitalista: la revolución socialista. Así, Mussolini decía que conduciría a Italia a los “gloriosos tiempos” del Imperio romano y, ante la decadencia del capitalismo español, la Falange prometía la vuelta a los tiempos álgidos del imperio colonial, y en Alemania… la historia se contempla como la emanación de la raza… el nazismo desciende un escalón aún más abajo: del materialismo económico apela al materialismo zoológico (L. Trotsky).

Al llegar al gobierno, el fascismo aniquiló toda y cualquier libertad democrática. Ilegalizó todas las organizaciones obreras y los sindicatos se convirtieron en una prolongación del Estado. Se levantó un régimen profundamente totalitario que disciplinó todas las fracciones de la propia burguesía a los grandes monopolios. Si el genocidio en escala industrial fue su cara más conocida, particularmente en Alemania, un aspecto crucial del régimen fue la utilización del trabajo esclavo importando obreros de “razas inferiores”.

La combinación en las fábricas de la técnica más moderna con el trabajo esclavo indicaba el futuro para la clase obrera si Hitler hubiese vencido la guerra. Así, el lucro de las fábricas de cañones Krupp y Mannesmann creció seis veces. Mientras el salario/hora del obrero calificado pasó de 95,5 pfennigs[1] en 1928 a 70,5 en 1933, y hasta el final de la guerra se mantuvo muy por debajo del período anterior a la crisis. La parte correspondiente del capital en la renta nacional alemana pasó de 17,4% en 1932 a 25,2% en 1937, y 26,6% en 1938.

La lucha contra el fascismo

En la situación de profunda crisis social de Alemania, solamente la unidad de la clase obrera para la lucha era capaz de derrotar el fascismo. Esta unidad, según Trotsky, debería ser forjada en torno a las principales reivindicaciones de los trabajadores, para impulsar la movilización social al mismo tiempo en que deberían ser construidas unidades de autodefensa común, vía los sindicatos, organismos comunes a todos los trabajadores, para defenderse de los ataques de los fascistas.

Y el segundo aspecto se refería a la batalla para que el movimiento obrero ganase un sector de la pequeña burguesía para el lado de la clase obrera. Incapaz de construir una alternativa política propia, la profunda heterogeneidad social de los estratos medios oscila entre la clase obrera y la burguesía. El fascismo es tan solo la unificación de estos sectores sociales movilizados en interés del gran capital, para atacar a la clase obrera con métodos de guerra civil.

Para Trotsky, el fascismo no sería detenido a través de las elecciones. Esto porque el objetivo del fascismo era aniquilar la democracia burguesa y construir un régimen de terror al servicio de los grandes monopolios. Desmoralizar a la clase obrera con métodos de guerra civil, antes de que pueda dar un golpe o incluso conquistar el gobierno por la vía electoral. Por eso, al mismo tiempo en que defiende la profunda unidad en la lucha, Trotsky polemiza con las organizaciones del movimiento obrero que propone al PC alemán una coalición electoral con la socialdemocracia, para “impedir el fascismo”. Por el contrario, defendió que el Partido Comunista Alemán (PCA) tuviese sus propios candidatos: La idea de proponer el candidato a la presidencia, por el frente único obrero, es una idea radicalmente errónea. Solo se puede proponer un candidato sobre la base de un programa definido.

Defendía [en] el Frente Único, un acuerdo basado en: ¿Cómo combatir, a quién combatir y cuándo combatir? En esto, se puede entrar en un acuerdo con el propio diablo, con su abuela…

Pero, el PCA, bajo las órdenes de Stalin, afirmaba que la socialdemocracia y el fascismo eran hermanos gemelos, y se negaba a construir un Frente Único de la clase trabajadora para combatir. Los trabajadores quedaron literalmente desarmados, mientras las bandas fascistas avanzaban sobre los sindicatos y sobre todo y cualquier tipo de organización. Los partidos y los sindicatos obreros no se unificaban para combatirlos. Esta política llevó a una tragedia, pues abrió el camino para la desmoralización del movimiento obrero y la victoria de Hitler.

La ultraderecha

Pese al hecho de que la existencia de la ultraderecha no es un fenómeno nuevo en el Brasil y tampoco en el mundo, no se puede confundir con el fascismo. Pese al hecho de que comulgan el mismo odio a la clase obrera, y las mismas ideologías racistas y xenófobas, el crecimiento de estos partidos en el continente europeo refleja la falta de una respuesta contundente de la llamada izquierda a distintos fenómenos sociales y políticos en el viejo continente: el profundo ataque a las conquistas de los trabajadores; la existencia de la mayor ola de refugiados en el continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial, ampliada por la política genocida de Assad en Siria; y la negativa de la mayoría de la izquierda a tener una política clasista para enfrentar a la Unión Europea (UE).

Mientras la “izquierda” defiende la “reforma de la UE”, la ultraderecha ocupa el espacio político contra la UE con un ultranacionalismo reaccionario. Además, al agitar que los inmigrantes y refugiados quitan los empleos de los europeos, la ultraderecha gana un espacio entre los trabajadores. El Frente Nacional de Francia, siendo un fenómeno político más conocido, no es el único. La reciente elección en Hungría, con la victoria de Victor Urban, y el crecimiento de la ex Liga Norte en Italia, que reformula su discurso girándolo contra los inmigrantes y refugiados y ya no más por la independencia del norte de Italia, son algunos ejemplos.

Pero todas estas organizaciones, a pesar de apelar a los sentimientos más sombríos de los individuos, son partidos que batallan en la vía parlamentaria o electoral. Algunos de ellos, como es el caso del Frente Nacional, adaptaron su programa y su discurso para tornarse más agradables, generando una ruptura en la familia Le Pen. Esta tendencia se expresa en el Brasil a través de la candidatura de Bolsonaro. Ante la crisis del régimen democrático burgués, busca construir un discurso vinculado al “orden”, y como un parásito se nutre de la inseguridad de las familias trabajadoras sobre el futuro y de los sectores más jóvenes sin experiencia política que tuvieron sus desilusiones con el gobierno Dilma.

Aurora Dorada y el fascismo en el siglo XXI

El primer movimiento fascista con peso de masas después de la Segunda Guerra Mundial, por lo menos en Occidente, se expresó en Grecia. En 2012, el partido Aurora Dorada (AD) consiguió 7% de los votos, tornándose el sexto partido más votado y eligiendo 21 parlamentarios. En 2015 alcanzó la tercera colocación en las elecciones griegas.

A diferencia de la ultraderecha europea, AD se presenta como un grupo armado contra los trabajadores. Su política de eliminación física comenzó por el eje más frágil del proletariado: los inmigrantes. Según el Ministerio Público griego están envueltos directamente en la “desaparición” de hasta cien inmigrantes.

El golpe más importante en esta cueva de bandidos fue la reacción de masas en setiembre de 2013, frente al asesinato del rapper Pavlos Fyssas (Killah) por miembros de este partido. Millares de personas salieron a las calles y dos miembros del grupo fueron muertos frente a la sede de la organización. Eso obligó a la abertura de una investigación que no solamente demostró que la orden para el asesinato de Fyssas vino de la cúpula del bando sino, y también, sus formas de financiación: el control de prostíbulos, secuestros de inmigrantes para prostitución, y la complicidad del aparato policial griego.

A pesar de golpeada por la reacción de masas, Aurora Dorada se mantiene como una importante fuerza política. Eso en la huella del estelionato electoral promovido por Syriza, que prometió el fin de la austeridad y aplica el más profundo “ajuste” de la historia griega ordenado por el imperialismo. Mientras AD pregona la ruptura con la UE, Tsipras no reconoce el referendo que, por mayoría, votó la no aplicación de las medidas exigidas por los imperialismos europeos.

Una vez más, la historia reciente demuestra que la lucha contra el fascismo real (no el imaginario) no puede quedar rehén ni del aparato del Estado ni tampoco de frentes electorales con los partidos que, como Syriza, se aliaron a la burguesía y desmoralizan a los trabajadores.

Brasil: ¿a quién interesa agitar sobre el inminente peligro fascista?

Cualquier persona mínimamente informada sobre los acontecimientos recientes en el Brasil sabe que la realidad que describimos arriba sobre el movimiento fascista, tanto las experiencias de los años ’20 y ’30 como las recientes, no se expresa en el país. Las organizaciones que dicen que estamos ante una amenaza fascista en el Brasil saben que eso no corresponde a la realidad, porque si fuese así, las tareas planteadas para los trabajadores serían otras.

La contradicción entre la agitación del “peligro fascista” con las consignas para combatirlo llama la atención. La campaña de una candidata al Senado por el PSOL, cuyo lema es “enfrentar a los niños mimados del Congreso Nacional” es un ejemplo aterrador de la distancia kilométrica que separa “la intención del gesto”.

Y aquí no hay ninguna ilusión sobre la naturaleza “democrática” de nuestra burguesía tropical. Si me permiten, en lugar de citar a Florestan Fernandes tal vez el testimonio de un delegado [policial] pueda ser más contundente: “¿Cómo usted mantiene a los excluidos todos bajo control, ganando R$ 112 por mes? Con represión, nos dice Hélio Luz, en “Noticias de una guerra particular”.

Pero, quien afirma que existe un movimiento fascista con algún peso en la realidad brasileña y es consciente de la falta de verdad que propaga, alberga otros objetivos. Siendo el fascismo la forma más salvaje y abominable de la contrarrevolución, y frente a una amenaza tan grave, quieren justificar su adhesión al Frente Amplio llamado por el PT. Si ese tal peligro existiese de hecho, no lo combatiríamos con la adhesión a uno de los bloques burgueses que disputan el control del Estado.

Bibliografía

TROTSKY, León. Revolução e Contra-Revolução na Alemanha. Ed. Sundermann, 2011
MANDEL, Ernest. “El fascismo”. [www.ernestmandel.org/es/escritos/pdf/ernest-mandel-el-fascismo.pdf]
MORENO, Nahuel. Las revoluciones dekl siglo XX. [https://www.marxists.org/portugues/moreno/1984/mes/revolucoes.htm.]
TOYNBEE, A. J. La Europa de Hitler. Biblioteca de la Historia, 1985.

Nota
[1] Pfennig, literalmente centavo, era una moneda alemana de la Edad Media, utilizada entre 1924 y 1948 cuando fue sustituida por el marco alemán, ndt.

Artículo publicado en el blog Teoria e Revolução, 15/5/2018. Disponible en: http://teoriaerevolucao.pstu.org.br/o-fascismo-e-o-brasil/
Traducción: Natalia Estrada.

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