Vie Abr 19, 2024
19 abril, 2024

Uruguay | El Covid-19, la crisis del régimen y el fracaso del capitalismo

La aparición del COVID-19 que se esparció por el mundo abrió una nueva situación a nivel mundial, con centro en la crisis sanitaria históricamente inédita que vive la humanidad, y que actuó como detonante de una crisis económica que ya se venía desarrollando.

Por Federico

Esta nueva crisis sanitaria-económica-social, es la enésima demostración de que el capitalismo imperialista y sus gobiernos nos conducen a la barbarie y que son incapaces siquiera de tomar las medidas mínimas de prevención y combate frente a la pandemia. La crisis deja al desnudo también el desmantelamiento de la salud pública en todas partes, así como la precarización de sus trabajadores y la creciente privatización del servicio, lo que ha generado que para los trabajadores y los pobres los centros de salud estén “saturados”.

Lejos de cualquier actitud “humanitaria”, los gobiernos se encaminan a salvar las ganancias de las multinacionales, a aumentar la concentración de la riqueza, a aumentar la represión y las medidas autoritarias, y a descargar los efectos de esta crisis -una vez más- sobre las espaldas de los trabajadores y sectores populares. Ya se especula que pasada la crisis sanitaria habrá un importante aumento de la miseria a nivel mundial. En nuestro país también se desarrolla este proceso, con sus propias particularidades.

Es necesario comenzar a analizar al menos de forma primaria como impacta esta nueva situación en el régimen político uruguayo para que los trabajadores saquemos las conclusiones necesarias de este proceso tan dinámico y profundo, que conmueve los cimientos mismos del régimen político.

La situación en nuestro país

En artículos anteriores hemos analizado que la burguesía uruguaya se encontraba dividida, que el nuevo gobierno multicolor asumía débil y fragmentado, con una polarización social creciente y con una bronca ascendente que se desarrollaba por abajo, que entre otros elementos, configuraba una crisis del régimen político surgido en 1984. (1) En este contexto es que estalla la crisis sanitaria que aceleró la crisis económica cuando el pasado viernes 13 de marzo el nuevo gobierno multicolor decide declarar el Estado de Emergencia, situación que viene a agudizar todos los elementos anteriormente mencionados.

En pocos días se disparó el número de trabajadores en el seguro de paro (en una semana fueron 50mil, que se suman a los 40mil que ya estaban en esa condición), también aumentaron los despidos (que antes de la pandemia se encontraban en más 150mil trabajadores), y estos números van en alza. A su vez, hubo y hay decenas de conflictos por elementos de salubridad básicos y por diversos reclamos en muchos lugares: OSE, UTE, Frigoríficos, Bps, trabajadores tercerizados de diversas empresas, obreros de la construcción, etc. A pesar de las dificultades para movilizarse en la calle ha habido diferentes protestas frente a la propia Torre Ejecutiva por parte de clasificadores de residuos, feriantes y vendedores ambulantes, trabajadores independientes y hasta choferes de Uber.

A estos cientos de miles de trabajadores se suman otros 400mil (según cifras dadas por Fernando Pereira del PIT-CNT) trabajadores independientes, en negro, unipersonales o monotributistas, muchísimos de ellos que viven el día a día. Las cifras son dramáticas para un país que cuenta con 3 millones y medio de habitantes y deja en evidencia la magnitud de la crisis.

La falta de respuesta del gobierno tanto a nivel sanitario como económico, manteniendo el aumento y el cobro de tarifas sin brindar ninguna solución de fondo a los cientos de miles de trabajadores que ven decaer sus ingresos y que son víctimas de la incertidumbre porque no saben como pagarán los alquileres, las cuentas, la comida; está generando una bronca cada vez más ascendente.

Crisis de régimen, “Unidad Nacional” y descontento popular

La pandemia del covid-19 tomó a la burguesía uruguaya “por sorpresa” mientras se discutía el reparto de cargos y mientras el nuevo gobierno comenzaba los ataques a los trabajadores, sin preparar en nada al país ante la inminente llegada del coronavirus, que trastocó (como sucedió a nivel mundial) todo el escenario político y económico.

En primer lugar, el gobierno debió cambiar sus planes en lo inmediato: aplazó por tiempo indefinido la Ley de Urgente Consideración (LUC) y se vio obligado a dejar de lado su combate al “déficit fiscal”, aunque pretenda retomar este camino a fondo lo antes posible.

En esta nueva coyuntura, el régimen político (como es tendencia a nivel mundial) acentúa sus rasgos más bonapartistas, más autoritarios: el parlamento está en un segundo plano con un rol más “decorativo”, con un gobierno fundamentalmente apoyado en la Torre Ejecutiva, mientras aumenta la presencia policial en las calles y mientras se debate una aparentemente inevitable “cuarentena general y obligatoria” que pretenderán garantizar con medidas represivas contra los de abajo mientras aseguran las ganancias patronales.

La debilidad y fragmentación con la que esta crisis encuentra al gobierno, está ahora en un proceso contradictorio. Por un lado esta fragmentación se sigue manifestando por ejemplo la aparición de Manini Ríos pidiendo que se deje sin efecto el aumento de tarifas (a quien se sumaron otros dirigentes de segunda línea); así como las contradicciones entre el MSP, el Ministro de Salud Daniel Salinas y el propio gobierno. En relación al pedido de Manini Ríos, el secretario de Presidencia Álvaro Delgado debió salir a decir que esas cuestiones deberían discutirse a la interna y el diputado colorado Ope Pasquet expresó: “¿Cuál es el criterio para el funcionamiento de la coalición de gobierno? ¿Se acepta que quienes la integran formulen públicamente sus reclamos al Poder Ejecutivo en lugar de plantearlos en el gabinete ministerial? No me parece lo mejor para la indispensable cohesión del gobierno” (2),

Pero por otro lado, se pretende atenuar esta división del gobierno y del conjunto de la burguesía profundizando la política de “unidad nacional”: todos debemos apoyar al gobierno en este momento, más allá de las críticas y diferencias, que habrá que dejar para más adelante. Lacalle Pou redobla esfuerzos para que el gobierno aparezca como unificado y con “un solo mensaje” y para ello mantiene reuniones y comunicaciones permanentes con sus aliados políticos.

La burguesía pretende lograr la “unidad nacional” porque sabe que atraviesa una situación delicadísima. La crisis sanitaria y económica está golpeando con fuerza a los trabajadores y sectores populares, gestando de forma acelerada todas las condiciones para que el malestar social se profundice (¡y van menos de 15 días de declarado el Estado de Emergencia!), lo que puede transformarse más temprano que tarde en un verdadero estallido social, por más que la bronca esté de momento contenida debido a la dificultad de movilizarse en la calle y esto le de al gobierno un relativo respiro.

De allí que con el fin de evitar que el descontento por abajo la desborde, la burguesía busca profundizar más desesperadamente que nunca el espíritu de “unidad nacional” que colabore con la cohesión del gobierno y el conjunto de la burguesía en este momento de crisis e incertidumbre y ayude a “cerrar la polarización”, sobre todo para “el día después” de la crisis sanitaria. Por eso un “simple” caceroleo le parece prácticamente una medida “desestabilizadora” y piden “responsabilidad” a dirigentes políticos y sindicales.

La burocracia sindical y la dirigencia del Frente Amplio (FA), si bien pueden realizar en su discurso alguna crítica muy cuidadosa y mínima, en términos generales también forman parte fundamental de esa política de “unidad nacional” para salvar al gobierno y al régimen del cual forman parte (como ya supieron hacer por ejemplo en el 2002). De allí su propuesta de un “Gran Acuerdo Nacional” en el sentido de lograr la unidad nacional. El rol particular del FA y la burocracia sindical en esta política, lo trataremos más extensamente en un artículo aparte.

Pero lo fundamental es comprender que esta nueva situación abierta con el impacto del covid-19 en el régimen político, con la repercusión en la salud y en la economía obrera que generará en el mediano plazo un fenomenal aumento de la desigualdad social de su venerada “república democrática”, va gestando, como dijimos, todas las condiciones para que la rabia por abajo pueda explotar, lo que colocaría en jaque los planes de la burguesía y su régimen político. Por eso ya se preparan para contener un posible estallido, con sus pactos por arriba y su blindaje al gobierno. Recordemos que venimos de levantamientos populares a nivel mundial y con el proceso revolucionario en Chile como el más avanzado en nuestro continente, que ha dejado de manifiesto la disposición a la rebelión por parte de las masas a nivel mundial.

Todo esto sucede sin que todavía siquiera se sepa la verdadera magnitud de afectación del coronavirus en Uruguay, producto de la bajísima cantidad de tests que están siendo aplicados. El manejo de la crisis sanitaria por parte del gobierno y de todo el régimen político es desastroso y solo puede terminar en un fracaso para los trabajadores y sectores populares, porque ellos solo pretenden cuidar las ganancias de las grandes patronales. No podemos confiarle ni al gobierno ni al régimen el combate a esta pandemia.

Si ante semejante crisis sanitaria que compromete fundamentalmente la vida de los trabajadores y sectores populares el gobierno se muestra como hasta ahora, incapaz de tomar hasta las más mínimas y elementales medidas para disminuir y detener el avance de la pandemia, los trabajadores deberemos organizarnos para ajustar cuentas con este.

Debemos luchar por medidas de emergencia (3) y por todos nuestros reclamos inmediatos, en la perspectiva de establecer un gobierno de los trabajadores que imponga una salida obrera y socialista a esta crisis, que no es más que la crisis de este podrido sistema capitalista. Ni el gobierno, ni las fuerzas represivas, ni ninguna institución de este régimen podrido ni sus pactos de cúpula podrá darnos una salida. Por eso debemos derribarlo. Esa es nuestra tarea estratégica ante la crisis monumental del sistema capitalista.

Notas:

1) Ver por ejemplo https://www.ist.uy/la-transicion-democratica-y-las-perspectivas-del-regimen/

2) https://www.elobservador.com.uy/nota/el-chiquitaje-politico-no-escapa-al-coronavirus-y-el-gps-de-lacalle-entra-en-modo-recalculando–2020320131917

3) Ver las medidas de emergencia que proponemos: https://www.ist.uy/coronavirus-necesitamos-medidas-urgentes-en-favor-de-los-trabajadores/

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