Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

La restauración capitalista en China

China asombra al mundo con su desarrollo económico acelerado. Al respecto, el presidente chino Hu Jintao declaró, en ocasión del 17° Congreso del Partido Comunista de China (PCCh): “Hace 30 años, la República Popular de China iniciaba su experiencia de apertura y reformas. Iniciada en 1978, son opciones cruciales que determinan el destino de China contemporánea. Hizo cambios históricos para China socialista”. El objetivo de este artículo es mostrar que tales cambios históricos fueron el último acto de la burocracia china en dirección a la restauración capitalista.

Una situación de inestabilidad social

En noviembre de 1978, paralelamente a la disputa al interior del PCCh por la sucesión de Mao, entre el “reformista” Deng Xiaoping y Hua Guofen[1] surgió un movimiento de vanguardia en las principales ciudades de China, dedicado a la renovación democrática del sistema social y político chinos. El Movimiento Democracia fue formado, básicamente, por la juventud obrera y estudiantil de la llamada “generación perdida”, creada por la Revolución Cultural[2]. El movimiento se expresaba a través de los dazibao –diario mural– colocados en el Muro de la Democracia y de varios periódicos y boletines de grupos políticos y literarios, que reunían a miles de personas diariamente en la Plaza Tiananmen.

Paralelamente a este proceso de florecimiento teórico –basado en su gran mayoría en el marxismo–, un gran número de campesinos hambrientos de todas partes de China comenzó a llegar a Pekín, con el regreso ilegal de estudiantes que habían sido enviados a los campos para su “reeducación” y exigían la regularización de sus visas de residencia. En enero del ’79, una gran movilización en Pekín exigía el fin del hambre y de la opresión, democracia y derechos humanos. En febrero, la principal vía férrea de Shangai fue bloqueada por los estudiantes sin visa. Estos movimientos se unificaron en las movilizaciones y en la autodefensa. Siempre que un líder era apresado, las publicaciones del Movimiento Democracia salían en su defensa y realimentaban las luchas.

Inicialmente, el sector de Deng, que a inicios de 1978 había lanzado el “movimiento para la emancipación de la mente”, toleraba al Movimiento Democracia y lo utilizaba para reforzar la disputa interna en el partido. Pero, luego que su posición fue vencedora en el 3o Plenário del Comité Central en diciembre, y las movilizaciones se ampliaron, comenzó a caracterizarlo como una amenaza a la “estabilidad y a la unidad’[3]. A partir de abril de 1979, cuando algunas publicaciones empezaron a cuestionar al propio Deng, los activistas comenzaron a ser apre­sados y sentenciados a penas que llegaban hasta 15 años de prisión. En octubre, el Muro de la Democracia fue cerrado. Al mismo tiempo, una sombra de libertad democrática fue lanzada, al aprobarse las elecciones para los órganos locales del Congreso Nacional del Pueblo.

Fue en ese escenario que Deng Xiaoping pasó a ejecutar una política de “apertura al mundo occidental”, para enfrentar la grave crisis económica y política que se abatía sobre el país después de 10 años de caos social provocado por la Revolución Cultural.

Las cuatro modernizaciones

Deng inicia los “cambios históricos para China socialista” con una nueva teo­ría, que pasaría a ser considerada por el PCCh una continuidad del pensamiento maoísta. Se trata, en resumen, de la condena a la lucha de clases como el motor de la historia y la superación del primer estadio del socialismo por medio del desarro­llo de las fuerzas productivas, en una sociedad armoniosa donde todos, obreros, campesinos y “emprendedores” hacen parte de la clase trabajadora.

En términos prácticos, fueron aplicadas medidas conocidas como las “cuatro modernizaciones” –de la agricultura, la industria, las Fuerzas Armadas, la ciencia y la tecnología–. El objetivo oficial era fortalecer el socialismo a través de algunos mecanismos de mercado para dinamizar la economía, instituyendo el llamado “socialismo de mercado”.

Estas medidas fueron comparadas a la Nueva Política Económica (NEP), implementada por los bolcheviques en la URSS en 1921, cuando fueron adoptadas medidas de carácter capitalista en la esfera de la distribución, principalmente la com­pra de alimentos y materias primas para la industria, en sustitución de la requisición forzada del período del “comunismo de guerra”. Pero, las bases fundamentales del Estado Obrero –propiedad colectiva de los medios de producción, planeamiento centralizado y control estatal del comercio exterior– fueron mantenidas.

En China, las medidas adoptadas en 1978 tuvieron el objetivo de fortalecer la economía capitalista a costa de las bases socialistas del Estado. Fueron creadas cuatro Zonas Económicas Especiales en la región costera del sur, a partir de inversiones extranjeras, donde fue eliminado el control estatal del comercio exterior. Las co­munas rurales fueron disueltas con la introducción del sistema de responsabilidad familiar y el establecimiento de un mercado agrícola; junto a la disolución de las comunas, se aprobó la creación de las Empresas Municipales Rurales, las EMR, que empleaban a más de 100 millones de asalariados rurales a inicios de los años ’90.

Las medidas de desarrollo industrial tendían a atraer la inversión extranjera, ampliando los lazos con el imperialismo, iniciados con la visita de Nixon en 1972 cuando este concedió el estatus de “nación más favorecida” a China y suspendió el embargo comercial. Pero la restauración capitalista comenzó por el campo, por ser el sector preponderante desde el punto de vista económico y poblacional. El aumento y la liberación de los precios agrícolas y la creación de las EMR fueron fundamentales para el surgimiento de una nueva burguesía a partir de los cam­pesinos ricos y de la burocracia convertida al capitalismo. La famosa consigna de “enriquecer es glorioso”, lanzada por Deng en 1978, era la principal guía para la acción de estos sectores.

Las medidas capitalistas fueron extendidas al sector urbano en 1985, con el corte de las provisiones públicas y la descentralización de las decisiones, obli­gando a los gobiernos locales a atraer inversiones a través del establecimiento de asociaciones, fusiones, cierre de empresas estatales y la transferencia de activos al capital privado[4]. En 1987 se adopta el sistema de “contratos”, que permitió a las empresas estatales negociar directamente con el extranjero. Al mismo tiempo, se aprueba el fin de las restricciones al tamaño de las empresas privadas y la Ley de Quiebra que, en 1988, puso fin a la garantía del empleo vitalicio de la clase obrera china. El conjunto de estas acciones amplía la participación del sector privado en la producción industrial.

En el campo sucede lo mismo. Mientras la tierra continuaba siendo propiedad estatal, en 1986 fue aprobada la Ley de Gestación del Suelo, autorizándose el arren­damiento de tierras por 30 años, y ampliándolo a 60 años en 1988. Finalmente, la transferencia del arrendamiento es legalizada en 1991, configurándose un mercado privado de compra y venta de concesiones.

Todos estos ataques fueron respondidos apenas con acciones esporádicas por la clase obrera china. En primer lugar, porque la población rural aprobó la recuperación de la actividad económica en el campo, y en segundo lugar, porque Deng Xiaoping afirmó el respeto absoluto a lo que se llamó los cuatro principios: a) seguir el camino del socialismo, pero aprendiendo de la experiencia de los países capitalistas, b) mantener la “dictadura democrática del pueblo”, c) mantener el liderazgo del Partido Comunista y d) preservar los pensamientos de Marx, Lenin y Mao. La restauración estaba siendo hecha en nombre del marxismo.

Entonces, las leyes del mercado llevaron a la inflación galopante, al desempleo en las ciudades y a la desigualdad social, que llegaba a niveles inimaginables. El precio de una refacción de los nuevos restaurantes privados era equivalente al salario anual de un obrero chino. Para enfrentar las dificultades económicas, que llevarían a la reducción del crecimiento del PIB de 12% en 1988 a 4% en 1989 y 1990, el gobierno anunció en mayo de 1988 la liberación general de los precios. Esto provocó pánico e importantes tumultos sociales, que culminarían con la re­belión en la Plaza de Tiananmen.

La masacre de Tiananmen

El 21 de abril de 1989 los estudiantes de la Universidad de Pekín se rebelan. Lanzan un manifiesto con reivindicaciones democráticas: por el fin de la represión, por libertad de expresión y de prensa, y denuncian la corrupción y el enriquecimiento ilícito de los miembros del partido.

Surgen también, las primeras organizaciones independientes de trabajadores, las “gongzilian”. El 21 de mayo, la Federación Autónoma Obrera de Pekín divulga un comunicado exigiendo libertad de organización, participación en las decisiones políticas y económicas, control de los obreros sobre el Partido Comunista y control obrero de las empresas estatales. Después de la represión que se abatió sobre el movimiento, el obrero ferroviario y fundador de la Federación, Han Dongfang, fue preso y expulsado a Hong Kong en 1993.

En el auge del movimiento, entre el 17 y el 22 de mayo, metalúrgicos de la side­rúrgica de Pekín, carteros, choferes y otras ramas, entraron en huelga. Por la Plaza Tiananmen, centro político y organizativo del movimiento, pasaban diariamente de 1 a 2 millones de personas. El día 20 de mayo se decreta la Ley Marcial, y el 4 de junio sucede la invasión de los tanques a la plaza, con la muerte de un número incierto de manifestantes, que puede haber llegado a miles en todo el país.

La resistencia mantenida por algunos días no fue capaz de revertir el cuadro. Los estudiantes, vanguardia del movimiento, no consiguieron combinar sus exigencias por la democracia con las reivindicaciones obreras y campesinas, como el fin del desempleo, el aumento de salarios y el fin de la carestía. Deng Xiaoping, que desde la visita de Kissinger en 1971 colaboraba con el imperialismo, acusó a los estudiantes de ser herramientas del imperialismo norteamericano y de la CIA.

La consolidación de la restauración

Con la derrota de la resistencia al proyecto restauracionista, la burocracia pudo avanzar de manera decidida. En setiembre de 1989 aplica la liberación de precios que había intentado antes. En octubre de 1992, el 14° Congreso del PCCh elimina los sectores prohibidos para la inversión privada, dejando en claro la necesidad de “desarrollar las diversas formas de propiedad (estatal y privada) lado a lado”. Las burocracias locales pasan a hacer todo tipo de concesiones al capital, y aprovechan para volverse socios de los nuevos negocios. Las empresas estatales reducen su par­ticipación en la economía, de 73% en 1988 a 35% a finales de la década de 1990.

Pero el principal motor de la recuperación económica fue el ataque a la clase obrera. En 1994 fue aprobada la Ley del Trabajo, que implanta el trabajo asalaria­do, el fin del control del régimen de empleo y desvincula la seguridad social del Estado, acabando con las conquistas obreras de la revolución –el sistema conocido como “olla de hierro”–, empleo vitalicio, seguridad social y alquiler subsidiado. La educación y la salud son privatizadas.

La economía china, ya completamente integrada al mercado internacional, enfrentaría su primera crisis de sobreproducción en 1999. El gobierno chino con­sigue amenizarla a través del financiamiento estatal a las empresas y del aumento de su deuda externa, que sufre un crecimiento de 27% en 2001. Aún así, hubo una caída de 2% en las exportaciones y de 11.4% en las inversiones extranjeras, pero el PIB se mantuvo con un crecimiento medio anual de 8% en el período 1998-2002.

El mayor peso de la crisis fue descargado sobre los trabajadores y las empresas estatales que, sin condiciones de competir con el capital privado, entran en ban­carrota. La capacidad productiva ociosa de las empresas llegó a 40%, generando 40 millones de despidos. En el campo, las EMR abren la suspensión de pagos en masa, pues dependían mucho de las compras estatales. El fin de estas empresas y la concentración de tierras generarán 250 millones de “sin tierras” y el éxodo de 100 a 150 millones de campesinos a las ciudades, formando un gigantesco ejército industrial de reserva llamado de “población flotante”, que acrecienta más a la ya enflaquecida clase obrera de las empresas estatales.

Sin empleo en el campo y sin visa de residencia en las ciudades, debido al sistema “hukou” que los vuelve ilegales en su propio país, los migrantes aceptan empleos por salarios más bajos y sin derechos sociales. Trabajan un promedio de 13 horas y más por cada día de la semana y reciben la mitad del salario de los obreros estatales. Además, la plaga de la tercerización ataca a la clase obrera china. El empleo irregular (precario, informal, temporal, etc.) se abrió a 80 millones de desocupados entre 1990 y 2002. En el mismo período, el empleo regular generó apenas 1.7 millones de puestos.[5]

Surgen así, dos movimientos obreros paralelos y separados. De un lado, la clase obrera tradicional de las empresas estatales, que está siendo desintegrada; de otro, un nuevo sector, en los Estados del sur del país, a partir de los migrantes del campo. Los primeros luchan contra la pérdida del empleo y de sus conquistas sociales, en tanto los trabajadores de las empresas privadas protestan contra las condiciones de trabajo degradantes y el gerenciamiento despótico.

La resistencia obrera

Uno de los mayores símbolos del primer caso fue la lucha de los trabajadores de la región de Daking, el principal centro productor de petróleo del país y símbolo de la construcción socialista de China. En marzo de 2002, 50 mil petroleros salieron a las calles por sus derechos sociales y salarios no abonados, y ocuparon las oficinas de la Administración de Petróleo por una semana, en tanto otros 30 mil trabajadores metalúrgicos de Liaoyang, en la misma región, salieron a las calles en movilizaciones que duraron tres meses.

Las manifestaciones se extendieron a las provincias de Heilongjiang, Liaoning, Sichuan y Hebei, con bloqueos de rutas, piquetes y movilizaciones para exigir ca­nasta básica para jubilados y la dimisión de funcionarios corruptos e incompetentes. El movimiento acaba con concesiones parciales y la prisión de cinco líderes del movimiento que habían iniciado la construcción de un sindicato independiente, el Sindicato Provisional de los Obreros de Daking, antes de las acciones de marzo, indicando que estas no fueron espontáneas.[6]

Entre la nueva clase obrera, los ejemplos son numerosos y espantosos. La industria de la construcción civil vive un “boom” con la construcción de calles, shopping-centers, residencias y las instalaciones para las Olimpíadas, pero los trabajadores llegan a pasar un año sin recibir sus salarios. Solo en Pekín, la deuda salarial de los empresarios llegó a cerca de US$ 300 millones en 2002. Incluso las empresas de servicio del Estado dejan de pagar. Por ejemplo, los obreros de la construcción de una línea del metro para las Olimpíadas entraron en huelga después de seis meses sin recibir el pago.[7]

En las fábricas, la situación no es diferente. Los trabajadores de Aigao Electro­nics de Dongguan entraron en huelga contra el aumento del precio de la refacción, que es descontado de sus salarios, en diciembre de 2007. Cuando trataron de salir en manifestación, fueron atacados por cientos de policías y perros.

En la Electrónica Feihuan, fábrica alemana de componentes para celulares, la mitad de las 10 mil trabajadoras hicieron huelga contra la amenaza de no recibir pago si no lograban las metas de producción, en agosto de 2007. Por último, los obreros de la fábrica de motores DeCoro entraron en huelga contra la golpiza dada a diez de sus compañeros por los jefes italianos, una humillación, cuando reclamaron por la reducción de salarios, en octubre de 2005.

Estos son apenas algunos ejemplos de la lucha de la clase obrera china, ahora fragmentada y siempre violentamente reprimida, con la prisión de los líderes y el desmantelamiento de los sindicatos independientes. Su magnitud se expresa en las estadísticas oficiales. Según el Ministerio de Seguridad Pública, “incidentes de masas, demostraciones o rebeliones llegaron a 74 mil en 2004, de 10 mil hace una década y 58 mil en 2003”. En 2005, 4 millones de chinos participaron de 78 mil protestas.[8]

Según Han Dongfang, actualmente editor del China Labour Bulletin, en Foz do Rio Pérola ocurren conflictos que unen a fábricas con más de mil trabajadores por lo menos una vez por día. “Estas huelgas son auto-organizadas, no pertene­cen al sindicato oficial”, dijo Han en enero de este año. En esta región, donde se fabrica un tercio de los productos de exportación chinos, los obreros se fracturan o se pierden 40 mil dedos por año.[9]

Olimpíadas y terremoto: el amortiguador y el acelerador de la insatisfacción social

La realización de las Olimpíadas de Pekín en agosto de este año ha contribuido a amortiguar la tensión existente en China. En primer lugar, por el “boom” en la construcción civil, que absorbe temporalmente a los millones de migrantes de la “población flotante” de las ciudades. En segundo lugar, por la gigantesca pro­paganda del gobierno chino, que crea un clima de unidad nacional y patriotismo. De esa forma, denuncias como el trabajo esclavo de jóvenes y niños en ladrilleras clandestinas de Dongguan no tuvieron la misma repercusión que la denuncia de un hecho semejante ocurrido en Shanxi el año pasado.

Por otro lado, el terremoto del 12 de mayo de este año en la región rural de Sichuan puede tener el efecto contrario. El número oficial de muertos es de 69.127, con la destrucción de 15 millones de residencias. El gobierno destinó U$S 2 billones para las regiones afectadas y determinó un recorte de U$S 10 billones del presupuesto anual, insuficientes para cubrir las pérdidas estimadas en U$S 20 billones.

El derrumbe de 7 mil escuelas, causando la muerte de por lo menos 10 mil niños, conmocionó a la población. Se sospecha que la construcción fue hecha con material de segunda, ya que otros edificios públicos no sufrieron tales daños. Los padres exigen la confirmación de las sospechas, pero no encuentran ningún respaldo legal.

Por otro lado, la comunidad financiera internacional recordó el hecho de que la región no es industrial y que contribuyó con apenas 4.2% del PIB nacional. Sichuan “es una provincia importante en términos poblacionales y agrícolas, pero su participación en la producción industrial es relativamente pequeña”, dijo Sun Mingchun, economista del Lehman Brothers.

La inflación de los alimentos

Toda esta situación se agrava con el mantenimiento de una alta tasa de inflación y bajos salarios. El Índice de Precios al Consumidor tuvo un crecimiento anual de 8.5% en abril de este año, con un aumento de 21% en el precio de los alimentos y 30.9% en el petróleo. En febrero, la inflación llegó a 8.7% anual, la más alta desde 1996.[10]

El salario, a su vez, está entre los más bajos del mundo. En 2004 era de U$S 0.6 por hora en promedio, veinte veces menor que el salario en los EEUU, dieciséis veces menor que el de Corea del Sur y la mitad que en el Brasil. Para con­tener las protestas, las autoridades regionales anuncian reajustes salariales, como en la provincia de Guangdong. Sin embargo, los portavoces del capital rechazan tales medidas, como Chen Xingdong, del BNP Paribas, que declaró: “un aumento salarial ciertamente contribuirá al aumento de la inflación”.

Los índices de crecimiento de China continúan imbatibles, manteniéndose en 9.7% en promedio entre 2001 y 2006, y continúa siendo el país más atrayente para inversiones extranjeras. En mayo hubo un aumento de 38% con relación a mayo de 2007. El superávit de la balanza comercial alcanzó los U$S 378 billones en 2007.

Pero actualmente la economía china es bastante dependiente de las exporta­ciones –responsables de 30% del PIB–. Con la caída del consumo en los EEUU, provocado por la estrepitosa caída de la bolsa inmobiliaria y el aumento del desem­pleo, los primeros síntomas ya se hacen sentir en China. El índice de crecimiento económico cayó de 11.7% en el primer cuatrimestre del año pasado a 10.6% en este año. La producción industrial también se redujo de 18.3% a 16.4% en el mismo período. Las exportaciones sufrirán una caída mucho mayor, de 6.4% con relación a los cuatro primeros meses de 2007.

Según Li Xiaochao, del Instituto Nacional de Estadísticas, “ante las incerti­dumbres del crecimiento económico, necesitamos estar preparados para evitar tanto caídas bruscas del crecimiento como el alza sustentable de los precios”. Esta preparación se traduce en una política de congelamiento salarial, con el anuncio de la elevación del depósito bancario compulsivo para impedir el crecimiento de la inflación, cuya meta para 2008 es de 4.8%.[11]

La renta y el consumo familiar vienen sufriendo una caída a lo largo de los años –de 25% entre 1988 y 2006–, y tales medidas indican el mantenimiento de esta tendencia, ya que los bajos salarios son el principal atractivo para los inversionistas privados y la fuente de la competitividad de los productos chinos en todo el mundo. Si sumamos a todos estos ingredientes el aumento de la deuda externa china, que pasó de U$S 45 billones en 1989 a U$S 322 billones en 2006, y los combinamos con la posibilidad de una crisis económica mundial, una situación explosiva se creará en China. Esto se da porque el crecimiento basado en dos factores –mano de obra barata e inversiones extranjeras– es frágil, parecido “a otros milagros conocidos que el imperialismo, en varios momentos, sustentó”, y que llevan al país a “tener cada vez más una economía dependiente del imperialismo”.[12]

Es una ecuación difícil de resolver, demostrada por la declaración de Dominique Strauss-Kahn, presidente del FMI, en relación con la situación china: “Como sabemos por la experiencia pasada, estos tipos de cuestiones algunas veces acaban en guerra”.[13]

La clase obrera china, con toda su tradición revolucionaria y con la llegada de los nuevos contingentes que están probados en la lucha contra el capital, es quien tendrán la palabra final, a través de la construcción de sus organismos independientes y de la lucha contra la dictadura del PCCh y la superexplotación reinante. Una vez más, las palabras de Marx en el Manifiesto Comunista son confirmadas 160 años después de escritas: la burguesía produce, antes que todo, su propio sepulturero.

[1] Mao Zedong, princi­pal dirigente de la rev­olución china de 1949 y del PCCh, muerto en 1976; Deng Xiaoping, miembro de la “vieja guardia” del PCCh, apartado durante la Revolución Cultural y rehabilitado en 1973. Vice primer ministro en 1976, venció en la lucha interna contra la Banda de los Cuatro por la sucesión de Mao; Hua Guofeng, indicado por Mao como su sucesor, era el representante de la “izquierda” parti­daria.

[2] Revolución Cultural (1966-1976); fruto de la teoría maoísta de continuidad de la lucha de clases en el socialis­mo, para justificar la eliminación de miem­bros de las nueve “catego­rías sociales indesea­bles”: ex latifundistas, ex campesinos ricos, contrarrevolucionarios, malos elementos, derechistas, renegados, espías, revisionistas e intelectuales. Tuvo el objetivo de canalizar la movilización de la juventud estudiantil –los guardias rojos– para combatir a los sectores burocráticos contrarios a Mao.

[3] Robín Munro. Chen Erjin and the Chinese Democracy Movement (Chen Erjin y el Movimiento Democracia de China), en: Chen Erjin, China: Crossroads Socialism (Atajo al socialismo), Verso Editions, 1984.

[4] Wang Hui, As origens do neoliberalismo na China (Los orígenes del neoliberalismo en China), original pu­blicado en Le Mon­de Diplomatique, 12/10/2007.

[5] Martin Hart-Landsberg & Paul Burkett. China, capitalist ac­cumulation and labor (China, acumulación capitalista y trabajo), Monthly Review.

[6] Roland Lew. Rebellion in the rust belt (Rebelión en el cin­turón gastado), IV Online Magazine, setiembre de 2002.

[7] Simon Gilbert. China’s strike wave (Oleada de huelgas chinas), www.isj.org.uk, 29/06/05.

[8] Robert Weil. Condi­tions of the working classes in China (Con­diciones de la clase trabajadora en China), Monthly Review, junio/2006.

[9] China’s Pearl River Delta: 40000 fingers lost annualy, 1000 wor­kers strike daily (Pearl River Delta en China: 40.000 dedos desapa­recidos al año, 1.000 trabajadores en huelga al día) www.rfaunplugged.wordpress.com

[10] Wholesale inflation accelerates in May (Inflación acelerada al por mayor en mayo), www.chinadaily.com.cn 11/06/2008.

[11] China’s economic growth slows as food prices soar (Econo­mía china, aumento pausado y elevación de precios de alimentos), www.china.org.cn, 16/04/2008.

[12] Martín Hernández. O veredicto da histo­ria (El veredicto de la historia), Editora Sundermann, 2008. “Sobre a China“ (Sobre China), pp. 73-84.

[13] Food price inflation formidable challenge for China (Inflación en el precio de los alimentos, formida­ble reto para China), www.china.org.cn, 16/04/2008.

Traducción: Laura Sánchez

Artículo publicado en Marxismo Vivo n.° 18, julio de 2008.-

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