Mar Abr 23, 2024
23 abril, 2024

Brasil | Internet: el Proyecto de Ley no ayuda a combatir fake news

En las redes sociales y en la internet se crean y popularizan las fake news. Se promueve el odio y la violencia contra las mujeres, negros, inmigrantes y LGBT. Se desarrollan grupos nazis y fascistas. La ultraderecha creció en esta ola de las redes, también fundamental para impulsar los intentos de golpe de estados reaccionarios, como el 8 de enero. También hay crímenes de “lobos solitarios”, personas que realizan acciones violentas, como muestra la ola de ataques en las escuelas, abriendo un triste submundo de la internet, con crímenes que involucran a niños, con mutilaciones, suicidios y todo tipo de barbaridades.

Por: Júlio Anselmo

Combatir las noticias falsas y la promoción de la barbarie es fundamental. Es parte de la lucha contra la ultraderecha y el capitalismo. Los responsables por producir, publicar, difundir, financiar y impulsar esto deben ser investigados y castigados. Pero es necesario ir más allá, enfrentando el poder de las Big Techs y esta verdadera industria de fake news que se creó, así como garantizar más libertad de expresión al pueblo, y no menos.

Desenmascarando las Big Techs

La promesa de que Internet brindaría a la humanidad un medio de comunicación democrático y accesible para todos, en el capitalismo, se transformó en el surgimiento de las grandes tecnológicas (Big Techs), que son un puñado de monopolios capitalistas que controlan todos los servicios relacionados con la internet. Ganan miles de millones al dominar los servidores, los centros de datos, las nubes, los servicios de búsqueda, las redes sociales, el correo electrónico, la mensajería privada y el comercio en línea. De tal forma que todos los datos de tu vida pasan por ellas.

Las fake news, los discursos criminales y violentos, son impulsados ​​por las Big Techs hasta el punto de que ellas forman parte de la industria de las fake news. Esos contenidos reciben más atención del algoritmo, tienen un alcance ampliado, aumentan el compromiso, generan más clics y tienen más poder para hacer que las personas pasen más tiempo en línea.

Para los capitalistas que controlan estas empresas, poco importa si hay más o menos fake news, o si el discurso es de odio hacia las mujeres y los oprimidos. Para ellos, lo que importa es la cantidad de clics, el compromiso, la publicidad vendida y el control de los datos. Este funcionamiento de las redes sociales tiene mucho que ver con el hecho de que las Big Techs son un negocio capitalista. Por mucho que digan querer un espacio plural para el sano debate, de hecho, como empresas capitalistas, sirven a sus propias ganancias.

Las Big Techs ganan dinero manipulando el algoritmo, controlando, monitoreando y manipulando un gigantesco volumen de datos de todos. El gran diferencial de la publicidad en la internet no es solo su enorme alcance, sino la posibilidad de utilizar un volumen monstruoso de datos para crear contenidos publicitarios, verificar si la persona accedió, el efecto que causó, microsegmentando lo que esa persona quiere oír o comprar y obtener un retorno sobre eso de inmediato. Tal control de la información nunca existió en la historia de la humanidad, después de todo, gran parte de la comunicación hoy se realiza en línea.

Eso, en sí mismo, es un enorme cercenamiento a la libertad de expresión. Pone la posibilidad de censura en un nivel nunca antes visto. Comparado con los periódicos, sería como si algunos monopolios mundiales dominasen toda la infraestructura de la comunicación, la producción de papel, tinta, quioscos de revistas y a periodistas, de tal forma que controlasen y determinasen lo que se puede escribir, la producción, distribución, alcance y remuneración de toda la prensa.

¿Por qué PL no enfrenta de verdad a las Big Techs?

Al contrario de lo que dice la ultraderecha, la libertad de expresión no tiene nada que ver con la libertad de la opresión o la libertad de la ultraderecha para promover un golpe de Estado ni para promover el asesinato de negros, mujeres y personas LGBT. Esos discursos y acciones en las redes deben ser combatidos.

El PL, a pesar de todas sus intenciones, es muy limitado en el combate a la desinformación y los diversos delitos que se dan en las redes. Ignora que hay todo un negocio detrás de los contenidos bizarros que hay que enfrentar y desmantelar. Es necesario atacar la industria capitalista de la desinformación y la barbarie que está relacionada con el propio poder de las Big Techs.

El PL, en lugar de atacar el poder de las Big Techs, les da más poder, al asignar como su papel la moderación del contenido más activo, bajo el riesgo de que puedan ser supuestamente “responsabilizadas”. Es decir, tendrían que, a su criterio, definir qué se publica o no. Así, todos seríamos rehenes de la posibilidad de exclusión o de censura de contenidos que no sean del agrado de las propias Big Techs. Reforzar ese poder no garantiza la remoción de contenidos criminales ni la libertad de expresión.efecto erán

¿Cómo esta ley puede ser utilizada contra los trabajadores?

La mayoría de los temas señalados por el PL como susceptibles de ser removidos de las redes es correcta: el combate a los crímenes contra niños, la difusión de los prejuicios, la violencia y la instigación al suicidio, la automutilación, o incluso a los que se oponen a medidas sanitarias.

Pero hay temas menos objetivos y genéricos que pueden utilizarse para restringir aún más la libertad de expresión. Tipificar la posibilidad de moderación de contenidos sobre temas como la amenaza al Estado democrático de derecho o incluso el terrorismo da margen para que la derecha y la burguesía criminalicen los movimientos sociales y a los trabajadores.

Una manifestación callejera de los trabajadores hoy no es considerada un delito contra el Estado democrático de derecho. Pero ¿qué garantiza que mañana un juez o un gobierno no justifiquen la censura bajo esta alegación? Con el regreso de la ultraderecha al poder, esta utilizará esa ley para silenciar las protestas de los trabajadores. Basta recordar cómo el artículo 142 o el uso extensivo de la Garantía de la Ley y el Orden (GLO) alimentaron la saña del golpismo bolsonarista. O incluso, cómo Bolsonaro intentó prohibir que lo llamasen “genocida”, encuadrando a algunos en la Ley de Seguridad Nacional.

Otro ejemplo, Assange y Snowden filtraron documentos secretos estadounidenses que mostraban crímenes de guerra y espionaje. Según el gobierno de Estados Unidos, esas publicaciones son terrorismo, y algunos pueden considerar que incluso atentan contra el Estado democrático de derecho. Si algo similar sucediera en el Brasil, con la Ley de las fake news, ¿no se permitirían estos mensajes en internet? Incluso, en nombre del combate al terrorismo, Estados Unidos mantiene monitoreo y espionaje de sus ciudadanos y del mundo entero.PL y la libertad de expresión

¿Quién regula las redes?

El PL, para minimizar los riesgos del poder de las Big Techs, se aventura a proponer cosas muy peligrosas. Que estos tengan el poder de cohibir los mensajes y censurar a la gente a su antojo es absurdo, pero ¿sería entonces papel del Estado regular las redes?

Utilizar una agencia reguladora propia, o la Anatel, para supervisar o ser responsable por las determinaciones de moderación de contenidos no es una buena solución, dado que seríamos rehenes de un organismo gubernamental o del Estado. Incluso una agencia “autónoma” no tendría autonomía, puesto que su composición sería hecha por los gobiernos. Entonces, estaríamos siempre en manos del gobierno de turno.

Es ilusión creer que cualquier tipo de acción de vigilancia, supervisión y censura del Estado sería eficaz para combatir las noticias falsas. Mucho menos desconocer el riesgo de cercenamiento a la libertad de expresión. La inspiración del PL proviene de una ley alemana de 2017. Hasta la fecha, su eficacia no ha sido comprobada y hay cuestionamientos sobre la restricción a la libertad de expresión. En Francia, parte de la ley cayó en la Justicia.

El modelo tampoco puede ser China, como defiende el gobernador de Bahía, Jerônimo Rodrigues (PT), donde no hay libertad de expresión e incluso cuenta con una censura muy fuerte de la internet promovida por el Estado y las empresas.

La posición del gobierno del PT, junto con la gran prensa y un sector de la burguesía, de apoyar este proyecto es absurda. No podemos arriesgarnos a que nuestra libertad de expresión quede rehén del control estatal ni empresarial.

Políticos burgueses y gran prensa protegidos por el PL

El PL otorga un “estatus especial” a los políticos y la prensa, que no estarían sujetos a la moderación de contenidos. Tendríamos personas que pueden expresar su opinión con total libertad, y otras que no. Algunos intentan refutar esto diciendo que si los políticos cometen crímenes en las redes, también estarían sujetos a la ley. Pero, entonces, ¿por qué la mención especial de ellos?

La gran prensa y los políticos también pueden producir noticias falsas y desinformación. La prensa lo hace intentando hacerse pasar por neutral, pero defiende propuestas y programas políticos. Basta recordar la campaña de la Globo a favor de las reformas laborales y previsional.

La prensa tampoco es libre o democrática en el capitalismo. Algunas familias capitalistas controlan la prensa en el país, transmitiendo información de acuerdo con sus intereses.

El tema de la monetización del periodismo profesional no tiene nada que ver con el objetivo del PL. Abre una brecha para la monetización de cualquier cosa que se defina como periodismo. ¿Quién definirá qué “periodismo profesional” merece la monetización? Los falsos portales de la ultraderecha, promotores de noticias falsas, podrían financiarse aún más.

Enfrentar las Big Techs para garantizar libertad de expresión y combatir fake news

Hay que enfrentarse al PL. Pero a diferencia de las Big Tech que se oponen hipócritamente para no aumentar sus “costos” y proteger sus ganancias, nosotros defendemos una regulación que combata los crímenes en las redes, la desinformación y también enfrente el poder de las Big Techs garantizando más libertad de expresión al pueblo.

Es necesario garantizar que los movimientos sociales y populares nunca vean obstaculizada su libertad de expresión. Garantizar que el movimiento estudiantil, de negros, indígenas, mujeres, LGBT, de vivienda, sin tierras y sindicatos jamás será encuadrados en esta ley.

El proceso de moderación de contenido debe ser abierto, transparente, democrático y sobre contenidos criminales objetivos y bien especificados. Es necesario enfrentar el negocio capitalista de la publicidad, pero también de las propias Big Techs. Para ello, defendemos la total transparencia de los algoritmos, software y sistemas de información utilizados por las empresas. Y más, hacerlo con código abierto para que sea público, transparente, verificable y auditable por cualquier persona, garantizando el derecho a la privacidad y acabando con el uso de datos personales.

Para eso, es necesario poner fin a este secreto comercial. Transformaron la infraestructura de comunicación, que debería ser pública y accesible a todos, en un lucrativo negocio capitalista controlado por un puñado de multimillonarios y que nadie sabe cómo funciona.

Redes sociales más democráticas y saludables son posibles, pero para eso es necesario sacarlas de las manos de los capitalistas y sus gobiernos, que se mueven en aras del lucro.

Por eso, es necesario estatizar estas plataformas, pero no para que queden bajo el control del Estado capitalista. Defendemos que sean controladas democráticamente por los trabajadores y el pueblo, con código abierto y sin trucos de captación y uso de datos o algoritmos oscuros. Solo así es posible regularlas, combatir las fake news y, al mismo tiempo, garantizar la libertad de expresión. Así, las redes se transformarían en una tribuna digital y virtual de debate público más democrática y verdaderamente segura.

Artículo publicado en www.pstu.orgbr, 10/5/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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