El operativo que rescató a 207 personas que trabajaban en condiciones de esclavitud en las vinícolas Aurora, Garibaldi y Salton, cosechando y cargando y descargando uvas en Bento Gonçalves (Rio Grande do Sul), mostró una vez más la dimensión del trabajo esclavo en el país.
Por: Redacción PSTU Brasil
Los trabajadores denunciaron haber sido víctimas de amenazas y malos tratos, incluido el uso de descargas eléctricas y gas pimienta. Trabajaban para una empresa tercerizada, prestadora de servicios contratada por las vinícolas, Fênix Servicios de Apoyo Administrativo. La mayoría de los trabajadores eran de Bahia y fueron atraídos con falsas promesas sobre recibir un salario de R$ 4.000 al mes y buenas condiciones de trabajo, como alimentación y alojamiento decentes. Pero nada de eso sucedió. Además de los castigos físicos, sus alojamientos no tenían la más mínima condición de higiene y la comida que servían se echada a perder.
Las bodegas se apresuraron a decir que no sabían nada, y culparon de todo a la empresa de subcontratación. Difícil de creer. Incluso porque ese es el padrón de todas las empresas descubiertas con trabajo esclavo: sacar el cuerpo a la cuestión y culpar a las tercerizadas.
Buen negocio para los capitalistas
A la sombra del trabajo esclavo, las bodegas brasileñas registraron ingresos récord en 2023. La Salton ganó 500 millones de reales; Aurora, 756 millones; y Garibaldi reportó facturación por R$ 265 millones. Por si fuera poco, las tres vinícolas tienen al menos 18 préstamos activos en el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), que suman R$ 66,2 millones. Dinero público que financia el trabajo esclavo.
Mientras el país se indignaba, la entidad de productores de vino de Rio Grande do Sul intentaba justificar el trabajo esclavo en las bodegas. La Asociación comercial de la ciudad de la Serra Gaúcha culpa a la “falta de mano de obra”.
Un concejal bolsonarista de Caxias do Sul, municipio vecino, Sandro Fantinel (Patriota) culpó a los bahianos por el trabajo esclavo en las bodegas: “Ellos solo saben tocar el tambor”, dijo en un discurso en la Cámara Municipal. “No contraten más a esa gente de allá arriba”, incluso pidió. Además del evidente racismo y xenofobia, el discurso de esta gente muestra toda la perversidad de las elites de la región. Al contrario de lo que piensan y dicen, es el Brasil pobre el que sostiene lo que ellos creen ser: el “Brasil rico”, y no al revés.
Retrato de un sistema decadente: El capitalismo y la recreación del trabajo esclavo
En la esclavitud contemporánea, el trabajador es engañado por promesas descabelladas de buenos salarios y condiciones de trabajo. Sin embargo, pronto se ve atado por mecanismos de endeudamiento por su pasaje, alojamiento y alimentación, cuyos montos cobrados son estratosféricos, muy superiores a lo normal. Para pagar su supuesta “deuda”, el trabajador es aprisionado, impedido de salir, sometido a castigos y humillaciones. Este mecanismo se conoce como peonaje.
Desde 1995, cuando el gobierno brasileño creó el sistema público de combate al trabajo esclavo, más de 60.000 trabajadores han sido rescatados. Más de 80% son negros, de los cuales 92% son hombres y 51% reside en el Nordeste.
En el Brasil, las formas degradadas de trabajo existen desde hace mucho y están ahí hasta hoy. Pero ya no son un fenómeno restringido a la frontera agrícola o a lugares lejanos de la Amazonía. De hecho, está por todas partes, especialmente en el campo.
El crecimiento del agronegocio impulsó el trabajo esclavo. Según el Ministerio del Trabajo, en el período comprendido entre 2003 y 2014, el agronegocio fue el campeón absoluto en el uso de mano de obra esclava, con prácticamente 80% de los trabajadores liberados del trabajo en cultivos, cañaverales, deforestación y ganadería. El año pasado, 87% de los rescatados se dedicaban a actividades rurales. No solo tenemos los “esclavizados del vino”, sino también de la madera, de la carne, de la soja, del algodón, del café, del jugo de naranja, de la yerba mate, del sisal, del oro y, por supuesto, de los burdeles con la prostitución.
La producción de naranjas para Cutrale, por ejemplo, fue objeto de rescate de esclavizados en 2013 y para Citrosuco, en 2013 y 2020. La Cosan (conglomerado brasileño productor de bioetanol, azúcar y energía) fue escenario de un rescate de trabajadores de una de sus usinas de caña de azúcar en 2007.
Pero si en la punta tenemos trabajadores en situación de esclavitud, en la cima de la cadena agroproductiva tenemos un puñado de transnacionales que controlan el financiamiento, el almacenamiento y la comercialización de los productos. Hoy no son más que cuatro grandes empresas (ADM, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus) que controlan las exportaciones de soja en Sudamérica, de eucalipto y pino para pasta de celulosa, de tabaco, de naranjas, entre otros productos.
Además de las actividades agrícolas, el trabajo esclavo ha ido en aumento en actividades urbanas, como en la confección de ropas de marca y en la construcción civil. Rescates de esclavizados ocurrieron en la línea de fabricación de ropas de Zara en 2011, de la Animale en 2017 y de la M. Officer en 2013 y 2014. En São Paulo, muchos inmigrantes bolivianos y paraguayos son víctimas del trabajo esclavo en el sector de la confección.
Numerosas obras de la contratista MRV fueron escenario de rescates en 2021, 2014, 2013 y 2011. Incluso trabajadores de las obras de ampliación del Aeropuerto Internacional de São Paulo, realizadas por la constructora OAS, fueron rescatados en 2013.
Al mismo tiempo que el agronegocio utiliza un enorme y sofisticado desarrollo técnico, industria 4.0, genética, insumos agrícolas, lo combina con esta forma degradante de trabajo que hace que el sector sostenga sus enormes tasas de ganancia. En general, el sector agroextractivista emplea a pocas personas y paga salarios bajos.
El trabajo esclavo contemporáneo cobra impulso en la profunda decadencia de la estructura económica brasileña, en la que el papel de la industria se ha reducido cada vez más, y en el aumento de la desigualdad social. Hoy tenemos 90 millones de trabajadores y trabajadoras sin trabajo o subempleados, según el Anuario Estadístico del Instituto Latinoamericano de Estudios Socioeconómicos (Ilaese/2021). Mientras tanto, los 20 mayores multimillonarios del país concentran más riqueza que 60% de la población.
Trabajo esclavo: un gran negocio mundial
El trabajo esclavo es expresión de un capitalismo decadente, que sistemáticamente ha ido devaluando la fuerza de trabajo y recreando el trabajo esclavo con fines lucrativos. El surgimiento de la subcontratación [tercerización] y la creciente precariedad del trabajo son expresiones de este proceso, y abren las puertas para la esclavitud moderna.
En todo el mundo, la esclavitud ha demostrado ser un emprendimiento lucrativo y floreciente. En 2005, la esclavitud facturó US$ 32.000 millones. Para 2013, las ganancias de la esclavitud habían aumentado a $150.000 millones.
Lo que alimenta la esclavitud es la miseria creciente y la inmensa desigualdad social promovida por el capitalismo. Según una encuesta de la Oxfam, los 2.153 multimillonarios del mundo tienen más riqueza que 4.600 millones de personas, o alrededor de 60 % de la población mundial. Mientras tanto, solo América Latina tiene hoy 500 millones de personas por debajo de la línea de pobreza, un potencial ejército de reserva que puede ser reclutado para el trabajo esclavo. El drama de las migraciones de refugiados también puede engrosar este ejército.
Trabajo esclavo presente en la historia del Brasil
La esclavitud negra que existió en Brasil durante 400 años, además de la esclavitud en el sur de los Estados Unidos y el Caribe, fue esencial para que el capitalismo naciera y se expandiera por todo el mundo. La esclavitud financió la industrialización, la civilización europea, y expandió el mercado mundial. En ese momento, la ley permitía que una persona fuera propiedad de otra, una mercadería que podía cambiarse por dinero.
El fin de la esclavitud en el Brasil, sin embargo, no impidió el surgimiento de otras formas degradadas de trabajo que existen todavía hoy. El peonaje, por ejemplo, se utilizó en el auge del caucho en la Amazonía desde finales del siglo XIX y persistió hasta la década de 1980. Durante la dictadura militar, las grandes empresas compraron grandes haciendas en la Amazonía y emplearon trabajo esclavo. Una de ellas fue una hacienda de la Volkswagen con 140 mil hectáreas en el sur de Pará. Las denuncias también involucraron fincas pertenecientes al Bradesco, a la White Martins, al Banco Mercantil, así como de algunos empresarios como Silvio Santos. Los trabajadores, generalmente campesinos desposeídos, eran reclutados en los Estados del Nordeste.
La historia del capitalismo brasileño muestra que el sistema no prescinde del trabajo esclavo para lucrar. Por el contrario, esta forma de trabajo se ha expandido, principalmente con la decadencia económica del país.
Salida: un programa de los trabajadores para acabar con la esclavitud contemporánea
Desde 2010, el gobierno creó una “lista sucia” que prohíbe otorgar crédito rural a cualquiera que figure en ella. Los bancos públicos y privados necesitan revisar la lista. La lista siempre ha sido atacada por asociaciones del agronegocio y del sector inmobiliario. Tan importante como es, la lista es una medida insuficiente para erradicar el trabajo esclavo moderno, que continúa expandiéndose. Por otro lado, las multas aplicadas hasta la fecha a los empresarios que promueven el trabajo esclavo suman R$ 127 millones, una fracción de las ganancias que ellos obtuvieron.
Es necesario expropiar, sin indemnización, a todas las empresas que promueven el trabajo esclavo y destinarlas a la reforma agraria o para el uso habitacional. Tras el rescate de 207 trabajadores en Bento Gonçalves, este debate se apoderó de las redes sociales. En 2014, el Congreso Nacional adoptó una Reforma Constitucional al artículo 243 que incluye la utilización de trabajo esclavo como causal de expropiación de tierras. Sin embargo, la Enmienda aún no ha sido reglamentada, y siempre es vetada por diputados de la bancada ruralista [grandes propietarios de campos o terratenientes y latifundistas].
El gobierno de Lula no impulsará la regulación de la medida. Primero, porque actualmente la base ruralista conforma la base del gobierno en el Congreso. Segundo, porque todos los gobiernos del PT siempre impulsaron el agronegocio con fuertes exenciones fiscales y préstamos del BNDES. El resultado fue un aumento del trabajo esclavo y el fortalecimiento de los ruralistas.
Es necesario enfrentar el agro, castigar y expropiar a las empresas que utilizan trabajo esclavo. Pero esto solo se puede lograr con mucha lucha, independiente de los gobiernos y de los patrones, involucrando sindicatos y movimientos sociales.
Pero también es necesario cambiar la estructura del país, acabar con la desigualdad y con este sistema que promueve el retorno de la esclavitud. Es necesario hacer una reforma agraria radical, expropiar las tierras del agronegocio, enfrentar a los millonarios, y garantizar empleo, ingresos y salarios dignos.
Artículo publicado en www.pstu.org.br, 15/3/2023.-
Traduccion: Natalia Estrada.