Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

El exilio trotskista en Colombia (1976-1982)

Presentamos un excelente material de este historiador y profesor argentino sobre el exilio de Nahuel Moreno y varios dirigentes del PST argentino en Colombia, que daría origen a la fundación del PST colombiano y a la construcción de la Fracción Bolchevique, organización morenista internacional, antecesora de la LIT-CI.

Introducción

Para aquellas organizaciones políticas revolucionarias que intervinieron en la convulsionada realidad argentina de la década de 1970, la llegada al poder de la última dictadura militar obligó a una redefinición sobre la forma de continuar con la labor militante en un contexto que se vislumbraba extremadamente represivo. Por ello, diversas organizaciones políticas experimentaron, tras la concreción del golpe de Estado [de 1976], una reelaboración táctica y metodológica y un viraje en su militancia cotidiana. El presente trabajo tiene como objetivo analizar el accionar de aquellos militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (en adelante, PST) que durante el último gobierno de facto debieron exiliarse en diversos países, en particular latinoamericanos, como forma de supervivencia ante la sistemática represión estatal implantada pero, a su vez, como continuidad de una labor política internacionalista llevada a cabo con anterioridad a esta circunstancia.

El PST se inserta dentro de una tradición política de la izquierda revolucionaria en Argentina que podría encuadrarse dentro del denominado trotskismo-morenista. El primero de los motes ideológicos responde al legado de la figura de León Trotsky, particularmente en cuanto a su concepción crítica del Estado soviético a partir del stalinismo como una “deformación burocrática” de la revolución. El segundo aporte de peso fue su concepción internacionalista de la revolución socialista conocida como la idea de la teoría de la revolución permanente. Esta se inserta en un debate teórico contra la teoría de la revolución en un solo país impulsada por el stalinismo (que planteaba la posibilidad de una coexistencia pacífica de un país socialista con los países capitalistas del mundo). Trotsky argumentaba que no era concebible el triunfo de la revolución socialista en un solo país dada la internacionalidad del capitalismo. Dentro de la historia del trotskismo argentino, la corriente política más destacada fue aquella encabezada desde los años cuarenta por la figura de Nahuel Moreno (seudónimo de Hugo Miguel Bressano).

Se denomina entonces como corriente morenista a las diversas organizaciones políticas lideradas por este dirigente a lo largo de la historia desde sus inicios a mediados de la década de 1940(1).

El interés en rescatar el accionar del PST radica en el análisis de una organización que, en toda su historia, otorgó prácticamente la misma jerarquía a la militancia dentro del país como al trabajo político a escala internacional, al tener siempre presente como objetivo el forjar y sostener relaciones con distintos agrupamientos políticos y activistas de diferentes latitudes en la búsqueda de una corriente internacional que interviniera en las diversas coyunturas políticas de cada país. Ello implicó, para el PST, no sólo la posibilidad de lograr una construcción política coordinada a nivel internacional sino también la posibilidad de acudir, una vez iniciada la dictadura en Argentina, a estos contactos y organizaciones en el extranjero como método de preservación, dada la persecución política local. Por lo tanto, el presente trabajo se ocupará de la construcción política que esta corriente elaboró en el exterior a lo largo del terrorismo de Estado en Argentina, haciendo hincapié en Colombia por ser el lugar de inserción más paradigmático.

En relación con lo antes dicho, la presente propuesta consiste en reflexionar sobre cómo el PST, al finalizar el golpe de Estado y al producirse el retorno a la Argentina de la militancia exiliada, no salió mayormente dañado como estructura política, más allá del exilio y de la represión sufrida, e incluso, reapareció como alternativa política de cierta relevancia ante la apertura democrática, aspecto que conlleva una diferencia con otras organizaciones revolucionarias para las cuales la conjunción de represión y exilio significaron (de hecho) su extinción.

Por último, el presente trabajo permite una reflexión sobre el exilio como objeto de estudio historiográfico. Existe una abundancia de producciones históricas que presentan experiencias de exilio desde dos perspectivas diversas: por un lado, desde las vivencias personales de los exiliados en los diversos países que sirvieron como refugio (las dificultades de inserción, el desarraigo, la construcción de la vida cotidiana en otras latitudes, etc.) y, por otro lado, la actividad de los grupos de exiliados como denunciantes de la violación de los derechos humanos que se experimentaba en la Argentina de entonces. En este sentido, nos proponemos el abordaje de una experiencia de exilio no como un mero acto de supervivencia o refugio, o bien, como vía de denuncia al terrorismo de Estado en Argentina, sino también como la alternativa para una construcción política amoldada a diversas regiones y con distintas características de militancia, esto es, el exilio como la práctica política diaria que experimentaron aquellos militantes del PST argentino que debieron emigrar y continuar con su tarea militante en diversos espacios.

Para el PST, la llegada castrense al poder implicó, por un lado, una redefinición sobre la manera más adecuada de sostener a la organización en un contexto de clandestinidad y, por otro lado, la salida del país de aquellos referentes partidarios mayormente expuestos y en situación de probable detención con un fin no sólo de supervivencia sino también político. Esto implicaba, por una parte, que la entonces dirección del PST continuaría el desarrollo de la política partidaria argentina desde el exterior y a resguardo de la represión y, por otro lado, que una vez instalados en otros países estos dirigentes profundizarían su trabajo militante a nivel internacional mediante la construcción o integración de diversas organizaciones políticas en distintas latitudes que pudieran articularse entre sí y fortalecer una corriente internacional. Este trabajo, relacionado a la concepción internacionalista antes mencionada, era preexistente al golpe de Estado y fue un denominador común en aquellos partidos catalogados dentro de la historia de la corriente morenista, pero la salida forzosa de muchos dirigentes en esta coyuntura permitió una dedicación más tenaz y cotidiana a este tipo de tarea militante.

El principal lugar de destino de los dirigentes del PST fue Colombia, dadas las relaciones previamente establecidas. Si bien los principales dirigentes que debieron exiliarse allí funcionaron como la dirección del PST argentino en el exilio, su labor central recayó en la coordinación internacional de toda la corriente política. El PST argentino logró mantenerse y seguir funcionando a través de una dirección argentina que debía actuar en la clandestinidad en forma paralela a la dirección partidaria existente en Colombia. Este factor debe ser tenido en cuenta porque puede afirmarse que el trabajo político de estos militantes que sostuvieron clandestinamente esta organización significó, en buena parte, que esta no se disgregara y pudiera sostenerse a lo largo de la dictadura militar. Sin esta tarea en la clandestinidad (reuniones secretas, publicaciones clandestinas, normas de seguridad a cumplir), el trabajo internacional realizado en ese período por sus dirigentes hubiera resultado insuficiente.

En concordancia con ello, uno de los aspectos a tener en cuenta a los efectos de analizar cómo el PST pudo preservarse como organización en la Argentina recayó en la ligazón que sostuvieron aquellos militantes que quedaron a cargo del partido en la clandestinidad con la anterior dirección partidaria exiliada en Colombia. Esta relación permitió que aquellos militantes instalados en Colombia realizaran una campaña internacional por aquellos miembros de su organización que se encontraban detenidos en la Argentina, planificaran diversos operativos para sacar del país a algún miembro del partido en situación de riesgo, o bien, planificaran diversos encuentros entre algunos militantes argentinos a cargo de la organización en la clandestinidad y los dirigentes del partido que se encontraban en el exterior (como forma de no producir una ruptura entre los cuadros exiliados y los dirigentes residentes en Argentina).

Por lo anteriormente explicado, vale una conclusión paralela: dos tareas imbricadas entre sí como lo fueron el fortalecimiento internacional y el sostenimiento de una organización política en la Argentina, permitieron al PST contar con una estructura partidaria no debilitada en demasía por los efectos de la represión y, una vez producido el retorno de su militancia exiliada, ubicarse como alternativa dentro de la política argentina post-dictatorial.

Colombia como centro de la construcción política internacional

El análisis de Colombia reviste importancia doble. En primer lugar, como construcción política particular, con la creación y el desarrollo de una estructura partidaria local denominada Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia. Por otro lado, porque este país se convirtió en el centro de funcionamiento de la corriente morenista. Desde allí, algunos de sus miembros (incluido el propio Nahuel Moreno) establecieron relaciones y discutieron la política partidaria con los militantes de los diversos países en los que la corriente se insertó. A su vez, desde este país se mantuvieron contactos con los militantes de la organización en la clandestinidad argentina, con quienes buscaron la coordinación de acciones mientras, paralelamente, se editaron diversas publicaciones para ser trabajadas en los distintos países en los que esta corriente tenía llegada.

La llegada de militantes morenistas argentinos a Colombia coincidió con una coyuntura política de matizados cambios. La asunción al poder del liberal Alfonso López Michelsen en 1974 se insertó en un delicado contexto económico, dado el vertiginoso proceso inflacionario que golpeó con dureza a las clases subalternas y generó un alza en la conflictividad social y en la radicalización de actores sociales tales como el estudiantado, el movimiento obrero y las organizaciones guerrilleras. En esta agitada coyuntura se produjo la llegada de un conjunto de militantes del PST de Argentina como forma de preservación de sus referentes más expuestos ante el inicio de una sistemática represión estatal.

El inicio de este contexto represivo implicó la discusión en el PST Argentino sobre los pasos a seguir y, en particular, sobre cómo proteger a aquellos dirigentes y militantes mayormente expuestos públicamente preservando paralelamente a la organización. El primer debate recayó en cuál debía ser el centro geográfico en el que la dirección argentina debía insertarse y coordinar la construcción internacional. De acuerdo a los análisis realizados, la dirección del PST Argentino barajó tres posibilidades. Por un lado, Portugal, en donde la corriente morenista tenía inserción y aún se vivía un proceso político de convulsión social (las secuelas de la Revolución de los Claveles de 1974). No obstante, asentarse en Europa era dificultoso desde un punto de vista organizativo y costoso desde lo económico. Dentro de las variantes latinoamericanas, la prioridad recaía en Venezuela, en donde existía un grupo de la corriente morenista ya instalado y con perspectivas de crecimiento, pero el gobierno venezolano de entonces vetó la posibilidad de ingreso a exiliados de otras latitudes, con lo cual la entrada en ese país debería haberse organizado de forma exclusivamente clandestina y ello dificultaba una adecuada inserción. La posibilidad de Colombia estaba dada a raíz de los contactos que el PST de Argentina estableció previamente con una flamante organización colombiana, el Bloque Socialista. Con esta organización, el PST argentino forjó un diálogo político y proyectos de construcción en común. No obstante, el contacto con el Bloque Socialista no dejaba de ser simplemente una relación política laxa, por lo que dirigirse a Colombia tenía sus riesgos pero, ante la imposibilidad de los otros países mencionados, ese terminó siendo el destino de importantes dirigentes y militantes de la organización argentina.

El Bloque Socialista surgió en Colombia al calor de diversos procesos de lucha que se sucedían en ese país, básicamente en el movimiento estudiantil. Por eso mismo, sus principales componentes pertenecían al sector universitario (tanto estudiantil como docente). Se trató en sus inicios de una organización que se diferenciaba del resto de la izquierda colombiana en sus concepciones ideológicas. En Colombia se encontraban, por un lado, aquellos partidos que respondían a la Unión Soviética (el Partido Comunista colombiano con importante arraigo en algunos sectores obreros), o bien, aquellos ligados al proceso revolucionario chino (el MOIR, de orientación maoísta). Ambos partidos eran criticados por el Bloque Socialista como proclives a establecer alianzas con diferentes sectores de la burguesía y por un accionar burocrático en los ámbitos sindicales. Por otro lado, en la izquierda colombiana proliferaban las organizaciones revolucionarias armadas, las cuales tenían, para el Bloque, una táctica errónea, lo que se ejemplificaba, según ellos, en el aislamiento político y geográfico que estas estructuras poseían. Por esto, el Bloque Socialista nació sosteniendo una concepción trotskista, ideología hasta entonces no existente en la vanguardia colombiana.

El 5 de febrero de 1976, transcurridos algunos meses de discusión entre las distintas tendencias de la organización, el Bloque Socialista realizó su primera Conferencia Nacional a través de la cual es posible analizar sus principales aspectos programáticos y las discusiones relevantes entre sus integrantes. Esta Conferencia discutió básicamente en torno a tres ejes: las cuestiones ideológicas y programáticas, la transformación de la estructura preexistente en un partido político y la participación en las elecciones legislativas a realizarse pocos meses después de ese encuentro. En cuanto a la cuestión programática, la Conferencia decidió, a nivel ideológico, adoptar la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky. A escala nacional, el Bloque Socialista brindó especial importancia a aquellas consignas adecuadas para insertarse en la clase obrera colombiana. Se aprobaron reivindicaciones tales como el aumento de salarios acorde al incremento del costo de vida, el seguro de desempleo y la conformación de una central sindical única que superara la dispersión existente. En relación a la construcción de un partido político, la Conferencia aprobó su conformación y puesta en marcha, partiendo de la necesidad de que este se insertara activamente en el movimiento obrero, de donde deberían salir sus principales cuadros. Por último, la Conferencia dictaminó la participación en elecciones legislativas, lo que implicó una discusión interna importante dada la tradición abstencionista que históricamente sostenía la izquierda colombiana (Erico, 1976: 4-5).

En esa situación interna se encontraba el Bloque Socialista al producirse el arribo de los argentinos. Esto repercutió en buena medida en la inserción de los dirigentes del PST argentino, dado que no todos los componentes del Bloque Socialista estaban dispuestos a construir un partido con las características propias de la corriente morenista; esto es, una estructura política marxista-leninista con la consecuente práctica del centralismo democrático como forma de funcionamiento interno. A partir de ese momento, los argentinos, junto a aquellos colombianos que impulsaban la formación de un partido con inserción en el movimiento de masas, comenzaron una etapa de discusión y debate con las distintas tendencias del Bloque, desperdigadas en toda Colombia. Este proceso terminaría en 1977 con la transformación del Bloque Socialista en el Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia a imagen y semejanza de su homónimo argentino (Restrepo, 1977:14).

La principal actividad desarrollada por aquellos dirigentes del PST argentino que tuvieron que emigrar a Colombia recayó en la centralización desde este país de las actividades políticas de toda la corriente a nivel internacional y la coordinación entre las distintas organizaciones que sus militantes exiliados integraban en los diversos países receptores. En este sentido, aquellos dirigentes argentinos (Nahuel Moreno, principalmente) que se desempeñaron en Colombia durante la dictadura militar argentina iniciada en 1976, tomaron tres tareas como ejes políticos cotidianos. En primer lugar, la construcción internacional de la corriente morenista: desde Colombia se organizó la conformación de la llamada Fracción Bolchevique, que agrupó a distintas organizaciones trotskistas y se desarrolló como corriente dentro de la IV Internacional. Esto implicó que los militantes argentinos viajaran a distintos países en diversas oportunidades y que organizaran desde Colombia las reuniones con los representantes de las distintas organizaciones con las cuales tenían relación.

En segunda instancia, los argentinos otorgaban una importancia considerable al desarrollo de la editorial de la corriente, denominada Pluma. De esa forma, desde Colombia se impulsaban distintas publicaciones de carácter internacional que eran trabajadas no sólo allí sino también en los distintos países en los cuales el morenismo se encontraba inserto (es el caso de la publicación Revista de América, por ejemplo). A su vez, la editorial publicó las obras de León Trotsky, lo cual fue una novedad en países en los que, como Colombia, su teoría no era mayormente difundida.

Por último, una de las principales tareas de los dirigentes argentinos consistió en la realización a nivel internacional de una importante campaña denunciando el accionar represivo de la dictadura militar en Argentina y difundiendo los nombres de aquellos militantes del PST argentino que se encontraban detenidos y desaparecidos en ese entonces. La realización de una campaña internacional por los detenidos del partido tuvo el objetivo de ejercer presión sobre el gobierno argentino en la búsqueda de la libertad de estos militantes. Esto iba de la mano de una ligazón estrecha con aquellos militantes argentinos que sostenían al PST de aquel país en la clandestinidad, lo cual no era tarea sencilla (por ejemplo, en 1980, la corriente desarrolló desde Colombia un operativo para que aproximadamente cien delegados del PST argentino viajaran a ese país para realizar un congreso partidario) (Estatuto del Estatuto del Partido Socialista de los Trabajadores. Aprobado en el congreso de 1980”, CEDINCI).

La inserción en la política colombiana

Una vez conformado el PST Colombia, la organización comenzó a desarrollar un trabajo sindical que se convertiría en el eje más destacable de este partido a la hora de realizar un balance sobre su accionar. A través de testimonios orales contrastados puede concluirse que la mayor inserción del PST colombiano recayó en los sectores docentes primarios, secundarios y universitarios. Uno de los sindicatos más destacados de Colombia era la FECODE (Federación Colombiana de Educadores) que englobaba a más de cien mil afiliados. Quien estuvo a la cabeza de este sindicato fue una joven dirigente del PST colombiano, Socorro Ramírez, quien luego fuera candidata a la presidencia del país. A su vez, este partido logró inserción en otras ramas laborales, como los obreros industriales y los empleados públicos (por ejemplo, en trabajadores telefónicos). En cuanto a las zonas de inserción, el PST forjó un trabajo sindical principalmente en Bogotá, Cali y Medellín (Petit, M., entrevista personal, 25 de enero de 2006 y Ramírez, R., entrevista personal, 24 de enero de 2006).

En ese momento, el movimiento obrero colombiano se encontraba fragmentado por dos razones. En primer lugar, por la propia dinámica sindical existente en ese país y, en segundo término, por la inexistencia de una central unitaria que agrupara al conjunto de la clase obrera. En Colombia existía el sindicato de fábrica, es decir, cada fábrica negociaba sus condiciones independientemente del resto. Esto permitía un funcionamiento más democrático, por lo que no era dificultoso para una corriente de izquierda como el PST presentar una lista de trabajadores para disputar la dirección de un sindicato determinado y a su vez impedía que se formaran fuertes burocracias sindicales. Pero, como factor negativo, esta estructura generaba que las luchas obreras se desenvolvieran fragmentadas entre sí y sin coordinación. Por otro lado, el PST marcaba la carencia de una central única. En Colombia coexistían inicialmente dos centrales dirigidas por los partidos tradicionales, la CTC (del Partido Liberal) y la UTC (de los conservadores). Luego, surgió la CSTC bajo el ala del Partido Comunista y posteriormente la Confederación General del Trabajo (CGT), central en la que el PST colombiano tuvo participación. Los testimonios dan cuenta de que la militancia y el diálogo con la clase obrera no eran complicados en demasía dada la existencia de trabajadores dispuestos y abiertos a escuchar ideas como las que podrían acercarles las corrientes de izquierda.

El principal inconveniente dentro del movimiento obrero para la militancia de esta organización era la constante influencia tanto del Partido Comunista como de las organizaciones guerrilleras con las cuales confrontaban. La crítica principal por parte del PST al Partido Comunista colombiano a lo largo de toda esta etapa recayó en una labor sindical desligada de un bagaje político, lo cual significaba que este partido movilizaba a los sindicatos que manejaba por ciertas reivindicaciones mínimas para los trabajadores pero luego no ligaba estas luchas a un accionar político por objetivos de máxima. Por lo general, la política del PC colombiano recaía finalmente en la búsqueda de alguna figura de segunda línea del Partido Liberal para que este encabezara sus listas de candidatos electorales. La otra disputa en el seno del movimiento obrero colombiano se relacionaba con el arraigo que las organizaciones guerrilleras tenían en los sindicatos y de las cuales el morenismo pretendía delimitarse tácticamente.

El movimiento obrero fue un importante protagonista de distintas acciones que desembocaron en el Paro Cívico de 1977, una forma de lucha similar a la metodología de la huelga general desarrollada en otros países. Era la primera vez en la historia colombiana que lograba desarrollarse una experiencia de tal magnitud. Lo inédito de este hecho fue que, por primera vez, las cuatro centrales de trabajadores coordinaron para impulsar la huelga en unidad. La jornada que en sus inicios parecía tener los mecanismos clásicos de la huelga general (ausencia laboral, piquetes en las fábricas) se transformó con el curso de las horas en una pueblada de distintos sectores populares.

El PST, siendo una organización pequeña, aportó a la concreción de este paro a través de sus militantes insertos en los lugares laborales garantizando el paro, los piquetes y demás acciones pertinentes. Las crónicas partidarias que narran ese día dan cuenta de la muerte de un simpatizante del PST colombiano en los enfrentamientos callejeros suscitados. El partido caracterizó este acontecimiento como un primer ensayo de huelga general. El Paro Cívico Nacional y las cuatro grandes huelgas que lo acompañaron (de cementeros, docentes, petroleros y trabajadores agrícolas de Indupalma) indican que este ascenso obrero ha entrado en una nueva fase, donde aparecen elementos que anuncian la perspectiva de un cambio de etapa, es decir, el paso a una etapa pre-revolucionaria (Ramírez, 1977: 28-33).

El pronóstico del PST recayó en lo que este partido entendía como la posibilidad concreta de que el movimiento obrero dejara de lado las luchas aisladas y fragmentadas y se encaminara hacia la construcción de una central unitaria. De acuerdo al análisis del PST, si esto ocurría, continuarían sucediéndose movilizaciones generales unitarias del conjunto de la clase trabajadora, lo cual implicaba paralelamente un enfrentamiento político con el gobierno dejando de lado el plano exclusivamente sindical. Las movilizaciones de los distintos sectores de la clase trabajadora continuaron aunque no en un marco de unidad real como lo fue el Paro Cívico de 1977 sino a través de distintas e importantes acciones pero, al fin de cuentas, nuevamente aisladas. Pero sobre todo, lo que no se previó en esa perspectiva política del PST era que, en los años siguientes, el accionar de las organizaciones guerrilleras fuera cada vez más frecuente. Esto generó, por un lado, complicaciones en el seno del movimiento obrero, dado que se colocó en un primer lugar a las acciones de las guerrillas por sobre la movilización de la clase trabajadora y, por otro lado, trajo como resultado una mayor represión gubernamental que sufrieron no sólo las guerrillas sino el conjunto de las clases subalternas en lucha.

En este contexto, Colombia se encontró, en 1978, con nuevas elecciones presidenciales. El Partido Socialista de los Trabajadores tomó la decisión de participar en estas elecciones utilizando la campaña para difundir las propuestas programáticas y poner a la organización en un escalón más alto dentro de su política de inserción en la población. La propuesta del PST fue colocar como candidata a la presidencia a la dirigente docente Socorro Ramírez. Dada la idiosincrasia colombiana, la candidatura era llamativa tanto por tratarse de una mujer como por su juventud. La característica central de este proceso recayó en el intento de apertura de las listas de candidatos al activismo y a la dirigencia obrera existente (más allá de no pertenecer esta a las filas del PST). En relación con ello, este partido afirmaba:

El PST ejerce la presión unitaria con nuevo ímpetu, apoyándola ahora en un precedente contundente: si se logró la unidad de la clase obrera para el Paro Cívico, es posible materializarla también en la construcción de una central única, y en un acuerdo electoral que proclame un solo candidato de todos los explotados. (Ramírez, 1977: 30-32)

Se desprende de esta cita que el movimiento obrero y la unidad sindical seguían posicionándose a la cabeza de las reivindicaciones de esta organización colombiana y por ello, estas elecciones fueron utilizadas como forma de entablar un diálogo con el activismo de la clase obrera.

El diálogo con la vanguardia obrera podía verse facilitado por un proceso de ascenso de las movilizaciones que finalizaron con el Paro Cívico y por otras acciones de relevancia pero, no obstante ello, la militancia electoral dentro del común de la población no era una tarea sencilla.

Como describen aquellos argentinos que se insertaron en la política colombiana de entonces:

(…) en los barrios íbamos a plantear la candidatura de Socorro Ramírez, casa por casa, y decíamos: ‘Acá venimos, con la candidatura de Socorro Ramírez, por el socialismo, etc.’. Y nos decían: ‘Ah, ¿y cuánto dan?’ Entonces la pregunta era cuánto poníamos de plata para ir a votar. Era así en todas las casas. (Ramírez, R., entrevista personal, 24 de enero de 2006).

No obstante estas dificultades, a la hora de realizar la campaña y la cantidad de votos obtenidos por el partido (aproximadamente tres mil), los militantes del PST presentes en ese momento en Colombia destacan el uso de la coyuntura electoral como forma de difundir las ideas partidarias e instalarse como organización política en sectores de la población más amplios. A su vez, la campaña le sirvió a esta organización para diferenciarse de las corrientes de izquierda mayoritarias, tanto del Partido Comunista (que colocaba en sus listas a un candidato liberal de segunda línea) como de las corrientes abstencionistas, con quienes el morenismo entabló un debate polémico sobre la utilidad de este tipo de sufragio:

Había el siguiente espejismo de que ser abstencionista era ser revolucionario. Sobre todo, el abstencionismo era masivo en los sectores universitarios. O sea, todo lo que era izquierda no dominada por el Partido Comunista era abstencionista. (…) la izquierda creía que la abstención era revolucionaria: no lo era, en verdad la inmensa mayoría de la gente era tan atrasada que ni siquiera votaba. No era que había superado el electoralismo, no había llegado siquiera. (…) Y la izquierda creía que eso era revolucionario (…). (Ramírez, R., entrevista personal, 24 de enero de 2006).

La última acción importante, que merece ser destacada, del Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia en el período coincidente con la dictadura militar argentina, recayó en la conformación de una brigada internacional, la Brigada Simón Bolívar, que participaría de forma independiente en el proceso revolucionario que estaba viviendo Nicaragua en la lucha contra la dictadura de Somoza. La repercusión fue rápida, no sólo en Bogotá sino también en distintas regiones del país. Fue fundamental, a los efectos de la difusión, el arraigo que la convocatoria tuvo en distintos sectores de la opinión pública. En cuanto a las finanzas, cada uno de los brigadistas tomó como parte de la tarea el buscar los recursos posibles para solventar su viaje. Buena parte del dinero restante fue conseguido a través de los brigadistas gracias a un trabajo de militancia que recaía en recorrer sindicatos, grupos estudiantiles y demás sectores a los efectos de pedir una colaboración. La convocatoria, a su vez, tuvo arraigo en la comunidad artística e intelectual, de la cual surgieron distintos eventos con el fin de recaudar dinero para las finanzas del viaje. En definitiva, la formación de la Brigada Simón Bolívar fue una tarea importante y un impulso para el Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia, dada la difusión que tuvo su conformación. Es así como aproximadamente un centenar de brigadistas partieron desde Colombia a integrarse al proceso nicaragüense (Mangiantini, 2011: 123-144).

El accionar del PST colombiano continuó más allá de la partida de los militantes argentinos una vez finalizada la dictadura. No obstante, la historia colombiana desde mediados de la década de 1980 estuvo marcada por el incremento cada vez álgido de la violencia política que dejó escaso margen para una participación política obrerista y socialista.

La militancia en el exilio

Si bien se tomó a Colombia como estudio de caso particular y como paradigma de construcción internacionalista por convertirse en el centro de la militancia en el exilio de la corriente morenista, paralelamente, diversos militantes de esta corriente política tuvieron inserción en distintos países en los que formaron nuevos agrupamientos políticos, o bien, se insertaron en otros preexistentes a su llegada. Por ejemplo, el exilio argentino en Perú coincidió con el traspaso de poder de Velasco Alvarado por otro gobierno integrado por hombres de las fuerzas armadas, encabezado por Francisco Morales Bermúdez, quien asumió en un contexto de profunda conflictividad social y represión. Los militantes del PST argentino se integraron al proceso peruano a través del Partido Socialista de los Trabajadores de ese país (ya fundado en 1975).

Este partido pugnó prioritariamente por la inserción política en el seno del movimiento obrero y, en menor medida, en el movimiento estudiantil y en el campesinado. Con relación a la política para con la clase obrera, los testimonios dan cuenta que la inserción y el diálogo con los trabajadores no era dificultoso para las ideologías del campo de la izquierda. Quienes se insertaron en Perú destacan que en este país no había una burocracia sindical de peso, con lo que relacionarse con el común del trabajador implicaba menores obstáculos. Por detrás del movimiento obrero, el PST peruano buscó inserción tanto con el movimiento estudiantil como con el campesinado aunque, en ambos casos, con menor éxito. Como parte de ese ascenso social se produjo la huelga general de 1977, quiebre en la historia peruana. La contundente irrupción de las clases subalternas en escena significó el principio del fin del régimen militar, el cual debió garantizar una salida democrática con la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Ante esto, la posición de la corriente morenista recayó en apostar a la continuidad de las luchas sociales hasta la concreción de un gobierno de los mismos trabajadores y, paralelamente, construir una alternativa que se expresara en el terreno electoral. La consecuencia de este proceso político de ascenso de las masas peruanas fue el inédito resultado que la izquierda obtuvo en las elecciones para la Asamblea Constituyente. Detrás de los dos primeros lugares, reservados para los históricos partidos APRA y Acción Popular, se ubicó el Frente Obrero Campesino, Estudiantil y

Popular (FOCEP) sobrepasando el número de los 400 mil votos y obteniendo doce representantes para la Asamblea Constituyente. El PST peruano fue parte de esta conjunción de organizaciones y personalidades de la izquierda, dirigentes campesinos, referentes obreros e intelectuales. El PST, y el resto de las organizaciones de la izquierda en general, supieron utilizar la Asamblea Constituyente como un ámbito desde el cual desarrollar sus ideas y propagar sus reivindicaciones haciéndose eco en ese espacio de los distintos conflictos que se sucedían diariamente.

Posteriormente, primó la fragmentación y las discusiones entre las distintas organizaciones de izquierda lo que, sumado a un retroceso general de la conflictividad social, perjudicó la posibilidad de una alternativa política de peso por parte de la izquierda peruana. En las elecciones presidenciales de 1980, el PST logró una alianza con el resto de los partidos trotskistas pero, ante este cambio coyuntural, este frente obtuvo alrededor de 150 mil votos.

Dentro de las diferentes experiencias que aquellos militantes argentinos del PST vivieron en distintos países, una de las más notorias fue la intervención en la Revolución Nicaragüense de 1979 a través de la Brigada Simón Bolívar. Lo que hace esta experiencia trascendental es, por un lado, la intensidad de la misma: en pocos meses formaron esta brigada con militantes de distintos países, combatieron junto al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) contra la dictadura de Somoza, participaron en la organización de un centenar de sindicatos autónomos del Estado y fueron expulsados del país al no comulgar con diversas caracterizaciones y medidas del nuevo gobierno nicaragüense y, por otro lado, por el hecho de formar parte de un proceso revolucionario real, con un levantamiento popular generalizado en todo el territorio nicaragüense.

Paralelamente, diversos militantes del PST argentino participaron de la conformación de una organización en Brasil llamada Convergencia Socialista, que tiempo después integraría el popular Partido de los Trabajadores (PT). A su vez, algunos militantes desarrollaron una labor política en Venezuela donde construyeron un partido político (PST) que intervenía en la realidad local y que, paralelamente, desarrollaba junto a otros exiliados de diversas tendencias campañas por los presos políticos argentinos. Por su parte, Bolivia no estuvo exenta de esta militancia política internacional a través de la participación en el grupo Convergencia Socialista. Por otro lado, en Centroamérica, diversos militantes participaron del proceso revolucionario salvadoreño, tuvieron inserción en países como Costa Rica y Panamá, y en México dentro del Partido Obrero Socialista (POS). Por último, un menor número de militantes se desempeñaron en Europa estableciendo relaciones políticas: anteriormente a la dictadura, desarrollaron una inserción en Portugal y, a partir de la llegada del golpe de Estado argentino, la organización desarrolló un trabajo político en España (en donde se conformó el PST español en 1979).

Este breve repaso de ejemplos que merecerían un desarrollo particular de cada uno, da cuenta de un trabajo a nivel internacional relevante, que excede el caso colombiano aquí mencionado. El corolario de estas construcciones fue la conformación, en 1982, de una corriente internacional que agrupó a estas diferentes estructuras políticas construidas o consolidadas. La creación de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) conformada como tendencia dentro de la Cuarta Internacional tuvo el objetivo de relacionar a estas distintas organizaciones políticas entre sí y convertirse en un proyecto de dirección internacional, propósito fundamental de quienes se reivindicaban dentro del campo ideológico del trotskismo.

A modo de conclusión

Al analizar parte de la historia de una organización política como el Partido Socialista de los

Trabajadores argentino, aparece en un primer plano su trabajo político realizado a nivel internacional. Consecuentemente con las concepciones teóricas de la ideología trotskista, una de las tareas fundamentales impulsadas por el PST fue la búsqueda de fortalecer una IV Internacional que agrupara a los partidos de esta ideología de las distintas latitudes y dirigiera los diferentes procesos a nivel mundial. Era esta una concepción opuesta a aquellas teorías nacionalistas también características de esta etapa (fuertemente marcada en Argentina en las organizaciones peronistas) o bien, a la idea del socialismo en un solo país sostenida básicamente por el comunismo. Es en este sentido que, en paralelo a la búsqueda de inserción en el movimiento de masas, propia de toda organización revolucionaria, el PST pugnó además por fortalecer los lazos y las relaciones con organizaciones de distintos países con el objetivo de crear una corriente política a nivel internacional, que protagonizara una disputa dentro de la IV Internacional. Esta concepción internacionalista no empezó con el PST sino que, anteriormente a su creación, esta fue una tarea de relevancia en los distintos agrupamientos políticos impulsados por la figura Nahuel Moreno.

Por ello, el PST tuvo relaciones y embriones de construcción política desarrollados anteriormente al golpe de Estado de 1976, como por ejemplo en Portugal, Venezuela o Colombia. Estas relaciones previamente establecidas implicaron dos aspectos importantes. En primer lugar, que al momento de producirse el último golpe de Estado, sus dirigentes aprovecharon estos vínculos y lograron instalarse en diferentes países como forma de preservarse de la persecución política iniciada en Argentina.

En segundo lugar, a partir del exilio de un número elevado de militantes del PST al exterior a lo largo de esos años, se produjo una acción política central consistente en conformar y consolidar distintos partidos políticos en los diferentes países en los que los militantes debieron residir. Esta conformación de estructuras políticas que, más allá de los matices, se construían a imagen y semejanza del PST argentino permitieron un fortalecimiento a nivel internacional de esta corriente.

Quienes protagonizaron este período de la historia del PST reivindican la enseñanza de participar de diferentes procesos internacionales e insertarse políticamente en diversos países. Esto tiene como consecuencia, con el final de la dictadura militar argentina, el retorno al país de un importante número de militantes con la experiencia de haber actuado en diversas coyunturas y con una formación política a nivel internacional. El retorno de esta generación de nuevos cuadros que realizaron gran parte de su formación política en el exilio se conjugó luego con aquellos militantes que permanecieron en la Argentina y lograron la supervivencia del partido más allá de la clandestinidad obligada por el contexto represivo del país. En síntesis, gracias a la confluencia de aquellos dirigentes reconocidos que permanecieron en el exilio, los militantes que vivieron diferentes experiencias políticas en distintos países y aquellos miembros del PST que sostuvieron a la organización en el país, este partido político tendría su continuidad transformándose en una alternativa en el proceso iniciado en la Argentina desde 1983.

Consideramos que esta práctica internacionalista supuso una diferencia con diversas estructuras revolucionarias para que las que la combinación de la represión estatal y el exilio de sus referentes significaron su disolución como agrupamientos políticos más allá del posterior retorno de algunos de sus referentes.

  1. El derrotero de esa corriente se originó en los años cuarenta con la formación del GOM (Grupo Obrero Marxista), luego rebautizado POR (Partido Obrero Revolucionario). En los cincuenta, el morenismo formó parte del (PSRN), Partido Socialista de la Revolución Nacional y, tras la caída de Perón, practicó la táctica del entrismo en el movimiento obrero peronista a través de la publicación Palabra Obrera. Como reflejo del impacto de la Revolución Cubana, la corriente morenista se fusionó, en 1965, con el FRIP (Frente Revolucionario Indoamericanista Popular) dirigido por Roberto Santucho. De esa unión, nació el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Tras un proceso de debate interno, en 1968 esta organización se dividió en dos grupos diferenciados: la corriente morenista dio forma al denominado Partido Revolucionario de los Trabajadores – La Verdad (PRT-LV) que actuó hasta 1972, año en que se fusionó con un desprendimiento del Partido Socialista Argentino (dirigido por Juan Carlos Coral) y dio origen al denominado Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Con esta denominación el morenismo actuó (legal y clandestinamente, respectivamente) hasta la finalización de la dictadura militar en 1983. La reapertura democrática transformó al PST en el Movimiento al Socialismo (MAS), una de las organizaciones de izquierda de mayor peso en la historia argentina. Este partido, entre finales de los ochenta y principios de los noventa, entró en una crisis política que le significó constantes rupturas y desprendimientos. Un número nada despreciable de organizaciones de izquierda actuales provienen de esta tradición política que aquí estudiamos.

Martín Mangiantini es argentino, historiador y profesor del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González y de la Universidad Torcuato Di Tella – mangiantini2001@yahoo.com.ar

Publicado en http://jornadasexilios.fahce.unlp.edu.ar/i-jornadas/ponencias/MANGIANTINI.pdf

La Plata 26, 27 y 28 de septiembre de 2012

Bibliografía

Libros:

Arrubla, Mario y otros (1985). Colombia hoy. Colombia: Siglo XXI.

Bushnell, David (1996). Colombia Una nación a pesar de sí misma. De los tiempos precolombinos a nuestros días. Colombia: Planeta.

Halperín Donghi, Tulio (1975). Historia contemporánea de América Latina. Madrid: Alianza.

Artículos:

Erico, Eduardo (1976) “I Conferencia Nacional del Bloque Socialista”, en Revista de América, Año 2, N° 12, febrero.

Mangiantini, Martín (2011). “La Brigada Simón Bolívar. Participación argentina en la revolución

sandinista”, en Revista Testimonios, Revista científica digital de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina, Año 2, Número 2. http://www.historiaoralargentina.org/

Ramírez, Roberto (1977). “Consecuencia del Paro Cívico”, en Revista de América. Ciencia, arte,

economía, política. Número extraordinario con la reproducción de los principales materiales

editados durante 1977, Cali (Colombia).

Restrepo, Laura (1977). “Un gran congreso de fundación”, en Revista de América, Síntesis anual.

Documentos:

Estatuto del Partido Socialista de los Trabajadores. Aprobado en el congreso de 1980, CEDINCI.

Entrevistas:

Mercedes Petit, entrevista personal, 25 de enero de 2006, Capital Federal.

Roberto Ramírez, entrevista personal, 24 de enero de 2006, Capital Federal.

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