Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Bolivia, después de las elecciones

La tarea central es recuperar la independencia de las organizaciones sociales para afrontar la embestida propatronal del MAS-Evo Morales.

Los últimos reportes oficiales confirman el triunfo del MAS de Evo Morales en la elecciones nacionales, con 61,04% de la votación (tres puntos porcentuales menos que en 2009), asegurando un tercer mandato hasta 2020; el resultado no fue una sorpresa, al contrario, solo confirma las previsiones de las encuestas que con anterioridad a las elecciones daban cuenta del aún mayoritario respaldo electoral de Evo Morales y la reducida preferencia hacia los candidatos de la derecha, lo cual parece continuar expresando de manera distorsionada la contundente derrota que el movimiento de masas le propinó a la derecha en los procesos revolucionarios de 2003 y 2005 y que, por falta de alternativas a la izquierda del MAS, sigue siendo canalizado por este partido de gobierno, a pesar de que su política sea contraria a los intereses de los sectores obreros y populares.

Ese sentimiento antiderecha arraigado en el movimiento de masas boliviano obligó a Evo Morales a saludar su victoria como un triunfo “contra el imperialismo”, una afirmación que de ninguna manera causa la menor preocupación e intranquilidad en los sectores empresariales y en el propio imperialismo, quienes desde hace varios años saben mejor que nadie que Evo dice una cosa y otra muy distinta es lo que hace, y esto último es lo que realmente les interesa; por ello mismo, son quienes con más satisfacción han saludado y respaldado la continuidad de este gobierno que les otorga las garantías suficientes para su enriquecimiento, la explotación y el saqueo en Bolivia.  

Los voceros de los empresarios y el imperialismo expresaron su respaldo y confianza en Evo antes de las elecciones

Dos días antes de las elecciones, el viernes 10 de octubre, una de las cadenas de noticias más emblemáticas del imperialismo norteamericano, la cadena estadounidense CNN, premió a Evo Morales con medalla de oro por «transitar un camino de previsibilidad y lograr dejar tranquilos y conformes al mundo empresario»; CNN saludó de manera anticipada la reelección de Morales, afirmando que en su gobierno «Bolivia se convirtió en un lugar seguro para invertir particularmente en el mundo del petróleo». Unas semanas antes, el 17 de septiembre, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia ofreció una cena a Evo Morales y a Álvaro García, en la cual expresaron el respaldo de los empresarios al gobierno y su compromiso de respaldar el logro de objetivos comunes y, en retribución, el gobierno se comprometió a fortalecer y potenciar a los empresarios y sus inversiones. Un verdadero romance y declaración de amor entre el gobierno y los sectores patronales y proimperialistas, una realidad que dista mucho del supuesto anticapitalismo y antiimperialismo que pregona en los foros internacionales.

Aquello deja claro que la mejor apuesta para los empresarios, los banqueros, los latifundistas y las transnacionales no era ninguna de las candidaturas de derecha sino el gobierno del MAS, quien a sus ojos se presenta como un gobierno que aplica un programa capitalista a favor de sus intereses, con amplio respaldo popular: la mejor garantía para cuidar de sus ganancias, que ninguno de los otros partidos puede ofrecerles.  

Un triunfo electoral a fuerza de cooptar y destruir las organizaciones obreras, indígenas y populares

Precisamente para impedir el surgimiento de cualquier expresión política a su izquierda, el gobierno de Evo Morales desplegó una estrategia de cooptación y división de las organizaciones sociales con la cual colaboraron de manera cómplice las principales dirigencias burocráticas, como la de la Central Obrera Boliviana y la de la Federación de Mineros, entre muchas otras.

A inicios de este año, a diferencia de lo que sucedía en 2013, no existía una sola organización obrera, indígena, campesina, u otro sector popular que no estuviera bajo el control del MAS; aquellas organizaciones que se resistieron fueron objeto de ataques y división, como fueron los casos del sindicato de Huanuni a quienes se les chantajeó con reducción de salarios si no cambiaban su dirigencia de oposición por una dirigencia del MAS. Otro tanto ocurrió con el CONAMAQ (principal organización indígena de las tierras altas) que fue dividido y ocupada su sede con violencia por militantes del MAS, con el apoyo de la policía.

Todas las organizaciones sociales, desde la COB hasta el último sindicato tomado por los militantes del MAS, se convirtieron en casas de campaña electoral y de control del voto de sus afiliados, llegando incluso a amenazar en los sindicatos campesinos con castigos físicos a quienes no votaran por el MAS. De manera vergonzosa, las dirigencias se negaron a respaldar e intervenir en las luchas que se protagonizaron de manera previa a las elecciones, como la de los jubilados, o la de los oficiales de baja graduación, y cuando lo hicieron fue para desarticularlas y colaborar con el gobierno en su derrota.

Es prioritario recuperar nuestras organizaciones de manos del gobierno para enfrentar los ataques que se vienen

Pasadas las elecciones, empezaron ya a manifestarse los primeros problemas de la caída de los precios de los minerales: la empresa Inti Raymi, una de las minas más grandes en Bolivia, anunció el retiro de al menos 140 trabajadores y el próximo cierre de sus operaciones, dejando en la calle a otros 300 trabajadores; la Federación de Mineros ha informado que situación similar atraviesan otras cinco empresas mineras. Las primeras manifestaciones de los trabajadores mineros de base han sido plantear la nacionalización de estas empresas; sin embargo, el gobierno y la dirigencia harán lo posible para que esa salida no se concrete.

Tanto el Ministerio de Minería como la dirigencia MASista de la Federación de Mineros han anunciado que el 26 de octubre realizarán una reunión para elaborar un plan “técnico” para el salvataje de las empresas y evitar los despidos masivos. Ese plan será su respuesta para evitar cualquier iniciativa en dirección hacia la nacionalización de las empresas y, en realidad, salvar a los empresarios; para ello se discutirán medidas como el incremento de la productividad, el congelamiento de salarios, como ocurre en la empresa minera Huanuni donde no se aplicó el incremento salarial decretado este año, para “salvar la estabilidad económica de la empresa”. Es decir, los dirigentes mineros se proponen convertirse en administradores de los empresarios para salvarles el pellejo.

Esto es apenas una muestra de lo que será la tercera gestión de gobierno del MAS, todo su respaldo electoral se usará en hacer que los trabajadores, indígenas y campesinos sean comprensivos con sus patrones, con los grandes terratenientes y las transnacionales, y les ayuden a mantener sus ganancias en medio de una coyuntura que se anuncia de inicio de un descenso de los precios internacionales de las materias primas, sobre el cual ha estado asentado el crecimiento económico al que debe en parte su reelección Evo Morales.

Por ello, es prioritario que desde las bases se empiece a debatir la necesidad de recuperar la independencia de las principales organizaciones, expulsando a las dirigencias MASistas que se han apoderado de ellas; esta tarea es urgente, por ejemplo, en el movimiento minero, para enfrentar la crisis que se avecina e imponer la única salida que correctamente intuyen los mineros de base: la NACIONALIZACIÓN de todas las empresas mineras.

El tercer gobierno del MAS se perfila con claridad hacia un ataque a los sectores obreros, indígenas y campesinos, el cual el movimiento de masas boliviano solo podrá enfrentar a condición de recuperar la independencia de sus organizaciones sociales. Asimismo, en este proceso de luchas que se perfila a futuro, seguirá planteada la necesidad de forjar una alternativa política de independencia de los trabajadores, planteando una alternativa de lucha y por el socialismo a ese importante porcentaje de casi 6% de población que votó en blanco o nulo, donde están expresándose aquellos sectores que dejaron de creer en el MAS y tampoco creen en la derecha. Es al servicio de estas tareas que el grupo Lucha Socialista, sección simpatizante de la LIT-CI, se pone a disposición. 

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