Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

El coronavirus y los cocineros que sólo conocen una receta: que la crisis la paguemos los de siempre

La crisis del coronavirus ha trastocado el curso de la vida en todos los sentidos y colapsado el funcionamiento de países enteros. La declaración de pandemia que acaba de realizar la OMS añade una nueva dimensión a esta catástrofe social.

Por Corriente Roja

El coronavirus prosigue en medio de los balbuceos de los gobiernos, incluido el del PSOE-UP, la amenaza de colapso del sistema sanitario y la desesperación de las familias obreras, desbordadas por la suspensión de las clases, los despidos, ERES o ERTEs… y esa sensación de pánico que se va creando y se expresa en compras desesperadas en los supermercados.

Los grandes medios de comunicación contribuyen, por enésima vez, a crear ese clima apocalíptico que es la base para que los gobiernos y la Unión Europea pretendan justificar todas las medidas serviles a este sistema capitalista que expresa cada vez más las formas de la barbarie.

Ni explican cómo hemos llegado hasta aquí, ni estos pésimos cocineros tienen más receta que la de siempre: cargar el fardo de la crisis a las espaldas de los trabajadores/as y el pueblo.

La primera exigencia al Gobierno: incautación inmediata de todos los recursos sanitarios en manos privadas

Hablan de que las medidas que se van adoptando pretenden “evitar el colapso sanitario” pero la amenaza de colapso es cada día más real y está indisolublemente unida a los recortes en la sanidad pública y la privatización de la misma que han llevado a cabo todos los gobiernos (PSOE-PP).

En el Estado Español el porcentaje de gasto público sigue por debajo de la media de la Unión Europea. Según distintas fuentes, la sanidad pública española ha perdido entre 15.000 y 21.000 millones de euros desde 2009 (Cumbre social 2018). Esos recortes se han traducido en menos personal sanitario y menos camas disponibles. Esa falta de recursos públicos se “ha compensado” con el crecimiento de los hospitales y seguros privados o el copago de los medicamentos. “Se han incrementado los pagos directos de los hogares en sanidad que pasan del 19,5% en 2009 al 24,2% en 2015, por encima del promedio de la OCDE (20,3%) (Nuevatribuna.es)

El ejemplo de Madrid, donde hoy se concentra la crisis, si bien no es único, si es emblemático. De los 83 hospitales que hay en la Comunidad, 33 son públicos (aunque 5 de ellos con gestión privada) y 50 privados (Catálogo Nacional de Hospitales 2019).

Ahora en plena crisis los centros sanitarios privados… prefieren mandar a sus pacientes a los hospitales públicosY en algunos casos se cobra a los pacientes las pruebas dado que los seguros privados se niegan a pagarlo, máxime ahora que se acogen a la declaración de Pandemia.

Son ya muchas las voces desde los sindicatos a las asociaciones de consumidores que claman por lo que se cae por su propio peso: que el gobierno incaute todos los recursos sanitarios en manos privadas y los ponga a disposición del plan general de emergencia para combatir la epidemia.

Si los capitalistas dicen que las crisis son también momentos de grandes oportunidades, que esa medida de incautación sea la gran oportunidad para restituir a la sanidad pública todo lo que se le robó y poner fin al negocio de los mercaderes de la salud, unificando toda la sanidad en un solo sistema 100% público y universal.

Exijamos al gobierno un decreto de emergencia que pare los despidos, EREs y ERTEs
¿Por qué no aplican a los trabajadores/as el mismo criterio que a los diputados/as?

El Índice Sintético de Salud del Barómetro Social de España, que elabora el Colectivo IOÉ, señala que “Tanto la autopercepción negativa de la salud como la frecuencia de enfermedades crónicas aumentan dependiendo de la clase social (…).la percepción negativa de la propia salud es tres veces mayor en los hogares de obreros no cualificados que en los de directivos de empresa… y todas las enfermedades reseñadas, salvo la alergia, son más frecuentes en las familias obreras” .

El drama es que el coronavirus llueve sobre mojado. Las decisiones del Gobierno hasta la fecha y el discurso vacío del Presidente Sánchez del pasado día 10 solo hace que añadir más dramatismo a la situación de las familias obreras. El cinismo político y patronal crece a más velocidad que el coronavirus: cierran el Parlamento y mandan a todos los Diputados/as a su casa cobrando sus sueldos, pero los trabajadores/as quedan abandonados a su suerte. Las empresas, con la reforma laboral en una mano y el consentimiento del gobierno en otra, están resolviendo los problemas a golpe de despidos, EREs, ERTEs, vacaciones adelantadas, que se pagan los trabajadores/as y que ya veremos cómo hacen en verano cuando tampoco haya clases.

El Gobierno está tolerando o alentando medidas descaradamente propatronales. Si los trabajadores/as de una empresa son enviados a un ERTE, pasan a cobrar del SEPE, es decir consumen su paro (si tienen derecho a él, sino ni eso) y pierden el 30% de su salario. ¿Y la patronal qué pone? Ni que decir ya de los que son directamente despedidos cuya precariedad en muchos casos no les hace tener ni derecho al desempleo.

El reciente vergonzoso acuerdo de la patronal con CCOO y UGT caminan en el sentido de facilitar a la patronal despidos, ERTEs, modificaciones sustanciales de condiciones de trabajo… lo de siempre.

La primera obligación de todas las organizaciones sindicales, estudiantiles y sociales es exigir de este Gobierno que demuestre cuál es la diferencia para los trabajadores y el pueblo entre lo que él hace y lo que harían en el gobierno el PP o Vox. Eso exige menos palabras y un verdadero plan de choque que incluya de entrada:

  • Incautación inmediata de todos los recursos sanitarios en manos privadas y el establecimiento de un Plan de Emergencia obligatorio para toda la red sanitaria (hospitales, laboratorios, farmacéuticas…)
  • La contratación de todo el personal sanitario necesario.
  • Ni despidos ni pérdidas de derechos. Apoyar las propuestas que se han señalado desde diversas organizaciones sindicales (entre ellas Co.bas y CGT) facilitando a los trabajadores/as con hijos/as el permiso retribuido por guarda y custodia de menor. Extender este derecho a las personas con dependientes a su cargo.
  • Donde no sea posible el teletrabajo o no haya acuerdo en otros mecanismos y hay que cerrar total o parcialmente la empresa, que se apliquen bajas médicas asimiladas a accidente laboral con el 100% del salario.
  • Congelación de los precios y control de las grandes superficies comerciales y mercados de abastos para garantizar el abastecimiento y evitar cualquier brote especulativo de los precios.
  • Adoptar medidas económicas de emergencia para que las grandes multinacionales, empresas del IBEX 35 y la banca abran el bolsillo y dejen de meter la mano en el bolsillo de los de siempre.

No se combate la epidemia con el resignavirus

El clima de pánico que se ha creado pareciera obligarnos a la resignación, la obediencia ciega y la autocensura. Hay que “estar juntos” claman desde Pedro Sánchez a Merkel, en esto “todos somos víctimas”. Así pues las mujeres y hombres que se dejan la vida y la salud cuidando a los enfermos y los mercaderes de la salud que hacen negocio antes, durante y después de las crisis, ¡todos juntos! ¡todos victimas! Los trabajadores/as, despedidos, con EREs y ERTEs, con derechos y salarios recortados y los banqueros, patronos del IBEX 35 y fondos de inversión ¡todos juntos! ¡todos victimas!  La crisis amenaza con propagar otro virus más mortal una especie de resignavirus que nos deja absolutamente indefensos.

No podemos dejar de denunciar las miserias de este sistema capitalista ni a los que tuvieron siempre por corazón una caja registradora; que con una mano prohíben cualquier aglomeración pública y por otra obliga a ir a trabajar a fábricas, restaurantes, oficinas, etc… Ponen en riesgo la salud de toda la población para seguir facturando a toda costa. No podemos quedar paralizados dando carta blanca a los mercaderes de la salud.

Hay que exigir del gobierno que pase de las palabras vacuas a un verdadero plan de choque que defienda la vida y los derechos de los más humildes, de la clase obrera y los sectores populares.

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