Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

Respuesta al manifiesto ¿Qué hacer con la deuda y el euro?

Detener la catástrofe social: luchar por una Europa de los trabajadores y los pueblos.

  Acaba de hacerse público el manifiesto ¿Qué hacer con la deuda y el euro? [1]                 impulsado por una serie de economistas dentro de la izquierda, entre los que se destaca Francisco Louçã, ex-diputado del Bloco de Esquerda de Portugal y miembro del Comité Internacional- IV (antiguo Secretariado Unificado), junto a Catherine Samary y Michel Husson, de Francia, o el español . Lo presentan desde la izquierda alternativa como la propuesta estratégica para enfrentar la crisis de la deuda, que ha condenado a la periferia europea a la catástrofe social y fulminado su soberanía.


El manifiesto, en realidad, no es sino
una especie de última trinchera de defensa de la UE y del euro, en un momento en que sectores amplios y crecientes de masas ya se plantean la ruptura estos instrumentos de la Europa del capital y cuando esta exigencia se va abriendo camino entre la izquierda.
 
Según los signatarios del manifiesto, “las alternativas sociales y populares a esta crisis exigen una audaz refundación de Europa”, necesaria para reconstruir el tejido industrial, la sostenibilidad ecológica y la estructura del empleo”. Sin embargo -se lamentan- "dado que esta refundación global parece fuera del alcance ante la actual relación de fuerzas, en diversos países se propone salir del euro como solución inmediata”. Pero éste es un "falso dilema", claman: la permanencia en la Unión Europea (UE) y en el euro no deben ser en absoluto cuestionadas. De lo que se trata, por el contrario, es de conformar un "gobierno de izquierdas" que negocie con la UE la "reestructuración de la deuda" (es decir, seguir pagando). Para los firmantes del manifiesto, una "estrategia política viable" es inconcebible sin ajustarse a su estrategia parlamentaria en los marcos de la UE adecuándose a las exigencias de las burguesías periféricas. 

Por nuestra parte, nos dirigimos a las organizaciones y activistas sindicales y las plataformas y movimientos juveniles, a losque combaten diuturnamente contra los recortes y por una sanidad y educación públicas y de calidad; contra las reformas laborares y los recortes en los salarios, en fin: a los que resisten a la catástrofe social.

No hay más solución que la movilización masiva de la clase trabajadora y la juventud contra los que nos hunden en la catástrofe y no se puede detenerla sin saber contra quien luchamos: la Europa del Capital y la burguesía de cada uno de nuestros países.

La Europa del capital nos ha conducido a la catástrofe y en ella más y más, y no hay reforma posible de la UE, hay que romper con ella, tomar el destino en manos de la clase trabajadora y abrir la vía a la Europa unida de los trabajadores y los pueblos. Esta es nuestra lucha.

Una negativa expresa a cualquier tipo de caracterización de clase
 
Los firmantes del manifiesto explican -como lo haría cualquier economista burgués- que la crisis de la UE se debe a la “falta de homogeneidad” entre los países miembros y a su diferente “posicionamiento en la economía mundial”. En ningún momento se les pasó por la cabeza caracterizar a la UE como una máquina del imperialismo contra la clase trabajadora del continente para imponerle un retroceso histórico, como instrumento de saqueo y sometimiento de la periferia en beneficio del capital financiero de los países centrales de Europa y de los EEUU. Los firmantes nos venden una concepción burguesa de UE como un aparato institucional “neutral”. Del mismo modo, el euro sería un instrumento  monetario “neutral” y no un arma al servicio de los imperialismos centrales, en particular de Alemania.

Solo desde esta “neutralidad” de la UE y el euro pueden justificar la utopía reaccionaria de su “refundación”, ese intento de confundir a los activistas con la perspectiva imposible de transformar esta terrible arma de guerra social y de saqueo de la burguesía imperialista europea en un instrumento “progresista” al servicio de los pueblos europeos.

Un "gobierno de izquierdas"…para seguir pagando la deuda
 
El manifiesto define correctamente la política de los gobiernos de la UE de “nacionalizar las deudas privadas convirtiéndolas en deuda soberana, imponiendo la austeridad y políticas de transferencia para pagarlas.” Estamos, sin duda, ante una de las más grandes expropiaciones de la historia del capitalismo, que combina el desmantelamiento de las conquistas históricas de los trabajadores con el saqueo y devastación de los países de la periferia, cuyos gobiernos se han convertido en sicarios de la Troika.  

Para enfrentar esta catástrofe, el manifiesto propone un “gobierno de izquierdas” con "estrategia viable", que sintetizan en "tres rupturas con el euroliberalismo”. Vamos a ellas.

La primera "ruptura", planteada "a corto plazo y como medida inmediata", consiste en “encontrar vías para financiar el déficit público al margen de los mercados financieros”. Esta primera "ruptura" (si así se le puede llamar) no representaría, tal como lo reconocen los firmantes, cambio alguno en la deuda y sus intereses. Lo único que cambiaría sería su financiación, de espaldas a los mercados financieros”, a través de otras vías, algunas de las cuales estarían "prohibidas" por las normas europeas. Todo un contorsionismo que puede ser resumido en una frase: mantener el pago de la deuda.

La “segunda ruptura” ya no sería a corto plazo: La alternativa a largo plazo es entonces la siguiente: o bien una austeridad interminable o bien una política de cancelación de la deuda y una moratoria inmediata sobre la deuda pública”. A dicha moratoria le seguiría "una auditoría ciudadana para determinar la deuda legítima”, lo que, a su vez, abriría la vía a “un canje de títulos de deuda cancelando gran parte de la misma según haga falta. Esta es una segunda ruptura". Habría, finalmente, “una tercera ruptura con el orden neoliberal: el control de los movimientos internacionales de capital, el control del crédito y la socialización de la banca". 

Pero hay que separar el grano de la paja, porque, de esas tres "rupturas", sólo es operativa la primera, la única que se plantea a corto plazo y como medida inmediata. Las siguientes van ya al "largo plazo". Los firmantes hacen una formulación deliberadamente confusa para ocultar que su "gobierno de izquierdas" no incluye en modo alguno, como "medida inmediata", la suspensión de los pagos de la deuda y mucho menos "la socialización de la banca". Estas medidas deben ser apartadas porque desviarían al "gobierno de izquierdas" de su único objetivo: renegociar la deuda.

En su operación de camuflaje, los firmantes ocultan el enorme precio que debería continuar pagando la clase trabajadora y los pueblos por una política de renegociación de la deuda en el marco de la UE. Más allá de su falso realismo, la “estrategia viable” no es otra cosa que la búsqueda del “mal menor”, una política para hacer más digeribles los planes de saqueo y devastación de la Troika.

Un olvido importante: la explotación de la clase trabajadora
 
Todos saben que la deuda de Grecia, Portugal, Irlanda y España son impagables. No se trata sólo de la deuda pública sino del endeudamiento global, cuyo nudo fundamental está en las empresas y bancos y, en particular, en la deuda  de estos con las bancas alemana, francesa y norteamericana.

El capital financiero aplica dos medidas combinadas para atajar la crisis de endeudamiento: la expropiación directa del presupuesto público (con el desmantelamiento y privatización de los servicios públicos y las pensiones) y el aumento brutal de la explotación de los trabajadores, vía rebaja de los salarios, aumento de la jornada, despido fácil, desmonte de la negociación colectiva. Este proceso, que ejecutan con brutalidad, es el áncora fundamental de sus planes, encaminados a prolongar indefinidamente el saqueo.

Ya nada volverá a ser como antes dentro de la UE. La deuda es un instrumento para lograr este cambio estructural. Por ello, la lucha por la suspensión inmediata del pago de la deuda va de la mano de la batalla para expropiar la banca, detener y revertir el desmantelamiento de los servicios públicos, derogar las reformas laborales y repartir el trabajo. Esto es lo que espera la clase trabajadora de un verdadero “gobierno de izquierdas”, pero tales medidas implicarían en romper con la UE.

La salida a la crisis: romper con la UE, aplicar un programa anticapitalista de emergencia, abrir la vía a la Europa de los trabajadores
 
El gran objetivo y principal razón de ser del manifiesto es evitar que desde la izquierda se plantee la ruptura con el euro y la UE.  Los firmantes lo justifican diciendo que la salida del euro nos conducirá al abismo: aumento de la deuda, quiebra del sistema bancario y una gran inflación que se comerá salarios y pensiones, todo ello sin que ni siquiera el país gane en soberanía. Louçã lo pone más claro, si cabe, en "Le Monde Diplomatique" ("Portugal: Gobierno de izquierdas para vencer a la deuda"): "la salida del euro es la peor de las soluciones y sólo puede ser impuesta por voluntad del directorio europeo. Ahora bien, sólo se puede aceptar la peor de las soluciones cuando no exista de ninguna manera alguna otra, cuando se agoten todas las alternativas, cuando la supervivencia lo exija".

Es una argumentación que no se aparta ni un milímetro de la de los gobiernos y los economistas burgueses que nos amenazan con los infiernos si salimos del euro. Es también un reconocimiento de que para los firmantes no hay nada que hacer salvo "suavizar" los horrores de la Troika.

Pero sólo puede argumentar así quien acepta las reglas de juego del capitalismo y renuncia expresamente a la lucha revolucionaria para acabar con éste. Su horizonte no va más allá de reclamar "una nueva arquitectura de Europa: un presupuesto europeo más amplio, financiado sobre un impuesto común sobre el capital, que impulse fondos de armonización e inversiones sociales y ecológicamente útiles".

Por supuesto, la ruptura con el euro y la UE, es absolutamente necesaria. Sin ella no hay solución a la crisis. Pero no va a solucionar nada por sí misma si no va acompañada de las medidas anticapitalistas básicas necesarias para defender el país del boicot exterior: expropiar la banca, estatizar las ramas y empresas estratégicas bajo control de los trabajadores, establecer el control de los movimientos de capitales y el monopolio del comercio exterior, reorganizar la economía restableciendo empresas cerradas y campos agrícolas abandonados y repartiendo el trabajo entre los brazos existentes. Y lo que es más importante, si cabe: organizar la solidaridad  y la lucha unida con los trabajadores y los pueblos del Sur y de toda Europa. Porque sin destruir juntos la UE y levantar en su lugar una Europa socialista de los trabajadores y los pueblos ningún país aislado tendrá salvación.

El verdadero dilema
 
La UE es la plataforma de los imperialismos centrales europeos, hegemonizada por el capitalismo alemán y asociado al imperialismo norteamericano, en la que los capitalismos de la periferia están condenados a un miserable papel como socios menores y subalternos. Las condiciones de la competencia internacional y la división social del trabajo en la UE hacen que la supervivencia del  decadente capital financiero de la periferia y su ubicación en el mercado mundial dependan de su permanencia en la UE y el euro. Pero el precio de esta permanencia es enorme: es el sometimiento completo del país a las órdenes de la Troika, el paro masivo y la imposición de un nuevo estándar de explotación que nada tiene que envidiar al de un país semicolonial.

El programa del manifiesto no reconoce esta realidad de la UE porque no está dispuesto a enfrentar a la burguesía de los países periféricos. Ya no se define por su opción de clase  sino por eufemismos como programa “viable” y “progresista”.

No es casual que su gran referente sea Syriza que a la sazón renuncia utilizar el estupendo apoyo que les otorgó los trabajadores griegos en las elecciones para llamar la movilización y derribar al gobierno títere. No va un milímetro más allá de los límites institucionales del régimen griego, convertido en una parodia de democracia y en correa de transmisión de la Troika. Al renunciar la vía de la movilización para detener la catástrofe social en nuestros países, el manifiesto encierra nuestro objetivo a la conquista de mayorías parlamentares y por eso propone un programa “viable” que quepa dentro del actual régimen de dominación.

El “falso dilema” con el que comienzan el manifiesto es solo una cortina de humo para ocultar el verdadero dilema: el que enfrenta a los defensores del mantenimiento de la Europa del capital  y a los que propugnan la movilización de masas para su destrucción y la edificación sobre sus ruinas de una Europa socialista unida de los trabajadores y los pueblos. Ellos ya han hecho su elección: la UE, a la que quieren aplicar la cirugía estética de la "refundación”.

[1] – http://daniloalba.blogspot.com.es/2013/05/que-hacer-con-la-deuda-y-el-euro-un.html

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