Por: Francesco Ricci
Ha pasado un año desde la heroica acción militar de la Resistencia palestina. Aquel 7 de octubre destinado a quedar en los libros de historia.
El verdadero significado del 7 de octubre
En la madrugada del 7 de octubre, un frente militar formado por todas las organizaciones implicadas en la Resistencia lanzó un ataque sin precedentes, liderado por unos 1.200 combatientes de Hamás, FPLP, FPLP-CG, FDLP, JIP y otros grupos más pequeños (una decena en total).
Detrás de ellos, cientos de habitantes de Gaza rompieron en varios puntos la barrera ultratecnológica (que costó 1.110 millones de dólares) que cerca a Gaza y sus habitantes, separándolos de su tierra que fue ocupada en 1948 (y que hoy llaman «Israel»).
Invadieron Israel por tierra con ametralladoras y algunos misiles antitanques, o desde el cielo con parapentes a motor, golpeando los asentamientos enemigos con cohetes e inutilizando con drones los sofisticados equipos de la jaula en la que están encerrados desde hace décadas.
El objetivo era atacar varios puestos militares, incluida la base militar de Urim, que alberga la infame unidad 8200, el cuerpo «de elite» de los servicios de inteligencia israelíes y uno de los centros de interceptación de espionaje más poderosos del mundo.
Gracias al éxito de la acción, que sumió al enemigo en un caos total, fue posible tomar rehenes e intentar canjearlos por los miles de presos políticos palestinos encerrados en prisiones israelíes.
Mucho se habla del centenar de rehenes israelíes sobrevivientes (una gran parte fueron asesinados directamente por los golpes indiscriminados de su propio ejército): pero casi nunca se menciona a los aproximadamente 10.000 rehenes palestinos, clasificados por los sionistas como «combatientes ilegales». Entre ellos hay también 200 niños y centenares de adolescentes detenidos en la calle por el delito de estar «en edad de luchar» y encerrados en condiciones inhumanas, incluso en jaulas al aire libre como animales (y los palestinos son definidos como «animales humanos» por los ministros de Israel). En estas cárceles, mujeres y hombres sufren todo tipo de torturas y violencia sexual1.
La realidad es que el golpe asestado a Israel el 7 de octubre, incluso desde el punto de vista de la imagen, con los oficiales sionistas sacados de los cuarteles en ropa interior, fue enorme. Fue la demostración de que el enemigo, a pesar de tener uno de los ejércitos mejor armados, no es invencible.
Y cualesquiera sean las medidas represivas implementadas por los gobiernos imperialistas (en Italia incluso con la prohibición de manifestarse el 5 de octubre), a pesar de las avalanchas de propaganda falsa que vomitan los medios de comunicación burgueses, las masas árabes y, más en general, las masas oprimidas del mundo vieron el 7 de octubre como un acto de guerra legítima contra un opresor despiadado. Nada puede borrar este sentimiento de la mente de millones de personas.
El genocidio y la ira de los «demócratas»
Estos son los hechos reales del 7 de octubre, contados también por algunos (pocos) estudiosos no a sueldo2.
El resto es parte de la propaganda israelí, difundida en la prensa burguesa de todo el mundo, que inventó niños masacrados y mujeres violadas por palestinos.
Un año después, muchos «demócratas» se limitan como mucho a criticar a Netanyahu por los «excesos» de su respuesta: un término con el que aluden púdicamente al genocidio en curso y a los 40.000 palestinos asesinados por los sionistas. Una cifra oficial que hay que multiplicar (según la revista Lancet) al menos por cuatro, dado que todavía hay que retirar cadáveres de hospitales, escuelas y barrios arrasados por las bombas israelíes. A esta suma hay que añadir los miles de heridos y mutilados (otros 100.000) y el millón y medio de desplazados, obligados a abandonar sus hogares y también bombardeados en los campos de refugiados.
También hay quienes, ante todo esto, discuten sobre el uso del término «genocidio», refiriéndose al llamado «derecho internacional» (que no es otra cosa que el derecho sancionado por el imperialismo), o piden «comisiones de investigación» para determinar… los hechos del 7 de octubre, es decir, para investigar por qué, después de décadas de campos de concentración, bombardeos, agua, alimentos y luz racionados, los habitantes de Gaza se atrevieron el 7 de octubre a romper la jaula y atacar a sus verdugos.
Muchas bellas almas (incluidas algunas que, por alguna razón que se nos escapa, se llaman a sí mismas «revolucionarias») no pueden dormir por las noches pensando… en los «civiles» israelíes que cayeron el 7 de octubre. Esos mismos «civiles» que, en períodos alternos, abandonan las casas que han robado a los palestinos para vestir el uniforme cuando son llamados a regresar al servicio militar. O quienes, vestidos de civil, como colonos, pero armados hasta los dientes, matan cada día en Cisjordania a niños palestinos en las calles, se apoderan de nuevos terrenos, destruyen casas y campos con topadoras.
En las últimas semanas, la entidad sionista ha lanzado una «vasta operación militar» en Cisjordania, imponiendo un toque de queda y destruyendo barrios enteros en Jenin, Tulkarem y Nablus, mientras francotiradores practican disparos contra los niños. Entre enero y setiembre de 2023, es decir, antes del 7 de octubre, 200 palestinos ya habían sido asesinados en los «territorios ocupados».
Y en estos días, mientras escribimos, ya se empiezan a contar por miles los muertos en el Líbano, bajo las toneladas de bombas lanzadas por Netanyahu sobre barrios habitados. Ya hay un millón de libaneses obligados a abandonar sus hogares para escapar de la violencia ilimitada del Estado colonial, racista y genocida de Israel.
Sin embargo, frente a todo esto, también hay quienes tienen el coraje de decir que si los palestinos no hubieran atacado el 7 de octubre… sugiriendo implícitamente que, para evitar represalias, las víctimas deben sufrir sin reaccionar; y si reaccionan… se lo han buscado.
Otros elogian la lucha palestina, pero la consideran deplorable cuando utiliza cohetes y ametralladoras: la resistencia de que gustan ciertos pacifistas (que también celebran cada año nuestro 25 de Abril, que no fue conquistado con ramos de rosas) es la que desafía a los tanques a manos desnudas o, como máximo, utiliza hondas, tirachinas.
La barbarie del «Estado más democrático del Medio Oriente»
Es importante denunciar lo que está haciendo ahora (y durante décadas) el llamado «Estado más democrático de Medio Oriente», un puesto militar del imperialismo, basado en el robo de tierras palestinas que comenzó en 1947 (con el sello de la ONU) y nunca ha cesado. Un Estado teocrático y fundamentalista, basado en leyes raciales, que oprime a los palestinos que viven dentro de sus fronteras oficiales y a los relegados en los llamados «territorios ocupados» (en realidad, todo Israel, no sólo Gaza y Cisjordania, está construido sobre territorios ocupados).
Es importante recordar cómo desde su creación Israel, la supuesta isla de «civilización» en la «barbarie», ha armado y apoyado a la mayoría de los regímenes antipopulares más feroces de los últimos setenta años. Ha entrenado a la policía secreta de Irán (Savak) durante la época del Sha; armado a la dictadura de Suharto en Indonesia (tres millones de comunistas y opositores asesinados); ha suministrado armas a las masacres de un millón de tutsis en Ruanda; ha entrenado a las fuerzas represivas de la dictadura de Duvalier en Haití y de Somoza en Nicaragua. Los sistemas de represión, espionaje e infiltración utilizados por esta «democracia» (teocrática…) constituyen una escuela para las fuerzas policiales de todo el mundo. Sus servicios secretos enseñan a varias fuerzas policiales las técnicas más refinadas de tortura a los prisioneros. Produce drones asesinos, software para controlar teléfonos móviles (el infame Pegasus), sistemas de reconocimiento facial y en general exporta tecnología para la represión a las luchas en todo el mundo.
Ahora bien, es bueno recordar que todo esto se prueba en lo que se ha llamado el «laboratorio Palestina», donde los palestinos son utilizados como conejillos de Indias3.
Pero los palestinos no paran de luchar
Es importante ir más allá de la necesaria lista de horrores cometidos cada día por los sionistas durante décadas. Debemos subrayar cómo los palestinos, con un coraje que no se ha visto debilitado por ochenta años de ocupación, no se dan por vencidos y luchan.
Este es un elemento que tienden a eliminar los reformistas, aquellos que creen (o fingen creer) en una posible reconciliación pacífica entre colonos y colonizados, entre opresores y oprimidos. Los teóricos de la impotencia y de la rendición, los que señalan que Israel tiene uno de los ejércitos más armados del mundo, que “no puede ser derrotado”, etc. Como si la derrota de Estados Unidos en Vietnam no hubiera enseñado nada. Como si no hubieran existido la lucha argelina contra el imperialismo francés o la derrota militar impuesta por Hezbollah en 2006 en el Líbano al propio ejército israelí. Como si todas las revoluciones victoriosas no hubieran tenido que enfrentarse a un grupo inicialmente mejor armado.
Sin embargo, en un año, el súper potente Israel, armado y financiado por el imperialismo, no ha logrado superar la Resistencia en Gaza, se encuentra en grandes dificultades en Cisjordania, y encontrará una resistencia masiva en el Líbano, si decide atacar por tierra.
Según algunas estimaciones, el ejército israelí ya ha tenido más de 3.000 bajas desde el comienzo de la ofensiva contra Gaza, más pérdidas que en cualquier conflicto anterior.
La verdad, difícilmente comprensible para los reformistas y los teóricos del compromiso de clase, es decir, de la subordinación a los intereses del capitalismo, es que ni siquiera el ejército mejor armado del mundo puede ganar cuando tiene a las masas populares en su contra.
Para vencer es necesario un partido internacional
Pero una cosa es resistir –y los palestinos lo han estado haciendo durante décadas– y otra cosa es vencer.
Para vencer en Palestina es necesaria una lucha internacional.
Décadas de estalinismo, de «vías nacionales» hacia el socialismo, de compromiso con el enemigo de clase, han oscurecido el significado de ese internacionalismo que inauguró el movimiento obrero hace dos siglos. No se trata sólo de solidarizarse con una causa justa sino de comprender cómo, a pesar de que existen muchos frentes diferentes, el enemigo que combate el proletariado mundial es uno solo.
Por eso decimos que la lucha palestina es literalmente «nuestra lucha». Que no se trata sólo de ellos, del mismo modo que la lucha contra el imperialismo en los países occidentales no se trata sólo de nosotros. La lucha debe volverse común como el enemigo es común: el sistema capitalista que explota y oprime.
Por eso decimos, sobre todo, que es imprescindible que las vanguardias de lucha de cada país se unan en torno a un programa revolucionario, elaborado más allá de las fronteras nacionales, organizándose en una Internacional con sus propias secciones en cada país. Este fue y sigue siendo el único significado de la consigna con la que Marx cerró el Manifiesto Comunista: «¡Proletarios de todos los países, uníos!». Un grito de batalla que hoy debemos hacer resonar una vez más en las calles del mundo, apoyando la lucha palestina que, como escribe Karim Farsakh en el prefacio del libro de Schoenman recién publicado en italiano, es una lucha «que hoy resume y simboliza la de los explotados y oprimidos de todo el mundo»4.
Publicado el 30 de septiembre
Traducción: Natalia Estrada
- Ver Bienvenido al infierno. Síntesis del informe de B’Tselem, Centro de Información sobre los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados. Aquí está el original en inglés. http://www.btselem.org/sites/default/files/publications/202408_welcome_to_hell_eng.pdf ↩︎
- Entre los libros más recientes ver en particular el de Enzo Traverso, Gaza frente a la historia, Laterza, 2024. Más allá de algunas contradicciones, que se derivan de la perspectiva del autor (el Estado binacional), valoramos la reconstrucción que desmiente la propaganda imperialista sobre el 7 de octubre y restablece el marco histórico de décadas de ocupación sionista. Proveniente de un historiador consagrado, uno de los pocos intelectuales que se separaron del coro, el libro suscitó algunos ataques, pero sobre todo oscuridad. Otra buena reconstrucción del 7 de octubre, basada en cientos de fuentes, se puede encontrar en el libro de Roberto Iannuzzi, El 7 de octubre entre verdad y propaganda, Fazi editore, 2024. ↩︎
- Véase Antony Loewenstein, Laboratorio Palestina, Fazi editore, 2024. Este libro, recién publicado, reconstruye en detalle décadas de experimentación de armamento y software de represión con palestinos, que luego Israel exporta a todo el mundo. El libro también documenta la colaboración proporcionada por los infames servicios secretos israelíes (Mossad, Shin Beth, etc.) que entrenan en técnicas de infiltración, represión y tortura los aparatos represivos tanto de las dictaduras militares como de varias «democracias» capitalistas. ↩︎
- Nos referimos al libro fundamental y recién publicado (setiembre de 2024) de Ralph Schoenman, La historia oculta del sionismo, traducido por primera vez en Italia, coeditado por la Asociación Riazanov y el Movimiento de Estudiantes Palestinos en Italia y con Prefacio de Karim Farsakh, activista del Movimiento. ↩︎