La resistencia al intento de limpieza étnica en el pequeño barrio palestino de Sheikh Jarrah, en Jerusalén, con la expulsión de sus casas de ciudadanos y ciudadanas árabes israelíes, detonó una chispa que se extiende por toda la Palestina histórica: la resistencia heroica e histórica alcanza ahora todos los rincones, a despecho de la brutal violencia sionista. Y la solidaridad internacional avanza.
Por Corriente Roja
Desde Gaza, la resistencia envió un recado para intentar cesar la ofensiva brutal en Jerusalén. Ahora, la estrecha y empobrecida Franja, bajo cerco criminal hace casi 14 años, sangra una vez más. Desde el 10 de mayo, los dos millones de palestinos que viven en Gaza están bajo el bombardeo masivo sionista.
Acorralado, Israel postergó 30 días una audiencia sobre las expulsiones en Sheikh Jarrah, lo que demuestra la fuerza de la resistencia. Si no se aplaca, puede impedir de hecho la continuidad de ese proceso, no solo en el barrio sino en toda Palestina. Hay varios otros lugares que enfrentan la misma situación, como Silwan, también en Jerusalén. Y hay amenazas de expulsión también en ciudades ocupadas en 1948 durante la Nakba.
Desde que el 2005 el Estado sionista retiró los 8.000 colonos que vivían en asentamientos en la estrecha Franja –por entender que era muy costoso en términos militares mantenerlos y el retorno no compensaba–, el camino estaba abierto para las masacres, sin riesgo de alcanzar a esos colonos. En 2006, Hamas venció democráticamente las elecciones y pasó al comando de la estrecha Franja. Israel decretó, poco después, el bloqueo asesino que impone a los palestinos de hambre, frío, miseria –una “dieta forzada”, en las palabras de una dirigente sionista–. El cerco cuenta con ayuda de la dictadura egipcia. El resultado es que la mitad de los niños enfrenta desnutrición crónica. Y a partir de diciembre de 2008, bombardeos y masacres.
Entre aquel final de año y el comienzo de 2009 ocurrió la primera ofensiva violenta por parte de Israel, que se tornaría normal. Fueron 1.400 muertos en poco más de 30 días. La infraestructura destruida –escuelas, hospitales, casas, servicios básicos– nunca pudo ser reconstruida. En 2012, nuevo ataque, por una semana, y 150 vidas palestinas perdidas –año en que la ONU afirmó en informe que la crisis humanitaria era tan dramática que Gaza se tornaría inhabitable en ocho años (hasta 2020)–.
Y en 2014, durante 51 días de bombardeos y operaciones terrestres, 2.200 palestinos fueron masacrados, entre ellos 530 niños. En 2018, el Día de la Tierra palestina –30 de marzo– marcó el inicio de la Gran Marcha del Retorno. Francotiradores sionistas y sus bombas no perdonaron ni siquiera a médicos, enfermeros y periodistas, por el contrario, los tenían en la mira. Hasta el 31 de diciembre del mismo año, más de 159 muertes y 20.000 heridos. Con todo ese histórico, mucha gente en Gaza perdió piernas, brazos, visión.
Una vez más, la falsa alegación es que responden al partido político Hamas, cuando en realidad es una acción más como parte de la continua limpieza étnica que se inició con la Nakba; la catástrofe palestina que supuso, con la expulsión de sus tierras de 75% de la población palestina, la creación del Estado de Israel con el apoyo expreso de las grandes potencias del momento, la URSS y los EEUU.
Los actuales bombardeos cuentan, una vez más con el apoyo tácito o expreso de la mayoría de las potencias imperialistas, los EEUU y la UE, y que algunos como el gobierno “progresista” español esconden tras una supuesta “equidistancia”. ¿Como se puede ser tan hipócrita para comparar las armas de uno de los ejércitos mejor armados del mundo con las piedras y los cohetes artesanales palestinos?
Los palestinos levantan la reivindicación fundamental de retorno a las tierras de donde fueron y continúan siendo expulsados. En la estrecha franja, en torno de 80% de los casi dos millones de habitantes son oriundos de aldeas destruidas en la Nakba. Integran, por lo tanto, el contingente de cinco millones de refugiados. Aún con el recrudecimiento de la represión israelí, la resistencia sigue.
¡Solidaridad incondicional con el pueblo palestino y su legítima resistencia, y repudio a los bombardeos israelíes!
Por un Estado único palestino, libre, laico, democrático y no racista, con derechos iguales para todos y todas las que quieran vivir en paz con los palestinos.