Jue Abr 25, 2024
25 abril, 2024

Un plan sin fronteras para enfrentar la pandemia

Con la llegada de primeros casos de COVID-19 a Colombia (6 de marzo) la declaración de Pandemia Mundial por parte de la OMS (11 de marzo) y la confirmación de los dos primeros casos en Venezuela (13 de marzo), al igual que ha pasado en todo el mundo, la pandemia del coronavirus profundiza las contradicciones y lacras del capitalismo entre nuestros dos pueblos hermanos.

Declaración conjunta de la Unidad Socialista de los Trabajadores de Venezuela y del Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia, 27/03/2020.

El viernes 13 de marzo el gobierno de Duque decretó el cierre fronterizo con Venezuela, tras la declaración de pandemia mundial y del avance de coronavirus en Colombia. En el marco de la declaratoria de emergencia y con el argumento de frenar la propagación del Coronavirus, desde el día siguiente los pasos fronterizos fueron cerrados. Esta medida, luego se profundizó del lado venezolano con el cierre de fronteras, la declaratoria de alarma nacional y de cuarentena total, aislando estados y ciudades.

Inmediatamente el drama de la población fronteriza, especialmente del lado venezolano, vuelve a profundizar la crisis social en quienes el acceso a las fronteras son es prácticamente su única forma de subsistencia.

Inmediatamente, el flujo de migrantes empezó a intentar cruzar por los pasos ilegales, controlados por traficantes y paramilitares, siendo duramente reprimidos en la frontera por las fuerzas represivas colombianas.

Muchos otros venezolanos quedaron atrapados dentro de Colombia sin poder regresar a su país, pues aunque logren cruzar la frontera, se enfrentan a la incertidumbre de poder regresar a sus lugares de residencia con el transito paralizado entre estados y ciudades.

La inmediatez con la que Duque cerró la frontera con Venezuela, contrasta con el tiempo en que se demoró en cerrar el resto de fronteras y los aeropuertos internacionales. En el momento en que Duque decretó el cierre de esta frontera, Colombia tenía 16 casos, Ecuador 23, mientras que Venezuela apenas confirmaba sus dos primeros casos. Luego de decretar el cierre de la frontera con Venezuela, Duque se negó a establecer la coordinación necesaria con el régimen de Maduro para contener la expansión del virus y la atención sanitaria y humanitaria para la población migrante, tanto en la frontera como en el resto del país. Esto muestra la política criminal de Duque, quien hace un año impulsaba la “ayuda humanitaria” junto a Guaidó y el imperialismo, hoy da la espalda al drama humanitario y la mayor vulnerabilidad ante el Covid-19 en la frontera.

Trump aprovecha la pandemia para retomar su política intervencionista en Venezuela

Mientras el covid-19 avanza en Estados Unidos, Trump, al igual que Bolsonaro en Brasil, no han hecho más que desestimar el peligro del virus, haciendo gala de su ignorancia e irresponsabilidad criminal ante su población. Así, Estados Unidos el crecimiento exponencial del coronavirus es favorecido por las medidas que salvan a los ricos y dejan a la población pobre a su suerte.

En medio de ésta tragedia, Trump a través del fiscal general de Estados Unidos, retoma su política intervencionista en Venezuela, ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por la captura de Maduro, sus ministros y disidentes de la guerrilla de las FARC (Nueva Marquetalia) bajo la excusa de narcotráfico.

Tras el fracaso de imponer a Guaidó, el operativo de “ayuda humanitaria”, el bloqueo y las sanciones económicas y quebrar el apoyo de las fuerzas militares al régimen de Maduro, hoy el imperialismo norteamericano con la recompensa puesta sobre la cabeza de Maduro se quita la máscara del humanitarismo y muestra sus verdadero rostro: lo único que le importa es poder mantener los votos de la ultraderecha aprovechándose de manera asquerosa del sufrimiento del pueblo venezolano.

Aunque ésta puede ser otra de las bravuconadas de Trump con las que busca obtener ventajas en su política de dominación imperialista, y además desviar el foco de la atención política de la manera desastrosa en que ha manejado la crisis del Covid – 19 (EE.UU. es hoy el país con el más alto índice de contagio), enfocándolo hacia Venezuela. Esta nueva ingerencia de Trump sobre Venezuela es totalmente inaceptable. Los trabajadores del mundo no podemos más que rechazar y condenar esta nueva agresión. Son las Masas venezolanas quienes deben juzgar y derribar a Maduro para dar paso a un verdadero gobierno de los trabajadores.

Venezuela: una país sin infraestructura para enfrentar la pandemia

La pandemia del Coronavirus llega a Venezuela en medio de una situación de brutal crisis económica, que sin dudas se agravará con los efectos de la misma, y en una realidad de verdadera catástrofe social, con los trabajadores y habitantes de los sectores populares viendo empeorar día tras día sus condiciones de vida.

Es un hecho que desde hace varios años el país se cae a pedazos. El sistema público de salud está prácticamente desmantelado. Los casi trescientos hospitales públicos del país están en condiciones deplorables, sin medicinas, ni los insumos necesarios para que el personal médico, de enfermería y de limpieza pueda llevar a cabo sus labores; con su infraestructura totalmente destruida y hasta sin agua. Lo mismo ocurre con la red ambulatoria y con la medicina preventiva que es prácticamente inexistente. El tan publicitado, por la vocería oficialista, programa Barrio Adentro, orientado a la prevención está totalmente destruido.

Más de 50% de la población trabajadora en Venezuela está en la informalidad, dependiendo de ingresos diarios, y un porcentaje similar en Colombia. A esto hay que sumarle que los que tienen empleo formal devengan pésimos salarios y como consecuencia del ajuste antiobrero que viene aplicando Maduro, hoy ven incumplidos, y en algunos casos totalmente eliminados, sus beneficios contractuales, amenazadas sus convenciones colectivas y sus derechos sindicales, laborales y sociales. Barrios enteros de las principales ciudades carecen de agua y en algunos llega de manera intermitente, faltando hasta por meses, sin olvidar las constantes fallas del servicio eléctrico, los problemas ocasionados por la escasez de gas y gasolina.

Esta pandemia afecta a un país cuya población desde el 2017 padece los efectos de una brutal hiperinflación, donde además es bajísima la producción de alimentos y donde son notorios los riesgos sanitarios y de higiene en los hogares, así como las deficiencias nutricionales de los trabajadores y habitantes de los barrios populares, 45% de los venezolanos no alcanza a comer tres veces al día y otro 12,1% come menos de dos veces al día.

Maduro reprime para aplicar las medidas

Conocidos los primeros casos de Coronavirus en el país, Maduro solicita un préstamo por el orden de 5 mil millones de dólares al FMI, el cual le es negado. Es necesario rechazar esta pretensión de Maduro de seguir endeudando al país con un organismo imperialista como el FMI, así como su intención de hacernos creer que la ineficacia para atender la propagación de la pandemia se deba a la negativa de este préstamo (el virus se sigue extendiendo en el país y ya supera los 84 casos declarados), procurando así evadir la responsabilidad del gobierno.

Posteriormente, Maduro, decreta cuarentena en todo el país, cierra las fronteras con sus países vecinos, principalmente con Colombia y en coordinación con las autoridades regionales prohíbe los pasos de una ciudad a otra a lo interno del país, orientando al aislamiento social como manera de prevención. Para esto saca al ejército a la calle poniendo en manos de militares y cuerpos policiales todo el operativo de enfrentamiento a la pandemia. Lo que introduce un fuerte elemento represivo en el manejo de la crisis generada por la enfermedad.

Esto se ha convertido en un aspecto central en la aplicación de las medidas, llegando a bloquear las salidas de los barrios a cuyos habitantes se les impide, de manera violenta en muchos casos, llegar al centro de las ciudades generando enfrentamientos con moradores que necesitan salir a abastecerse de comida u otros insumos necesarios que el gobierno no garantiza.

Es decir, el gobierno de Maduro al igual que muchos gobiernos pretende controlar la pandemia y aplicar medidas que son reconocidas sanitariamente como correctas, como el aislamiento social, poniendo por encima los mecanismos represivos y coercitivos contra la población y no sobre la base de brindar una solución real a los problemas que obligan a la población a salir de sus casas, como es la necesidad de proveerse de alimentos, medicinas y servicios básicos.

Rechazamos la represión contra los trabajadores y el pueblo. Exigimos garantías para que la población pueda cumplir con el aislamiento social en condiciones adecuadas.

Además, Maduro ha anunciado una serie de medidas que disfrazadas con el discurso de proteger al pueblo, en el fondo lo que persiguen es preservar las ganancias de empresarios y comerciantes, tales como la exoneración del pago de salarios por seis meses, los cuales serán asumidos por el estado venezolano, la suspensión por igual periodo de tiempo del pago de capital e intereses de créditos (siendo que la población de bajos recursos hace más de dos años que no recibe créditos) y el direccionamiento de la cartera crediticia estatal para financiar a la burguesía de los sectores alimentos, fármacos, higiene, entre otros.

Mientras Duque se negó a cualquier coordinación con Maduro frente a los problemas del cierre de fronteras, insistió en coordinar con el títere Juan Guaidó, quien ahora trata de reeditar el fracasado operativo imperialista de la “ayuda humanitaria” de hace un año y al anuncio de tibias medidas que no tiene ninguna posibilidad de ejecutar. Guaidó con ésta campaña trata de aprovechar la pandemia para recuperar el protangonismo perdido por sus fracasos.

Colombia: medidas tardías, restricciones para la población y ayuda para los ricos.

A pesar de los discursos de señalamientos entre los gobiernos de los dos países,ambos han tomado medidas muy similares para favorecer a los sectores empresariales y hacer demagogia con los más pobres y vulnerables ofreciéndoles apenas migajas. Colombia es uno de los países en que con mayor rapidez ha crecido el contagio del Covid-19. En Latinoamérica es el octavo país con más contagios y sigue un ritmo de contagios similar a los primeros días en España. Duque se tapó los ojos ante las experiencias y recomendaciones internacionales y no tomó medidas drásticas de contención desde el inicio para prevenir la expansión. Viene respondiendo de forma tardía e incoherente frente a las exigencias de la pandemia. Mientras cerraba la frontera con Venezuela (que tenía muchos menos casos de infectados que Colombia), en Cartagena mantuvo abiertas las costas a los cruceros internacionales, y los aeropuertos siguieron funcionando con medidas ineficaces para la desinfección, detección y aislamiento de casos de Covid-19.

Durante la emergencia, Duque privilegia las medidas para favorecer a empresarios para salvaguardar sus intereses. Por eso la tardanza en las medidas de contención en Colombia sólo se explican porque para Duque, la prioridad es salvar la economía de los ricos. La tardanza en tomar las medidas de cuarentena y aislamiento social, así como las contradicciones con los gobiernos locales quienes tomaron la delantera en éste tipo de medidas, muestran que Duque ha garantizado los intereses de la burguesía, quienes están más preocupados por perder ganancias, que por la perspectiva de miles de muertes, como lo muestra crudamente Italia.

Duque sólo toma las medidas de cuarentena hoy cuando acompaña ésta medida con un paquete de salvamento al capital financiero y dando vía libre a los empresarios a seguir funcionando sus negocios, dejando desprotegidos a miles de trabajadores de sectores esenciales (salud, alimentación, aseo), que seguirán siendo obligados a asistir a sus trabajos, sin garantías de bioseguridad. Esto contrasta con las medidas draconianas de confinamiento social, con medidas demagógicas e insuficientes de subsistencia para quienes viven del rebusque, los que ya han perdido sus empleos o ven congelados sus salarios producto de la indolencia de sus patronos.

Una parte importante de la población más desprotegida en Colombia frente al avance del coronavirus es la población migrante venezolana, quienes en la gran mayoría de los casos vive en condiciones precarias especialmente en las ciudades del país. Muchos de ellos viven en condiciones de hacinamiento en pensiones que tienen que pagar a diario, o inquilinatos insalubres. Aunque algunos han logrado acceder a programas asistenciales, la gran mayoría sólo subsiste de trabajos precarios y mal pagos.

Además, como el contagio del coronavirus proviene de otros países, el pánico, y la crisis social incentivan la xenofobia contra los migrantes, que en el caso colombiano va en contra de los migrantes venezolanos.

Por un verdadero plan contra la pandemia que rompa las fronteras

La pandemia es un problema mundial, como lo es el capitalismo, responsable de la expansión y la desprotección del pueblo pobre y trabajador en el mundo. Si bien las restricciones al contacto social como las cuarentenas, las restricciones en el tránsito de personas son necesarias para controlar el contagio del virus, las fronteras nacionales no son barreras efectivas contra la pandemia, sólo son barreras contra la población mientras el capital y las mercancías, siguen circulando libremente.

Los gobiernos no dan ninguna garantía de retorno a los extranjeros que en varios países han quedado atrapados, ni de una estancia segura y digna. Aún en medio de la grave crisis humanitaria que se vislumbra lo que ha primado en los gobiernos es salvar el capital permitiendo que sigan exponiendo a los trabajadores al contagio en fábricas, call centers, comercio y bancos mientras que ejecutan despidos masivos y recortes de salarios con complicidad de los gobiernos.

Rechazo a la injerencia norteamericana en Venezuela

Rechazamos y repudiamos la nueva agresión de Trump hacia Venezuela. Los 15 millones de dólares que ofrece por la cabeza de Maduro deben ser destinados a fortalecer la red de salud para enfrentar la pandemia en Venezuela. Sólo el pueblo venezolano tiene la potestad de salir de la dictadura madurista, y en esto solo son aceptables y dignos de confianza los apoyos de los trabajadores y pueblos del mundo, de sus activistas y luchadores, rechazamos cualquier injerencia imperialista que sólo busca afianzar su dominación sobre la región. Exigimos el cese inmediato de todas las medidas de bloqueo económico y de secuestro de la renta petrolera, para que organizaciones médicas y científicas junto a los trabajadores organicen un verdadero plan contra la pandemia, independiente del gobierno y la oposición burguesa de derecha.

Canal humanitario inmediato para la población extranjera que quiere retornar

Exigimos a Duque cesar los bloqueos contra Venezuela, y a ambos gobiernos establecer un canal humanitario con todas las garantías de seguridad sanitaria para el traslado hacia sus países de origen de los migrantes de ambas nacionalidades que se encuentran atrapados en ambos lados de la frontera.

No pago de la deuda externa

Tanto Colombia como Venezuela dedican gran parte de su presupuesto estatal para el pago de las onerosas deudas externas con la banca internacional. Es urgente y necesario que se cese inmediatamente de pagar la deuda externa para dedicar éstos recursos para la construcción y dotación de hospitales destinados a atender la emergencia, al tiempo que se garantice la vivienda, servicios y alimentación para la población.

Contrario a más endeudamiento, exigimos al gobierno de Maduro, el cese inmediato de los pagos de deuda externa e interna que tiene especialmente con la banca internacional, incluyendo a China y Rusia; y que todos estos recursos se destinen a la salud, a la adquisición y distribución entre la población y el personal que labora en el sector salud de las medicinas insumos y equipos de seguridad necesarios para prevenir el virus, así como también para las demás áreas prioritarias para atender la crisis y garantizar el aislamiento preventivo, como son la producción y distribución gratuita de alimentos en los barrios obreros y populares y garantías de servicios tan vitales como el agua, el gas doméstico, electricidad y telecomunicaciones, sin cobro alguno.

Expropiación y estatización de todo el sistema de Salud

Las privatizaciones impuestas en Latinoamérica durante las últimas tres décadas hoy dejan en peores condiciones al continente para enfrentar la pandemia. Si en España o Italia donde no han avanzado tanto el desmonte del sistema público de salud la pandemia ha hecho colapsar el sistema, a América Latina, con gran parte de la salud privatizada, sin infraestructura, dotaciones y condiciones adecuadas de trabajo del personal de salud, le espera una tragedia de proporciones dantescas. Solamente la expropiación inmediata de la salud privatizada, la recuperación de hospitales públicos abandonados y desfinanciados, y de los privados que están en procesos de intervención, como se ha anunciado en Bogotá, la construcción de nuevos hospitales y la contratación de más personal de salud, recuperando las condiciones laborales arrebatadas, permitirá minimizar los estragos del Covid-19.

Un aparato productivo al servicio de la lucha contra la pandemia y atención a las necesidades de la población.

Esta pandemia revela de la forma más cruda la podredumbre del sistema capitalista. Hoy el mundo cuenta con los medios técnicos y científicos para enfrentar la pandemia. Muchas de las muertes sólo se explican por la indolencia criminal de gobiernos que postergaron medidas de contención sólo por el interés de no afectar las ganancias de la burguesía y por la privatización de los sistemas de salud que se viene aplicando hace 30 años para convertir el derecho a la salud en una lucrativa mercancía. Esa es la verdadera razón por la que los sistemas están colapsando.

Aún hoy en medio del avance del virus, muchos obreros son obligados a ir a trabajar en fábricas que producen bienes suntuosos o no necesarios para garantizar las medidas contra la pandemia.

Otros capitalistas aprovechan ésta coyuntura para cerrar fábricas ya en crisis por la dinámica de recesión mundial, dejando en la calle a miles de trabajadores. Otros aprovechan la actual crisis para imponer recortes de derechos laborales, mientras reciben nuevos subsidios por parte de los gobiernos.

Esto muestra el caos del sistema de producción capitalista. Es necesario que los trabajadores tomemos en nuestras manos los medios de producción que nosotros mismos hemos construido, para ponerlo al servicio de un plan de producción de emergencia de los bienes necesarios para la contención mundial de la pandemia.

Ni Maduro, ni Duque son capaces, los trabajadores debemos gobernar: ¡Fuera Duque!¡Fuera Maduro!

Duque y Maduro representan sectores de las burguesías que han parasitado en el poder durante décadas. Uno representante de la derecha uribista ligada al paramilitarismo, el narcotráfico, responsable del asesinato sistemático de luchadores que continúa aún hoy, y responsable de la miseria y la profunda desigualdad social en Colombia. Maduro, al frente de una violenta dictadura que enloda el nombre del socialismo, junto a su camarilla de boliburgueses son responsables del hundimiento de Venezuela en la corrupción generalizada, la entrega de los recursos al capital extranjero y del desastre social y económico en que se sume el país.

Ninguno de ellos es capaz de enfrentar el coronavirus, y cuando se logre salir de la situación de emergencia actual, nos impondrán un plan de salvamento de los capitalistas, descargando en los hombros de los trabajadores y los pobres, los costos de la recuperación de la economía.

Necesitamos un plan que salve la vida de la inmensa mayoría de la población que corresponde precisamente a los sectores más vulnerables social, económica, política y culturalmente y no a la economía capitalista es decir al 1% de la población mundial. Sólo nosotros, los trabajadores y los pobres podremos imponer las medidas necesarias para salvar a la humanidad, despojando de las manos privadas de los capitalistas los medios materiales necesarios para enfrentar y superar la pandemia. Es la tarea que no podemos perder de vista.

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