Mar Abr 16, 2024
16 abril, 2024

1871-1917: ¿Por qué los bolcheviques estudiaron la Comuna de París para hacer el Octubre?

En 1901, Lenin le pidió a Plejánov (padre del marxismo ruso) un artículo sobre la Comuna para la Iskra, en ocasión del trigésimo aniversario de la heroica revolución de los obreros parisinos. Plejánov contestó que no le parecía un tema interesante, tratándose de «un hecho antiguo». Lenin replicó que, por el contrario, era un tema de gran actualidad (1).

Por: Francesco Ricci

Como veremos en este artículo, la convicción de la importancia fundamental de la Comuna acompaña toda la vida de Lenin, que llegó hasta sostener que la revolución mundial había tenido dos actos: el Octubre de 1917 era el «segundo acto» mientras la Comuna de París de 1871 había sido el «primer acto».

Esta convicción fue compartida por el otro gran dirigente de la Revolución de Octubre, León Trotsky, quien escribió: «Sin el estudio (…) de la Comuna de París, jamás hubiéramos llevado a cabo la Revolución de Octubre (…).» (2)

También las burguesías francesa y alemana eran conscientes de la importancia que la Comuna podría tener como ejemplo a imitar por futuras revoluciones. Y para evitar cualquier imitación fue que la burguesía francesa, después de haber rodeado y derrotado la Comuna, continuó por semanas fusilando y arrojando en fosas comunes a millares de personas, incluso las que no habían tenido parte activa en la Comuna sino sencillamente vivían en París por aquellos días, incluidos centenares de niños. Y, con las mismas motivaciones, la burguesía prusiana, que había combatido hasta hacía pocas semanas contra Francia en la guerra franco-prusiana de 1870, ayudó a la burguesía francesa a ahogar en sangre la Comuna, liberando una parte de los prisioneros de guerra para que el gobierno Thiers pudiera arrojarlos contra París. Al mismo tiempo, la prensa burguesa de todo el mundo inventó leyendas calumniosas contra los “comunardos” [como eran conocidos los miembros de la Comuna, ndt], acusándolos de crímenes y monstruosidades, y el régimen zarista, para evitar el «contagio» de la Comuna, prohibió el acceso en Rusia de los desterrados de la Comuna, hizo listas de depuración de los rusos que participaron en la Comuna, prohibió todas las obras que hablaban de la Comuna. Pero esta actividad de censura y persecución no alcanzó los resultados esperados: fueron decenas las obras de populistas rusos dedicadas a la Comuna, entre ellas una de Petr Lavrov, figura destacada del populismo, y otra de un importante novelista revolucionario muy querido de Lenin, Nikolaj Černyševskij (3), quien dedicó a la Comuna su obra Las luces del alba.

El movimiento populista fecundó el terreno del cual nació, en la última parte del siglo XIX, después de un proceso de escisiones y con el crecimiento del marxismo, la socialdemocracia rusa. Entre las cosas que los comunistas rusos heredaron del populismo hubo también una gran pasión por el estudio de la Comuna.

Cómo Lenin estudió la Comuna de 1871

En sus memorias, varios colaboradores de Lenin han afirmado que también en las conversaciones ocurría muy a menudo que Lenin citara este o aquel episodio de la Comuna. Y si hacemos una búsqueda en la monumental obra de Lenin encontraremos una gran cantidad de textos sobre la Comuna. Se han realizado varias antologías de obras de Lenin, en diversas lenguas, que incluyen textos específicos o partes de textos dedicados a la Comuna. Pero ninguna de estas colecciones está completa, porque haría falta incluir la gran parte de los textos de Lenin que hacen referencia constante a la Comuna.

Hay textos específicos de Lenin sobre la Comuna: artículos, discursos o notas para discursos en ocasión de algún aniversario de la insurrección del 18 de marzo de 1871 (nos limitamos a citar: «En memoria de la Comuna», de 1911, o la importante introducción de 1907 a la edición rusa de las cartas que Marx le escribió al doctor Kugelmann en los días de la Comuna, o «La guerra y la socialdemocracia rusa», de 1914) (4). Pero las referencias a la Comuna también constituyen el esqueleto de casi todos los textos más importantes de Lenin y en particular de los que sirvieron para preparar la revolución de 1917. Considerando que este artículo está dedicado a reconstruir la ligazón entre la Revolución de París de 1871 y la Revolución Rusa de 1917, utilizamos los textos de 1917 y del período siguiente.

Encontramos la Comuna en las «Cartas desde lejos» que Lenin escribe desde Suiza al Comité Central de los bolcheviques en marzo de 1917, para tratar de modificar la línea equivocada que la dirección rusa del partido estaba tomando. De estas cartas solo la primera fue publicada (con cortes) en el Pravda dirigido por Kamenev y Stalin; las otras cartas solo fueron publicadas en 1924 y, en versión integral, solo en 1949. La tercera de estas cinco cartas está centrada en el ejemplo de la Comuna y sobre el análisis que de ella hicieron Marx y Engels, que es totalmente diferente del análisis que hicieron de ella los oportunistas. Marx y Engels pusieron el centro en el hecho de que la Comuna había «quebrado el Estado» burgués para sustituir la dictadura de la burguesía por la dictadura del proletariado. La conclusión de Lenin es que «Siguiendo la ruta indicada por la experiencia de la Comuna de París de 1871 (…) el proletariado debe organizar y armar a todos los elementos pobres y explotados de la población, a fin de que ellos mismos tomen directamente en sus manos los organismos del poder del Estado y formen ellos mismos las instituciones de ese poder». (5)

El tema de la Comuna vuelve en el artículo «Sobre la dualidad de poderes» (6) publicado en el Pravda el 9 de abril de 1917 y en las «Cartas sobre táctica» (21-26 de abril de 1917) (7) y, sobre todo, la Comuna es la llave de lectura de las famosas «Tesis de Abril» (1917), con las cuales Lenin «rearma» el partido proponiendo una vuelta completa respecto de la política equivocada seguida por la dirección bolchevique antes su llegada a la estación Finlandia. En estas breves tesis, la Comuna es el punto de referencia: en la tesis 5, Lenin cita la Comuna para afrontar el tema de la disolución de los cuerpos represivos del Estado burgués (policía, ejército) y para indicar la necesidad de que los empleados públicos reciban un salario igual a aquel de un obrero; en la tesis 7, retomando las críticas que Marx había hecho sobre los errores de la Comuna, Lenin señala la necesidad de que se proceda a la «fusión inmediata de todos los bancos del país en un único banco nacional en Rusia, bajo el control de los soviets» (los comunardos habrían titubeado frente a este planteo). En la tesis 9 indica el objetivo general de la revolución: la construcción de un Estado nuevo, un Estado-Comuna, «es decir, un Estado del cual la Comuna de París ha provisto el primer modelo» (8).

En la base de gran parte de los textos principales de Lenin de 1917 está el «Cuaderno Azul» (titulado El marxismo y el Estado) (9), un resumen lleno de citas de Marx y Engels sobre el Estado. Este cuaderno, que Lenin comienza a compilar cuando todavía está en Suiza, es la base de su obra más importante: El Estado y la Revolución. En el centro de ambos, los textos sobre la Comuna. En particular, todo el tercer capítulo de El Estado y la Revolución es dedicado a la Comuna y a aquello que Lenin, como Marx y Engels, considera su enseñanza principal: «La revolución no debe consistir en que la nueva clase mande y gobierne con ayuda de la vieja máquina del Estado, sino en que destruya esta máquina y mande y gobierne con ayuda de otra nueva: Kautsky escamotea (…) esta idea fundamental del marxismo». (10)

Lenin cita a Kautsky porque es a su pluma que debemos las más grandes revisiones del marxismo hechas en nombre de una presunta ortodoxia, pero nosotros podemos agregar que todo el reformismo posterior «ha hecho desaparecer» la gran lección de la Comuna. El ejemplo más reciente es el sostén que toda la izquierda reformista y centrista del mundo ha dado al gobierno de Syriza en Grecia, haciendo desaparecer la diferencia fundamental que hay entre llegar al gobierno en el capitalismo, en alianza con la burguesía, y llegar al poder por una revolución como fue aquella de los obreros parisinos.

El Estado y la Revolución solo fue publicado después de la toma del poder en Octubre de 1917 pero su elaboración fue anterior y las temáticas que componen el libro fueron la base de toda la acción de Lenin y de los bolcheviques en aquel año crucial.

Como Trotsky escribe en su Historia de la Revolución Rusa: «Durante el primer mes de vida clandestina, Lenin escribió su libro El Estado y la Revolución, cuyos antecedentes documentales había recopilado en el exilio (…) para él la teoría es, y no de palabra, una guía orientada hacia la acción. (…) quiere restablecer la verdadera «doctrina del marxismo sobre el Estado». Por la selección minuciosa de los textos (…) el libro puede parecer pedante… a los pedantes verdaderos, incapaces de percibir bajo ese análisis de citas el impetuoso latido del pensamiento y de la voluntad. Pero la mayor importancia de esta obra sobre el Estado reside en ser la introducción científica al levantamiento más trascendental que ha conocido la Historia. El ‘comentarista’ de Marx preparaba su Partido para vencer revolucionariamente sobre la sexta parte del mundo». (11)

Los mismos temas, y la referencia constante a la Comuna, se tornan también la principal polémica teórica escrita por Lenin después de la revolución para ajustar cuentas con el que en un tiempo fue su maestro: Karl Kautsky. Se trata de La revolución proletaria y el renegado Kautsky (12). Pero a este libro y al «anti-Kautsky», escrito poco después por Trotsky, Terrorismo y comunismo (13), volveremos en un próximo artículo.

Concluimos esta breve reseña de los textos de Lenin sobre la Comuna recordando dos textos posteriores a la revolución: el «Informe sobre la democracia burguesa» (14), preparado por Lenin para el primer Congreso de la Tercera Internacional (1919) y el «Proyecto de programa del PCR» para el VIII Congreso de los bolcheviques (1919) (15): ambos textos importantes, en los cuales se desarrolla la teoría marxista del Estado, están llenos de referencias a la Comuna de París y demuestran que para Lenin la Comuna fue no solo una referencia para armar a los revolucionarios antes de la revolución sino también para el período siguiente a la conquista del poder: la construcción del Estado obrero, la dictadura del proletariado, en la cual –sobre el ejemplo de la Comuna– las nuevas instituciones, soviéticas, no estén basadas en el modelo del parlamento burgués sino que reúnan en un único poder obrero los tres poderes formalmente separados por la burguesía (el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial).

Los bolcheviques pudieron llegar a estas conclusiones estudiando la experiencia de los obreros parisinos, los que, en cambio, no teniendo experiencias precedentes sobre las cuales apoyarse, tuvieron que aprender la necesidad de la independencia de clase con su experiencia directa, pagando un alto precio en sangre.

Los obreros parisinos contribuyeron a construir la Primera República (con la Gran Revolución de 1789 -1794), pero fueron recompensados por la burguesía con la Ley Le Chapelier, que prohibía las organizaciones obreras. Los obreros parisinos tuvieron que combatir en febrero de 1848 por la Segunda República, pero la burguesía los recompensó en junio de aquel año arrojando contra ellos al lumpen proletariado, destrozándolos por miles. Y, todavía, en 1870, después de haber combatido para Napoleón III una guerra que no era de ellos, los obreros dejaron el poder a la burguesía que había edificado la Tercera República cuyo primer acto fue hacerles pagar a los obreros las deudas de la guerra con Prusia. Fue como consecuencia de estas experiencias que los obreros comprendieron la necesidad de no creer más en las repúblicas burguesas y, con la insurrección del 18 de marzo de 1871, izaron la bandera roja sobre el Hotel de Ville y fundaron la primera república basada en el poder armado de los obreros.

Pero la Comuna no fue solo una escuela para los revolucionarios de todo el mundo: también constituyó fuertemente, como Lenin escribió, «en todas partes un impulso a la propaganda socialista revolucionaria» (16), y transformó a Marx en una celebridad (la prensa burguesa lo indicó como el inspirador de la Comuna). En efecto, es solo después de la Comuna que las obras de Marx comenzaron a tener una gran difusión. Pero, sobre todo, la Comuna, según las palabras de Engels, permitió «romper esta candorosa colaboración de todas las fracciones», es decir, superar la Primera Internacional y dejar espacio a una nueva Internacional «netamente comunista [que] proclamará unos principios que serán precisamente los nuestros” (es decir, los principios del marxismo) (17).

La «revisión» de Trotsky sobre la Comuna

También para el otro gran dirigente de la Revolución Rusa la referencia a la Comuna fue un elemento constante de toda la vida. Ya en enero de 1906, en la cárcel luego de la Revolución Rusa de 1905, Trotsky escribe un texto poco conocido, «35 años después: 1871-1906», que es mucho más que una celebración del aniversario de la Comuna. Como sabemos, es en aquellos años que Trotsky elabora la teoría de la revolución permanente, y la Comuna es estudiada por él como un ejemplo de la «ley del desarrollo desigual y combinado» y de la negación de cada análisis determinista vulgar que «simplificando y distorsionando», citamos a Trotsky, la concepción materialista-dialéctica de Marx ve el socialismo como «automáticamente dependiente» del grado de desarrollo económico de un país. Y concluye: «Si la Comuna colapsó, eso no se debió para nada al insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas sino que fue consecuencia de una serie de factores de naturaleza política: el cerco de París y su aislamiento respecto de las provincias, las circunstancias internacionales extremadamente desfavorables, los errores de los comunardos, etcétera.» (18)

Así, en Lenin y también en lo que concierne a Trotsky no es posible indicar todas las referencias, directas o indirectas, a la Comuna, porque la Comuna es para ambos la estrella polar para mirar y hallar en cada ocasión la orientación. Solo citamos algunos de los textos más importantes en que el discurso sobre la Comuna es profundizado.

Justo en el curso de los acontecimientos de 1917, en marzo, escribe «La Comuna de París», un artículo para Novy Mir, un semanario en ruso publicado en Nueva York. Haciendo un paralelo entre 1871 y el desarrollo revolucionario en Rusia, concluye: «La bandera de la Comuna es la bandera de la República mundial del trabajo». (19)

En Terrorismo y Comunismo (del que, como hemos dicho, hablaremos en un próximo artículo dedicado a los dos «anti-Kautsky», el de Lenin y el de Trotsky) toda la polémica es hecha proponiendo una confrontación entre la Comuna de 1871 y la Revolución Rusa de 1917 y en particular los capítulos V y VI de este texto son integralmente dedicados a la Comuna para demostrar –contra la interpretación de Kautsky– que el objetivo de la Comuna no fue la democracia formal sino aquella sustancial, de clase.

Pero es en el texto «Las lecciones de la Comuna», escrito en 1921 como prefacio a un libro de Tales, que el estudio se profundiza y Trotsky, tal como ya habían hecho Marx, Engels y Lenin, no se limita a alabar la Comuna sino que la somete a una intensa crítica, indicando de ella los muchos errores. Haciendo una comparación con la Revolución Rusa y con el papel desarrollado por los mencheviques y los socialista-revolucionarios en la constitución de gobiernos burgueses después de la Revolución de Febrero, escribe: «La Comuna llegó demasiado tarde. Tuvo todas las posibilidades para tomar el poder el 4 de septiembre, lo que hubiera permitido al proletariado de París ponerse a la cabeza de todos los trabajadores del país en su lucha contra las fuerzas del pasado, tanto contra Bismarck como contra Thiers. Pero el poder cayó en manos de los charlatanes democráticos, los diputados de París». (20)

Y todavía, en la espléndida polémica Su moral y la nuestra (y en la posterior respuesta a Víctor Serge, «Moralistas y sicofantes contra el marxismo», escrita cuando Serge volvió a sus posiciones anárquicas originarias y criticó «el amoralismo» de los bolcheviques) (21), Trotsky reivindica la Comuna para demostrar la legitimidad (desde el punto de vista de la moral revolucionaria) del empleo del «terror rojo» de parte de un Estado obrero contra los enemigos que tratan de derrocarlo. He aquí la referencia al «decreto sobre los rehenes», al fusilamiento de algunos prisioneros y a otras medidas empleadas por el jovensísimo (25 años) prefecto de la Comuna, Raoul Rigault.

Derribando el sentido común de «moralistas» como Serge, Trotsky recuerda que uno de los errores que Engels imputó a la Comuna no fue el empleo del terror sino, por el contrario, la «excesiva cordialidad» con sus enemigos: error que los bolcheviques trataron de no repetir.

También en la magistral Historia de la Revolución Rusa, la referencia a la Comuna y la comparación con el Octubre –para indicar similitudes y diferencias– es constante. Trotsky recuerda la polémica de finales de agosto de 1917 de Lenin contra el dirigente bolchevique Zinoviev (que, como se sabe, era hostil a organizar en aquellas semanas la insurrección). Zinoviev, en un artículo publicado en el Pravda el 30 de agosto, titulado «Lo que no hace falta hacer», indica la Comuna como ejemplo negativo. Lenin le contesta, indirectamente, con un artículo publicado el 3 de setiembre en el que señala que quien hace referencia a la Comuna presentándola como el ejemplo desastroso de una insurrección prematura y pretende (como Zinoviev) decir que sería prematura la insurrección en Rusia hace una «alusión a la Comuna (…) muy superficial y hasta tonta. Porque, en primer término, algo han aprendido desde 1871 los bolcheviques: no dejarían de apoderarse de los Bancos, no se abstendrían de marchar contra Versalles; de haberse actuado así, entonces la propia Comuna habría podido vencer». (22)

Pero el estudio de Trotsky va más allá, y –como señaló agudamente Nahuel Moreno en una polémica con Ernest Mandel– Trotsky llegó «a hacer una revisión completa de la concepción clásica de la Comuna».

Leamos lo que escribe Moreno: «En la década del treinta, polemizando con la tendencia de los trotskistas franceses que editaba el periódico La Commune, él negó por la primera vez a la Comuna [es decir, la Comuna compuesta por noventa representantes electos en las elecciones parisinas hechas después de la insurrección, ndt] como dictadura del proletariado (…) Trotsky señala que la dictadura del proletariado estaba en otra organización, en la Guardia Nacional, en el órgano de lucha. (…) La dictadura obrera fue la organización de los que luchaban y no la de todos los trabajadores de París» (23) [que habían elegido la Comuna con «sufragio universal», puesto que, en realidad, en estas elecciones participaron casi solamente trabajadores, dado que los burgueses habían escapado de París, ndt].

Para Trotsky –señala Moreno– el equivalente embrionario en 1871 del soviet de 1917 fue la Guardia Nacional (24), no la asamblea electiva municipal denominada Comuna, cuya elección también fue considerada por Marx «una pérdida de tiempo» en el momento en que hacía falta en cambio atacar el gobierno burgués que se amparó en Versalles. Trotsky vuelve sobre el tema en un texto de 1933, «La naturaleza de clase del Estado soviético», y escribe aquí: «Si Marx y Engels consideraron «dictadura del proletariado» a la Comuna de París fue solamente por las posibilidades que ella implicaba. Pero en sí misma la Comuna no era todavía la dictadura del proletariado». (25)

Pero, ¿por qué fue la Comuna una dictadura del proletariado solo potencial? Porque (y este es el sentido del razonamiento de Trotsky retomado por Moreno) también el «soviet» era solo embrionario y en él faltó un partido marxista revolucionario que lo dirigiera.

La principal diferencia entre 1871 y 1917: el partido

Se dice habitualmente que la diferencia principal entre la Comuna de París y la Revolución Rusa es que en 1871 no hubo el partido que hiciera posible la victoria como en 1917.

Esta afirmación es verdadera, aunque no es verdadero, a diferencia de cuanto creyeron Lenin y Trotsky basándose en los conocimientos historiográficos de su tiempo, que aquel partido faltara completamente. Como lo hemos demostrado en un texto (26) más profundo sobre la Comuna (al que nos permitimos remitir solo porque no existen otros estudios más recientes sobre este tema), en realidad existió en la Comuna un embrión de partido revolucionario: la Delegación de los Veinte Arrondissements (es decir los barrios en que fue y es dividido París).

A menudo, siguiendo una leyenda inventada por el estalinismo, se cree que la concepción del «partido de vanguardia» es una invención de Lenin, quien en realidad solo ha perfeccionado y realizado un concepto que ya está bien presente en la obra y en la acción de Marx.

Marx y Engels construyeron –o trataron de construir– partidos programáticamente delimitados por toda su vida de militantes políticos, desde el Comité de Bruselas (ya en 1846) a la Liga de los Comunistas, desde la Primera Internacional a la socialdemocracia alemana, a la Segunda Internacional (esta última solo Engels, ya que Marx había muerto antes). Por eso, Marx era consciente de que la primera necesidad de los obreros de París, frente a la revolución que se avecinaba, era consolidar su partido independiente de la burguesía. En el Segundo Manifiesto que escribe para la Internacional (9 setiembre de1870), aconseja: «Que [los obreros franceses, ndr] aprovechen serena y resueltamente las oportunidades que les brinda la libertad republicana para trabajar en la organización de su propia clase». (27)

Desafortunadamente, como es sabido, no fueron los obreros a elegir los tiempos sino sus adversarios burgueses, que desencadenaron un ataque para tratar de desarmar a la Guardia Nacional. Fue en respuesta a aquel ataque que los obreros se sublevaron y tomaron el poder el 18 de marzo de 1871.

Lenin y Trotsky, en sus análisis sobre la Comuna, retoman este tema, correctamente. Pero ambos afirman que en la Comuna faltó completamente una dirección. Y en esto se equivocan.

Lenin afirma con insistencia en todos los textos que dedica a la Comuna que faltó completamente una dirección: incluso recordando que en Francia fue muy activa desde 1864 en adelante la sección de la Internacional, afirma categóricamente: «La Comuna surgió de manera espontánea, nadie la preparó de un modo consciente y sistemático (…). No había una organización seria del proletariado (…)». (28) (las cursivas son nuestras).

En forma aún más clara, en el informe del 8 de marzo de 1918 al VII Congreso bolchevique: «Los creadores del Comuna no la comprendían, la creaban con la genial intuición de las masas despertadas, y ni una sola fracción de los socialistas franceses tenía noción de lo que hacía». (29)

Trotsky comparte el juicio de Lenin y, en efecto, escribe: «El proletariado parisino no tenía ni un partido ni jefes a los que hubiera estado estrechamente vinculado por anteriores luchas». (30)

No se puede esperar un análisis más profundizado de Lenin y de Trotsky porque se basaron en los conocimientos que estaban disponibles en el momento en que escribieron: Lenin, en particular, sobre el libro de Lissagaray (31), una buena crónica pero políticamente muy superficial, escrita por un periodista y militante revolucionario no marxista que participó en la Comuna; y Trotsky, sobre el libro de Tales (32) que, por su parte, se basaba en el de Lissagaray.

Solo con algunos estudios hechos desde 1960 en adelante se ha comprobado que: 1) los miembros de la Internacional no habían estado en minoría: estuvieron en realidad en mayoría en la Comuna electa. Y en cambio, es verdad que estuvieron en minoría las posiciones mayoritarias de la Internacional, es decir, las de Marx; 2) hubo poco de espontáneo en la Comuna: era, de hecho, un partido en construcción, la Delegación de los Veinte Arrondissements, nacido en setiembre de 1870, dirigido por las figuras más cercanas a Marx (como Varlin) y (al contrario de lo que escribe Lissagaray) hegemonizado por los dirigentes de la AIT [Asociación Internacional de los Trabajadores, es decir la Primera Internacional] (no por casualidad se reunían en la rue de la Corderie, donde estaba la sede de la AIT), consolidado en un proceso de escisión de los miembros más moderados. Se trata de un partido verdadero y propio, con congresos, organismos, cuotas de afiliación, inscripción solo para militantes, un Estatuto (artículo 1: «La Delegación tiene como objetivo centralizar las fuerzas democrático-socialistas de París».), un programa de derrocamiento revolucionario de la democracia burguesa (la organización «lucha por conseguir con cada medio posible la supresión de los privilegios de la burguesía, su desaparición como casta dirigente y la victoria política de los trabajadores. En una palabra, la igualdad social»), un vínculo explícito (desde el Estatuto) con la AIT.

Sobre todo (y aquí está el error de Lissagaray, es decir de la fuente de Lenin y de Trotsky), hoy sabemos (habiendo encontrado las actas), que la Delegación no se disolvió en febrero sino que siguió reuniéndose hasta la caída de París y llevó a cabo un papel de primer plano durante los dos meses de la Comuna. (33)

¿Qué queremos decir? Que sobre lo esencial (la Comuna fue derrotada porque no contó con aquel partido que lograron construir los comunistas rusos), Lenin y Trotsky tuvieron razón; pero que subvaloraron, por falta de información, el grado de organización y construcción del partido revolucionario que había sido ya alcanzado por los obreros parisinos. Sin aquel embrión de partido probablemente no habríamos tenido tampoco aquel embrión de soviet y aquel embrión de dictadura del proletariado de que hemos hablado. Si en lugar de un embrión hubiera habido un partido marxista desarrollado, quizás la Comuna no habría sido derrotada.

Un trabajo por terminar

Ocurre a menudo, también en libros y artículos que expresan posiciones correctas, contemplar que se presenta a la Comuna como «una derrota». Ciertamente, en términos inmediatos y desde un punto de vista nacional, la Comuna fue una derrota: pero desde el punto de vista general y del movimiento obrero internacional fue y quedó como una de las más grandes victorias revolucionarias de todos los tiempos. Permitió al marxismo vencer su batalla en la Primera Internacional contra los anarquistas y conocer una nueva difusión mundial, con la construcción de partidos en todo el mundo. También el movimiento revolucionario ruso es hijo de la Comuna. La revolución rusa de 1917 tiene una profunda deuda con los obreros parisinos de 1871, de la que Lenin y Trotsky eran conscientes. Marx escribió en las líneas finales de La Guerra civil en Francia: «El París de los obreros, con su Comuna, será eternamente ensalzado como heraldo glorioso de una nueva sociedad. (…) Y a sus exterminadores la historia los ha clavado ya en una picota eterna, de la que no lograrán redimirlos todas las preces de su clerigalla.» (34)

La profecía de Marx se realizó en el Octubre de 1917 cuando los obreros rusos, conducidos por los bolcheviques, iniciaron la construcción de aquella nueva sociedad que los obreros franceses habían anunciado. A los obreros revolucionarios de todo el mundo corresponde hoy la tarea de concluir ese trabajo.

Notas:

(1) Citado por Georges Haupt, La Internacional socialista de la Comuna a Lenin (pp. 61-62 de la edición italiana, Einaudi,1978).

(2) León Trotsky, Lecciones de Octubre (1924) www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/permanente/leccionesdeoctubre.htm#_ftn1

(3) Nikolaj Gavrilovi Černyševskij (1828-1889), es autor de la novela Qué hacer? escrita en 1863 en la cárcel donde fue encerrado por sus posiciones anti-zaristas. Lenin retoma el título de esta obra para su célebre libro de 1902 sobre el tema del partido.

(4) Los textos de Lenin son citados de las Obras completas en español (Editorial Progreso, 1985): «A la memoria de la Comuna» (1911) (libro 20, p. 229 y ss.); «Prefacio a la traducción al ruso de las cartas de Marx a Kugelmann» (1907) (libro 14, p. 398 y ss.); «La guerra y la socialdemocracia de Rusia» (1914) (libro 26, p. 13 y ss.).

(5) V.I. Lenin, «Cartas desde lejos» (1917) (Obras completas, libro 31, p. 11 y ss.).

(6) V.I. Lenin, «La dualidad de poderes» (1917) (Obras completas, libro 31, p. 153 y ss.).

(7) V.I. Lenin, «Cartas sobre táctica» (1917) (Obras completas, libro 31, p. 138 y ss.).

(8) V.I. Lenin, «Tesis de Abril» (1917) (Obras completas, libro 31, p. 157 y ss.).

(9) V.I. Lenin, «El marxismo y el Estado» (1917, (conocido también como «Cuaderno Azul», escrito entre 1916 y los primeros meses de 1917 (edición italiana: Editori Riuniti,1976).

(10) V.I. Lenin, El Estado y la Revolución (1918) (Obras completas, libro 33, p. 1 y ss.).

(11) León Trotsky, Historia de la Revolución Rusa (1930) (ed. Zero, 1973, trad. de A. Nin, tomo 2, p. 390).

(12) V.I. Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky (1918) (Obras completas, libro 37, p. 243 y ss.).

(13) León Trotsky, Terrorismo y comunismo (1921) (Edición Il Comunista en castellano, 2015).

(14) V.I. Lenin, «Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado» (1919) (Obras completas, libro 37, p. 509 y ss.).

(15) V.I. Lenin, «Proyecto de programa del PCR (b)», VIII Congreso (1919) (Obras completas, libro 38, p. 89 y ss.).

(16) V.I. Lenin, «A la memoria de la Comuna» (1911) (Obras completas, libro 20, p. 229 y ss.).

(17) Friedrich Engels, Carta a Sorge, 12 septiembre 1874 (Marx-Engels, Obras Escogidas,

(18) León Trotsky, «35 años después: 1871-1906» (en Leon Trotsky on Paris Commune, Pathfinder Press, 1970, pág. 10 y ss.), nuestra traducción del inglés.

(19) León Trotsky, «La Comuna de París», marzo de 1917 (en Leon Trotsky on Paris Commune, Pathfinder Press, 1970, pág. 26 y ss.), nuestra traducción del inglés.

(20) León Trotsky, «Las lecciones de la Comuna» (1921) www.marxists.org/espanol/trotsky/1920s/1921_0204_1.htm

(21) León Trotsky, Su moral y la nuestra (1938-1939) (Editorial Fontamara, 1978).

(22) Lev Trotsky, Historia de la Revolución Rusa (1930) (ed. Zero, 1973, trad. de A. Nin, tomo 2, p. 406).

(23) Nahuel Moreno, La dictadura revolucionaria del proletariado (1979) (Marxismo Vivo, 2010, p. 117-118). El texto de Trotsky citado por Moreno es publicado en The crisis of the french section. 1935-1936 (Pathfinder Press, 1977).

(24) La Guardia Nacional fue una institución de la Gran Revolución de 1789-1794. Pero si hasta 1848 fue un instrumento en manos de la burguesía, a partir de la instauración de la Tercera República, en septiembre de 1870, fue reconstituida como milicia compuesta por obreros: trescientos mil trabajadores en producción desarrollaron adiestramiento militar periódico recibiendo un sueldo. La estructura de la Guardia Nacional adelantó la estructura que asumirían luego los soviets a partir de la revolución rusa de 1905.

(25) León Trotsky, «La naturaleza de clase del Estado Soviético» (1933) (Escritos, tomo 3, p. 283). Para precisar, fue Engels quien habló (en un exceso de polémica contra posiciones oportunistas) de la Comuna como una «dictadura del proletariado» cuando, en el prefacio de 1891 a La Guerra Civil en Francia de Marx escribe: «Mirad la Comuna de París. Esta fue la dictadura del proletariado». En Marx no se encuentra ninguna referencia tan categórica: Marx habla de una «tendencia» de la Comuna y la describe como una especie de «embrión» de dictadura del proletariado (la expresión embrión es nuestra y al usarla, en ausencia de una mejor, señalamos su escasa cientificidad).

(26) Francesco Ricci, «La Comuna de París (1871): un anticipo de la Comuna de Petrogrado (1917), Marxismo Vivo, 16, 2007.

(27) Karl Marx, «Segundo Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores sobre la Guerra Franco-Prusiana» www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/manif2.htm

(28) V.I. Lenin, V.I. Lenin, «A la memoria de la Comuna» (1911) (Obras completas, libro 20, p. 229 y ss.).

(29) V.I. Lenin, «Informe sobre la revisión del programa y el cambio de nombre del partido» (1918) (Obras completas, libro 36, p. 47 y ss.).

(30) León Trotsky, «Las lecciones de la Comuna» (1921) www.marxists.org/espanol/trotsky/1920s/1921_0204_1.htm

(31) Prosper Olivier Lissagaray, Historia de la Comuna de París (1876) (Editorial Estela, 1971).

(32) C. Tales, La Comuna de 1871 (1921) (Ed. Los amigos de Spartacus, 1998). Tales se basa casi completamente en el libro de Lissagaray, v. nota 31, y añade a los errores de este autor otro análisis equivocado: habla de «derrota de la Primera Internacional después de la Comuna»; enfatiza el peso de los proudhonianos; dedica solo media página (llena de errores) al embrión de partido de que hemos hablado, es decir, la Delegación de los Veinte Arrondissements.

(33) Para profundizar en el tema es fundamental un estudio hecho Francia en 1960: Jean Dautry y Lucien Scheler, Le Comité Central Républicain des vingt arrondissements de Paris, Editions Sociales. Dautry también es autor con Bruhat y Tersen (todos de orientación estalinista pero profundos conocedores del tema) del más documentado estudio sobre la Comuna: El Commune de 1871, Editions Sociales,1970.

(34) Karl Marx, La Guerra Civil en Francia www.marxists.org/espanol/m-e/1870s/gcfran/guer.htm

Traducción: Natalia Estrada.

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