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29 marzo, 2024

Cuatro años del triunfo de Fernando Lugo

Hace cuatro años que Fernando Lugo, junto al PLRA, ganó las elecciones presidenciales. Él fue el depositario de la esperanza de que sería el impulsor de los cambios tantas veces prometidos. 


El pueblo creyó que por fin de la mano del ex obispo, las condiciones y oportunidades para una mejor calidad de vida se concretarían. Con esa arrolladora ilusión subió al carro del gobierno la gran mayoría de las dirigencias sociales, tanto sindicales como campesinas, así como la mayoría de las organizaciones de izquierda.
 
Lugo, como en su época de obispo, planteó una política “conciliadora”, de quedar en el centro de los intereses entre ricos y pobres, entre la derecha y la izquierda -el famoso poncho juru-, y desde esa posición gobernar para “todos”.
 
Para los ricos, grandes ganancias
 
Sin embargo, los hechos durante estos cuatro años han dado muestras de que este gobierno ha sido uno más de los que gobernó para la minoría adinerada y dueña del país, que salió ampliamente beneficiada.
 
Así, el gobierno del “cambio” puso la economía del país al servicio de la clase poseedora y éstos, literalmente, se dieron un festín con ganancias records en el agronegocio de la soja y carne; el sector financiero, de la construcción y de la telefonía móvil tuvieron ganancias históricas.
 
Voceros de los diferentes sectores burgueses, alaban permanentemente “el momento histórico” que viven gracias a las facilidades otorgadas a los empresarios para ganar dinero a manos llenas.
 
Por otra parte, el gobierno mantuvo integralmente la política fiscal que aplicó Duarte Frutos con la Ley de Adecuación Fiscal, que significó impuestazo para el pueblo y paraíso fiscal para los ricos.
 
Garantizó, más que ningún otro gobierno, la gran propiedad privada; ejecutó violentos desalojos, reprimió y permitió imputaciones y encarcelamientos de luchadores por la tierra y profundizó y legalizó la criminalización de las luchas sociales, enviando al Congreso la Ley “Antiterrorista”. Persiguiendo a los elusivos “cabecillas” del EPP, se dan permanentemente casos de saqueos y torturas, militarizaciones, recompensas y cacerías de brujas.
 
Para los trabajadores y campesinos, persecución y represión
 
Vía la cooptación, domesticó a la gran mayoría de la dirigencia campesina, llevando así al movimiento a un callejón sin salida como es la reforma agraria a través de la recuperación de las tierras malhabidas vía proceso judicial. Un engaño colosal, una deshonestidad política monumental.  
 
Siguen sin respetarse los derechos laborales y se pisotean los derechos adquiridos de las trabajadoras y los trabajadores del sector público, en donde existe una persecución inmisericorde hacia quienes se rehúsan a hacer campaña política por los precandidatos en las próximas elecciones. Se viola el derecho de huelga promoviendo la ilegalidad de varias huelgas y, recientemente, haciendo uso de la liberticida Ley 1.626, decidiendo unilateralmente posponer la medida gremial ya decidida por los sindicatos de la DINAC.
 
Domesticación, cargos y privilegios
 
La mayor contribución de este gobierno a la burguesía ha sido desviar las luchas, amansar a un importante sector de la dirigencias sociales y de izquierda, aislar y reprimir sistemáticamente a los sectores que luchan autónomamente y sin alinearse. Pero debemos reconocer que en esta nefasta tarea, Lugo no estuvo sólo: fue acompañado de manera entusiasta por las dirigencias sociales y de izquierda que fueron seducidos con cargos y privilegios.
 
La propaganda del gobierno de Lugo/PLRA es que, a diferencia de otros anteriores, realizó una gran inversión social y menciona sus programas asistencialistas, como el Tekoporã, la entrega de kits escolares y otros.
 
Desde el PT lo que vemos en estas “inversiones sociales” es que las personas beneficiarias se convierten en clientela política sin que al gobierno le cueste mucho dinero. El resultado concreto de esta política asistencialista es la perpetuación de la pobreza, ya que no se atacan las causas estructurales generadoras de la pobreza, la exclusión y la miseria. Así lo demuestran las estadísticas oficiales pues en estos años, la pobreza ha aumentado y se ha profundizado, en especial en el campo.
 
En cuanto a la tan propagandizada salud gratuita, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que es un embuste que cualquiera puede corroborar al ir a un centro asistencial, que están desabastecidos y con trabajadoras y trabajadores sobreexigidos y expoliados por el aumento de demanda a la que no se puede dar respuesta.
 
Nos proponen más de lo mismo
 
En esta coyuntura electoral, los del Frente Guazú (FG) y el PLRA proponen el continuismo de su política de conciliación de clases, de la nefasta política del “poncho juru”, la cual pasa por un menjunje electoral entre izquierdas y derechas mezcladas en una “amplia concertación”.
 
Esto es muy grave pues con esta política engañosa, en estos cuatro años sólo la derecha se ha fortalecido. La mayoría de la izquierda, a la luz de los hechos, debe extraer la conclusión de que confiar en nuestros enemigos de clase, aunque éstos posen de “aliados” y de “amigos”, o se maquille el abandono del clasismo detrás de lo “táctico”, sólo puede acarrearnos derrotas, desmovilización y desmoralización.
 
¡Por un frente de izquierda, clasista y socialista en el 2013!
 
Desde el PT seguimos sosteniendo que debemos levantar bien alto las banderas de la independencia de clase, lo cual significa que las trabajadoras y los trabajadores debemos confiar sólo en nuestras propias fuerzas y defender nuestros intereses frente los patrones, terratenientes y el imperialismo en las luchas y en las elecciones.
 
Esta política clasista e independiente que sostenemos en cada lucha cotidiana de nuestro pueblo, no puede cambiar en momentos electorales.
 
Para los socialistas, la política electoral no puede estar desligada de la política que defendemos para las luchas sociales.
 
De la misma forma en que a ningún luchador honesto se le pasaría por la cabeza incluir al patrón dentro del sindicato, porque sabe que la patronal es enemiga de clase, en momentos electorales no podemos hacer alianzas políticas con los exponentes políticos de los ricos. La cuestión es sencilla: tenemos intereses irreconciliables.
 
Finalmente, instamos a las bases del movimiento sindical, campesino, popular y estudiantil y de los partidos de izquierda que apoyan al gobierno, a romper políticamente con él y a impulsar la organización y movilización independientes y en oposición tanto a Lugo-PLRA como a la derecha tradicional en todas sus expresiones.
 
Creemos que hoy más que nunca debemos defender y levantar con firmeza las banderas de la independencia de clase y luchar unitariamente todos los explotados y oprimidos por el poder político, por un verdadero gobierno obrero, campesino y popular que inicie la construcción de la sociedad socialista.
 
Comité Ejecutivo Nacional – PT
20 de abril de 2012

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